Publicado en
julio 18, 2010
En su propiedad cerca del pueblo maderero de John Day, Oregon, Sebastian Hada comía pensativamente una uva mientras miraba la pantalla de TV. Las uvas, transportadas ilegalmente en jet hasta Oregon, provenían de una de sus granjas en el Valle de Sonoma en California. Escupió las semillas dentro del hogar a leña delante de él, oyendo a medias al anunciante de CULTURE que daba una lección sobre los bustos realizados por los escultores del siglo veinte.
Si solo pudiera encontrar a Jim Briskin en mi red, pensó Hada desesperanzado. El payaso de las noticias en la TV, tan popular, con su flamante peluca escarlata y su genial e informal tamborileo... CULTURE necesita eso, descubrió Hada. Pero...
Pero su sociedad, en ese momento, estaba siendo conducida por el idiota —pero peculiarmente capaz— Presidente Maximilian Fischer, quien había chocado astas con Jim-Jam Briskin; y había, de hecho, encarcelado al payaso de las noticias. Por lo tanto y como resultado, Jim-Jam no estaba disponible para la red comercial que enlazaba los tres planetas habitables ni para CULTURE. Y mientras tanto, Max Fischer dominaba todo.
Si yo pudiera sacar a Jim-Jam de prisión, pensó Hada, tal vez el se mudaría a mi red por gratitud, abandonaría a sus patrocinadores Reinlander Beer y Calbest Electronics; después de todo ellos no han sido capaces de liberarlo a pesar de sus intrincadas maniobras judiciales. No tienen el poder o el know-how... y yo los tengo.
Una de las esposas de Hada, Thelma, había entrado al living de la propiedad y ahora observaba la pantalla de TV parada detrás de él.
—No te pongas ahí, por favor —dijo Hada—. Me provoca una reacción de pánico; me gusta ver el rostro de las personas. —Se revolvió en su profunda silla.
—El zorro ha vuelto —dijo Thelma—. Lo vi; me miro amenazadoramente. —se rió encantada—. Se veía tan salvaje e independiente, un poco como tu, Seb. Ojalá hubiera podido filmarlo en video.
—Debo liberar a Jim-Jam Briskin —dijo Hada en voz alta; ya se había decidido. Levantando el teléfono, marco el numero del jefe de producción de CULTURE, Nat Kaminsky, en el satélite transmisor terrestre Culone.
—En exactamente una hora —le dijo Hada a su empleado—. Quiero que todos nuestros boletines empiecen a chillar por la liberación de Jim-Jam Briskin de prisión. El no es un traidor, como declara el Presidente Fischer. De hecho, sus derechos políticos, su libertad de expresión, le han sido quitados ilegalmente. ¿Entendió? Muestren clips de Briskin, háganlo quedar bien, prepárenlo... usted entiende. —Hada colgó y luego llamo a su abogado, Art Heaviside.
—Voy afuera otra vez a alimentar a los animales —dijo Thelma.
—Hazlo —respondió Hada, encendiendo un Abdulla, un cigarrillo Turco hecho en Inglaterra del cual era muy aficionado. —¿Art?— dijo por el teléfono —Empieza a analizar el caso de Jim-Jam Briskin; encuentra una manera de liberarlo.
La voz de su abogado sonó quejosa:
—Pero, Seb, si nos mezclamos en eso, tendremos al Presidente Fischer detrás nuestro con el FBI; es demasiado arriesgado.
—Necesito a Briskin. CULTURE se ha hecho pomposo, mira la pantalla en este mismo instante. Educación y arte, necesitamos personalidad, un buen payaso para las noticias; necesitamos a Jim-Jam. —Las ultimas encuestas de Telscan mostraban una ominosa caída del numero de televidentes, pero no le dijo eso a Art Heaviside; era confidencial.
Suspirando, el abogado aceptó:
—Lo haré, Seb. Pero el cargo en contra de Briskin es el de sedición en tiempo de guerra.
—¿Tiempo de guerra? ¿Con quien?
—Esas naves alienígenas, tu sabes. Las que entraron al Sistema Solar en febrero ultimo. Maldición Seb; tu sabes que estamos en guerra, no puedes ser tan arrogante para negar eso; es un hecho legal.
—En mi opinión —dijo Hada—, los alienígenas no son hostiles. —Colgó el auricular, sintiéndose enojado. Es la forma de Max Fischer de sostenerse en el poder supremo, dijo para si. Golpear el tambor del miedo a la guerra. Te pregunto, ¿que daño real han causado los alienígenas últimamente? Después de todo, nosotros no somos los dueños del Sistema Solar. Solo nos gusta pensar que lo somos.
En cualquier caso, CULTURE —la televisión educativa en si misma— estaba languideciendo, y como dueño de la red, Sebastian Hada tenía que actuar. ¿Estoy declinando personalmente en mi vigor? se pregunto a si mismo. Levantando una vez mas el teléfono, marco el numero de su analista, el Dr. Ito Yasumi, quien estaba en su propiedad en las afueras de Tokio. Necesito ayuda, dijo para si. El creador y soporte financiero de CULTURE necesita ayuda. Y el Dr. Yasumi puede dármela.
Observándolo desde el otro lado de su escritorio, el Dr. Yasumi dijo:
—Hada, tal vez el problema proviene del hecho de que tiene 8 esposas. Eso significa mas o menos 5 de mas. —Hizo regresar a Hada al sofá con un gesto de su mano—. Cálmese, Hada. Es bastante triste que un operador top como el Sr. S. Hada se esté derrumbando bajo el peso del estrés. ¿Usted teme que el FBI del Presidente Fischer lo atrape como atrapo a Jim Briskin? —sonrió.
—No —dijo Hada—. No temo a nada —Yacía semi-supinamente, los brazos detrás de su cabeza, contemplando una impresión de Paul Klee en la pared... o tal vez era un original; los buenos analistas si que hacían un inmenso montón de dinero. Yasumi le cargaba mil dólares la media hora.
Yasumi dijo contemplativamente:
—Tal vez debería arrebatar el poder, Hada, en un audaz golpe de estado contra Max Fischer. Jugar fuerte para usted mismo; convertirse en Presidente y luego liberar al Sr. Jim-Jam, no mas problemas entonces.
—Fischer tiene a las Fuerzas Armadas detrás de el —dijo Hada con pesimismo— como Comandante en Jefe. Debido al General Tompkins, quien siente agrado por Fischer, son absolutamente leales. —El ya había pensado en esto—. Tal vez debería huir a mi propiedad en Calisto —murmuró. Era una propiedad fantástica, y Fischer, después de todo, no tenía autoridad allí; no era territorio de los Estados Unidos sino Alemán—. De cualquier manera, no quiero pelear; no soy un luchador, un peleador callejero; soy un hombre culto.
—Usted es un organismo biofísico con respuestas incorporadas; usted esta vivo. Todo lo que vive lucha. Usted peleará si es necesario, Hada.
Mirando su reloj, Hada dijo:
—Tengo que irme, Ito. Tengo una cita a las tres en la Habana para entrevistar a un nuevo cantante de folk, un hombre de banjo y baladas que esta arrasando en América Latina. Ragland Park es su nombre; el puede devolverle la vida a CULTURE.
—He oído de el —dijo Yasumi—. Lo vi en un comercial de TV; muy buen músico. Algo del Sur de Estados Unidos, del condado de Dane, muy joven, con un enorme bigote negro y ojos azules. Magnético, este Rags, como le llaman.
—¿Pero es la música folk algo cultural? —murmuró Hada.
—Le diré algo —dijo el Dr. Yasumi— Hay algo extraño en Rags Park; lo noté incluso en la TV. No es como las otras personas.
—Es por eso que es una gran sensación.
—Más que eso, diagnostico —reflexiono Yasumi—. Usted sabe, la enfermedad mental y los poderes psíquicos están estrechamente relacionados, como el efecto poltergeist. Muchos esquizofrénicos de la variedad paranoica son telépatas, que captan pensamientos de odio en los subconscientes de las personas que los rodean.
—Lo se —dijo Hada con un suspiro, pensando que esto le estaba costando cientos de dólares, una dosis de teoría psiquiátrica.
—Sea cuidadoso con Rags Park —le previno el Dr. Yasumi—. Usted es del tipo volátil, Hada; salta demasiado rápido. Primero, la idea de liberar a Jim-Jam Briskin, arriesgándose a la ira del FBI, y ahora este Rags Park. Usted es como un diseñador de sombreros o una pulga humana. La mejor apuesta, como yo digo, es enfrentar abiertamente al Presidente Fischer, no la tortuosidad que adivino esta llevando a cabo.
—¿Tortuoso? —murmuro Hada—. Yo no soy tortuoso.
—Usted paciente mas tortuoso que tengo —le dijo el Dr. Yasumi con aspereza—. Usted no tiene mas que huesos traicioneros en su cuerpo, Hada. Cuídese o sus propios planes lo quitaran de la existencia—. Asintió con gran sobriedad.
—Iré con cuidado —dijo Hada, sus pensamientos fijos en Rags Park; apenas si oía lo que el Dr. Yasumi le estaba diciendo.
—Un favor —dijo el Dr. Yasumi—. Cuando pueda arreglarlo, déjeme examinar al Sr. Park; lo disfrutaría ¿ok? Por su propio bien, Hada, además de cómo un interés profesional. Su talento psíquico puede ser de un nuevo tipo; uno nunca sabe.
—Ok —accedió Hada—. Le llamare —Pero, pensó, no voy a pagar por ello; su examen de Rags Park será en su propio tiempo.
Hubo oportunidad antes de su cita con el cantante melódico Rags Park de pasar por la prisión federal en Nueva York en la cual Jim-Jam Briskin estaba detenido por cargos de sedición en tiempo de guerra.
Hada nunca había conocido al payaso de las noticias cara a cara, y se sorprendió al descubrir cuanto más viejo se veía el hombre en persona que en TV. Pero tal vez el arresto de Briskin, sus problemas con el Presidente Fischer, lo habían sobrepasado temporariamente. Sería suficiente para sobrepasar a cualquiera, reflexionó Hada mientras el comisario abría la celda y lo dejaba pasar.
—¿Como fue que se enredó con el Presidente Fischer? —preguntó Hada.
El payaso de las noticias se encogió de hombros y dijo:
—Usted vivió ese periodo de la historia tanto como yo —encendió un cigarrillo y fijo su mirada detrás de Hada.
Se estaba refiriendo, comprendió Hada, a la defunción de la gran computadora solucionadora de problemas de Washington DC, Unicephalon 40-D; la cual había gobernado como Presidente de los Estados Unidos y Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas hasta que un misil, disparado por las naves alienígenas, la había dejado fuera de servicio. Durante ese periodo, el Presidente sustituto, Max Fischer, había tomado el poder, un bobo designado por la unión de estados, un hombre primitivo con una antinatural y bucólica astucia. Cuando al fin Unicephalon 40-D fue reparada y reasumió su funcionamiento, le había ordenado a Fischer que abandonara su oficina y a Jim Briskin que cesara su actividad política. Ninguno de los hombres había obedecido. Briskin siguió con su campaña contra Max Fischer, y Fischer se las había arreglado, por medio de algún método todavía desconocido, para desactivar a la computadora. Convirtiéndose, por lo tanto, de nuevo en el Presidente de los Estados Unidos.
Y su primer acto había sido encarcelar a Jim-Jam Briskin.
—¿Lo ha visitado mi abogado, Art Heaviside? —preguntó Hada.
—No —dijo Briskin con brevedad.
—Escúcheme, amigo —dijo Hada— sin mi ayuda usted estará en prisión para siempre, o al menos hasta que Max Fischer muera. Esta vez no esta cometiendo el error de permitir que Unicephalon 40-D sea reparada; esta fuera de combate para siempre.
—Y usted me quiere para su red a cambio de sacarme de aquí —dijo Briskin.
Fumaba rápido su cigarrillo.
—Lo necesito, Jim-Jam —dijo Hada—. Hizo falta coraje de su parte para exponer al Presidente Fischer como el bufón hambriento de poder que es; en Max Fischer tenemos una terrible amenaza pendiendo sobre nosotros, y si no nos unimos y trabajamos rápido será demasiado tarde; ambos estaremos muertos. Usted sabe —de hecho lo dijo en TV— que Fischer recurriría sin problemas al asesinato para conseguir lo que quiere.
—¿Puedo decir lo que quiera por medio de sus instalaciones? —inquirió Briskin.
—Le doy libertad absoluta. Ataque a quien quiera, incluso a mi.
Luego de una pausa, Briskin respondió:
—Aceptaría su oferta, Hada... pero dudo de que incluso Art Heaviside pueda sacarme de aquí. Leon Lait, el Fiscal General de Fischer, esta conduciendo personalmente el proceso en mi contra.
—No se resigne —dijo hada—. Billones de sus televidentes están esperando para verlo salir de esta celda. En este momento mis boletines televisivos están clamando por su liberación. La presión publica está creciendo. Incluso Max tendrá que escuchar eso.
—Lo que temo es que me ocurra un «accidente» —dijo Briskin— Tal como el «accidente» que sufrió Unicephalon 40-D un semana luego de reasumir su funcionamiento. Si no pudo salvarse ella, como puedo...
—¿Usted esta asustado? —preguntó Hada con incredulidad—. Jim-Jam Briskin, el prestigioso payaso de las noticias... No puedo creerlo.
Se hizo un silencio, quebrado por Briskin:
—La razón por la que mis patrocinadores, Reinlander Beer y Calbest Electronics, no han sido capaces de sacarme es —hizo una pausa— la presión del Presidente Fischer sobre ellos. Sus abogados hasta lo admitieron conmigo. Cuando Fischer se entere de que usted esta tratando de ayudarme, el aplicara toda la presión de que disponga directamente sobre usted. —Dirigió una aguda mirada a Hada—. Me pregunto si tiene el aguante necesario para soportarlo.
—Ciertamente lo tengo —dijo Hada— Como le dije al Dr. Yasumi...
—Y presionará a sus esposas —continuó Jim-Jam Briskin.
—Me divorciare de las ocho —replicó Hada acalorado.
Briskin extendió su mano y se dieron un apretón.
—Es un trato entonces —dijo Jim-Jam—. Iré a trabajar para CULTURE tan pronto como salga de aquí. —Sonrió en forma cansada pero esperanzadora.
—¿Ha oído alguna vez de Rags Park, el cantante melódico folk? Hoy a las tres y media lo contratare a el también.
—Hay un aparato de televisión aquí y de vez en cuando veo alguno de los actos de Park —dijo Briskin—. Suena bien, pero... ¿quiere usted eso en CULTURE? No es muy educacional que digamos.
—CULTURE esta cambiando. Vamos a suavizar nuestro tono didáctico de ahora en mas. Hemos estado perdiendo a nuestra audiencia. No es mi intención ver como CULTURE se desvanece. El solo pensarlo...
La palabra CULTURE se refería a Comité de Utilización de Técnicas de Aprendizaje para Propósitos de Renovación Urbana. Una gran parte de las propiedades en bienes raíces de Hada consistían en la ciudad de Portland, Oregon, la cual había adquirido —intacta— hacía diez años. No tenía un gran valor; típico de las constelaciones de conventillos semi-abandonados que se habían convertido no solo en repelentes sino también en obsoletos, Portland tenía un cierto valor sentimental para el debido a que había nacido allí.
Sin embargo, un pensamiento permanecía en su mente. Si por algún motivo las colonias en los otros planetas y lunas debían ser abandonadas, si sus habitantes fluyeran de retorno a la Tierra, las ciudades serían repobladas nuevamente. Y con las naves alienígenas moviéndose rápidamente cerca de los planetas mas lejanos, esto no era tan imposible como sonaba. De hecho, algunas familias ya habían emigrado de vuelta a la Tierra...
Por lo tanto, bajo la superficie, CULTURE no era exactamente la empresa de servicio público desinteresado y sin fines de lucro que aparentaba. Mezclados con la educación, los boletines de Hada difundían la seductora idea de la ciudad, todo lo que esta podía ofrecer, cuan poco había en las colonias. Abandone la difícil y cruda vida en la frontera, declaraba CULTURE noche y día. Retorne a su planeta; repare las ciudades en decadencia. Ellas son su verdadero hogar.
¿Sabía esto Briskin? Se preguntaba Hada. ¿Comprendía el payaso de las noticias el verdadero propósito de su organización?
Hada iba a averiguar esto... cuando lograra —si lo lograba— sacar a Briskin de la cárcel y ponerlo delante de un micrófono de CULTURE.
A las tres en punto, Sebastián Hada conoció al cantante folk Ragland Park en la oficina de la Habana de CULTURE.
—Estoy encantado de conocerlo —dijo Rags Park con timidez. Alto, flaco, con su enorme bigote negro escondiendo casi toda su boca, caminando en un estado semi-inconsciente y arrastrando los pies, sus ojos azules brillaban auténticamente gentiles y amistosos. Poseía una inusual dulzura en su persona, notó Hada. De una calidad casi de santo. Hada se encontraba impresionado.
—¿Usted toca tanto la guitarra como el banjo de cinco cuerdas? —dijo Hada—. No al mismo tiempo, por supuesto.
—No, señor. Alterno entre una y otro —musitó Rags Park—. Quiere que toque algo para usted ahora?
—¿Adónde nació usted? —pregunto Nat Kaminsky. Hada había traído con el a su jefe de producción; en este tipo de asuntos, la opinión de Kaminsky era valiosa.
—En Arkansas —respondió Rags—. Mi familia cría cerdos —Tenía su banjo con el y ahora hacía sonar nerviosamente un par de notas—. Conozco una canción realmente triste que le romperá el corazón. Se llama «Pobre Viejo Hoss» ¿Quiere que la cante?
—Lo hemos oído —dijo Hada—. Sabemos que es bueno. —Trató de imaginarse a ese desmañado joven haciendo sonar su música a través de CULTURE entre lecciones sobre los escultores de retratos del siglo veinte, difícil de imaginar...
—Apuesto a que hay algo que usted no sabe sobre mi Sr. Hada. Compongo gran parte de mis baladas —dijo Rags.
—Creativo —dijo Kaminsky expresamente a Hada—. Eso es bueno.
—Por ejemplo —continuo Rags—, una vez hice una balada sobre un hombre llamado Tom McPhail quien corrió quince kilómetros con un cubo de agua para apagar el fuego de la cuna de su pequeña hija.
—¿Lo logro? —pregunto Hada.
—Claro que si. Justo a tiempo. Tom McPhail corrió rápido y mas rápido con ese cubo de agua.
Cantando, Rags hizo sonar su banjo como acompañamiento:
«Aquí viene Tom McPhail,
agarrando fuerte ese pequeño cubo.
Agarrándolo fuerte chicos, aquí viene.
Corazón lleno de miedo, facultades entumecidas.»
Twang, twang, sonaba el banjo, triste y apremiante.
—He estado siguiendo sus shows y nunca lo he oído cantar esa canción —dijo Kaminsky con intensidad.
—Ah —dijo Rags—. Tuve mala suerte con eso, Sr. Kaminsky. Resulta que realmente existe un Tom McPhail. Vive en Pocatello, Idaho. Canté acerca del viejo Tom McPhail en mi show de TV numero catorce en enero y ahí mismo se molestó —estaba escuchando— he hizo que un abogado me escribiera.
—¿No era solamente una coincidencia en los nombres? —quiso saber Hada.
—Bueno —dijo Rags, caminando semi-inconscientemente en círculos—, parece que realmente había habido un incendio en su casa de Pocatello, y MacPhail, entró en pánico y corrió con un cubo hasta el arroyo, y éste estaba a 15 kilómetros, como yo dije en la canción.
—¿Volvió con el agua a tiempo?
—Sorprendentemente, lo hizo —dijo Rags.
—Sería mejor, para CULTURE, si este hombre se limita a autenticas baladas inglesas tales como «Greensleeves». Eso sería mas cercano a lo que queremos. —dijo Kaminsky a Hada.
—Mala suerte elegir un nombre para una balada y que resulte que tal hombre realmente existe... ¿ha tenido esa clase de mala suerte desde entonces? —Hada le preguntó a Rags, pensativo.
—Si, la he tenido —admitió Rags—. Compuse una balada la semana pasada... era acerca de una dama, la Srta. Marsha Dobbs. Escuchen.
«Todo el día, toda la noche, Marsha Dobbs.
Ama a un hombre casado a cuya esposa arrebata.
Arrebata esa esposa y ese hogar del corazón de Jack Cooks.
Roba al esposo, destruye al matrimonio»
—Ese es el primer verso —explicó Rags—. Sigue por 17 versos; explica como Marsha empieza a trabajar en la oficina de Jack Cooks como secretaria, va a almorzar con el, luego mas tarde ellos se encuentran en...
—¿Hay alguna lección moral al final?— pregunto Kaminsky.
—Seguro —afirmó Rags—. No te metas con el hombre de otra porque si lo haces, el cielo vengara a la esposa deshonrada. En este caso:
«La gripe espera a Jack a la vuelta de la esquina.
Para Marsha Dobbs sería peor, un ataque al corazón.
A la Sra. Cooks, la mano del cielo decidió perdonar.
La rodeó, se convirtió en una prenda difícil de llevar.
La Sra. Cooks...»
Hada interrumpió la música y el canto:
—Eso esta muy bien, Rags. Es suficiente. —Lanzó una mirada a Kaminsky y dió un respingo.
—Y apuesto que resultó —dijo Kaminsky—, que hay una verdadera Marsha Dobbs que tuvo un romance con su jefe, Jack Cooks.
—Correcto —dijo Rags, asintiendo —Ningún abogado me llamo, pero lo leí en el periódico, el New York Times. Marsha, ella murió de un paro cardiaco, y fue justamente durante...— Dudo modestamente. —Usted sabe. Mientras ella y Jack estaban en un satélite motel, haciendo el amor.
—¿Ha eliminado esa canción de su repertorio? —pregunto Kaminsky.
—Bueno —dijo Rags—, no logro decidirme. Nadie me esta demandando... y me gusta la balada. Creo que voy a conservarla.
Hada pensó, para si mismo, ¿que era lo que había dicho el Dr. Yasumi? Que olfateaba poderes psíquicos de algún tipo inusual en Ragland Park... tal vez es el poder parapsicológico de tener la mala suerte de componer baladas sobre gente que verdaderamente existe. No era precisamente un gran talento.
Por otro lado, comprendió, podría ser una variante del talento telepático... y con un pequeño retoque podría ser bastante valioso.
—Cuanto tiempo le toma componer una balada? —le preguntó a Rags.
—Puedo hacerlo en el acto —respondió Rags Park— Podría hacerlo ahora; dígame un tema y compondré aquí mismo en su oficina.
Hada cavilo un instante y luego dijo:
—Mi esposa Thelma ha estado alimentando a un zorro gris que yo sé, o creo saber, que mató y comió a nuestro mejor pato Rouen.
Luego de un momento de consideración, Rags Park entono:
«La Sra. Thelma Hada habló al zorro.
Le construyó una casa de un vieja caja de pino.
Sebastian Hada oyó un triste cacareo:
El malvado zorro gris se había comido a su pato»
—Pero los patos no cacarean, ellos graznan —dijo Nat Kaminsky críticamente.
—Ese es un hecho —admitió Rags. Deliberó un momento y luego cantó:
«El jefe de producción de Hada cambió mi suerte.
No tengo trabajo, y los patos no cacarean.»
—Ok, Rags; usted gana —y dirigiéndose a Hada— Le aconsejo que lo contrate —finalizó Kaminsky sonriendo abiertamente.
—Déjeme preguntarle algo —dijo Hada a Rags— ¿Cree usted que el zorro atrapo a mi Rouen?
—Cielos —dijo Rags— no se nada sobre eso.
—Pero en su balada usted lo dijo así —señalo Hada.
—Déjeme pensarlo —dijo Hada. En un momento cantó una vez mas y dijo:
«Interesante problema ha planteado Hada.
Tal vez mi habilidad esta subestimada.
Tal vez no soy un tipo ordinario.
¿Compongo mis baladas utilizando poderes psíquicos?»
—¿Cómo supo que yo di a entender poderes psíquicos? —preguntó Hada— Usted puede leer los pensamientos interiores, ¿no es cierto? Yasumi tenía razón.
—Señor, yo solo estoy cantando; solo soy un animador, igual que Jim-Jam Briskin, el payaso de las noticias al que el Presidente Fischer metió a la cárcel. —respondió Rags.
—¿Tiene miedo a la cárcel? —le preguntó Hada sin rodeos.
—El presidente Fischer no tiene nada contra mi —dijo Rags—. No hago baladas políticas.
—Si usted trabaja para mi —dijo Hada—, tal vez lo haga. Estoy tratando de sacar a Jim-Jam de la cárcel; hoy todos mis boletines han comenzado la campaña.
—Si, el debería ser liberado —estuvo de acuerdo Rags, asintiendo con la cabeza—. Eso fue algo malo, el Presidente Fischer utilizando al FBI para eso... esos alienígenas no son una amenaza importante.
Kaminsky, frotándose la mejilla en actitud meditabunda, dijo:
—Haga una balada sobre Jim-Jam Briskin, Max Fischer, los aliens, sobre toda la situación política. Mézclelo todo.
—Eso es pedir demasiado —dijo Rags, con una sonrisa sesgada.
—Inténtelo —dijo Kaminsky— Vea que tan bien puede epitomar.
—Guau —dijo Rags— Epitomar —Ahora se que estoy hablando con CULTURE. Ok Mr. Kaminsky. ¿Que tal esto? —y cantó:
«Pequeño Presidente panzón llamado Max,
uso su poder, cayo sobre Jim como un hacha.
Sebastian Hada lanzó una mirada de buitre.
Ve su oportunidad, interviene con CULTURA.»
—Esta contratado —dijo Hada al cantante folk, y metió la mano en su bolsillo para extraer un formulario de contrato.
—¿Tendremos éxito, Sr. Park? Díganos como resultarán las cosas —quiso saber Kaminsky.
—Yo, eh... mejor no —dijo Rags— Por lo menos no en este momento. ¿Usted cree que también puedo leer el futuro? ¿Que soy precognitivo además de telépata? —Rió gentilmente—. Tengo mucho talento, de acuerdo a usted; estoy halagado —hizo una reverencia irónica.
—Asumiré que usted vendrá a trabajar para nosotros —dijo Hada—. Y su deseo de ser un empleado de CULTURE es un signo de que siente que el Presidente Fischer no será capaz de atraparnos.
—Oh, podríamos estar en la cárcel también, junto con Jim-Jam —murmuró Rags—. Eso no me sorprendería—. Sentándose, con su banjo en la mano, se preparo para firmar el contrato.
En su dormitorio de la Casa Blanca, el Presidente Max Fischer había escuchado casi una hora en su TV, como CULTURE machacaba una y otra vez sobre el mismo tema. Jim-Jam debe ser liberado, dijo la voz; era una suave y profesional voz de anunciante, pero detrás de ella, silencioso, Max sabía, estaba Sebastian Hada.
—Fiscal General —dijo Max a su primo Leon Lait— consígame dossieres sobre todas las esposas de Hada, las siete u ocho, lo que sea. Creo que tengo que tomar un curso drástico.
Cuando, más tarde ese día, los ocho dossieres estaban delante de el, comenzó a leer cuidadosamente, mascando su cigarro El Producto y frunciendo el ceño, sus labios moviéndose con el esfuerzo de comprender el intrincado y detallado material.
Jesús, que desastre deben ser algunas de esas damas, comprendió. Deberían estar recibiendo psicoterapia química, que les enderezaran sus metabolismo cerebrales. Pero no estaba descontento; había sido suya la corazonada de que un hombre como Sebastian Hada atraería a una clase inestable de mujer.
Una en particular, la cuarta esposa de Hada, le interesaba. Zoe Martin Hada, 31 años de edad, vivía ahora en Io con su hijo de diez años.
Zoe Hada tenía definitivamente rasgos psicóticos.
—Fiscal General —dijo a su primo—, la dama esta viviendo en una pensión proporcionada por el Departamento de Salud Mental de los Estados Unidos. Hada no esta contribuyendo un centavo para su mantenimiento. Tráigala aquí a la Casa Blanca, ¿comprende? Tengo un trabajo para ella.
A la mañana siguiente, Zoe Martin Hada fue llevada a su oficina.
Vio, entre dos hombres del FBI, a una mujer flaca y huesuda, atractiva, pero con ojos salvajes y llenos de hostilidad.
—Hola, Sra. Zoe hada —dijo Max— Escúcheme, conozco algo sobre usted; usted es la única genuina Sra. Hada, las otras son impostoras, ¿correcto? Y Sebastian se la jugo sucia —Esperó, y vio como cambiaba la expresión del rostro de ella.
—Si —dijo Zoe—. He estado en las cortes por seis años tratando de probar lo que usted acaba de decir. Casi no puedo creerlo, ¿usted va realmente a ayudarme?
—Seguro —dijo Max—. Pero usted tiene que hacerlo a mi manera; quiero decir, si espera que ese canalla de Hada cambie, esta perdiendo su tiempo. Todo lo que usted puede hacer —hizo una pausa— es emparejar el marcador.
La violencia que había abandonado su cara se arrastro lentamente de vuelta, a medida que ella comprendía gradualmente lo que el quería decir.
Frunciendo el ceño, el Dr. Yasumi dijo:
—He llevado a cabo mi examen, Hada —Comenzó a guardar su equipo de tarjetas—. Este Rags Park no es ni un telépata ni un precognitivo; tampoco lee mi mente ni prevé lo que va a suceder y, francamente, Hada, aunque todavía detecto poderes psíquicos en el, no tengo idea de que podría ser.
Hada escuchaba en silencio. En ese momento, Rags Park, esta vez con una guitarra sobre su hombro, entró desde la otra habitación. Parecía sorprenderlo que el Dr. Yasumi no pudiera sacar ninguna conclusión de él; les sonrío a ambos y luego se sentó.
—Soy un rompecabezas —le dijo a Hada—. O consiguió demasiado cuando me contrato o consiguió demasiado poco... pero usted no sabe cual de las dos y tampoco sabemos el Dr. Yasumi o yo.
—Quiero que empiece en CULTURE de una vez —dijo Hada con impaciencia—. Componga y cante baladas que describan la injusta detención y hostigamiento de Jim-Jam Briskin por parte de Leon Lait y su FBI. Haga que Lait aparezca como un monstruo; haga que Fischer aparezca como un bobo codicioso y manipulador. ¿Comprende?
—Seguro —dijo Rags Park, asintiendo— Tenemos que despertar a la opinión publica. Lo sabía cuando firme; ya no lo estoy entreteniendo mas.
El Dr. Yasumi dijo a Rags:
—Escuche, tengo un favor que pedir. Componga una balada contando como Jim-Jam Briskin salió de cárcel.
Tanto Jim-Jam Briskin como Rags Park le lanzaron una mirada.
—No sobre lo que es —explicó Yasumi—, sino sobre aquello que queremos que sea.
—De acuerdo —aceptó Park encogiéndose de hombros.
La puerta de la oficina de Hada se abrió de golpe y apareció la cabeza del jefe de guardaespaldas de Hada, Dieter Saxton:
—Sr. Hada, acabamos de balear a una mujer que estaba tratando de llegar hasta usted con una bomba casera. ¿Tiene un momento para identificarla? Creemos que tal vez es, quiero decir era, una de sus esposas.
—Dios del cielo —dijo Hada, y corrió con Saxton fuera de la oficina y por el corredor.
Allí en el suelo, cerca de la entrada de la mansión, yacía una mujer que él conocía. Zoe, pensó. Se arrodillo, la toco.
—Lo lamento —musitó Saxton— Tuvimos que hacerlo, Sr. Hada.
—Esta bien —dijo él—. Le creo si usted lo dice —Confiaba enormemente en Saxton; después de todo, tenía que hacerlo.
—Creo que de ahora en más sería mejor que uno de nosotros estuviera con usted en todo momento. No me refiero afuera de su oficina; quiero decir vigilancia cercana —dijo Saxton.
—Me pregunto si Max Fischer la envió aquí —dijo Hada.
—Las chances son altas —dijo Saxton—. Apostaría sobre ello.
—Solo porque estoy tratando de liberar a Jim-Jam Briskin. —Hada estaba totalmente convulsionado. —Realmente me sorprende—. Se puso en pie tambaleando.
—Déjeme ir tras Fischer —lo urgió Saxton en voz baja— Para su protección. El no tiene derecho a ser Presidente. Unicephalon 40-D es nuestro único Presidente legal y todos sabemos que Fischer la sacó de servicio.
—No —murmuró Hada— No me gusta el asesinato.
—No es asesinato —dijo Hada—. Es protección para usted y sus esposas e hijos.
—Tal ves lo sea —dijo Hada—, pero no puedo hacerlo. Por lo menos no todavía. —Dejó a Saxton y recorrió con dificultad el camino de vuelta a su oficina, donde aguardaban Rags Park y el Dr. Yasumi.
—Oímos todo —le dijo Yasumi—. Aguántelo, Hada. La mujer era una esquizofrénica paranoica con delirios de persecución; sin psicoterapia era inevitable que encontrara una muerte violenta. No se culpe a sí mismo a al Sr. Saxton.
—Y una vez ame a esa mujer...
Rasgando tristemente su guitarra, Rags Park cantaba para si; las palabras no eran audibles. Tal vez estaba practicando su balada sobre el escape de prisión de Jim Briskin.
—Acepte el consejo del Sr. Saxton —dijo el Dr. Yasumi— Protéjase en todo momento —dio un palmeada a Hada en el hombro.
—Sr. Hada, creo que ya tengo mi balada. Acerca...— comenzó Rags.
—No quiero oírla ahora —dijo Hada ásperamente— No ahora —Deseó que los dos hombres se fueran; quería quedarse solo.
Tal vez debería devolver el golpe, pensó. El Dr. Yasumi me lo recomendó; ahora Dieter Saxton me lo recomienda. ¿Que recomendaría Jim-Jam? Tiene una mente atinada... el diría, no utilice el asesinato. Se que esa sería su respuesta; lo conozco.
Y si dice que no lo haga, no lo haré.
El Dr. Yasumi estaba instruyendo a Rags Park:
—Una balada, por favor, acerca del jarrón con gladiolos que esta allí en la biblioteca. Diga como hacerlo crecer recto en el aire y que se suspenda en el; ¿de acuerdo?
—¿Que clase de balada es esa? —dijo Rags— De todas formas, mi trabajo ya esta determinado; usted escuchó lo que dijo el Sr. Hada.
—Pero todavía estoy examinándolo —refunfuño el Dr. Yasumi.
Max Fischer se dirigió disgustado a su primo el Fiscal General:
—Bueno, no lo liquidamos.
—No, Max —reconoció Leon Lait—. Tiene buenos hombres con el; no es un individuo como Briskin; es una corporación entera.
Malhumorado, Max dijo:
—Leí un libro una vez que decía que si tres personas están compitiendo, eventualmente dos de ellas se unirán contra el tercero. Es inevitable. Eso es exactamente lo que ha pasado; Hada y Briskin son socios, y yo estoy solo. Tenemos que separarlos Leon, y poner a uno de nuestro lado contra el otro. Hubo un tiempo en que a Briskin le agradaba. Solo que no aprobaba mis métodos.
—Espere a que se entere de que Zoe Hada trato de matar a su ex-marido, entonces Briskin va a deplorarlo realmente —dijo Leon.
—¿Crees que ahora es imposible ganarlo para nuestro lado entonces?
—Seguro que si, Max. Estamos en peor posición que nunca con respecto a el. Olvídate de traerlo a nuestro lado.
—Tengo una idea en mente sin embargo —dijo Max— todavía no puedo descubrir bien que es pero tiene algo que ver con liberar a Jim-Jam con la esperanza de que sienta gratitud hacia mi.
—Estas loco —dijo Leon—. ¿Como se te ocurrió una idea como esa? No es de tu tipo.
—No lo se —gimió Max— Pero ahí esta.
Rags Park le dijo a Sebastián Hada:
—Eh, creo que ya me conseguí una balada, Sr. Hada. Como el Dr. Yasumi sugirió. Tiene que ver con como Jim-Jam Briskin sal de la cárcel. ¿Quiere oírla?
Lentamente, Hada asintió:
—Adelante —después de todo, le estaba pagando al cantante folk; bien podría conseguir algo por su dinero.
Haciendo sonar su música, Rags cantó:
«Jim-Jam Briskin languidecía en prisión,
No podía encontrar a nadie que pagara su fianza.
¡Culpen a Max Fischer! ¡Culpen a Max Fischer!»
—Ese es el estribillo, «¡Culpen a Max Fischer!» ¿Ok? —explicó Rags.
—De acuerdo —dijo Hada, asintiendo.
«El Señor vino y dijo, Max, estoy enojado.
Lanzar a ese hombre a la cárcel, eso estuvo mal.
¡Culpen a Max Fischer! el buen Señor clamó.
Pobre Jim Briskin, sus derechos le fueron negados.
¡Culpen a Max Fischer! aquí estoy para decir;
El buen Señor dijo, él ira derecho al infierno.
¡Arrepiéntete, Max Fischer! hay solo una ruta:
Gánate mi favor; libera a Jim-Jam.»
—Esto es lo que va a pasar ahora —Rags le explicó a Hada. Aclaro su garganta:
«El malo Max Fischer, el vio la luz,
dijo a Leon Lait, tenemos que hacer el bien.
Envió un mensaje para que girara la llave,
Abriera la puerta y dejara salir a Jim-Jam.
El viejo Jim Briskin vio el fin de su aprieto;
La puerta de la cárcel abierta ahora, deja entrar a la luz.»
—Eso es todo —informó Rags a Hada— Es una suerte de canción folk para vocear, una canción espiritual para seguir el ritmo golpeando ligeramente con su pie. ¿Le gusta?
Hada se las ingenio para asentir:
—Seguro. Cualquier cosa está bien.
—¿Debo decirle al Sr. Kaminsky que usted quiere que la cante al aire en CULTURE?
—Difúndala —dijo Hada—. No le importaba; la muerte de Zoe todavía pesaba en su mente, se sentía responsable, debido a que después de todo habían sido sus guardaespaldas los que lo habían hecho, y el hecho de que Zoe hubiera estado loca, hubiera estado tratando de destruirlo, no parecía importar. Aun era una vida humana; aun era un asesinato.
—Escuche —le dijo a Rags en un impulso— Quiero que componga otra canción, ahora.
Con simpatía, Rags dijo:
—Ya sé, Sr. Hada. Una balada sobre la triste muerte de su ex-esposa Zoe. He estado pensando sobre eso y ya tengo una balada lista. Escuche:
«Había una vez una dama bella de ver y oír;
Vagaba, un espíritu, sobre campos y estrellas,
Dolorida, pero perdonando a la distancia.
Ese espíritu sabe quien la traicionó.
Fue un extraño, no de los suyos.
Fue Max Fischer quien sabía que ella no...»
—No me libere de culpa, Rags; yo soy el culpable. No acuse de todo a Max como si el la hubiera azuzado —lo interrumpió Hada.
Sentado en la esquina de la oficina, escuchando en silencio, habló el Dr. Yasumi:
—Y también le da demasiado crédito al Presidente Fischer en sus baladas, Rags. En balada sobre la liberación de Jim-Jam de la cárcel, usted específicamente le da crédito a Max Fischer por un ético cambio de parecer. El no hará esto. El crédito de la liberación de Jim-Jam debe ser para Hada. Escuche, Rags; He compuesto un poema para esta ocasión.
El Dr. Yasumi entono:
«El payaso de las noticias no anida en la cárcel.
Un amigo, Sebastián Hada, lo liberó.
El ama a ese amigo, lo estima.
Sabe a quien honrar, y a quien buscar.»
—Exactamente, treinta y dos silabas —explicó el Dr. Yasumi modestamente— La poesía japonesa al viejo estilo haiku no debe rimar como las baladas norteamericanas e inglesas, sin embargo debe ir derecho al grano, lo cual en este asunto es crucial. —Dijo a Rags—. Usted transforme mi haiku en una balada, ok? —A su manera típica, con ritmo, rimando pares, etcétera y así.
—Yo conté treinta y tres silabas —dijo Rags— De cualquier forma, soy un artista creativo; no estoy acostumbrado a que me digan que componer —Giró hacia Hada—. ¿Para quién estoy trabajando, usted o él? No para el, hasta donde yo sé.
—Haga como el dice —dijo Hada a Rags— Es un hombre brillante.
Malhumoradamente, Rags murmuro:
—De acuerdo, pero no esperaba esta clase de trabajo cuando firme el contrato. —Se retiró al extremo mas alejado de la oficina para cavilar, pensar y componer.
—¿Que esta tramando con esto, Doctor?— preguntó Hada.
—Ya veremos —dijo el Dr. Yasumi misteriosamente—. Tengo una teoría sobre los poderes psíquicos de este baladista aquí presente. Puede dar frutos, puede que no.
—Parece sentir que el exacto fraseo de las baladas de Rags es muy importante —dijo Hada.
—Eso es correcto —coincidió el Dr. Yasumi— Como en un documento legal. Usted espere, Hada; eventualmente, si tengo razón, lo descubrirá. Si estoy equivocado, ya no importa de ninguna manera —sonrió alentadoramente a Hada.
Sonó el teléfono en la oficina del Presidente Max Fischer. Era el Fiscal General, su primo, sonando agitado.
—Max, fui a la prisión federal donde esta Jim-Jam, para ver como invalidar los cargos en su contra tal como estuviste hablando... —Leon dudó— No esta, Max. Ya no esta aquí —Leon sonaba totalmente nervioso.
—¿Como salió? —dijo Max, con mas desconcierto que enojo.
—Art Heaviside, el abogado de Hada, encontró una manera; todavía no se que es, tengo que ver al Juez de la Corte del Circuito Dale Winthorp acerca de eso; el firmó la orden de liberación hace una hora o algo así Tengo una cita con Winthorp... tan pronto como lo haya visto, te llamare de nuevo.
—Maldición —dijo Max lentamente—. Bueno, llegamos demasiado tarde. —Colgó el teléfono reflexivamente y luego se concentró. ¿Que tenía Hada planeado para el? se preguntó. Algo que no comprendo.
Y ahora debo preocuparme, descubrió, de Jim Briskin apareciendo en TV. En la red de CULTURE.
Con alivio, vio en la pantalla no a Jim Briskin sino a un cantante folk dando punteos con un banjo.
Y luego se dio cuenta de que el cantante folk estaba cantando sobre él.
«El malo Max Fischer, el vio la luz,
dijo a Leon Lait, tenemos que hacer el bien.
Envió un mensaje para que girara la llave»
Escuchando, Max Fischer dijo en voz alta:
—¡Dios mío, eso es exactamente lo que paso! ¡Eso es exactamente lo que hice! —Escalofriante, pensó. Que significa, este cantante de baladas en CULTURE que canta sobre lo que estoy haciendo, ¡asuntos secretos sobre los que no es posible que supiera!
Telepático tal vez, pensó Max. Eso debe ser.
Ahora el cantante de Folk estaba cantando y punteando acerca de Sebastián Hada, de cómo Hada había sido personalmente responsable de sacar a Jim-Jam Briskin de la cárcel. Y es cierto, se dijo Max para si. Cuando Leon Lait llego a la prisión federal, se encontró con que Briskin había sido liberado por acción de Art Heaviside... será mejor que escuche muy cuidadosamente a este cantante, porque por algún motivo parece saber mas que yo.
Pero el cantante había terminado.
El anunciante de CULTURE estaba diciendo:
—Ese fue un breve interludio de baladas políticas a cargo del mundialmente reconocido Ragland Park. El Sr. Park, usted estará complacido al saberlo, aparecerá en este canal cada hora para cinco minutos de nuevas baladas, compuestas para la ocasión aquí en los estudios CULTURE. El Sr. Park estará observando los teletipos y compondrá sus baladas para...
En ese momento Max apago la TV.
Como una zapada, comprendió Max. Nuevas baladas. Dios, pensó lúgubre. Suponer que Park canta sobre el retorno de Unicephalon 40-D.
Tengo un presentimiento, pensó, de que lo que Ragland Park canta se convierte en realidad. Es uno de esos talentos psíquicos.
Y ellos, la oposición, están haciendo uso de esto.
Por otra parte, pensó, yo podría tener un par de talentos psíquicos propios. Porque si no los tuviera no habría llegado tan lejos como llegue.
Sentado delante de la TV, lo encendió una vez mas y espero, mordiéndose el labio inferior y deliberando sobre lo que debería hacer. Hasta el momento no se le había ocurrido nada. Pero lo haré, tarde o temprano, se dijo para si. Y antes de que a ellos se les ocurra la idea de recuperar a Unicephalon 40-D...
—He resuelto cual es el talento psíquico de Ragland Park, Hada. ¿Le interesa saberlo? —preguntó el Dr. Yasumi.
—Estoy mas interesado en el hecho de que Jim-Jam Briskin esta fuera de la cárcel —respondió Hada. Colgó el receptor del teléfono, casi incapaz de creer las noticias. —estará aquí inmediatamente— dijo al Dr. Yasumi. —Esta en camino, en el monorriel. Nos encargaremos de que llegue a Callisto, donde Max no tiene jurisdicción, para que no puedan volver a arrestarlo. —Su mente era un torbellino de planes. Frotando sus manos, dijo rápidamente—, Jim-Jam puede transmitir desde nuestro satélite en Callisto. Y puede vivir en la propiedad que tengo allí, eso será cocer y cantar para el, sé que estará de acuerdo.
—El esta fuera —dijo el Dr. Yasumi con sequedad— por el talento psíquico de Rags, así que le conviene escuchar. Porque este talento psíquico no es comprendido ni siquiera por Rags y, tan seguro como que hay un Dios, podría volverse contra usted en cualquier momento.
—De acuerdo, deme su opinión —dijo Hada reluctante.
—La relación entre las baladas compuestas por Rags y la realidad es una de causa y efecto. Lo que Rags describe ocurre. La balada precede al evento y no por mucho tiempo. ¿Lo ve? Esto podría ser peligroso, si Rags lo comprendiera y lo usara para su propia ventaja.
—Si esto es cierto —dijo Hada— entonces queremos que componga una balada sobre el retorno a la acción de Unicephalon 40-D. —Eso era obvio inmediatamente para el. Max Fischer sería merecidamente el Presidente sustituto una vez mas, como había sido originalmente. Sin autoridad de ningún tipo.
—Correcto —dijo el Dr. Yasumi—. Incluso Park no podría fallar con eso —Entonces quedó en silencio, pensando profundamente. Ragland Park era potencialmente mas peligroso que Max Fischer. Por otro lado, Ragland parecía ser un buen tipo; no había motivo para asumir que usaría mal su poder, como Max Fischer usaba el suyo.
Pero era un enorme grado de poder para que un ser humano tuviera. Demasiado.
—Debe tenerse cuidado acerca de que tipo de baladas compone Ragland. Los contenidos deben ser editados por adelantado, tal vez por usted —advirtió Yasumi.
—Quiero tan poca responsabilidad como sea posible... —comenzó a decir Hada, y luego se interrumpió. La recepcionista le había zumbado; encendió el intercomunicador.
—El Sr. James Briskin esta aquí.
—Hágalo pasar de inmediato. —dijo Hada, encantado— Ya esta aquí, Ito —Hada abrió la puerta de la oficina, y allí estaba Jim-Jam, con expresión sobria.
—El Sr. Hada lo liberó —informó el Dr. Yasumi a Jim-Jam.
—Lo se. Lo aprecio, Hada —Briskin entró en la oficina y Hada cerró la puerta con llave.
—Escuche, Jim-Jam —dijo Hada sin preámbulos— tenemos problemas más grandes que nunca. Max Fischer no es ninguna amenaza en comparación. Ahora tenemos que vérnoslas con la forma de poder definitiva, una forma absoluta en lugar de relativa. Ojalá nunca me hubiera metido en esto; ¿de quién fue la idea de contratar a Rags Park?
—Suya, Hada, y yo le advertí en ese momento —dijo el Dr. Yasumi.
—Será mejor que de instrucciones a Rags de no componer mas baladas —decidió Hada— Ese es el primer paso a tomar. Llamare al estudio. Dios mío, puede componer una acerca de todos nosotros yéndonos al fondo del Atlántico, o a veinte unidades astronómicas en el espacio exterior.
—Evite el pánico —le dijo el Dr. Yasumi con firmeza—. Ya esta dejando que lo gane el pánico, Hada. Volátil como siempre. Cálmese y piense primero.
—¿Como puedo estar calmo —dijo Hada— cuando ese rústico tiene el poder de manejarnos como juguetes? Porque, el podría comandar el universo entero.
—No necesariamente —expresó su desacuerdo el Dr. Yasumi— podría haber un límite. El poder psíquico no esta bien comprendido, ni siquiera ahora. Difícil de examinar en condiciones de laboratorio; difícil suscribirse a un escrutinio respetable y riguroso —continuó, reflexionando.
—Como yo entiendo lo que están diciendo... —comenzó Jim Briskin.
—Usted fue liberado por una balada inventada —le dijo Hada— Hecha a mi orden. Funcionó, pero ahora estamos atascados con el cantante —se paseó de un lado al otro, con las manos en sus bolsillos.
¿Que haremos con Ragland Park? Se preguntó con desesperación.
En los estudios principales de CULTURE en el satélite terrestre Culone, Ragland Park se sentó con su banjo y su guitarra, examinando los despachos noticiosos que llegaban al teletipo y preparaba baladas para su próxima aparición.
Jim-Jam Briskin había sido liberado de prisión por orden de un juez federal. Complacido, Ragland consideró componer una balada sobre ese tema, luego recordó que ya había compuesto —y cantado— varias. Lo que necesitaba era un tema totalmente nuevo. Ya había tratado ese hasta el cansancio.
Desde la cabina de control, la voz de Nat Kaminsky trono a través del altoparlante:
—¿Está listo para salir de nuevo, Sr. Park?
—Seguro —replicó Ragland, asintiendo. Realmente no lo estaba, pero iba a estarlo en un momento.
¿Que tal una balada, pensó, sobre un hombre llamado Pete Robinson de Chicago, Illinois, cuyo perro spaniel fuera atacado por un águila enfurecida un día a plena luz del día en una calle de la ciudad?
No, eso no es suficientemente político, decidió.
¿Que tal una que tratara sobre el fin del mundo? Un cometa que choca contra la Tierra, o tal vez los alienígenas que llegan en oleadas y conquistan todo... una balada realmente temible con gente estallando y cortada en dos por armas de rayos?
Pero eso era demasiado intelectual para CULTURE, eso tampoco serviría.
Bueno, pensó, entonces una canción sobre el FBI. Nunca he hecho una sobre ese tema; los hombres de Leon Lait con sus trajes grises y anchos cuellos rojos... graduados universitarios acarreando portafolios...
Cantó para sí, mientras rasgueaba su guitarra:
«Nuestro jefe de departamento dice, Hark;
Ve y trae de nuevo a Ragland Park.
Es una amenaza para el conformismo;
Sus crímenes son una enormidad.»
Riendo entre dientes, Ragland pensó en como continuar la balada. Una balada sobre si mismo; una idea interesante... ¿como se le había ocurrido eso?
Estaba tan ocupado pensando la balada que de hecho no notó a los tres hombres en trajes grises con gruesos cuellos rojos que habían entrado al estudio y estaban acercándose a el, cada hombre acarreando un maletín de una manera que dejaba bien claro que era un graduado universitario y solía llevar uno.
Realmente tengo una buena balada entre manos, se dijo Ragland. La mejor de mi carrera.
Rasgando su guitarra, continuo:
«Si, se escabulleron en la oscuridad.
Apuntaron sus armas y dispararon al pobre Park.
Callaron el clamor de la trompeta de la libertad.
Cuando condenaron a este hombre a la muerte;
Pero un crimen que no será olvidado pronto.
Incluso en una cultura podrida...»
Eso fue lo mas lejos que llegó Ragland con su balada. El líder del grupo de hombres del FBI bajo su humeante pistola, asintió a sus compañeros, y luego habló al transmisor de su muñeca.
—Informen al Sr. Lait que hemos tenido éxito.
La metálica voz de su muñeca respondió:
—Bien. Vuelvan al cuartel de inmediato. El lo ordena.
El, por supuesto, era Maximilian Fischer. Los hombres del FBI sabían eso, sabían quien los había enviado en su misión.
En su oficina de la Casa Blanca, Maximilian Fischer respiró con alivio cuando fue informado de que Ragland Park estaba muerto. Esa había estado cerca, se dijo. Ese hombre podría haber acabado conmigo... conmigo y con todos en el mundo.
Sorprendente, pensó, que fuimos capaces de acabar con el. La suerte estuvo de nuestro lado sin lugar a dudas. Me pregunto porqué.
Podría ser que uno de mis talentos psíquicos tiene que ver con acabar con los cantantes folk, se dijo a si mismo y sonrió con disimulada satisfacción.
Específicamente, pensó, un talento psíquico para hacer que los cantantes de folk compongan baladas sobre el tema de su propia destrucción...
Y ahora, descubrió, el problema real. De hacer que Jim Briskin volviera a la cárcel. Y será difícil, Hada es lo suficientemente listo para pensar en transportarlo inmediatamente a una luna remota en donde yo no tengo autoridad, será una larga lucha, yo contra esos dos... y bien podrían derrotarme al final.
Suspiró. Mucho trabajo duro, se dijo para sí. Pero creo que tengo que hacerlo. Levanto el teléfono, marcó el número de Leon Lait...
FIN