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octubre 30, 2011
Gestación, técnica mixta (mármol blanco y negro), 80cm x 60cm x 15cm, 1997Correspondiente a la edición de Noviembre de 1997Por Inés M. FloresEl permanente contacto de Luis Viracocha (Quito, 1954) con la naturaleza, fue el mejor estímulo de su orientación artística; los bosques con el encantamiento que les atribuye la imaginación infantil, desarrollaron tempranamente su fantasía, y pedazos de raíces y ramas fueron los primeros materíales de ese niño de siete años que comenzó jugando con las curvaturas y caprichosas formas de la madera en estado original, a la que a veces le adhería coloridas plumas de pájaros.
Después aprendió a amar y a trabajar la piedra, en las minas que proveen a las construcciones de la ciudad de Quito, donde desempeñaban el oficio de canterones su abuelo Pablo y su padre Luis (dedicado ahora por completo a la escultura), quienes le enseñaron a dar los primeros golpes con la debida precisión. De manera que muy pronto manejaba diestramente el cincel, el escoplo y el martillo.Sin embargo, a la hora de buscar la subsistencia vuelve a la madera mientras estudia el bachillerato en el Colegio General Rumiñahui. Figuras femeninas y formas abstractas y decorativas salen de sus manos y tienen un buen mercado. Pero lucha desde entonces contra el facilismo y las superficialidades que amenazan la creatividad, porque siente ya ese respeto a su propia obra que caracteriza al verdadero artista.Al cabo de tres años de hacer talla en madera ensaya nuevamente con la piedra, y renace con fuerza su antigua pasión por ese material. Siente el gozo ancestral de domar su dureza, y disfruta convirtiendo el tremendo esfuerzo primigenio en el delicado quehacer del escultor. Viracocha desbasta, busca las formas escondidas en la piedra, intuye las leyes secretas de los volúmenes en el espacio, pule las superficies, crea belleza. En sus desnudos femeninos prima la idea de la sensualidad; pero al mismo tiempo su obra se abre a otros temas y tiende hacia la abstracción. Paralelamente estudia en la Escuela de Educación Técnica de la Facultad de Filosofía, Letras y Ciencias de la Educación de la Universidad Central.Kundalini, piedra serpentina, 65cm x 30cm x 28cm, 1996Expone por primera vez en 1973, cuando tiene diecinueve años y ha comenzado a trabajar en las empresas de Antonio Granda Centeno esculpiendo y tallando con mucha libertad. En 1979 es contratado para hacer un mural, El Danzante, en Pujilí, provincia de Tungurahua, y obtiene en Guayaquil una mención de honor en el Salón de Julio de ese año. Su tenacidad se ve recompensada cuando en 1983 consigue una beca para viajar a Italia y, previo un curso del idioma en Napóles, puede instalarse durante un año en Carrara. Es-tudia ahí Escultura en Piedra y Mármol, en el Instituto Pietro Tacca.Se queda en ese país para intentar su participación en el V Simposio Mundial de Escultura en Mármol. Ese año se inscriben cuatrocientos cincuenta artistas y sólo son admitidos dieciocho, entre ellos el ecuatoriano Viracocha, quien, además, gana el I Premio del Público. Durante los quince días del evento llegó el ingeniero Gustavo Galindo en compañía de Bernadino Ossio, embajador de Italia en el Ecuador, quien le ofreció su ayuda para conseguir la beca que le permitió estudiar en Venecia Restauración de Monumentos .Arquitectónicos. Antes de iniciar estos cursos, Viracocha es invitado a participar en el I Simposio Mundial de Escultura sobre Piedra Serena, en Módena, y gana el II Premio del Público.Un año después de estos hechos retorna al Ecuador, donde reactiva su presencia en las galerías de arte y salones oficiales del país. Alcanza el I Premio de Escultura del Salón Mariano Aguilera 1985, y realiza con éxito muestras individuales en Quito y Cuenca. Vuelve a la universidad para terminar sus estudios, y al cabo del ciclo doctoral obtiene el correspondiente título. Así, el ahora doctor Luis Viracocha Quishpe hace realidad el sueño de su madre, de tener un hijo profesor. Ella le agradece cosiéndole a mano una camisa, con el mismo amor de cuando era lavandera para ayudar a la educación de sus ocho hijos.Mutaciones, piedra serpentina, 74cm x 35cm x 22cm, 1996Ejerce el magisterio por dos años en la Facultad de Artes, y recibe varios encargos, como una escultura del padre Carlos de la Vega para Tulcán, el busto del mariscal Antonio José de Sucre que se halla en Aichapichu, cerca de Machachi, y un mosaico para el piso de la vicepresidencia de la República. Por entonces se interesa por lo indígena, "la voz de la tierra, de los ancestros, reclama su espacio"; sogas y fajas se adhieren a la piedra y a la madera en composiciones cerradas y misteriosas, en las cuales el material exhibe sus texturas y se aprecian las huellas del modelado. El deseo de aprehender lo esencial da paso al esquematismo, como si cada figura fuera un ente escueto y depurado, unidad solemne, casi religiosa.La década de los 90 encuentra al artista indiferente a las modas del momento y a las presiones vanguardistas. A Viracocha le preocupa expresar algo que está más allá de las apariencias, en otra parte; apenas intuido. Las obras que presentó en el Museo de Arte Moderno de Cuenca (mayo de 1997) se caracterizan por una concepción casi mística del tema, que responde a su posición teórica, comprendida en la idea de "Evolución, continuidad, mutación, descanso". Son piezas de piedra o mármol atravesadas por lo inefable; forman un conjunto coherente, una secuencia del mismo proceso conceptual o creativo, que va del realismo figurativo con estilizaciones simbólicas, a las abstracciones geométricas.Obras como Kundalini, piedra serpentina en la cual emerge la serpiente de la que se habla en todas las culturas como representación de la sabiduría del bien y del mal, revela la obsesiva intención de este artista de adecuar su lenguaje plástico a las ideas universales, o a eso que Derain llamara "el corazón de la creación", y que Viracocha busca a diario en su taller, que es su laboratorio donde paciente y sabiamente filtra emociones e ideas.Forma III, mármol blanco Zula, 50cm x 48cm x 42cm, 1993Porque, según él mismo dice, "el sueño pocas veces se ajusta a la realidad; de allí viene la búsqueda incesante, la búsqueda infinita, como de la piedra filosofal..."