PIERDA ESOS KILOS DESPUÉS DEL PARTO
Publicado en
febrero 24, 2013
Lisa bajó los kilos de más que le dejaron sus dos embarazos, a pesar de sus obligaciones familiares y laborales. Tú también puedes lograrlo. En este artículo, ella te dice cómo.
Por Lisa Sharkey Gleicher.
Para cualquier mujer, la llegada de un bebé representa una gran felicidad y también algunos kilos de más. Por desgracia, "este sobrepeso tiende a multiplicarse con el tiempo, especialmente en aquellas que tienen más de un hijo", dice Hal Seim, director del área de Educación Continua de la Sociedad Americana de Médicos. Según un estudio realizado por la Universidad de Alabama, las mujeres suben de 5 a 10 kilos (10 a 20 lbs.) en su primer embarazo y de 3 a 6 (6 a 12 lbs.) en cada embarazo sucesivo. Los expertos coinciden en que una dieta balanceada y un plan de ejercicios son la fórmula perfecta para eliminar los kilos que quedan después del parto.
"Mi caso no fue la excepción", confiesa Lisa, madre de familia y productora de noticias en una televisora local en Nueva York. "Antes de casarme me jactaba de tener muy buena figura. Pero con tres abortos, dos hijos y un trabajo absorbente que no me permitía hacer ejercicio ni establecer horarios de comida, mi silueta se fue totalmente para abajo. Cuando era soltera pesaba 62 kilos (135 lbs.) pero a partir de que me casé empecé a subir hasta que llegué a 72 kilos (158 lbs.). Un día pasé por un gimnasio que tenía una promoción muy atractiva. El pago de la inscripción incluía los servicios de un entrenador personalizado durante 50 sesiones, sin cargo extra. Como ya estaba cansada de mi sobrepeso, me inscribí. Mi condición física era fatal. Al principio, subir las escaleras del gimnasio me dejaba sin aliento, pero poco a poco me fui acostumbrando. Para empezar, Dos Condon, mi entrenador, me dijo que las sesiones durarían una hora y que serían tres veces por semana. Pero antes de comenzar, tenía que hacer 30 minutos de ejercicios de calentamiento y trotar en la caminadora. La rutina se complicó conforme fue mejorando mi condición física. En pocos días, Dos aumentó el tiempo de caminata a 35 minutos y me puso ejercicios más difíciles. Tenía que colocarme un aparato de aducción y abducción entre las piernas y luego abrirlas y cerrarlas repetidamente para tensar mis flácidos muslos. También me puso a que subiera y bajara con los brazos una barra muy pesada".
Tres comidas moderadas al día, son mejor que una sin medida. No ayunes en tu trabajo, llévate un lunch que te calme el hambre.
Después, me redujo a 30 minutos el tiempo que dedicaba a trotar, pero me pidió que lo hiciera con la caminadora inclinada hacia arriba (como si subiera una colina). Yo quemaba 350 calorías con este ejercicio y sudaba tanto que me empapaba. Antes de ser mamá hacía ejercicio cinco veces por semana. Pero a raíz de que nació mi segundo hijo, dejé de hacerlo porque ya casi no tenía tiempo para mí. Una de las consecuencias fue que canalicé esta frustración en la comida y, como es lógico, después del parto engordé más. Cuando reinicié mi entrenamiento, Dos me dijo que los cuerpos que han estado inactivos mucho tiempo se recuperan rápidamente si se ejercitan de una forma adecuada y constante. Por eso traté de disciplinarme y hacer ejercicio todas las tardes (mi esposo o la niñera se encargaban de los niños), pero las presiones diarias me impidieron continuar con este horario y tuve que cambiarlo. Así que empecé a practicar a las seis de la mañana. Para este momento seguía trotando 30 minutos con la caminadora inclinada, pero también subía y bajaba ligeramente la velocidad en determinados momentos. Después de un tiempo, Dos me cambió la rutina. Continué haciendo ejercicios para pecho, brazos, pierna y espalda, pero empecé a trotar 20 minutos en la caminadora y a ejercitarme otros 20 en la bicicleta fija. Según Dos, variar las rutinas y combinar los ejercicios es la clave de un buen entrenamiento, porque ayuda a la coordinación y evita que la gimnasia se vuelva monótona. Después de un tiempo, le perdí la fobia a la báscula y me pesé. No lo podía creer, marcaba 70 kilos (154 lb Pero mi alegría duró muy poco porque tuve que hacer un viaje de trabajo que me mantuvo ocupadísima durante cinco días. En todo ese tiempo no pude hacer ejercicio y solamente comía papas fritas y hamburguesas.
2 litros de agua al día
El agua te ayuda a eliminar toxinas, sodio y desechos. Además, te sirve para bajar de peso porque hace que te sientas satisfecha y que tengas menos deseos de comer. Es importante que la bebas después de hacer ejercicio, para que repongas todo el líquido que pierdes cuando sudas.
Cuando regresé al gimnasio estaba más gorda y al verme en el espejo, mi figura me causó repulsión. A pesar de todo me subí a la bicicleta 30 minutos y luego troté 20 minutos más. Al día siguiente, me pesé y me deprimí muchísimo porque otra vez estaba en 72 kilos (158 lbs.). Al principio quise creer que este aumento se debía a que había ganado músculo, pero Dos me ubicó en la realidad y me dijo que hay personas que no pueden bajar de peso porque hacen mucho ejercicio pero comen como cerdos y que ése era mi caso. Me molesté mucho con él y me sentí muy mal. Por si fuera poco, Dos tuvo el descaro de preguntarme si siempre había tenido un vientre abultado. Me pareció que era el colmo. ¿Acaso Dos nunca había visto a una mujer que ha sido madre? Para cerrar con broche de oro, le agregó trescientos abdominales a mi rutina normal de ejercicios.
Desafortunadamente, Dos tenía razón. Lo que me impedía bajar de peso era el sentimiento de culpa que me causaba tirar los restos de comida que dejaban los niños. Con tal de no desperdiciarlos, me los comía todos. Traté de solucionar el problema de mi alimentación poniéndome a dieta. Durante dos meses comí puras frutas, verduras y granos. Un día me dio una gripe tremenda, pero seguí haciendo ejercicio porque pensé que a través del sudor desecharía el virus. Al poco tiempo hice una cita con la nutrióloga del gimnasio. Ella se preocupó cuando le conté en qué consistía mi dieta. Me dijo que el pan, la pasta y los granos procesados que yo consumía tenían poco valor nutricional porque estaban hechos con harina refinada. Me explicó que estos alimentos se alojaban en mi cuerpo en forma de grasa y que los ayunos prolongados que hacía (debido a mi trabajo) habían hecho que mi metabolismo se volviera lento y que tardara más en quemar esa grasa. Me dijo que tenía que establecer horarios regulares de comida, evitar los alimentos azucarados o fritos y consumir proteínas bajas en colesterol (clara de huevo, pescado, pollo a la parrilla), frutas y verduras. Me recetó un complemento alimenticio que contenía proteína de soya, fructosa, vitaminas y minerales. Me dijo que me lo tomara como licuado todas las mañanas antes de hacer ejercicio. Así lo hice y al poco tiempo empecé a bajar de peso y se me quitó la gripe. Además, me sentí tan energizada que comencé a entrenar dos horas los sábados. Llegué a 69 kilos (152 lbs.), el peso más bajo que había alcanzado en muchos años. Por si fuera poco, mi condición física era mejor y los cambios en mi cuerpo cada vez se notaban más. Llegué a quemar 500 calorías corriendo en la caminadora y vi que mis muslos, mis tríceps y mi pecho estaban más firmes cada día. Me excedí haciendo ejercicio y me volví a enfermar, al grado de que no pude entrenarme en dos semanas. Me dio miedo perder el músculo y la condición que había ganado hasta entonces. Además, me di cuenta de que levantarme tan temprano me estaba liquidando y regresé al turno de la tarde. Pero me fui de vacaciones con mi familia y no pude hacer ni dieta ni ejercicio. Sólo traté de controlar un poco mi forma de comer. Regresé fuerte y sana, reinicié mi entrenamiento y bajé a 65 kilos (143 lbs.). Como descuidé mi alimentación subí a 65.5 kilos (144 lbs.) pero seguí entrenando. Posteriormente, adquirí más responsabilidades en mi trabajo y sólo me quedó tiempo para ir al gimnasio los fines de semana. Finalmente, las cincuenta sesiones en las que tenía derecho a un entrenador gratuito llegaron a su fin. Yo no podía pagarme este servicio, así que decidí ser mi propio entrenador y me compré una caminadora. La uso tres veces por semana, 30 minutos cada vez. Tengo tres meses ejercitándome sola, he subido un kilo (2.2 lbs.) pero he aprendido a controlar mi peso y mi alimentación. No hago dietas, ni tomo complementos alimenticios. Sólo sigo un sabio consejo que me dio Dos cuando se despidió: "Come menos, muévete más". Y me funciona.
Metas realistas
La razón por la que muchas mujeres abandonan la dieta o el ejercicio es porque se fijan metas irreales, que no pueden cumplir a corto plazo. Ayunan, se sobreentrenan y hacen mil sacrificios que muchas veces no se reflejan en la báscula, con la prontitud esperada. Si quieres bajar 10 kilos (22 lbs.) date un plazo de tres o cuatro meses, no de uno.
TU GIMNASIO PERSONAL
Pesas
Sirven para ejercitar bíceps, tríceps, hombros, pecho y espalda. Las de 2. 5 kgs. (5 lbs.) son buenas para principiantes.
Ligas
Hazles un nudo en los extremos, mete dentro tus piernas y sepáralas repetidamente para que trabajes tus músculos.
Cuerda
Se queman 50 calorías por brincar la cuerda 5 minutos. Este ejercicio fortalece todos los músculos de las piernas.
Pelota
Infla una pelota con una bomba de aire y colócala en tu espalda (a manera de soporte) cuando hagas abdominales.
Fuente: Revista BUENHOGAR, Diciembre 1997.