LA CIUDAD DE LOS POZOS (Jorge Bucay)
Publicado en
marzo 03, 2013
Esta ciudad no estaba habitada por personas, como todas las demás ciudades del planeta.
Esta ciudad estaba habitada por pozos. Pozos vivientes ...pero pozos al fin.
Los pozos se diferenciaban entre sì, no solo por el lugar en el que estaban excavados sino tambièn por el brocal (la abertura que los conectaba con el exterior). Había pozos pudientes y ostentosos con brocales de mármol y de metales preciosos; pozos humildes de ladrillo y madera y algunos otros más pobres, con simples agujeros pelados que se abrìan en la tierra.
La comunicaciòn entre los habitantes de la ciudad era de brocal a brocal y las noticias cundìan rápidamente, de punta a punta del poblado.
Un dìa llegó a la ciudad una "moda" que seguramente habìa nacido en algùn pueblito humano: La nueva idea señalaba que todo ser viviente que se precie deberìa cuidar mucho más lo interior que lo exterior. Lo importante no es lo superficial sino el contenido.
Asì fue còmo los pozos empezaron a llenarse de cosas. Algunos se llenaban de cosas, monedas de oro y piedras preciosas. Otros, más prácticos, se llenaron de electrodomèsticos y aparatos mecánicos. Algunos más optaron por el arte y fueron llenándose de pinturas , pianos de cola y sofisticadas esculturas posmodernas. Finalmente los intelectuales se llenaron de libros, de manifiestos ideològicos y de revistas especializadas.
Pasò el tiempo.
La mayorìa de los pozos se llenaron a tal punto que ya no pudieron incorporar nada más.
Los pozos no eran todos iguales asì que , si bien algunos se conformaron, hubo otros que pensaron que debìan hacer algo para seguir metiendo cosas en su interior...
Alguno de ellos fue el primero: en lugar de apretar el contenido, se le ocurriò aumentar su capacidad ensanchándose.
No pasò mucho tiempo antes de que la idea fuera imitada, todos los pozos gastaban gran parte de sus energìas en ensancharse para poder hacer más espacio en su interior.
Un pozo, pequeño y alejado del centro de la ciudad, empezò a ver a sus camaradas ensanchándose desmedidamente. El pensò que si seguìan hinchándose de tal manera , pronto se confundirìan los bordes y cada uno perderìa su identidad...
Quizás a partir de esta idea se le ocurriò que otra manera de aumentar su capacidad era crecer, pero no a lo ancho sino hacia lo profundo. Hacerse más hondo en lugar de más ancho.
Pronto se dio cuenta que todo lo que tenìa dentro de èl le imposibilitaba la tarea de profundizar. Si querìa ser más profundo debìa vaciarse de todo contenido...
Al principio tuvo miedo al vacìo, pero luego , cuando vio que no habìa otra posibilidad, lo hizo.
Vacìo de posesiones, el pozo empezò a volverse profundo, mientras los demás se apoderaban de las cosas de las que èl se habìa deshecho...
Un dìa , sorpresivamente el pozo que crecìa hacia adentro tuvo una sorpresa: adentro, muy adentro , y muy en el fondo encontrò agua!!!.
Nunca antes otro pozo habìa encontrado agua...
El pozo superò la sorpresa y empezò a jugar con el agua del fondo, humedeciendo las paredes, salpicando los bordes y por ùltimo sacando agua hacia fuera.
La ciudad nunca habìa sido regada más que por la lluvia, que de hecho era bastante escasa, asì que la tierra alrededor del pozo, revitalizada por el agua, empezò a despertar.
Las semillas de sus entrañas, brotaron en pasto , en trèboles, en flores, y en troquitos endebles que se volvieron árboles despuès...
La vida explotò en colores alrededor del alejado pozo al que empezaron a llamar "El Vergel".
Todos le preguntaban còmo habìa conseguido el milagro. —Ningùn milagro— contestaba el Vergel— hay que buscar en el interior, hacia lo profundo... Muchos quisieron seguir el ejemplo del Vergel, pero desandaron la idea cuando se dieron cuenta de que para ir más profundo debìan vaciarse.
Siguieron ensanchándose cada vez más para llenarse de más y más cosas...
En la otra punta de la ciudad, otro pozo, decidiò correr tambièn el riesgo del vacìo...
Y tambièn empezò a profundizar...
Y tambièn llegò al agua...
Y tambièn salpicò hacia fuera creando un segundo oasis verde en el pueblo...
—¿Què harás cuando se termine el agua?— le preguntaban. —No sè lo que pasará— contestaba— Pero, por ahora, cuánto más agua saco , más agua hay. Pasaron unos cuantos meses antes del gran dsecubrimiento.
Un dìa, casi por casualidad, los dos pozos se dieron cuenta de que el agua que habìan encontrado en el fondo de sì mismos era la misma...Que el mismo rìo subterráneo que pasaba por uno inundaba la profundidad del otro.
Se dieron cuenta de que se abrìa para ellos una nueva vida. No sòlo podìan comunicarse, de brocal a brocal, superficialmente , como todos los demás, sino que la bùsqueda les habìa deparado un nuevo y secreto punto de contacto:
La comunicaciòn profunda que sòlo consiguen entre sì, aquellos que tienen el coraje de vaciarse de contenidos y buscar en lo profundo de su ser lo que tienen para dar...
Fin