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El rostro es nuestra tarjeta de presentación, tanto externa como interna. Podemos atender sus señales y también realizar ejercicios que nos ayuden a relajarlo, beneficiando de modo indirecto a todo el organismo.
Hace algunos años acudió a mi consulta una persona con altos niveles de tensión física y emocional. Aunque intentaba sonreír y mantener las formas, su rostro reflejaba contradicción, temor y duda. En la conversación previa me comentó que venía porque le habían recomendado recibir masaje, pero que de hecho sentía vergüenza: nunca había recibido un masaje y realmente no estaba muy segura de si eso era lo que ella necesitaba.
El rostro es mucho más que la cara con que miramos al mundo. Es nuestra verdad interior, la que desvela nuestra herencia y nuestra historia. Es esa dimensión casi desnuda del yo, que permitimos ver a los demás, y de la cual solamente podemos mirar su reflejo. Es también la zona más sensible y expresiva de nuestra anatomía, la que revela con mayor fidelidad los sutiles cambios —externos e internos- que suceden en nuestro cuerpo físico y emocional.
Se dice que una vez que alcanzamos la edad adulta somos los únicos responsables de nuestro rostro. Desde la niñez hasta la juventud, el rostro contiene los signos de la herencia familiar y del entorno, los cuales forman los denominados
Cuando el organismo está sano la piel del rostro es tersa, flexible y luminosa. Efectivamente, los agentes externos, el paso del tiempo y especialmente el estres, inciden en estas condiciones naturales; sin embargo, muchas alteraciones de la piel del rostro están directamente relacionadas con el equilibrio orgánico y emocional de la persona. Un rostro y unos labios excesivamente pálidos suelen indicar un descenso de la hemoglobina o falta de hierro. Manchas rojizas en la zona media del rostro, con los capilares muy marcados, son signos de problemas circulatorios. Un tono amarillo en la piel, que puede incluso notarse en los ojos, puede indicar problemas hepáticos o alteraciones de la vesícula. Si se observa un tono azul en el puente de la nariz, en el espacio de piel entre lo ojos y en las sienes, puede haber una mala circulación en el bazo y el hígado. Cuando la piel en La zona de la barbilla se observa particularmente roja o con alguna erupción, puede existir algún problema hormonal. En el centro guardará más relación con el útero y a los lados, con los ovarios.
Para las técnicas de diagnóstico oriental, los ojos aportan abundante información y están estrechamente relacionados con el hígado. Unos ojos brillantes, con una respuesta de pupila rápida, son signos de vitalidad y buena salud. Cuando los ojos pierden claridad y se observa cansancio y lentitud en la mirada, puede deberse a una falta de oxigeno en la sangre. El agotamiento o una alimentación inadecuada suelen observarse en una esclerótica (blanco del ojo) amarillenta. Si la tonalidad de amarillo es muy intensa y persiste, puede existir una disfunción hepática importante. Cuando las zonas blancas se ven enrojecidas y se aprecian pequeños vasos sanguíneos, se hace evidente una irritación ocular, que puede estar relacionada con la falta de descanso, el consumo de estimulantes o con problemas circulatorios. En caso de que se observe un color grisáceo, puede deberse a un problema renal, que se acompaña con falta de energía y vitalidad. La sequedad en los ojos generalmente se debe a la contaminación ambiental (ozono), pero en algunos casos está relacionada con cambios hormonales o efectos secundarios de algunos medicamentos.
Es común que al levantarnos observemos las típicas bolsas bajo los ojos. La inmovilidad nocturna, la retención de liquido y el poco descanso son una de las causas de este trastorno. En esta zona del rostro la piel es más delgada y presenta un mayor contenido de liquido, según la medicina tradicional china, las bolsas bajo los ojos denotan debilidad en los ríñones; suelen proliferar cuando se vive en contra de los ritmos naturales, se trabaja en exceso, se descansa poco, se consumen demasiados alimentos refinados, estimulantes, grasa, sal o realiza una actividad sexual excesiva.
Lis ventanillas de la nariz están asociadas con la constitución pulmonar Como puertas de entrada del aire vital, unas ventanillas anchas y llexibles indican pulmones fuertes con mayor capacidad respiratoria. Cuando se consumen demasiados derivados lácteos, azúcares y aditivos, la zona acanalada en que se une la ventanilla y la cara se enrojecen, lo cual puede indicar una congestión en la mucosídad de los bronquios.
En la boca se refleja el sistema digestivo; una boca sana presenta un color rojo-rosado y un estado de humedad natural. Cuando está reseca suele indicar irritación en la mucosa gástrica. Una dilatación en el labio inferior puede ser consecuencia de una dilatación en el intestino delgado. Los labios pálidos denotan falta de hierro y los azulados, problemas pulmonares o circulatorios; mientras que unos labios agrietados se relacionan con falta de vitaminas del grupo B. Las manchas rojas se relacionan con problemas circulatorios y estreñimiento.
Curiosamente las orejas y los ríñones guardan semejanza en tamaño y forma. Según la medicina tradicional china, las orejas y el oído están relacionados con los ríñones; también revelan la fuerza constitucional de los sistemas circulatorio, digestivo y nervioso. Unas orejas grandes y bien formadas indican energía y fuerza vital. Cuando el borde de la oreja es grueso y ancho se asocia al buen riego sanguíneo y a un sistema circulatorio bien desarrollado. Las orejas puntiagudas, sin grosor en los bordes, podrían indicar un consumo excesivo de carnes rojas. Si el cartílago prominente que va paralelo al borde, por la parte interna, está bien desarrollado revela un sistema nervioso equilibrado.
Son una característica importante y natural del rostro. Su formación está intimamente relacionada con el paso del tiempo, el carácter de la persona, la manera de expresar sus emociones y de afrontar la vida. Dependiendo de la forma y el lugar pueden aportar información sobre la salud del organismo. Las lineas de la frente son originadas por el sistema nervioso y están directamente relacionadas con la actividad del cerebro anterior. En esta zona, las lineas continuas reflejan una salud y energía vital estable, mientras que las discontinuas denotan un estado de salud Variable sujeto a cambios energéticos. Comunmente en la zona del entrecejo se observan dos lineas paralelas vinculadas con el estado del hígado. Si son muy profundas pueden indicar congestión hepática. Si se notan tres arrugas, es posible que el hígado esté sobrecargado por exceso de medicamentos o estimulantes. Las lineas a los lados de la nariz se relacionan con el intestino delgado. Cuando se sufre de estreñimiento y el intestino se encuentra sobrecargado, estas líneas son más profundas. Las lineas verticales sobre el labio superior pueden aparecer por el consumo de tabaco, problemas respiratorios o falta de actividad sexual. Si se observan bajo el labio inferior suelen indicar desequilibrios energéticos, problemas renales o de los órganos sexuales.
La tensión mental, física y emocional sobrecarga los músculos del rostro, los cuales la expresan en gestos y contracciones involuntarlos. Cuando esta tensión se acumula, el rostro se va cargando y transformando poco a poco, las facciones se endurecen, la mirada se torma agria y el semblante pierde serenidad. Un rostro tenso tiene dificultad para sonreír, no desea ver mas que lo necesario e incluso pierde sensibilidad ante la belleza. Relajar el rostro supone en parte relajar el espíritu: actúa como un antidoto de la tensión y la negatividad. Solo con dedicar unos momentos del día a relajar el rostro notaremos un cambio en nuestra expresión facial y disfrutaremos de mejor ánimo. El masaje aplicado intuitivamente en el rostro resulta muy relajante, sobre todo si se realizan movimientos del centro hacia los lados y buscando disolver los puntos de tensión, especialmente en las sienes y en la apertura mandibular. También podemos cerrar los ojos, visualizar paisajes, escuchar música serena, respirar con amplitud y liberar la sonrisa, dejando ver un rostro que transmita sosiego y bienestar, reflejando asi una luz que consiga cautivar.
En el rostro se concentran los órganos de los sentidos. Los constantes estímulos nos mantienen alerta, pero también nos dispersan y saturan mentalmente. A través del rostro podemos modular la información que recibimos del entorno y atención hacia el interior. En un lugar donde puedas sentarte sin ser interrumpido, coloca las manos a ambos lados del rostra abiertas y sin tensión. Los dedos pulgares tapan los oídos. Los índices, sobre los párpados superiores, cierran suavemente los ojos. Los anulares, sobre el labio superior, se tocan bajo la nariz. Los meñiques, por debajo del labio inferior, cierran la boca. Respira unos minutos con serenidad y al concluir separa las manos y mantén los ojos cerrados unos segundos más.