PETRÓLEO COMO POR ARTE DE MAGIA
Publicado en
agosto 04, 2013
Un ingeniero de Schlumberger observa en la terminal de una computadora los datos que se envían a la "caja azul" (laboratorio de superficie) desde la sonda.
SCHLUMBERGER, INC.
La técnica Schlumberger, desarrollada por dos hermanos franceses de ese apellido, ayuda a los ingenieros a extraer las riquezas petroleras que restan en el mundo.
Por Dorothy Gow Stroetzel.
LA TENSIÓN era cada vez mayor a bordo del enorme buque de perforación Glomar V. Durante semanas la mecha de su barrena había escarbado en el esquisto y la piedra de arena del fondo del mar del Norte, 160 kilómetros al sudeste de las islas británicas Shetland y enviado a la superficie partículas de roca manchadas de petróleo. Al llegar ahora el pozo 9/13-2 a la meta de profundidad de tres kilómetros en el lecho marino, los técnicos petroleros tejían ansiosas conjeturas: ¿Qué espesor tenía aquella capa de piedra porosa impregnada de petróleo?
Era una pregunta que valía 400 millones de dólares, pues el consorcio petrolero tendría que invertir semejante suma de dinero para construir una plataforma marina permanente. A menos que el pozo 9/13-2 confirmase la existencia de un gran yacimiento, la inversión no tendría sentido. De allí que la atención de todos en aquel día de julio de 1973 estuviese enfocada en una caja azul de aproximadamente dos metros de ancho, dos de alto y seis de largo —una pequeña casa-remolque sin ruedas— colocada en la cubierta al pie de la gigantesca torre del Glomar V.
En el interior, el ingeniero noruego John Talg oprimía botones y verificaba agujas de instrumentos en un proceso conocido en el ambiente petrolero con el nombre de prueba de Schlumberger, una técnica desarrollada por los hermanos Conrad y Marcel Schlumberger. El elemento principal de la prueba, también denominada "diagrafía de pozo o perfil longitudinal", es una sonda consistente en un tubo de hasta 20 metros de largo dotado con instrumentos que se introducen en el orificio de perforación de un pozo y por medios eléctricos o electrónicos transmite a la caja azul en la superficie información precisa acerca de la cantidad de petróleo que yace en la profundidad de la Tierra.
Después de 25 horas de encierro en la caja azul, Talg apareció demacrado pero sonriente. "Caballeros, la cosa tiene buen aspecto", anunció a los ejecutivos del consorcio que lo aguardaban y puso en sus manos largas tiras de papel impreso similar al de los electrocardiogramas en las que una línea de altibajos trazaba el perfil geológico del pozo. Han transcurrido casi 7 años y ese pozo es parte del yacimiento Beryl en el sector británico del mar del Norte del cual son bombeados cerca de 100.000 barriles de petróleo por día.
Pero aunque el método Schlumberger tiene un papel protagónico en esa crónica de un éxito, muy poca gente ha oído hablar jamás de Schlumberger Lirnited, propietaria de la caja azul del Glomar V y descendiente directa de la pequeña compañía de exploración mineralógica fundada por los hermanos en 1919. Sin embargo, la pericia de la firma en la identificación de formaciones petroleras afecta en alguna medida a millones de personas.
La Schlumberger es una de las compañías más insólitas del mundo. Verdaderamente internacional, sus principales ejecutivos manejan la empresa desde dos pisos de un edificio de oficinas de Nueva York y desde una residencia de cinco plantas en París, cerca del lugar donde los dos hermanos realizaron sus primeros experimentos hace más de medio siglo. Las reuniones de directores se alternan entre París, Londres, Nueva York y Houston. La compañía tiene una red mundial de subsidiarias; 75.000 empleados y, sobre todo, uno de los niveles de utilidades más altos entre las empresas privadas europeas: 502 millones de dólares en 1978. Dondequiera que comienza una nueva prospección petrolera allí estará con seguridad Schlumberger. Sus cajas azules están activas en todas las plataformas de perforación que buscan petróleo frente a la costa oriental de Estados Unidos. En Arabia Saudita, de cuyas enormes reservas depende en gran medida el mundo, su personal somete a "exámenes físicos semestrales" a los pozos en explotación de la importante empresa Aramco. Incluso Pekín ha colocado el método Schlumberger de diagrafía en su lista de prioridades de tecnología.
Son contadas las compañías de semejante magnitud que fincan una parte tan sustancial de sus actividades en ejecutivos jóvenes. La edad promedio de los ingenieros de campaña de Schlumberger —los generales de sus cajas azules, principal fuente de utilidades de la empresa— ¡es de apenas 28 años! Y no cualquier ingeniero da la talla. A los aspirantes entrevistados en la capital francesa se les pregunta si están dispuestos a vivir en cualquier país, en un desierto, en una ciénaga o donde la temperatura es de 20° C. bajo cero. El candidato que decide incorporarse a la organización se sumerge en un curso de instrucción teórica y de "aprendizaje práctico" en campos petrolíferos a fin de poder asumir el comando de su propia caja azul y su personal de dos asistentes al cabo de seis meses.
Ya en una parcela de exploración, a menudo a centenares de kilómetros de la oficina Schlumberger más cercana, el ingeniero debe arrostrar enormes responsabilidades. Como un obstétrico que espera un parto, acude a la boca de un pozo cuando el orificio de perforación del cliente llega a la profundidad prevista. La diagrafía debe comenzar no bien la mecha barrenadora es retirada del hoyo a fin de reducir al mínimo el tiempo de inactividad de la maquinaria de perforación, que puede costar a un cliente de 50.000 a 100.000 dólares diarios. Si ocurriera un desperfecto en las cajas azules, cuyo valor es de hasta un millón de dólares, los mismos ingenieros deben ocuparse de su reparación. "Cuando mi equipo se descompuso en el sur de Irán", recuerda el ingeniero danés Klaus Kampmann, de 30 años, "pasé cuatro días y cuatro noches sin dormir".
Los hermanos Schlumberger provenían de una acaudalada familia protestante de la región de Alsacia, donde Francia confluye con Alemania. A fines del siglo pasado, Paul Schlumberger vendió su empresa de textiles y se mudó a París. Dos de sus hijos, Conrad y Marcel, fueron atraídos por la tecnología. El dinámico Conrad, profesor de física en la famosa Ecole des Mines de París, se dedicó con ahínco al estudio de la exploración mineralógica en su laboratorio. Al pasar una corriente eléctrica a través de distintas muestras de minerales y piedras, observó que la resistencia de metales como el cobre y el hierro difería marcadamente con la de la piedra geológica y que también era notable el contraste entre la roca porosa llena de agua y el granito sólido.
Durante unas vacaciones en la finca de la familia en Val-Richer (Normandía), Conrad clavó dos estacas de metal en el prado a varios centenares de metros de distancia entre sí. Mediante el envío de corriente directa a través de las estacas, perfeccionó los instrumentos que había diseñado para la medición de yacimientos. Pronto aplicó esos adelantos a la exploración de depósitos de hierro y cobre en Francia y otros países. Después de la Primera Guerra Mundial Marcel Schlumberger, un reposado ingeniero con experiencia en minería, comenzó a producir herramientas para los trabajos de su hermano. Su padre, Paul, presintió un descubrimiento histórico y decidió financiar la investigación.
Un local que incluía un café y un apartamento que los hermanos alquilaron en la calle Fabert número 30, casi vecino a la presente sede Schlumberger en la capital francesa, fue transformado en laboratorio, taller de fabricación de equipo de campaña y administración central de la corporación con un escritorio y dos sillas de caña.
Las compañías mineras, enteradas a través de los corrillos de la industria de la promisoria idea de los Schlumberger, pronto tuvieron al reducido personal de la nueva firma —menos de una docena de ingenieros y técnicos— ocupado en diversos lugares del mundo. En Francia exploraron las cuencas de carbón y hierro de Lorena; en Rodesia, Katanga, Canadá, Estados Unidos y Japón descubrieron nuevos depósitos de cobre. En Rumania, cerca de la población de Ploesti, su "caja mágica" —como se dio en llamar a su instrumental de medición de resistencia montado sobre un trípode— trazó el contorno de una enórme cúpula de sal que contenía, como se comprobó con la perforación, uno de los yacimientos de petróleo más grandes de aquella época. La Société de Prospection Eléctrique estaba en plena marcha.
Con el correr del tiempo los hermanos y otros miembros del clan Schlumberger, entre ellos el físico Henri Doll, casado con una de las hijas de Conrad, no cesaron de perfeccionar la técnica. Se logró un importante adelanto cuando Conrad pidió a Doll que efectuase mediciones subterráneas en lugar de las habituales en la superficie. El yerno descendió su sonda eléctrica en un pozo del yacimiento petrolífero Pechelbronn de Alsacia y registró los niveles de resistencia eléctrica metro por metro. De regreso en París trazó laboriosamente en papel pautado un contorno sobre la base de esas mediciones: la primera diagrafía de pozo.
Los Schlumberger no necesitaron mucho tiempo para captar la trascendencia de ese experimento. Cuando compararon la gráfica de Doll con las muestras de roca extraídas durante la perforación del pozo, arribaron a la conclusión que las elevaciones del perfil denotaban piedra dura y las partes hondas un material más blando y poroso. Pero lo que llamó su atención fueron las protuberancias de tamaño mediano que surgían abruptamente de un largo plano bajo, por cuanto podrían equivaler a la profundidad en que estarían las capas de petróleo, una suposición que las perforaciones confirmaron posteriormente.
Doll dio, por casualidad, con otra revelación. Un día, mientras trabajaba en la diagrafía de un pozo, observó una desusada oscilación de la aguja de medición en el nivel de un lecho poroso a pesar de la ausencia absoluta de corriente. El esquisto, el lodo de perforación y el agua del interior de la roca porosa combinaban su acción dentro de la Tierra para crear un acumulador propio de la naturaleza.
Aquí se muestra cómo la sonda interpreta la estructura química de la superficie submarina. Diagrama de Cliff Line de la información recopilada por la revista "Fortune"
Por iniciativa de Doll los ingenieros de Schlumberger hicieron mediciones de pozos sin enviar corriente alguna y prepararon con esos datos gráficas que no mostraban los niveles de resistencia eléctrica sino del potencial eléctrico espontáneo. Al comparar los dos juegos de gráficas, los Schlumberger dedujeron que en tanto que en las de resistencia las líneas subían en presencia de roca dura, en las de potencial espontáneo los puntos más altos correspondían a la piedra porosa. La confrontación de las dos lecturas les permitió llegar a una conclusión que iba a revolucionar la industria de la explotación petrolera: Cuando las dos diagrafías llegan a un tope a la misma profundidad hay muy buenas posibilidades de encontrar petróleo o gas natural.
A partir de entonces los Schlumberger dejaron de lado las prospecciones eléctricas de superficie en busca de metales y se dedicaron primordialmente a la diagrafía de pozos petroleros. Experimentaron brevemente el método en Estados Unidos, pero obtuvieron brillantes resultados en Venezuela y en la Unión Soviética, donde exploraron algunas de las grandes cuencas petrolíferas que todavía continúan en explotación: Maracaibo, Baku, los Urales, el Cáucaso. En 1932 regresaron a Estados Unidos.
Dos años después sus ingenieros se establecieron en Houston. Desde el comienzo debieron competir con algunos de los recios buscadores al azar, que entre uno y otro trago de licor confiaban en su intuición y en el olor del lodo de perforación como métodos para hallar petróleo. ¿Quién necesitaba la ciencia francesa? En un principio la conversión de los norteamericanos pareció una misión imposible, pero los franceses no se dieron por vencidos. "El vicepresidente de la compañía de ustedes me ha pedido una diagrafía de su pozo", se animó a decir un ingeniero a un explorador en un sitio de perforación, y recibió esta respuesta: "Bien. Pero yo soy el presidente y si no salen de mi terreno en diez segundos los sacaré a tiros".
También los norteamericanos en general se mofaron al principio de los "franchutes" de Schlumberger, especialmente de un ingeniero de pulcritud incurable cuyo nombre era André Allégret. Solía recorrer con su Ford negro las ciénagas de Luisiana por caminos hechos con árboles caídos seguido por un camión con sus instrumentos de diagrafía. Antes de apearse —era una inmaculada figura vestida de blanco— extendía cuidadosamente una alfombra en el piso enfangado para proteger sus impecables zapatos de cuero blanco y negro, y luego calzaba botas altas y un overol acabado de salir de la lavandería para iniciar su trabajo.
Aquella visión de modales parisienses no hizo otra cosa que redoblar la oposición de los lugareños hasta que Allégret y sus colegas comenzaron a localizar con precisión los lugares donde había petróleo. Para 1940 Schlumberger tenía en operación 60 brigadas en Estados Unidos y sus camiones —muchos de ellos de carrocería abierta y con una enorme sombrilla de playa para proteger a los ingenieros e instrumentos— eran un detalle infaltable del paisaje de los campamentos petroleros norteamericanos.
Merced al auge de exploración petrolera de postguerra Schlumberger tuvo una rápida expansión. En la actualidad los ingresos netos del grupo superan los de gigantes como General Mills de Estados Unidos e Industrias Pesadas Mitsubishi de Japón. Cotizada en cinco importantes mercados de valores, la firma ha dejado de ser una empresa de administración familiar (Conrad murió en 1936 y Marcel en 1953). Sin embargo, las 80 acciones que Marcel regaló a una de sus hijas, Francoise, se han multiplicado hasta sumar varios millones, con lo cual es ahora la principal accionista de la compañía y una de las mujeres más ricas del mundo.
Francoise y su madre han establecido un museo en Normandía para exhibir las contribuciones de Schlumberger a la exploración petrolera. La hija mayor de Conrad, Anne, también ha dedicado esfuerzos al servicio público con la creación y donación de una biblioteca infantil en Clamart, un suburbio de París, y un centro de investigación sobre literatura para niños. Su hermana Dominique y el esposo de esta, John de Menil, han sido generosos patrocinantes de las artes en la ciudad de Houston. Gracias a sus esfuerzos, proclamó el Houston Post en una serie de notas, la ciudad tejana "es un lugar mejor y más hermoso para vivir para todos sus habitantes".
Pero el mayor aporte de la familia a la humanidad será casi con certeza las nuevas y halagüeñas perspectivas para la energía. Las computadoras de Schlumberger pueden ahora sintetizar las muchas diagrafías de una sonda en "fotocomposiciones" que son capaces de todo menos de repicar campanas al menor atisbo de petróleo. El actual director de la compañía, Jean Riboud, de 60 años, insiste en que todavía hay abundancia de petróleo por descubrir. Al vaticinar que la ciencia prolongará la era del petróleo hasta bien entrado el siglo próximo, afirma que "cuando se busca petróleo se encuentra infaliblemente petróleo".
Especialmente si hay a la mano una caja azul Schlumberger para probar que está allí.