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mayo 09, 2010
Un Diálogo Socrático De Los Tiempos Venideros
ELLA: Queremos presentar una historia del desarrollo de Marte, y de cómo hemos progresado espiritualmente. Es una historia gloriosa y sorprendente, una historia de la sociedad humana que se comprende y se recrea. Mientras hablo con ustedes desde Marte, mi avatar terrestre les habla desde nuestro antiguo planeta paterno. Vamos a retroceder mentalmente hasta la época anterior a que todo cambiara, a la Edad de la Separación, cuando nadie había pisado el planeta vecino de la Tierra.
ÉL: Bien. Volvamos al siglo XXI y a un planeta estéril. Los primeros que llegaron a Marte descubrieron un mundo desierto, desprovisto de todos los seres imaginarios que se suponía rondaban por la Tierra: fantasmas y espectros y bestias de patas largas, vampiros, trasgos, elfos y hadas, todos esos seres fantásticos que atormentaban la vida humana, nacidos en oscuros bosques, caserones sombríos y cerebros antiguos.
ELLA: Has olvidado a los dioses y las diosas, los dioses griegos que dieron su nombre a las constelaciones, los Baales e Isis y dioses de los soldados romanos, el vengativo Todopoderoso del Antiguo Testamento, Alá, todos ellos superseres imaginarios que, en teoría, controlaban el comportamiento de la humanidad, antes de que humanidad pudiera controlarse a sí misma.
ÉL: Tienes razón, los había olvidado. Todos eran tablas que crujían en los desvanes del cerebro, herencias de los tiempos cohumanos. La Tierra estaba superpoblada de personas reales e imaginarias. Marte, por fortuna, estaba libre de todo eso. En Marte podías empezar de cero.Es cierto que los hombres y mujeres que llegaron a Marte llevaban entre manos un montón de leyendas marcianas conflictivas.
ELLA: Ah, te refieres a esos viejos cuentos. El Marte de los canales y la cultura agonizante imaginado por Percival Lowell. Aún siento cierta nostalgia por esa majestuosa visión crepuscular... errónea en la realidad, certera en imágenes. Y el Barsoom de Edgar Rice Burroughs...
ÉL: Y todos los horrores que la humanidad primitiva inventó para poblar Marte... Los invasores de la Tierra de H. G. Wells, más que los pacíficos hrossa y pfifltriggi del Malacandra de C. S. Lewls.
ELLA: La vida, siempre esta peculiar preocupación por la vida, por fantástica que sea. Ejemplos de la insuficiencia de nuestras vidas.
ÉL: Pero los primeros hombres que llegaron a Marte procedían de una era tecnológica. Albergaban otra idea en su cabeza. Esperaban encontrar algún tipo de vida, archibacterias lo más probable. Alimentaban la idea de terraformar el planeta Rojo y convertirlo en una especie de segunda Tierra inferior.
ELLA: ¡Tras haber llegado por fin a otro planeta, deseaban que fuera idéntico a la Tierra! Esta idea nos parece extraña ahora.
ÉL: No se habían acostumbrado a vivir lejos de la Tierra. La «terraformación» fue el sueño de un ingeniero, una novedad. Sus percepciones tenían que cambiar. Se quedaron boquiabiertos, conscientes por primera vez de la magnitud de la tarea y de su naturaleza agresiva. Cada planeta posee su inviolabilidad.
ELLA: Incluso en los momentos más solemnes de la vida, una voz parece hablar en nuestro interior, y la mente se comunica consigo misma. Percy Bysshe Shelley fue el primero en reconocer esta dualidad. En un poema sobre el Mont Blanc, habla de estar contemplando una cascada y dice: ¡Vertiginosa hondonada! Y cuando te miro, me creo en un trance sublime y extraño, en el que medito sobre mis fantasías particulares, mimente humana, que pasivamente da y recibe fugaces influencias, y sosti.ene un Í.ncesante intercambio con el diáfano universo de cosas que la rodean...
ÉL: Sí, las palabras profundizan en la mismísima esencia de las percepciones humanas. Como afirma la fenomenología, nuestro discurso interior moldea nuestra percepción exterior. Te recordaré que la gran expedición marciana no fue la primera incursión científica dispuesta a descubrir un nuevo mundo. También tuvo problemas con sus percepciones.
ELLA: ¿Estás hablando de la conquista del oeste en el caso de Norteamérica? ¿El genocidio de las naciones indias, la matanza de búfalos? ¿No fue un ejemplo primitivo de terraformación?
ÉL: Me estaba refiriendo a la expedición del capitán James Cook a los Mares del Sur, a bordo del HMS Endeavour. En ese barco de madera que pesaba 366 toneladas, Cook dio la vuelta al mundo. La misión del Endeavour era observar, en 1769, el paso de Venus ante el Sol, entre otros objetivos. La elección de Joseph Banks, que tenía veintitrés años en aquel momento, como comisionado científico, fue un acierto. Banks tenía buen ojo.
»La Royal Society consideraba fundamental que dibujos precisos acompañaran a las descripciones escritas de todos los nuevos descubrimientos. Los artistas de Banks tenían sus problemas. Se hicieron diagramas científicos de paisajes, plantas y animales, pero contaminados de sentido artístico. Las ideas preconcebidas de la época influyeron en los dibujos de los pueblos nativos del Pacífico. Alexander Buchan adoptó un punto de vista etnográfico, y dibujó grupos de nativos libres de las convenciones del estilo neoclásico, en tanto Sydney Parkinson los plasmó según los dictados de la composición. En el famoso lienzo de Johann Zoffany La muerte de Cook, muchos de los participantes adoptan posturas clásicas, se supone que para subrayar el aire de tragedia griega.
»Así, lo desconocido se puso al alcance de sus compatriotas, se adaptó a sus ideas preconcebidas.
ELLA: Ummm. Ya veo adónde quieres ir a parar. Tras las dificultades de reconciliarse con lo desconocido se ocultaba un problema filosófico, típico de aquel siglo. ¿Las desgracias que afligían a la humanidad se debían a un abandono, un desafío a la ley natural, o la humanidad podía alzarse sobre las bestias sólo si mejoraba y se distanciaba de la naturaleza? ¿El habitante de la ciudad o el Buen Salvaje?
ÉL: Exacto. El descubrimiento de las islas Sociedad favoreció la primera idea, la de Nueva Zelanda y Australia la segunda.
»Australia y Nueva Zelanda, cuando fueron avistadas por primera vez sus orillas, fomentaron el concepto de mejora y progreso. Cuando el capitán Arthur Phillip fundó la primera colonia penitenciaria en Australia, en Port Jackson en 1788, llevó a cabo una versión dicciochesca de la terraformación. Talaron los árboles, aniquilaron la vida salvaje, incluidos los nativos, aplanaron la zona, y Phillip declaró, “Paso a paso, amplios espacios se abren, planos se forman, líneas se marcan, y una perspectiva de futura regularidad se discierne con cla~ ridad, tanto más sorprendente si tenemos en cuenta la anterior confusión”. ¡Ay, la línea recta! ¡El indicador de la civilización, del capitalismo!
»La creencia aplastante en conquistar la naturaleza, en distanciarnos de la naturaleza, de algo a lo que estamos unidos irremediablemente, prevaleció durante al menos dos siglos.
ELLA Tal vez el dualismo cartesiano reforzó esta dicotomía de la percepción, pues creó una firme distinción entre la mente y el cuerpo, el tipo de afirmación contra la que Shelley hablaba. Una decapitación metafórica...
ÉL: No estoy seguro de eso. Tal vez sea como dices tú.
ELLA: Lo que no debemos olvidar es que una creencia puede arraigar con firmeza cuando circula entre la población. Da igual que sea errónea por completo. Incluso en estos días de viajes interplanetarlos, la mitad de la población de la Tierra todavía cree que el Sol gira alrededor de la Tierra, y no lo contrario. ¿Qué conclusiones extraes de eso, aparte de que la ignorancia posee más peso gravitatorio que la sabiduría?
ÉL: ¿0 de que somos más burros de lo que preferimos creer?
ELLA: Bien, volvamos a Marte y a las primeras expediciones.
ÉL: Intenta recordar cuál era la situación en aquellos tiempos. Con el crecimiento del poder económico de los países del Pacrim en el siglo xxi, la línea del cambio de fecha había sido trasladada al centro del Atlántico, y el comercio norteamericano estaba concentrado en sus vecinos asiáticos. El costo de todas las expediciones marcianas era sufragado por un consorcio, formado por las agencias espaciales de Estados Unidos, Pacrim y la Unión Europea. Era el EUPACUS, un acrónimo ya olvidado. Sin embargo, las Naciones Unidas, entonces presididas por un secretario general poderoso y perspicaz, George Bligh, puso Marte bajo su jurisdicción. En cuanto llegabas a Marte, te ceñías a la ley marciana, no a las leyes de tu país.
ELLA: Fue una medida sensata. Se había aprendido la lección de los tiempos en que la Antártida había sido un continente destinado a la ciencia. ¡Sólo muy de vez en cuando conseguimos aprender de la historia! Queríamos que el Planeta Rojo fuera un Marte Blanco, un planeta destinado a la ciencia.
ÉL: ¡Un antiquísimo grito de batalla!
ELLA: Los gritos de batalla anticuados aún conservan su poder. A mediados del siglo XXI, se fundó un movimiento en la Tierra llamado APIMI, Asociación para la Protección e Integración de un Marte Intacto. Al principio fue considerada un batiburrillo de excéntricos y verdes. APIMI quería conservar Marte tal como había sido durante millones de años, una especie de monumento en recuerdo de los sueños primitivos del hombre primitivo. Afirmaban que todo entorno poseía su santidad, y que ya se habían arruinado suficientes entornos en la Tierra para empezar a manosear otro Planeta, todo un planeta.
»Sin embargo, la gente que aterrizó en Marte en aquella primera expedición tenía que justificar los gastos. Iban a preparar su terraformación. Para ellos, era una conclusión inevitable. Estaban sometidos a las presiones de sus sociedades, bastante primitivas.
ÉL: ¡Ah, sí, terraformación! Esa palabra y concepto acuñados por un escritor de ficción científica, llamado Jack Williamson. En su época, era muy avanzado y seduc tor. Fue otra de esas ideas que arraigó con facilidad en el fértil suelo de la mente humana.
ELLA: Sí. No tenía nada de siniestro. Los astronautas lo daban por hecho. Era parte de su mitología, lo cual significa una forma de pensar anticuada. Imaginaban que mejorarían el planeta y lo dejarían igual que la Tierra. Tenían bonitos diseños por ordenador para seducirles, que plasmaban Marte como los montes Costwold en un día soleado.
ÉL: Pero también albergaban en su mente ideas preconcebidas opuestas. Marte como un montón de rocas, «apto para el desarrollo», como sacado de un diagrama de «invierno nuclear», ese antiguo mito de la culpabilidad, o Marte como un cuerpo celestial, formidable, reservado, resistente. Algo similar a las dos ideas contrapuestas que el capitán Cook había albergado tres siglos antes. Y...
ELLA: Abandonaron sus naves y se quedaron allí, como un obstinado Cortés, silencioso en lo alto de un pico de Darién como en el poema de Keats, con toda la panorámica del planeta ante ellos, y...
ÉL: ¿Y?
ELLA: Y supieron, en esa conversación entre el mundo exterior de Shelley, supieron que terraformar no era mas que un sueno, una fobia informática de los urbanitas terrestres. Era indeseable. Para utilizar un término antiguo, era blasfemo, antinatural. Ya sabes que los urbanitas temen a la naturaleza. Como en una visión, vieron que aquel entorno no debía ser destruido. Que comunicaba un mensaje, un austero mensaje: ¡Pensadlo dos veces! Habéis logrado muchas cosas. ¡Lograd más! ¡Pensadlo dos veces!
ÉL: Pensadlo dos veces, y consultad de nuevo a vuestra intuición, porque era la experiencia lo que provocaba una revolución en su comprensión. Comprendieron que habían llegado a un momento crucial de la historia. No obstante, algunas personas afirman que esta decisión vital de no terraformar surgió de un vigoroso discurso del secretario de las Naciones Unidas, George Bligh, en el cual se manifestó en contra. Sus palabras se citaron con frecuencia: «Terraformar es una idea inteligente que puede o no funcionar. Pero la inteligencia es inferior a la reverencia. Hemos de reverenciar a Marte como siempre ha existido. No podemos destruir sus millones de años de soledad guiados sólo por la inteligencia. ¡Conteneos!»
ELLA: ¿Crees que esas palabras de Bligh estaban grabadas en la mente de los astronautas cuando aterrizaron en Marte?
ÉL: En parte sí. Deseo creerlo, porque contenerse es con frecuencia una forma mejor, aunque menos popular, de proceder a cualquier conquista. En cualquier caso, se contuvieron. Fue el principio de una nueva época en los asuntos de los hombres. Por suerte, no podían explotar Marte: no había recursos naturales que explotar, ni petróleo ni combustibles fósiles, porque nunca habían existido bosques. Reservas de agua subterráneas limitadas. Sólo... sólo aquel asombroso mundo desierto, que durante tantos siglos había sido objeto de los sueños y las especulaciones de la humanidad, un desierto que rodaba perpetuamente por el espacio.
ELLA: La anticuada palabra «espacio», por entonces relegada al museo etimológico, por cierto. Esa autopista de partículas apiñadas era conocida ya como «matriz».
ÉL: De acuerdo. Miles y miles de jóvenes deseaban visitar Marte, al igual que dos siglos antes habían caminado, rodado en carreta o cabalgado hacia el oeste de Estados Unidos. Las Naciones Unidas tenían que dictar normas para los visitantes. Se permitió el acceso a dos tipos de personas, que viajaban sin la menor comodidad en naves de EUPACUS: los AJE y los PAD (risas).
ELLA: Fue una solución sensata. Al menos funcionó, teniendo en cuenta las dificultades del viaje. Los AJE eran Adultos Jóvenes Educados. Estaban obligados a pasar un examen. Los PAD eran Personas Ancianas Distinguidas. Sus comunidades las elegían. El coste del viaje Tierra-Marte de ida y vuelta era elevado. Las comunidades pagaban los gastos de sus PAD. Los AJE pagaban en trabajo, prestando servicios a su comunidad durante el año anterior al viaje.
ÉL: Y así se desarrollaron las gigantescas piscifactorías de las Galápagos y Scapa Flow, los ranchos de aves del norte de Canadá, los viñedos del Gobi... todo con trabajadores voluntarios.
ELLA: Y la repoblación forestal de casi toda la zona interior despoblada de Australia.
ÉL: Y de todo el numeroso contingente de personas que fueron a Marte, aquella maravillosa Ayers Rock renacida en el cielo, para meditar, para explorar, para pasar la luna de miel, para realizarse a sí mismas, todas se encontraron cara a cara con la realidad del cosmos. Todas se quedaron admiradas, respirando las leyes del universo.
ELLA: Y una de ellas dijo, maravillada: «Y el que haya venido aquí para experimentar todo esto significa que soy la cosa más extraordinaria de toda la galaxia.»
ÉL: ¡Y entonces llegó la bancarrota!
ELLA: ¡Oh, sí, justo cuando las mentes estaban cambiando en todas partes! Y la bancarrota marcó el final de una cierta cadena de pensamiento explotadora. Los expertos de 2085 lo llamaron el final de la pesadilla del siglo XXI. El consorcio EUPACUS se vino abajo. Fue un caso de corrupción interna. Se habían malversado miles de millones de dólares, y cuando se examinaron las cifras, la empresa se derrumbó.
»EUPACUS tenía el monopolio sobre los viajes interplanetarios, y sobre todos los trámites de viaje. Todo ese tráfico quedó paralizado. Había cinco mil visitantes en Marte en aquel momento, junto con dos mil administradores, técnicos y científicos. Marte constituye un excelente observatorio para examinar Jilpiter y sus lunas.
»¡Siete mil personas abandonadas a su suerte allí!
ÉL: Pero Marte es una gran isla desierta. En aquel tiempo ya era una comunidad compleja, carente de la atmósfera del Salvaje Oeste, dedicada a asuntos serios. En Marte no había pistolas, ni drogas que destruyeran la mente, ni moneda de curso legal, sólo crédito limitado.
ELLA: Otra cosa importante: no había animales. Como tampoco pastos ni forraje, en Marte no vivían animales, salvo algunos gatos. El vegetarianismo se convirtió en algo más positivo que negativo. La costumbre fue imitada por los terrestres. De hecho, la renovada preocupación por los animales, demostrada mediante manifestaciones y aprobaciones de leyes, indujo a muchos gobiernos a promulgar las leyes de los derechos de los animales. Se extendió por doquier el rechazo a criar animales para matarlos y consumirlos. ¡La conciencia humana se estaba levantando del sofá!
ÉL: Te equivocas con respecto a los animales. Recuerdo haber visto documentales que mostraban vuestras cúpulas marcianas llenas de aves de alegres colores. Y también había peces.
ELLA: Oh, aves y peces sí, pero animales no. Las aves eran guacamayos y loros genéticamente manipulados. En lugar de graznar, cantaban con excelente voz. Se les permitía volar en libertad en zonas limitadas de las cúpulas principales, las cúpulas «turísticas». Eran muy apreciadas. Nadie intentó matarlas para comerlas durante el período en que Marte quedó aislado.
ÉL: Los marcianos quedaron aislados, por suerte bajo el mandato de líderes inteligentes. Durante el período de aislamiento, el agua, el agua fósil de las reservas subterráneas, se racionó estrictamente. Se necesitaba para la agricultura y se la sometía a electrólisis para proporcionar el oxígeno necesario. La comunidad aislada tenía motivos para cooperar. Sin cooperación, no había posibilidades de sobrevivir.
ELLA: La bancarrota multimillonarla de EUPACUS llevó la crisis financiera a los centros económicos de la Tierra, Los Ángeles, Seúl, Be1jing, Londres, París, Frankfurt. La desilusión con el laissez-fatre capitalista fue total. Hasta tal punto que «¡Conteneos!» se convirtió en una frase popular. Conteneos y no cojáis otro helado, otra cerveza, otro coche, otra casa. Nos conteníamos por orgullo.
ÉL:
»Pasaron cinco años antes de que se restableciera un limitado programa de vuelos. Para entonces, la idea del servicio a la comunidad había arraigado, reforzando la idea de la población del mundo como una unidad, y como parte de la biota necesaria de la Tierra. Descubrir que la comunidad marciana había fundado una utopía frugal, que todo el mundo estaba delgado pero en forma, fue motivo de gran regocijo. La mayoría de las naciones tenían uno o más miembros representativos en Marte Blanco. El ejemplo marciano aceleró el cambio desde el capitalismo explotador al movimiento autogestionario que ya había empezado. Laissez-faire pasó a mejor vida, como ya le había sucedido al comunismo. Se inició una época de paz en la Tierra, y el liderazgo se concentró en integrar sus diferentes partes, y en impulsar una tendencia general a comportarse más como guardias forestales que como señores feudales.
ELLA: Ah, pero debido al aumento de peregrinos PAD y AJE que emigraban al heroico Marte Blanco, el planeta se quedó sin agua. Las reservas subterráneas se habían agotado. Parecía el final de la civilización en Marte.
ÉL: No estoy seguro de que la crisis fuera tan grave, porque ya había sondas tripuladas que estaban investigando en el sistema y en el reino de los gigantes gaseosos, Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno. Se había observado una actividad inexplicable entre Neptuno y su enorme satélite Tritón. Se estableció una base en Ganímedes, la luna de Júpiter...
ELLA: He visitado Ciudad Ganímedes. Es un lugar muy bonito y animado. La gente vive al día. Temo que Marte pase a ocupar un segundo plano, porque las vistas de Júpiter desde Ganímedes son maravillosas.
ÉL: Desde Ganímedes no había más que un salto hasta la luna vecina, Oceanía, la Europa rebautizada, donde las vistas de Júpiter son todavia más impresionantes.
»Hay una base flotante en Oceanía, construida sobre un témpano de hielo de un kilómetro de profundidad. Bajo la capa de hielo, hay un océano de agua potable. Agua potable pura, sin vida, o sin vida hasta que arrojamos algunas semillas.
»Ese agua se envía a Marte. Ahora Marte tiene un enorme lago que se va transformando poco a poco en un mar de agua pura. Su principal problema está solucionado. Y por fin están terraformando Marte, por supuesto.
ELLA: La raza humana ha continuado hacia adelante y ya no necesita un monumento a viejos sueños e ilusiones. El período de utopía frugal de Marte no duró, pero la negrura del siglo XX, con todas sus guerras, genocidios, matanzas, injusticia y codicia se ha desvanecido. De alguna manera, encontramos la fuerza, utilizando las palabras de Bligh, en contenernos. La raza humana es más feliz, menos atormentada, mientras se lanza hacia las estrellas. Para encontrarse con todas las demás especies que aún no conocemos... ¿Quizá con Dios?
ÉL: No es probable. Dios era una de esas tablas flojas en el cerebro que dejamos atrás cuando llegamos a Marte.
ELLA: No puedo aceptar eso. ¿Qué sería de la raza humana si no hubiera dios?
ÉL: ¿Qué fue de ella en el siglo XX, cuando en teoría había un dios? Los creyentes podríais decir: «Él nos salvó de destruirnos con nuestras armas nucleares. Fue su voluntad.» De la misma forma, si nos hubiéramos destruido, también habría sido la voluntad de Dios, según vosotros. No hay Dios, pero le odio. Odio la forma en que las creencias religiosas han provocado que dilapidáramos nuestras energías, al desviar la atención de nuestros problemas sempiternos. Se interpuso en nuestro camino hacia la iluminación, como la Sombra de Jung, nos impidió aceptar que estamos hechos de las cenizas caídas de los flancos de soles apagados. Que estamos hechos de la materia del universo. El universo es nuestro hogar.
ELLA: Tendrás que permitir que exprese mi total dísconformidad. Dios ha sido nuestra inspiración, nos ha alzado de la materia. ¿No has oído nunca toda la hermosa música sacra compuesta en su nombre, o visto los grandes cuadros que la fe ha inspirado? Los cuadros fueron pintados por hombres.
ÉL: Dios no poseía ni la mitad del genio musical de Joharín Sebastian Bach, te lo aseguro. Has de renunciar a esta fantasía, por más consoladora que sea. Abandonarla es parte del proceso de convertirse en adulto.
ELLA: No te entiendo.
ÉL: Quieres decir que no entiendes la evolución.
ELLA: No digas tonterías. Ciencia y religión no son contradictorias. No. Lo contradictorio es la experiencia y la religión. ¿Y qué haremos sin Dios?
ÉL: Hemos de aprender, como ya estamos haciendo poco a poco, a juzgarnos a nosotros y nuestras acciones.
ELLA: No harás vacilar mi fe. Lamento que carezcas de ella.
ÉL: ¿Fe? ¿Ser indiferente a los hechos? Venga, no debes enorgullecerte de esa ceguera. Piensa que el concepto de Dios nos separó del resto de la naturaleza, nos encumbró sobre los animales, nos dio el ejemplo de poder y degradación. Nos convirtió en idiotas preocupados por nosotros mismos.
ELLA: Eso es basura blasfema. Pareces casi inhumano cuando hablas así. Los que viajamos por el espacio nos estamos convirtiendo casi en otra especie. Ahora, los cambios físicos y mentales son rápidos. Hemos evolucionado gracias a los dones de aquel atorinentado siglo XX, gracias al descubrimiento del código del ADN y del consiguiente avance en ingeniería genética. Las naves que viajan a lo largo y ancho del espacio entre Oceanía y Marte son entidades vivientes, desarrolladas mediante técnicas de bioingeniería. Recordarás el entusiasmo general cuando Ganímedes fue hecho habitable gracias a una nueva materia compuesta de planta e insecto. Los plansectos fueron enviados en sondas no tripuladas. Aterrizaron en Ganímedes, se dispersaron, se reprodujeron con rapidez y prepararon el satélite para nuestra llegada. Para entonces, los plansectos habían cumplido su objetivo, se habían autoconsumido y dejado sus cuerpos como abono. Tales avances habrían sido imposibles en los tiempos de los primeros aterrizajes en Marte, con su abordaje mecanicista.
ÉL: ¿Y caminaba Dios sobre Ganímedes? ¡No; se interpuso en nuestro camino! ¿Acaso no era la monstruosa Sombra de Jung, que nos impedía ser conscientes de que formábamos parte de todo el cosmos, cenizas de soles apagados?
ELLA: Intenta amar a Dios, tanto si crees que existe como si no. El odio es perjudicial para ti. Dios fue necesario, tal vez esencial, en diversas épocas del pasado, y el Salvador representaba un estado al que podíamos aspirar en el largo período de oscuridad.
ÉL (risas): ¿Estás diciendo que nos hemos salvado a nosotros mismos?
ELLA: Sólo digo que el concepto de un Salvador bondadoso nos ayudó, en tiempos pretéritos. Pero es cierto que hemos acabado con el odio en nuestros satélites exteriores, junto con casi todas las formas de enfermedad. La revisión genética y los sistemas inmunitarios optimizados han clarificado nuestras mentes.
ÉL: Fue la toma de conciencia de que éramos una parte intrínseca de la naturaleza lo que transformó nuestras percepciones cuando llegamos a Marte. Después, han ocurrido muchas cosas. El yermo globo marciano clarificó nuestras mentes. La estimulación de nuestra relación simbiótica con la vida vegetal aceleró el desarrollo de plantas de sangre caliente. Ha cambiado de manera radical nuestro ser y apariencia. Esa epifita que crece ahora en tu cabeza, tan parecida a una orquídea, es la gloria coronada de las mujeres. Permite que lleves contigo una microatmósfera, un termómetro y otras percepciones, a donde quiera que vayas.
ELLA: Al igual que los helechos que brotan alrededor de tu venerable cráneo. Tienes razón en eso. Ahora somos verdaderos terrestres, medio humanos medio vegetales, seres de la naturaleza, bien equipados para aventurarnos en el universo que nos espera. Bien, ha sido agradable hablar contigo. Has de continuar tu camino. Yo he de retirarme. Me estoy haciendo demasiado vieja para viajar. No volveremos a encontrarnos. ¡Hasta la vista, querido espíritu!
FIN