• 10
  • COPIAR-MOVER-ELIMINAR POR SELECCIÓN

  • Copiar Mover Eliminar


    Elegir Bloque de Imágenes

    Desde Hasta
  • GUARDAR IMAGEN


  • Guardar por Imagen

    Guardar todas las Imágenes

    Guardar por Selección

    Fijar "Guardar Imágenes"


  • Banco 1
    Banco 2
    Banco 3
    Banco 4
    Banco 5
    Banco 6
    Banco 7
    Banco 8
    Banco 9
    Banco 10
    Banco 11
    Banco 12
    Banco 13
    Banco 14
    Banco 15
    Banco 16
    Banco 17
    Banco 18
    Banco 19
    Banco 20
    Banco 21
    Banco 22
    Banco 23
    Banco 24
    Banco 25
    Banco 26
    Banco 27
    Banco 28
    Banco 29
    Banco 30
    Banco 31
    Banco 32
    Banco 33
    Banco 34
    Banco 35
    Banco 36
    Banco 37
    Banco 38
    Banco 39
    Banco 40
    Banco 41
    Banco 42
    Banco 43
    Banco 44
    Banco 45
    Banco 46
    Banco 47
    Banco 48
    Banco 49
    Banco 50

  • COPIAR-MOVER IMAGEN

  • Copiar Mover

  • Transición (aprox.)

  • T 1 (1 seg)


    T 2 (3 seg)


    T 3 (5 seg)


    T 4 (s) (8 seg)


    T 5 (10 seg)


    T 6 (15 seg)


    T 7 (20 seg)


    T 8 (30 seg)


    T 9 (40 seg)


    T 10 (50 seg)

    ---------------------

    T 11 (1 min)


    T 12 (5 min)


    T 13 (10 min)


    T 14 (15 min)


    T 15 (20 min)


    T 16 (30 min)


    T 17 (45 min)

    ---------------------

    T 18 (1 hor)


  • Efecto de Cambio

  • SELECCIONADOS


    OPCIONES

    Todos los efectos


    Elegir Efectos


    Desactivar Elegir Efectos


    Borrar Selección


    EFECTOS

    Bounce


    Bounce In


    Bounce In Left


    Bounce In Right


    Fade In (estándar)


    Fade In Down


    Fade In Up


    Fade In Left


    Fade In Right


    Flash


    Flip


    Flip In X


    Flip In Y


    Heart Beat


    Jack In The box


    Jello


    Light Speed In


    Pulse


    Roll In


    Rotate In


    Rotate In Down Left


    Rotate In Down Right


    Rotate In Up Left


    Rotate In Up Right


    Rubber Band


    Shake


    Slide In Up


    Slide In Down


    Slide In Left


    Slide In Right


    Swing


    Tada


    Wobble


    Zoom In


    Zoom In Down


    Zoom In Up


    Zoom In Left


    Zoom In Right


  • CAMBIAR TIEMPO DE LECTURA

  • Tiempo actual:
    m

    Ingresar Minutos

  • OTRAS OPCIONES
  • ▪ Eliminar Lecturas
  • ▪ Historial de Nvgc
  • ▪ Borrar Historial Nvgc
  • ▪ Ventana de Música
  • ▪ Zoom del Blog:
  • ▪ Última Lectura
  • ▪ Manual del Blog
  • ▪ Resolución:
  • ▪ Listas, actualizado en
  • ▪ Limpiar Variables
  • ▪ Imágenes por Categoría
  • PUNTO A GUARDAR



  • Tipea en el recuadro blanco alguna referencia, o, déjalo en blanco y da click en "Referencia"
  • CATEGORÍAS
  • ▪ Libros
  • ▪ Relatos
  • ▪ Arte-Gráficos
  • ▪ Bellezas del Cine y Televisión
  • ▪ Biografías
  • ▪ Chistes que Llegan a mi Email
  • ▪ Consejos Sanos Para el Alma
  • ▪ Cuidando y Encaminando a los Hijos
  • ▪ Datos Interesante. Vale la pena Saber
  • ▪ Fotos: Paisajes y Temas Varios
  • ▪ Historias de Miedo
  • ▪ La Relación de Pareja
  • ▪ La Tía Eulogia
  • ▪ La Vida se ha Convertido en un Lucro
  • ▪ Leyendas Urbanas
  • ▪ Mensajes Para Reflexionar
  • ▪ Personajes de Disney
  • ▪ Salud y Prevención
  • ▪ Sucesos y Proezas que Conmueven
  • ▪ Temas Varios
  • ▪ Tu Relación Contigo Mismo y el Mundo
  • ▪ Un Mundo Inseguro
  • REVISTAS DINERS
  • ▪ Diners-Agosto 1989
  • ▪ Diners-Mayo 1993
  • ▪ Diners-Septiembre 1993
  • ▪ Diners-Noviembre 1993
  • ▪ Diners-Diciembre 1993
  • ▪ Diners-Abril 1994
  • ▪ Diners-Mayo 1994
  • ▪ Diners-Junio 1994
  • ▪ Diners-Julio 1994
  • ▪ Diners-Octubre 1994
  • ▪ Diners-Enero 1995
  • ▪ Diners-Marzo 1995
  • ▪ Diners-Junio 1995
  • ▪ Diners-Septiembre 1995
  • ▪ Diners-Febrero 1996
  • ▪ Diners-Julio 1996
  • ▪ Diners-Septiembre 1996
  • ▪ Diners-Febrero 1998
  • ▪ Diners-Abril 1998
  • ▪ Diners-Mayo 1998
  • ▪ Diners-Octubre 1998
  • ▪ Diners-Temas Rescatados
  • REVISTAS SELECCIONES
  • ▪ Selecciones-Enero 1965
  • ▪ Selecciones-Agosto 1965
  • ▪ Selecciones-Julio 1968
  • ▪ Selecciones-Abril 1969
  • ▪ Selecciones-Febrero 1970
  • ▪ Selecciones-Marzo 1970
  • ▪ Selecciones-Mayo 1970
  • ▪ Selecciones-Marzo 1972
  • ▪ Selecciones-Mayo 1973
  • ▪ Selecciones-Junio 1973
  • ▪ Selecciones-Julio 1973
  • ▪ Selecciones-Diciembre 1973
  • ▪ Selecciones-Enero 1974
  • ▪ Selecciones-Marzo 1974
  • ▪ Selecciones-Mayo 1974
  • ▪ Selecciones-Julio 1974
  • ▪ Selecciones-Septiembre 1974
  • ▪ Selecciones-Marzo 1975
  • ▪ Selecciones-Junio 1975
  • ▪ Selecciones-Noviembre 1975
  • ▪ Selecciones-Marzo 1976
  • ▪ Selecciones-Mayo 1976
  • ▪ Selecciones-Noviembre 1976
  • ▪ Selecciones-Enero 1977
  • ▪ Selecciones-Febrero 1977
  • ▪ Selecciones-Mayo 1977
  • ▪ Selecciones-Septiembre 1977
  • ▪ Selecciones-Octubre 1977
  • ▪ Selecciones-Enero 1978
  • ▪ Selecciones-Octubre 1978
  • ▪ Selecciones-Diciembre 1978
  • ▪ Selecciones-Enero 1979
  • ▪ Selecciones-Marzo 1979
  • ▪ Selecciones-Julio 1979
  • ▪ Selecciones-Agosto 1979
  • ▪ Selecciones-Octubre 1979
  • ▪ Selecciones-Abril 1980
  • ▪ Selecciones-Agosto 1980
  • ▪ Selecciones-Septiembre 1980
  • ▪ Selecciones-Diciembre 1980
  • ▪ Selecciones-Febrero 1981
  • ▪ Selecciones-Septiembre 1981
  • ▪ Selecciones-Abril 1982
  • ▪ Selecciones-Mayo 1983
  • ▪ Selecciones-Julio 1984
  • ▪ Selecciones-Junio 1985
  • ▪ Selecciones-Septiembre 1987
  • ▪ Selecciones-Abril 1988
  • ▪ Selecciones-Febrero 1989
  • ▪ Selecciones-Abril 1989
  • ▪ Selecciones-Marzo 1990
  • ▪ Selecciones-Abril 1991
  • ▪ Selecciones-Mayo 1991
  • ▪ Selecciones-Octubre 1991
  • ▪ Selecciones-Diciembre 1991
  • ▪ Selecciones-Febrero 1992
  • ▪ Selecciones-Junio 1992
  • ▪ Selecciones-Septiembre 1992
  • ▪ Selecciones-Febrero 1994
  • ▪ Selecciones-Mayo 1994
  • ▪ Selecciones-Abril 1995
  • ▪ Selecciones-Mayo 1995
  • ▪ Selecciones-Septiembre 1995
  • ▪ Selecciones-Diciembre 1995
  • ▪ Selecciones-Junio 1996
  • ▪ Selecciones-Mayo 1997
  • ▪ Selecciones-Enero 1998
  • ▪ Selecciones-Febrero 1998
  • ▪ Selecciones-Julio 1999
  • ▪ Selecciones-Diciembre 1999
  • ▪ Selecciones-Febrero 2000
  • ▪ Selecciones-Diciembre 2001
  • ▪ Selecciones-Febrero 2002
  • ▪ Selecciones-Mayo 2005
  • CATEGORIAS
  • Arte-Gráficos
  • Bellezas
  • Biografías
  • Chistes que llegan a mi Email
  • Consejos Sanos para el Alma
  • Cuidando y Encaminando a los Hijos
  • Datos Interesantes
  • Fotos: Paisajes y Temas varios
  • Historias de Miedo
  • La Relación de Pareja
  • La Tía Eulogia
  • La Vida se ha convertido en un Lucro
  • Leyendas Urbanas
  • Mensajes para Reflexionar
  • Personajes Disney
  • Salud y Prevención
  • Sucesos y Proezas que conmueven
  • Temas Varios
  • Tu Relación Contigo mismo y el Mundo
  • Un Mundo Inseguro
  • TODAS LAS REVISTAS
  • Selecciones
  • Diners
  • REVISTAS DINERS
  • Diners-Agosto 1989
  • Diners-Mayo 1993
  • Diners-Septiembre 1993
  • Diners-Noviembre 1993
  • Diners-Diciembre 1993
  • Diners-Abril 1994
  • Diners-Mayo 1994
  • Diners-Junio 1994
  • Diners-Julio 1994
  • Diners-Octubre 1994
  • Diners-Enero 1995
  • Diners-Marzo 1995
  • Diners-Junio 1995
  • Diners-Septiembre 1995
  • Diners-Febrero 1996
  • Diners-Julio 1996
  • Diners-Septiembre 1996
  • Diners-Febrero 1998
  • Diners-Abril 1998
  • Diners-Mayo 1998
  • Diners-Octubre 1998
  • Diners-Temas Rescatados
  • REVISTAS SELECCIONES
  • Selecciones-Enero 1965
  • Selecciones-Agosto 1965
  • Selecciones-Julio 1968
  • Selecciones-Abril 1969
  • Selecciones-Febrero 1970
  • Selecciones-Marzo 1970
  • Selecciones-Mayo 1970
  • Selecciones-Marzo 1972
  • Selecciones-Mayo 1973
  • Selecciones-Junio 1973
  • Selecciones-Julio 1973
  • Selecciones-Diciembre 1973
  • Selecciones-Enero 1974
  • Selecciones-Marzo 1974
  • Selecciones-Mayo 1974
  • Selecciones-Julio 1974
  • Selecciones-Septiembre 1974
  • Selecciones-Marzo 1975
  • Selecciones-Junio 1975
  • Selecciones-Noviembre 1975
  • Selecciones-Marzo 1976
  • Selecciones-Mayo 1976
  • Selecciones-Noviembre 1976
  • Selecciones-Enero 1977
  • Selecciones-Febrero 1977
  • Selecciones-Mayo 1977
  • Selecciones-Octubre 1977
  • Selecciones-Septiembre 1977
  • Selecciones-Enero 1978
  • Selecciones-Octubre 1978
  • Selecciones-Diciembre 1978
  • Selecciones-Enero 1979
  • Selecciones-Marzo 1979
  • Selecciones-Julio 1979
  • Selecciones-Agosto 1979
  • Selecciones-Octubre 1979
  • Selecciones-Abril 1980
  • Selecciones-Agosto 1980
  • Selecciones-Septiembre 1980
  • Selecciones-Diciembre 1980
  • Selecciones-Febrero 1981
  • Selecciones-Septiembre 1981
  • Selecciones-Abril 1982
  • Selecciones-Mayo 1983
  • Selecciones-Julio 1984
  • Selecciones-Junio 1985
  • Selecciones-Septiembre 1987
  • Selecciones-Abril 1988
  • Selecciones-Febrero 1989
  • Selecciones-Abril 1989
  • Selecciones-Marzo 1990
  • Selecciones-Abril 1991
  • Selecciones-Mayo 1991
  • Selecciones-Octubre 1991
  • Selecciones-Diciembre 1991
  • Selecciones-Febrero 1992
  • Selecciones-Junio 1992
  • Selecciones-Septiembre 1992
  • Selecciones-Febrero 1994
  • Selecciones-Mayo 1994
  • Selecciones-Abril 1995
  • Selecciones-Mayo 1995
  • Selecciones-Septiembre 1995
  • Selecciones-Diciembre 1995
  • Selecciones-Junio 1996
  • Selecciones-Mayo 1997
  • Selecciones-Enero 1998
  • Selecciones-Febrero 1998
  • Selecciones-Julio 1999
  • Selecciones-Diciembre 1999
  • Selecciones-Febrero 2000
  • Selecciones-Diciembre 2001
  • Selecciones-Febrero 2002
  • Selecciones-Mayo 2005

  • SOMBRA DEL TEMA
  • ▪ Quitar
  • ▪ Normal
  • Publicaciones con Notas

    Notas de esta Página

    Todas las Notas

    Banco 1
    Banco 2
    Banco 3
    Banco 4
    Banco 5
    Banco 6
    Banco 7
    Banco 8
    Banco 9
    Banco 10
    Banco 11
    Banco 12
    Banco 13
    Banco 14
    Banco 15
    Banco 16
    Banco 17
    Banco 18
    Banco 19
    Banco 20
    Banco 21
    Banco 22
    Banco 23
    Banco 24
    Banco 25
    Banco 26
    Banco 27
    Banco 28
    Banco 29
    Banco 30
    Banco 31
    Banco 32
    Banco 33
    Banco 34
    Banco 35
    Banco 36
    Banco 37
    Banco 38
    Banco 39
    Banco 40
    Banco 41
    Banco 42
    Banco 43
    Banco 44
    Banco 45
    Banco 46
    Banco 47
    Banco 48
    Banco 49
    Banco 50
    Ingresar Clave



    Aceptar

    ÍNDICE
  • MÚSICA SELECCIONADA
  • Instrumental
  • 1. 12 Mornings - Audionautix - 2:33
  • 2. Allegro (Autumn. Concerto F Major Rv 293) - Antonio Vivaldi - 3:35
  • 3. Allegro (Winter. Concerto F Minor Rv 297) - Antonio Vivaldi - 3:52
  • 4. Americana Suite - Mantovani - 7:58
  • 5. An Der Schonen Blauen Donau, Walzer, Op. 314 (The Blue Danube) (Csr Symphony Orchestra) - Johann Strauss - 9:26
  • 6. Annen. Polka, Op. 117 (Polish State Po) - Johann Strauss Jr - 4:30
  • 7. Autumn Day - Kevin Macleod - 3:05
  • 8. Bolereando - Quincas Moreira - 3:21
  • 9. Ersatz Bossa - John Deley And The 41 Players - 2:53
  • 10. España - Mantovani - 3:22
  • 11. Fireflies And Stardust - Kevin Macleod - 4:15
  • 12. Floaters - Jimmy Fontanez & Media Right Productions - 1:50
  • 13. Fresh Fallen Snow - Chris Haugen - 3:33
  • 14. Gentle Sex (Dulce Sexo) - Esoteric - 9:46
  • 15. Green Leaves - Audionautix - 3:40
  • 16. Hills Behind - Silent Partner - 2:01
  • 17. Island Dream - Chris Haugen - 2:30
  • 18. Love Or Lust - Quincas Moreira - 3:39
  • 19. Nostalgia - Del - 3:26
  • 20. One Fine Day - Audionautix - 1:43
  • 21. Osaka Rain - Albis - 1:48
  • 22. Read All Over - Nathan Moore - 2:54
  • 23. Si Señorita - Chris Haugen.mp3 - 2:18
  • 24. Snowy Peaks II - Chris Haugen - 1:52
  • 25. Sunset Dream - Cheel - 2:41
  • 26. Swedish Rhapsody - Mantovani - 2:10
  • 27. Travel The World - Del - 3:56
  • 28. Tucson Tease - John Deley And The 41 Players - 2:30
  • 29. Walk In The Park - Audionautix - 2:44
  • Naturaleza
  • 30. Afternoon Stream - 30:12
  • 31. Big Surf (Ocean Waves) - 8:03
  • 32. Bobwhite, Doves & Cardinals (Morning Songbirds) - 8:58
  • 33. Brookside Birds (Morning Songbirds) - 6:54
  • 34. Cicadas (American Wilds) - 5:27
  • 35. Crickets & Wolves (American Wilds) - 8:56
  • 36. Deep Woods (American Wilds) - 4:08
  • 37. Duet (Frog Chorus) - 2:24
  • 38. Echoes Of Nature (Beluga Whales) - 1h00:23
  • 39. Evening Thunder - 30:01
  • 40. Exotische Reise - 30:30
  • 41. Frog Chorus (American Wilds) - 7:36
  • 42. Frog Chorus (Frog Chorus) - 44:28
  • 43. Jamboree (Thundestorm) - 16:44
  • 44. Low Tide (Ocean Waves) - 10:11
  • 45. Magicmoods - Ocean Surf - 26:09
  • 46. Marsh (Morning Songbirds) - 3:03
  • 47. Midnight Serenade (American Wilds) - 2:57
  • 48. Morning Rain - 30:11
  • 49. Noche En El Bosque (Brainwave Lab) - 2h20:31
  • 50. Pacific Surf & Songbirds (Morning Songbirds) - 4:55
  • 51. Pebble Beach (Ocean Waves) - 12:49
  • 52. Pleasant Beach (Ocean Waves) - 19:32
  • 53. Predawn (Morning Songbirds) - 16:35
  • 54. Rain With Pygmy Owl (Morning Songbirds) - 3:21
  • 55. Showers (Thundestorm) - 3:00
  • 56. Songbirds (American Wilds) - 3:36
  • 57. Sparkling Water (Morning Songbirds) - 3:02
  • 58. Thunder & Rain (Thundestorm) - 25:52
  • 59. Verano En El Campo (Brainwave Lab) - 2h43:44
  • 60. Vertraumter Bach - 30:29
  • 61. Water Frogs (Frog Chorus) - 3:36
  • 62. Wilderness Rainshower (American Wilds) - 14:54
  • 63. Wind Song - 30:03
  • Relajación
  • 64. Concerning Hobbits - 2:55
  • 65. Constant Billy My Love To My - Kobialka - 5:45
  • 66. Dance Of The Blackfoot - Big Sky - 4:32
  • 67. Emerald Pools - Kobialka - 3:56
  • 68. Gypsy Bride - Big Sky - 4:39
  • 69. Interlude No.2 - Natural Dr - 2:27
  • 70. Interlude No.3 - Natural Dr - 3:33
  • 71. Kapha Evening - Bec Var - Bruce Brian - 18:50
  • 72. Kapha Morning - Bec Var - Bruce Brian - 18:38
  • 73. Misterio - Alan Paluch - 19:06
  • 74. Natural Dreams - Cades Cove - 7:10
  • 75. Oh, Why Left I My Hame - Kobialka - 4:09
  • 76. Sunday In Bozeman - Big Sky - 5:40
  • 77. The Road To Durbam Longford - Kobialka - 3:15
  • 78. Timberline Two Step - Natural Dr - 5:19
  • 79. Waltz Of The Winter Solace - 5:33
  • 80. You Smile On Me - Hufeisen - 2:50
  • 81. You Throw Your Head Back In Laughter When I Think Of Getting Angry - Hufeisen - 3:43
  • Halloween-Suspenso
  • 82. A Night In A Haunted Cemetery - Immersive Halloween Ambience - Rainrider Ambience - 13:13
  • 83. A Sinister Power Rising Epic Dark Gothic Soundtrack - 1:13
  • 84. Acecho - 4:34
  • 85. Alone With The Darkness - 5:06
  • 86. Atmosfera De Suspenso - 3:08
  • 87. Awoke - 0:54
  • 88. Best Halloween Playlist 2023 - Cozy Cottage - 1h17:43
  • 89. Black Sunrise Dark Ambient Soundscape - 4:00
  • 90. Cinematic Horror Climax - 0:59
  • 91. Creepy Halloween Night - 1:54
  • 92. Creepy Music Box Halloween Scary Spooky Dark Ambient - 1:05
  • 93. Dark Ambient Horror Cinematic Halloween Atmosphere Scary - 1:58
  • 94. Dark Mountain Haze - 1:44
  • 95. Dark Mysterious Halloween Night Scary Creepy Spooky Horror Music - 1:35
  • 96. Darkest Hour - 4:00
  • 97. Dead Home - 0:36
  • 98. Deep Relaxing Horror Music - Aleksandar Zavisin - 1h01:28
  • 99. Everything You Know Is Wrong - 0:46
  • 100. Geisterstimmen - 1:39
  • 101. Halloween Background Music - 1:01
  • 102. Halloween Spooky Horror Scary Creepy Funny Monsters And Zombies - 1:21
  • 103. Halloween Spooky Trap - 1:05
  • 104. Halloween Time - 0:57
  • 105. Horrible - 1:36
  • 106. Horror Background Atmosphere - Pixabay-Universfield - 1:05
  • 107. Horror Background Music Ig Version 60s - 1:04
  • 108. Horror Music Scary Creepy Dark Ambient Cinematic Lullaby - 1:52
  • 109. Horror Sound Mk Sound Fx - 13:39
  • 110. Inside Serial Killer 39s Cove Dark Thriller Horror Soundtrack Loopable - 0:29
  • 111. Intense Horror Music - Pixabay - 1:37
  • 112. Long Thriller Theme - 8:00
  • 113. Melancholia Music Box Sad-Creepy Song - 3:42
  • 114. Mix Halloween-1 - 33:58
  • 115. Mix Halloween-2 - 33:34
  • 116. Mix Halloween-3 - 58:53
  • 117. Mix-Halloween - Spooky-2022 - 1h19:23
  • 118. Movie Theme - A Nightmare On Elm Street - 1984 - 4:06
  • 119. Movie Theme - Children Of The Corn - 3:03
  • 120. Movie Theme - Dead Silence - 2:56
  • 121. Movie Theme - Friday The 13th - 11:11
  • 122. Movie Theme - Halloween - John Carpenter - 2:25
  • 123. Movie Theme - Halloween II - John Carpenter - 4:30
  • 124. Movie Theme - Halloween III - 6:16
  • 125. Movie Theme - Insidious - 3:31
  • 126. Movie Theme - Prometheus - 1:34
  • 127. Movie Theme - Psycho - 1960 - 1:06
  • 128. Movie Theme - Sinister - 6:56
  • 129. Movie Theme - The Omen - 2:35
  • 130. Movie Theme - The Omen II - 5:05
  • 131. Música - 8 Bit Halloween Story - 2:03
  • 132. Música - Esto Es Halloween - El Extraño Mundo De Jack - 3:08
  • 133. Música - Esto Es Halloween - El Extraño Mundo De Jack - Amanda Flores Todas Las Voces - 3:09
  • 134. Música - For Halloween Witches Brew - 1:07
  • 135. Música - Halloween Surfing With Spooks - 1:16
  • 136. Música - Spooky Halloween Sounds - 1:23
  • 137. Música - This Is Halloween - 2:14
  • 138. Música - This Is Halloween - Animatic Creepypasta Remake - 3:16
  • 139. Música - This Is Halloween Cover By Oliver Palotai Simone Simons - 3:10
  • 140. Música - This Is Halloween - From Tim Burton's The Nightmare Before Christmas - 3:13
  • 141. Música - This Is Halloween - Marilyn Manson - 3:20
  • 142. Música - Trick Or Treat - 1:08
  • 143. Música De Suspenso - Bosque Siniestro - Tony Adixx - 3:21
  • 144. Música De Suspenso - El Cementerio - Tony Adixx - 3:33
  • 145. Música De Suspenso - El Pantano - Tony Adixx - 4:21
  • 146. Música De Suspenso - Fantasmas De Halloween - Tony Adixx - 4:01
  • 147. Música De Suspenso - Muñeca Macabra - Tony Adixx - 3:03
  • 148. Música De Suspenso - Payasos Asesinos - Tony Adixx - 3:38
  • 149. Música De Suspenso - Trampa Oscura - Tony Adixx - 2:42
  • 150. Música Instrumental De Suspenso - 1h31:32
  • 151. Mysterios Horror Intro - 0:39
  • 152. Mysterious Celesta - 1:04
  • 153. Nightmare - 2:32
  • 154. Old Cosmic Entity - 2:15
  • 155. One-Two Freddys Coming For You - 0:29
  • 156. Out Of The Dark Creepy And Scary Voices - 0:59
  • 157. Pandoras Music Box - 3:07
  • 158. Peques - 5 Calaveras Saltando En La Cama - Educa Baby TV - 2:18
  • 159. Peques - A Mi Zombie Le Duele La Cabeza - Educa Baby TV - 2:49
  • 160. Peques - Halloween Scary Horror And Creepy Spooky Funny Children Music - 2:53
  • 161. Peques - Join Us - Horror Music With Children Singing - 1:58
  • 162. Peques - La Familia Dedo De Monstruo - Educa Baby TV - 3:31
  • 163. Peques - Las Calaveras Salen De Su Tumba Chumbala Cachumbala - 3:19
  • 164. Peques - Monstruos Por La Ciudad - Educa Baby TV - 3:17
  • 165. Peques - Tumbas Por Aquí, Tumbas Por Allá - Luli Pampin - 3:17
  • 166. Scary Forest - 2:37
  • 167. Scary Spooky Creepy Horror Ambient Dark Piano Cinematic - 2:06
  • 168. Slut - 0:48
  • 169. Sonidos - A Growing Hit For Spooky Moments - Pixabay-Universfield - 0:05
  • 170. Sonidos - A Short Horror With A Build Up - Pixabay-Universfield - 0:13
  • 171. Sonidos - Castillo Embrujado - Creando Emociones - 1:05
  • 172. Sonidos - Cinematic Impact Climax Intro - Pixabay - 0:26
  • 173. Sonidos - Creepy Ambience - 1:52
  • 174. Sonidos - Creepy Atmosphere - 2:01
  • 175. Sonidos - Creepy Cave - 0:06
  • 176. Sonidos - Creepy Church Hell - 1:03
  • 177. Sonidos - Creepy Horror Sound Ghostly - 0:16
  • 178. Sonidos - Creepy Horror Sound Possessed Laughter - Pixabay-Alesiadavina - 0:04
  • 179. Sonidos - Creepy Ring Around The Rosie - 0:20
  • 180. Sonidos - Creepy Soundscape - Pixabay - 0:50
  • 181. Sonidos - Creepy Vocal Ambience - 1:12
  • 182. Sonidos - Creepy Whispering - Pixabay - 0:03
  • 183. Sonidos - Cueva De Los Espiritus - The Girl Of The Super Sounds - 3:47
  • 184. Sonidos - Disturbing Horror Sound Creepy Laughter - Pixabay-Alesiadavina - 0:05
  • 185. Sonidos - Eerie Horror Sound Evil Woman - 0:06
  • 186. Sonidos - Eerie Horror Sound Ghostly 2 - 0:22
  • 187. Sonidos - Efecto De Tormenta Y Música Siniestra - 2:00
  • 188. Sonidos - Erie Ghost Sound Scary Sound Paranormal - 0:15
  • 189. Sonidos - Ghost Sigh - Pixabay - 0:05
  • 190. Sonidos - Ghost Sound Ghostly - 0:12
  • 191. Sonidos - Ghost Voice Halloween Moany Ghost - 0:14
  • 192. Sonidos - Ghost Whispers - Pixabay - 0:23
  • 193. Sonidos - Ghosts-Whispering-Screaming - Lara's Horror Sounds - 2h03:28
  • 194. Sonidos - Halloween Horror Voice Hello - 0:05
  • 195. Sonidos - Halloween Impact - 0:06
  • 196. Sonidos - Halloween Intro 1 - 0:11
  • 197. Sonidos - Halloween Intro 2 - 0:11
  • 198. Sonidos - Halloween Sound Ghostly 2 - 0:20
  • 199. Sonidos - Hechizo De Bruja - 0:11
  • 200. Sonidos - Horror - Pixabay - 1:36
  • 201. Sonidos - Horror Demonic Sound - Pixabay-Alesiadavina - 0:15
  • 202. Sonidos - Horror Sfx - Pixabay - 0:04
  • 203. Sonidos - Horror Sound Effect - 0:21
  • 204. Sonidos - Horror Voice Flashback - Pixabay - 0:10
  • 205. Sonidos - Magia - 0:05
  • 206. Sonidos - Maniac In The Dark - Pixabay-Universfield - 0:15
  • 207. Sonidos - Miedo-Suspenso - Live Better Media - 8:05
  • 208. Sonidos - Para Recorrido De Casa Del Terror - Dangerous Tape Avi - 1:16
  • 209. Sonidos - Posesiones - Horror Movie Dj's - 1:35
  • 210. Sonidos - Risa De Bruja 1 - 0:04
  • 211. Sonidos - Risa De Bruja 2 - 0:09
  • 212. Sonidos - Risa De Bruja 3 - 0:08
  • 213. Sonidos - Risa De Bruja 4 - 0:06
  • 214. Sonidos - Risa De Bruja 5 - 0:03
  • 215. Sonidos - Risa De Bruja 6 - 0:03
  • 216. Sonidos - Risa De Bruja 7 - 0:09
  • 217. Sonidos - Risa De Bruja 8 - 0:11
  • 218. Sonidos - Scary Ambience - 2:08
  • 219. Sonidos - Scary Creaking Knocking Wood - Pixabay - 0:26
  • 220. Sonidos - Scary Horror Sound - 0:13
  • 221. Sonidos - Scream With Echo - Pixabay - 0:05
  • 222. Sonidos - Suspense Creepy Ominous Ambience - 3:23
  • 223. Sonidos - Terror - Ronwizlee - 6:33
  • 224. Suspense Dark Ambient - 2:34
  • 225. Tense Cinematic - 3:14
  • 226. Terror Ambience - Pixabay - 2:01
  • 227. The Spell Dark Magic Background Music Ob Lix - 3:23
  • 228. Trailer Agresivo - 0:49
  • 229. Welcome To The Dark On Halloween - 2:25
  • 230. Zombie Party Time - 4:36
  • 231. 20 Villancicos Tradicionales - Los Niños Cantores De Navidad Vol.1 (1999) - 53:21
  • 232. 30 Mejores Villancicos De Navidad - Mundo Canticuentos - 1h11:57
  • 233. Blanca Navidad - Coros de Amor - 3:00
  • 234. Christmas Ambience - Rainrider Ambience - 3h00:00
  • 235. Christmas Time - Alma Cogan - 2:48
  • 236. Christmas Village - Aaron Kenny - 1:32
  • 237. Clásicos De Navidad - Orquesta Sinfónica De Londres - 51:44
  • 238. Deck The Hall With Boughs Of Holly - Anre Rieu - 1:33
  • 239. Deck The Halls - Jingle Punks - 2:12
  • 240. Deck The Halls - Nat King Cole - 1:08
  • 241. Frosty The Snowman - Nat King Cole-1950 - 2:18
  • 242. Frosty The Snowman - The Ventures - 2:01
  • 243. I Wish You A Merry Christmas - Bing Crosby - 1:53
  • 244. It's A Small World - Disney Children's - 2:04
  • 245. It's The Most Wonderful Time Of The Year - Andy Williams - 2:32
  • 246. Jingle Bells - 1957 - Bobby Helms - 2:11
  • 247. Jingle Bells - Am Classical - 1:36
  • 248. Jingle Bells - Frank Sinatra - 2:05
  • 249. Jingle Bells - Jim Reeves - 1:47
  • 250. Jingle Bells - Les Paul - 1:36
  • 251. Jingle Bells - Original Lyrics - 2:30
  • 252. La Pandilla Navideña - A Belen Pastores - 2:24
  • 253. La Pandilla Navideña - Ángeles Y Querubines - 2:33
  • 254. La Pandilla Navideña - Anton - 2:54
  • 255. La Pandilla Navideña - Campanitas Navideñas - 2:50
  • 256. La Pandilla Navideña - Cantad Cantad - 2:39
  • 257. La Pandilla Navideña - Donde Será Pastores - 2:35
  • 258. La Pandilla Navideña - El Amor De Los Amores - 2:56
  • 259. La Pandilla Navideña - Ha Nacido Dios - 2:29
  • 260. La Pandilla Navideña - La Nanita Nana - 2:30
  • 261. La Pandilla Navideña - La Pandilla - 2:29
  • 262. La Pandilla Navideña - Pastores Venid - 2:20
  • 263. La Pandilla Navideña - Pedacito De Luna - 2:13
  • 264. La Pandilla Navideña - Salve Reina Y Madre - 2:05
  • 265. La Pandilla Navideña - Tutaina - 2:09
  • 266. La Pandilla Navideña - Vamos, Vamos Pastorcitos - 2:29
  • 267. La Pandilla Navideña - Venid, Venid, Venid - 2:15
  • 268. La Pandilla Navideña - Zagalillo - 2:16
  • 269. Let It Snow! Let It Snow! - Dean Martin - 1:55
  • 270. Let It Snow! Let It Snow! - Frank Sinatra - 2:35
  • 271. Los Peces En El Río - Los Niños Cantores de Navidad - 2:15
  • 272. Music Box We Wish You A Merry Christmas - 0:27
  • 273. Navidad - Himnos Adventistas - 35:35
  • 274. Navidad - Instrumental Relajante - Villancicos - 1 - 58:29
  • 275. Navidad - Instrumental Relajante - Villancicos - 2 - 2h00:43
  • 276. Navidad - Jazz Instrumental - Canciones Y Villancicos - 1h08:52
  • 277. Navidad - Piano Relajante Para Descansar - 1h00:00
  • 278. Noche De Paz - 3:40
  • 279. Rocking Around The Chirstmas - Mel & Kim - 3:32
  • 280. Rodolfo El Reno - Grupo Nueva América - Orquesta y Coros - 2:40
  • 281. Rudolph The Red-Nosed Reindeer - The Cadillacs - 2:18
  • 282. Santa Claus Is Comin To Town - Frank Sinatra Y Seal - 2:18
  • 283. Santa Claus Is Coming To Town - Coros De Niños - 1:19
  • 284. Santa Claus Is Coming To Town - Frank Sinatra - 2:36
  • 285. Sleigh Ride - Ferrante And Teicher - 2:16
  • 286. Sonidos - Beads Christmas Bells Shake - 0:20
  • 287. Sonidos - Campanas De Trineo - 0:07
  • 288. Sonidos - Christmas Fireworks Impact - 1:16
  • 289. Sonidos - Christmas Ident - 0:10
  • 290. Sonidos - Christmas Logo - 0:09
  • 291. Sonidos - Clinking Of Glasses - 0:02
  • 292. Sonidos - Deck The Halls - 0:08
  • 293. Sonidos - Fireplace Chimenea Fire Crackling Loop - 3:00
  • 294. Sonidos - Fireplace Chimenea Loop Original Noise - 4:57
  • 295. Sonidos - New Year Fireworks Sound 1 - 0:06
  • 296. Sonidos - New Year Fireworks Sound 2 - 0:10
  • 297. Sonidos - Papa Noel Creer En La Magia De La Navidad - 0:13
  • 298. Sonidos - Papa Noel La Magia De La Navidad - 0:09
  • 299. Sonidos - Risa Papa Noel - 0:03
  • 300. Sonidos - Risa Papa Noel Feliz Navidad 1 - 0:05
  • 301. Sonidos - Risa Papa Noel Feliz Navidad 2 - 0:05
  • 302. Sonidos - Risa Papa Noel Feliz Navidad 3 - 0:05
  • 303. Sonidos - Risa Papa Noel Feliz Navidad 4 - 0:05
  • 304. Sonidos - Risa Papa Noel How How How - 0:09
  • 305. Sonidos - Risa Papa Noel Merry Christmas - 0:04
  • 306. Sonidos - Sleigh Bells - 0:04
  • 307. Sonidos - Sleigh Bells Shaked - 0:31
  • 308. Sonidos - Wind Chimes Bells - 1:30
  • 309. Symphonion O Christmas Tree - 0:34
  • 310. The First Noel - Am Classical - 2:18
  • 311. Walking In A Winter Wonderland - Dean Martin - 1:52
  • 312. We Wish You A Merry Christmas - Rajshri Kids - 2:07
  • Código Hexadecimal


    Seleccionar Efectos (
    0
    )
    Normal
    Aleatorio
    Activar Desactivar Borrar
    Seleccionar Tipos de Letra (
    0
    )
    Normal
    Aleatorio
    Activar Desactivar Borrar
    Seleccionar Colores (
    0
    )
    Elegir Sección

    Bordes
    Fondo 1
    Fondo 2

    Fondo Hora
    Reloj-Fecha
    Normal
    Aleatorio
    Activar Desactivar Borrar
    Seleccionar Avatar (
    0
    )
    Normal
    Aleatorio
    Activar Desactivar Borrar
    Seleccionar Imágenes para efectos (
    0
    )
    Normal
    Aleatorio
    Activar Desactivar Borrar
    LETRA - TIPO

    ACTUAL

    Desactivado SM
    ▪ Abrir para Selección Múltiple

    ▪ Cerrar Selección Múltiple
    SECCIÓN

    ▪ Reloj y Fecha
    Saira Stencil One


    ▪ Reloj


    ▪ Fecha


    ▪ Hora


    ▪ Minutos


    ▪ Segundos


    ▪ Dos Puntos 1


    ▪ Dos Puntos 2

    ▪ Restaurar

    ▪ Original

    NORMAL

    ▪ ADLaM Display: H33-V66

    ▪ Akaya Kanadaka: H37-V67

    ▪ Audiowide: H23-V50

    ▪ Chewy: H35-V67

    ▪ Croissant One: H35-V67

    ▪ Delicious Handrawn: H55-V67

    ▪ Germania One: H43-V67

    ▪ Kavoon: H33-V67

    ▪ Limelight: H31-V67

    ▪ Marhey: H31-V67

    ▪ Orbitron: H25-V55

    ▪ Revalia: H23-V54

    ▪ Ribeye: H33-V67

    ▪ Saira Stencil One(s): H31-V67

    ▪ Source Code Pro: H31-V67

    ▪ Uncial Antiqua: H27-V58

    CON RELLENO

    ▪ Cabin Sketch: H31-V67

    ▪ Fredericka the Great: H37-V67

    ▪ Rubik Dirt: H29-V66

    ▪ Rubik Distressed: H29-V66

    ▪ Rubik Glitch Pop: H29-V66

    ▪ Rubik Maps: H29-V66

    ▪ Rubik Maze: H29-V66

    ▪ Rubik Moonrocks: H29-V66

    DE PUNTOS

    ▪ Codystar: H37-V68

    ▪ Handjet: H51-V67

    ▪ Raleway Dots: H35-V67

    DIFERENTE

    ▪ Barrio: H41-V67

    ▪ Caesar Dressing: H39-V66

    ▪ Diplomata SC: H19-V44

    ▪ Emilys Candy: H35-V67

    ▪ Faster One: H27-V58

    ▪ Henny Penny: H29-V64

    ▪ Jolly Lodger: H55-V67

    ▪ Kablammo: H33-V66

    ▪ Monofett: H33-V66

    ▪ Monoton: H25-V55

    ▪ Mystery Quest: H37-V67

    ▪ Nabla: H39-V64

    ▪ Reggae One: H29-V64

    ▪ Rye: H29-V65

    ▪ Silkscreen: H27-V62

    ▪ Sixtyfour: H19-V46

    ▪ Smokum: H53-V67

    ▪ UnifrakturCook: H41-V67

    ▪ Vast Shadow: H25-V56

    ▪ Wallpoet: H25-V54

    ▪ Workbench: H37-V65

    GRUESA

    ▪ Bagel Fat One: H32-V66

    ▪ Bungee Inline: H27-V64

    ▪ Chango: H23-V52

    ▪ Coiny: H31-V67

    ▪ Luckiest Guy : H33-V67

    ▪ Modak: H35-V67

    ▪ Oi: H21-V46

    ▪ Rubik Spray Paint: H29-V65

    ▪ Ultra: H27-V60

    HALLOWEEN

    ▪ Butcherman: H37-V67

    ▪ Creepster: H47-V67

    ▪ Eater: H35-V67

    ▪ Freckle Face: H39-V67

    ▪ Frijole: H27-V63

    ▪ Irish Grover: H37-V67

    ▪ Nosifer: H23-V50

    ▪ Piedra: H39-V67

    ▪ Rubik Beastly: H29-V62

    ▪ Rubik Glitch: H29-V65

    ▪ Rubik Marker Hatch: H29-V65

    ▪ Rubik Wet Paint: H29-V65

    LÍNEA FINA

    ▪ Almendra Display: H42-V67

    ▪ Cute Font: H49-V75

    ▪ Cutive Mono: H31-V67

    ▪ Hachi Maru Pop: H25-V58

    ▪ Life Savers: H37-V64

    ▪ Megrim: H37-V67

    ▪ Snowburst One: H33-V63

    MANUSCRITA

    ▪ Beau Rivage: H27-V55

    ▪ Butterfly Kids: H59-V71

    ▪ Explora: H47-V72

    ▪ Love Light: H35-V61

    ▪ Mea Culpa: H42-V67

    ▪ Neonderthaw: H37-V66

    ▪ Sonsie one: H21-V50

    ▪ Swanky and Moo Moo: H53-V68

    ▪ Waterfall: H43-V67

    SIN RELLENO

    ▪ Akronim: H51-V68

    ▪ Bungee Shade: H25-V56

    ▪ Londrina Outline: H41-V67

    ▪ Moirai One: H34-V64

    ▪ Rampart One: H31-V63

    ▪ Rubik Burned: H29-V64

    ▪ Rubik Doodle Shadow: H29-V65

    ▪ Rubik Iso: H29-V64

    ▪ Rubik Puddles: H29-V62

    ▪ Tourney: H37-V66

    ▪ Train One: H29-V64

    ▪ Ewert: H27-V62

    ▪ Londrina Shadow: H41-V67

    ▪ Londrina Sketch: H41-V67

    ▪ Miltonian: H31-V67

    ▪ Rubik Scribble: H29-V65

    ▪ Rubik Vinyl: H29-V64

    ▪ Tilt Prism: H33-V67
  • OPCIONES

  • Otras Opciones
    Relojes

    1
    2
    3
    4
    5
    6
    7
    8
    9
    10
    11
    12
    13
    14
    15
    16
    17
    18
    19
    20
    Dispo. Posic.
    H
    H
    V

    Estilos Predefinidos
    FECHA
    Fecha - Formato Horizontal
    Fecha - Formato Vertical
    Fecha - Posición
    Fecha - Quitar
    RELOJ
    Reloj - Bordes Curvatura
    RELOJ - BORDES CURVATURA

    Reloj - Sombra
    RELOJ - SOMBRA

    Actual (
    1
    )


    Borde-Sombra

      B1 (s)  
      B2  
      B3  
      B4  
      B5  
    Sombra Iquierda Superior

      SIS1  
      SIS2  
      SIS3  
    Sombra Derecha Superior

      SDS1  
      SDS2  
      SDS3  
    Sombra Iquierda Inferior

      SII1  
      SII2  
      SII3  
    Sombra Derecha Inferior

      SDI1  
      SDI2  
      SDI3  
    Sombra Superior

      SS1  
      SS2  
      SS3  
    Sombra Inferior

      SI1  
      SI2  
      SI3  
    Reloj - Negrilla
    RELOJ - NEGRILLA

    Reloj-Fecha - Opacidad
    Reloj - Posición
    Reloj - Presentación
    Reloj-Fecha - Rotar
    Reloj - Vertical
    RELOJ - VERTICAL

    SEGUNDOS
    Segundos - Dos Puntos
    SEGUNDOS - DOS PUNTOS

    Segundos

    ▪ Quitar

    ▪ Mostrar (s)
    Dos Puntos Ocultar

    ▪ Ocultar

    ▪ Mostrar (s)
    Dos Puntos Quitar

    ▪ Quitar

    ▪ Mostrar (s)
    Segundos - Posición
    TAMAÑO
    Tamaño - Reloj
    TAMAÑO - RELOJ

    Tamaño - Fecha
    TAMAÑO - FECHA

    Tamaño - Hora
    TAMAÑO - HORA

    Tamaño - Minutos
    TAMAÑO - MINUTOS

    Tamaño - Segundos
    TAMAÑO - SEGUNDOS

    ANIMACIÓN
    Seleccionar Efecto para Animar
    Tiempo entre efectos
    TIEMPO ENTRE EFECTOS

    SECCIÓN

    Animación
    (
    seg)


    Avatar 1-2-3-4-5-6-7
    (Cambio automático)
    (
    seg)


    Color Borde
    (
    seg)


    Color Fondo 1
    (
    seg)


    Color Fondo 2
    (
    seg)


    Color Fondo cada uno
    (
    seg)


    Color Reloj
    (
    seg)


    Estilos Predefinidos
    (
    seg)


    Imágenes para efectos
    (
    seg)


    Movimiento Avatar 1
    (
    seg)

    Movimiento Avatar 2
    (
    seg)

    Movimiento Avatar 3
    (
    seg)

    Movimiento Fecha
    (
    seg)


    Movimiento Reloj
    (
    seg)


    Movimiento Segundos
    (
    seg)


    Ocultar R-F
    (
    seg)


    Ocultar R-2
    (
    seg)


    Tipos de Letra
    (
    seg)


    Todo
    SEGUNDOS A ELEGIR

      0  
      0.01  
      0.02  
      0.03  
      0.04  
      0.05  
      0.06  
      0.07  
      0.08  
      0.09  
      0.1  
      0.2  
      0.3  
      0.4  
      0.5  
      0.6  
      0.7  
      0.8  
      0.9  
      1  
      1.1  
      1.2  
      1.3  
      1.4  
      1.5  
      1.6  
      1.7  
      1.8  
      1.9  
      2  
      2.1  
      2.2  
      2.3  
      2.4  
      2.5  
      2.6  
      2.7  
      2.8  
      2.9  
      3(s) 
      3.1  
      3.2  
      3.3  
      3.4  
      3.5  
      3.6  
      3.7  
      3.8  
      3.9  
      4  
      5  
      6  
      7  
      8  
      9  
      10  
      15  
      20  
      25  
      30  
      35  
      40  
      45  
      50  
      55  
    Animar Reloj
    Cambio automático Avatar
    Cambio automático Color - Bordes
    Cambio automático Color - Fondo 1
    Cambio automático Color - Fondo 2
    Cambio automático Color - Fondo H-M-S-F
    Cambio automático Color - Reloj
    Cambio automático Estilos Predefinidos
    Cambio automático Imágenes para efectos
    Cambio automático Tipo de Letra
    Movimiento automático Avatar 1
    Movimiento automático Avatar 2
    Movimiento automático Avatar 3
    Movimiento automático Fecha
    Movimiento automático Reloj
    Movimiento automático Segundos
    Ocultar Reloj
    Ocultar Reloj - 2
    Rotación Automática
    ROTACIÓN AUTOMÁTICA

    ESPEJO

    Avatar 1

    Avatar 2

    Avatar 3

    Avatar 4

    Avatar 5

    Avatar 6

    Avatar 7
    Reloj
    0 grados
    30 msg
    0 seg

    Hora
    0 grados
    30 msg
    0 seg

    Minutos
    0 grados
    30 msg
    0 seg

    Segundos
    0 grados
    30 msg
    0 seg

    Dos Puntos 1
    0 grados
    30 msg
    0 seg

    Dos Puntos 2
    0 grados
    30 msg
    0 seg

    Fecha
    0 grados
    30 msg
    0 seg

    Hora, Minutos y Segundos
    0 grados
    30 msg
    0 seg

    Hora y Minutos
    0 grados
    30 msg
    0 seg
    Slide
    0 grados
    30 msg
    0 seg
    Avatar 1
    0 grados
    30 msg
    0 seg

    Avatar 2
    0 grados
    30 msg
    0 seg

    Avatar 3
    0 grados
    30 msg
    0 seg

    Avatar 4
    0 grados
    30 msg
    0 seg

    Avatar 5
    0 grados
    30 msg
    0 seg

    Avatar 6
    0 grados
    30 msg
    0 seg

    Avatar 7
    0 grados
    30 msg
    0 seg
    VELOCIDAD-TIEMPO

    Tiempo Movimiento

    Tiempo entre Movimiento

    Rotar
    ROTAR-VELOCIDAD

      45     90  

      135     180  
    ROTAR-VELOCIDAD

    ▪ Parar

    ▪ Normal

    ▪ Restaurar Todo
    VARIOS
    Alarma 1
    ALARMA 1

    ACTIVADA
    SINCRONIZAR

    ▪ Si
    ▪ No


    Seleccionar Minutos

      1     2     3  

      4     5     6  

      7     8     9  

      0     X  




    REPETIR-APAGAR

    ▪ Repetir

    ▪ Apagar Sonido

    ▪ No Alarma


    REPETIR SONIDO
    1 vez

    ▪ 1 vez (s)

    ▪ 2 veces

    ▪ 3 veces

    ▪ 4 veces

    ▪ 5 veces

    ▪ Indefinido


    SONIDO

    Actual:
    1

    ▪ Ventana de Música

    ▪ 1-Alarma-01
    - 1

    ▪ 2-Alarma-02
    - 18

    ▪ 3-Alarma-03
    - 10

    ▪ 4-Alarma-04
    - 8

    ▪ 5-Alarma-05
    - 13

    ▪ 6-Alarma-06
    - 16

    ▪ 7-Alarma-08
    - 29

    ▪ 8-Alarma-Carro
    - 11

    ▪ 9-Alarma-Fuego-01
    - 15

    ▪ 10-Alarma-Fuego-02
    - 5

    ▪ 11-Alarma-Fuerte
    - 6

    ▪ 12-Alarma-Incansable
    - 30

    ▪ 13-Alarma-Mini Airplane
    - 36

    ▪ 14-Digital-01
    - 34

    ▪ 15-Digital-02
    - 4

    ▪ 16-Digital-03
    - 4

    ▪ 17-Digital-04
    - 1

    ▪ 18-Digital-05
    - 31

    ▪ 19-Digital-06
    - 1

    ▪ 20-Digital-07
    - 3

    ▪ 21-Gallo
    - 2

    ▪ 22-Melodia-01
    - 30

    ▪ 23-Melodia-02
    - 28

    ▪ 24-Melodia-Alerta
    - 14

    ▪ 25-Melodia-Bongo
    - 17

    ▪ 26-Melodia-Campanas Suaves
    - 20

    ▪ 27-Melodia-Elisa
    - 28

    ▪ 28-Melodia-Samsung-01
    - 10

    ▪ 29-Melodia-Samsung-02
    - 29

    ▪ 30-Melodia-Samsung-03
    - 5

    ▪ 31-Melodia-Sd_Alert_3
    - 4

    ▪ 32-Melodia-Vintage
    - 60

    ▪ 33-Melodia-Whistle
    - 15

    ▪ 34-Melodia-Xiaomi
    - 12

    ▪ 35-Voz Femenina
    - 4

    Alarma 2
    ALARMA 2

    ACTIVADA
    Avatar - Elegir
    AVATAR - ELEGIR

    Desactivado SM
    ▪ Abrir para Selección Múltiple

    ▪ Cerrar Selección Múltiple
    AVATAR 1-2-3

    Avatar 1

    Avatar 2

    Avatar 3
    AVATAR 4-5-6-7

    Avatar 4

    Avatar 5

    Avatar 6

    Avatar 7
    TOMAR DE BANCO

    # del Banco

    Aceptar
    AVATARES

    Animales


    Deporte


    Halloween


    Navidad


    Religioso


    San Valentín


    Varios
    ▪ Quitar
    Avatar - Opacidad
    Avatar - Posición
    Avatar - Rotar
    Avatar - Tamaño
    AVATAR - TAMAÑO

    AVATAR 1-2-3

    Avatar1

    Avatar 2

    Avatar 3
    AVATAR 4-5-6-7

    Avatar 4

    Avatar 5

    Avatar 6

    Avatar 7
    TAMAÑO

    Avatar 1(
    10%
    )


    Avatar 2(
    10%
    )


    Avatar 3(
    10%
    )


    Avatar 4(
    10%
    )


    Avatar 5(
    10%
    )


    Avatar 6(
    10%
    )


    Avatar 7(
    10%
    )

      20     40  

      60     80  

    100
    Más - Menos

    10-Normal
    ▪ Quitar
    Colores - Posición Paleta
    Elegir Color o Colores
    Fondo - Opacidad
    Generalizar
    GENERALIZAR

    ACTIVAR

    DESACTIVAR

    ▪ Animar Reloj
    ▪ Avatares y Cambio Automático
    ▪ Bordes Color, Cambio automático y Sombra
    ▪ Fonco 1 - Color y Cambio automático
    ▪ Fondo 2 - Color y Cambio automático
    ▪ Fondos Texto Color y Cambio automático
    ▪ Imágenes para Efectos y Cambio automático
    ▪ Mover-Voltear-Aumentar-Reducir Imagen del Slide
    ▪ Ocultar Reloj
    ▪ Ocultar Reloj - 2
    ▪ Reloj y Avatares 1-2-3 Movimiento Automático
    ▪ Rotar-Voltear-Rotación Automático
    ▪ Tamaño
    ▪ Texto - Color y Cambio automático
    ▪ Tiempo entre efectos
    ▪ Tipo de Letra y Cambio automático
    Imágenes para efectos
    Mover-Voltear-Aumentar-Reducir Imagen del Slide
    M-V-A-R IMAGEN DEL SLIDE

    VOLTEAR-ESPEJO

    ▪ Voltear

    ▪ Normal
    SUPERIOR-INFERIOR

    ▪ Arriba (s)

    ▪ Centrar

    ▪ Inferior
    MOVER

    Abajo - Arriba
    REDUCIR-AUMENTAR

    Aumentar

    Reducir

    Normal
    PORCENTAJE

    Más - Menos
    Pausar Reloj
    Restablecer Reloj
    PROGRAMACIÓN

    Programar Reloj
    PROGRAMAR RELOJ

    DESACTIVADO
    ▪ Activar

    ▪ Desactivar

    ▪ Eliminar

    ▪ Guardar
    H= M= R=
    -------
    H= M= R=
    -------
    H= M= R=
    -------
    H= M= R=
    -------
    Prog.R.1

    H
    M

    Reloj #

    L
    M
    M
    J
    V
    S
    D


    Borrar Días
    Prog.R.2

    H
    M

    Reloj #

    L
    M
    M
    J
    V
    S
    D


    Borrar Días
    Prog.R.3

    H
    M

    Reloj #

    L
    M
    M
    J
    V
    S
    D


    Borrar Días
    Prog.R.4

    H
    M

    Reloj #

    L
    M
    M
    J
    V
    S
    D


    Borrar Días


    Programar Estilo
    PROGRAMAR ESTILO

    DESACTIVADO
    ▪ Activar

    ▪ Desctivar

    ▪ Eliminar

    ▪ Guardar
    H= M= E=
    -------
    H= M= E=
    -------
    H= M= E=
    -------
    H= M= E=
    -------
    Prog.E.1

    H
    M

    Estilo #

    L
    M
    M
    J
    V
    S
    D


    Borrar Días
    Prog.E.2

    H
    M

    Estilo #

    L
    M
    M
    J
    V
    S
    D


    Borrar Días
    Prog.E.3

    H
    M

    Estilo #

    L
    M
    M
    J
    V
    S
    D


    Borrar Días
    Prog.E.4

    H
    M

    Estilo #

    L
    M
    M
    J
    V
    S
    D


    Borrar Días

    Programar RELOJES
    PROGRAMAR RELOJES


    DESACTIVADO
    ▪ Activar

    ▪ Desactivar

    ▪ Guardar
    Almacenar

    ▪1
    ▪2
    ▪3


    ▪4
    ▪5
    ▪6
    Cargar

    ▪1
    ▪2
    ▪3


    ▪4
    ▪5
    Borrar

    ▪1 ▪2 ▪3

    ▪4 ▪5 ▪6
    HORAS
    Cambiar cada

    1 2 3 4 5

    6 7 8 9 0

    X
    MINUTOS
    Cambiar cada

    1 2 3 4 5

    6 7 8 9 0

    X
    RELOJES #
    Relojes a cambiar

    1 2 3

    4 5 6

    7 8 9

    10 11 12

    13 14 15

    16 17 18

    19 20

    T X


    Programar ESTILOS
    PROGRAMAR ESTILOS


    DESACTIVADO
    ▪ Activar

    ▪ Desactivar

    ▪ Guardar
    Almacenar

    ▪1
    ▪2
    ▪3


    ▪4
    ▪5
    ▪6
    Cargar

    ▪1
    ▪2
    ▪3


    ▪4
    ▪5
    ▪6
    Borrar

    ▪1 ▪2 ▪3

    ▪4 ▪5 ▪6
    HORAS
    Cambiar cada

    1 2 3 4 5

    6 7 8 9 0

    X
    MINUTOS
    Cambiar cada

    1 2 3 4 5

    6 7 8 9 0

    X
    ESTILOS #

    A B C D

    E F G H

    I J K L

    M N O P

    Q R T S

    TODO X


    Programar lo Programado
    PROGRAMAR LO PROGRAMADO

    DESACTIVADO
    ▪ Activar

    ▪ Desactivar
    Programación 1

    Reloj:
    h m

    Estilo:
    h m

    RELOJES:
    h m

    ESTILOS:
    h m
    Programación 2

    Reloj:
    h m

    Estilo:
    h m

    RELOJES:
    h m

    ESTILOS:
    h m
    Programación 3

    Reloj:
    h m

    Estilo:
    h m

    RELOJES:
    h m

    ESTILOS:
    h m
    Almacenado en RELOJES y ESTILOS

    ▪1
    ▪2
    ▪3


    ▪4
    ▪5
    ▪6
    Borrar Programación
    HORAS

    1 2 3 4 5

    6 7 8 9 0

    X
    MINUTOS

    1 2 3 4 5

    6 7 8 9 0

    X


    IMÁGENES PERSONALES

    Esta opción permite colocar de fondo, en cualquier sección de la página, imágenes de internet, empleando el link o url de la misma. Su manejo es sencillo y práctico.

    Ahora se puede elegir un fondo diferente para cada ventana del slide, del sidebar y del downbar, en la página de INICIO; y el sidebar y la publicación en el Salón de Lectura. A más de eso, el Body, Main e Info, incluido las secciones +Categoría y Listas.

    Cada vez que eliges dónde se coloca la imagen de fondo, la misma se guarda y se mantiene cuando regreses al blog. Así como el resto de las opciones que te ofrece el mismo, es independiente por estilo, y a su vez, por usuario.

    FUNCIONAMIENTO

  • Recuadro en blanco: Es donde se colocará la url o link de la imagen.

  • Aceptar Url: Permite aceptar la dirección de la imagen que colocas en el recuadro.

  • Borrar Url: Deja vacío el recuadro en blanco para que coloques otra url.

  • Quitar imagen: Permite eliminar la imagen colocada. Cuando eliminas una imagen y deseas colocarla en otra parte, simplemente la eliminas, y para que puedas usarla en otra sección, presionas nuevamente "Aceptar Url"; siempre y cuando el link siga en el recuadro blanco.

  • Guardar Imagen: Permite guardar la imagen, para emplearla posteriormente. La misma se almacena en el banco de imágenes para el Header.

  • Imágenes Guardadas: Abre la ventana que permite ver las imágenes que has guardado.

  • Forma 1 a 5: Esta opción permite colocar de cinco formas diferente las imágenes.

  • Bottom, Top, Left, Right, Center: Esta opción, en conjunto con la anterior, permite mover la imagen para que se vea desde la parte de abajo, de arriba, desde la izquierda, desde la derecha o centrarla. Si al activar alguna de estas opciones, la imagen desaparece, debes aceptar nuevamente la Url y elegir una de las 5 formas, para que vuelva a aparecer.


  • Una vez que has empleado una de las opciones arriba mencionadas, en la parte inferior aparecerán las secciones que puedes agregar de fondo la imagen.

    Cada vez que quieras cambiar de Forma, o emplear Bottom, Top, etc., debes seleccionar la opción y seleccionar nuevamente la sección que colocaste la imagen.

    Habiendo empleado el botón "Aceptar Url", das click en cualquier sección que desees, y a cuantas quieras, sin necesidad de volver a ingresar la misma url, y el cambio es instantáneo.

    Las ventanas (widget) del sidebar, desde la quinta a la décima, pueden ser vistas cambiando la sección de "Últimas Publicaciones" con la opción "De 5 en 5 con texto" (la encuentras en el PANEL/MINIATURAS/ESTILOS), reduciendo el slide y eliminando los títulos de las ventanas del sidebar.

    La sección INFO, es la ventana que se abre cuando das click en .

    La sección DOWNBAR, son los tres widgets que se encuentran en la parte última en la página de Inicio.

    La sección POST, es donde está situada la publicación.

    Si deseas eliminar la imagen del fondo de esa sección, da click en el botón "Quitar imagen", y sigues el mismo procedimiento. Con un solo click a ese botón, puedes ir eliminando la imagen de cada seccion que hayas colocado.

    Para guardar una imagen, simplemente das click en "Guardar Imagen", siempre y cuando hayas empleado el botón "Aceptar Url".

    Para colocar una imagen de las guardadas, presionas el botón "Imágenes Guardadas", das click en la imagen deseada, y por último, click en la sección o secciones a colocar la misma.

    Para eliminar una o las imágenes que quieras de las guardadas, te vas a "Mi Librería".
    MÁS COLORES

    Esta opción permite obtener más tonalidades de los colores, para cambiar los mismos a determinadas bloques de las secciones que conforman el blog.

    Con esta opción puedes cambiar, también, los colores en la sección "Mi Librería" y "Navega Directo 1", cada uno con sus colores propios. No es necesario activar el PANEL para estas dos secciones.

    Así como el resto de las opciones que te permite el blog, es independiente por "Estilo" y a su vez por "Usuario". A excepción de "Mi Librería" y "Navega Directo 1".

    FUNCIONAMIENTO

    En la parte izquierda de la ventana de "Más Colores" se encuentra el cuadro que muestra las tonalidades del color y la barra con los colores disponibles. En la parte superior del mismo, se encuentra "Código Hex", que es donde se verá el código del color que estás seleccionando. A mano derecha del mismo hay un cuadro, el cual te permite ingresar o copiar un código de color. Seguido está la "C", que permite aceptar ese código. Luego la "G", que permite guardar un color. Y por último, el caracter "►", el cual permite ver la ventana de las opciones para los "Colores Guardados".

    En la parte derecha se encuentran los bloques y qué partes de ese bloque permite cambiar el color; así como borrar el mismo.

    Cambiemos, por ejemplo, el color del body de esta página. Damos click en "Body", una opción aparece en la parte de abajo indicando qué puedes cambiar de ese bloque. En este caso da la opción de solo el "Fondo". Damos click en la misma, seguido elegimos, en la barra vertical de colores, el color deseado, y, en la ventana grande, desplazamos la ruedita a la intensidad o tonalidad de ese color. Haciendo esto, el body empieza a cambiar de color. Donde dice "Código Hex", se cambia por el código del color que seleccionas al desplazar la ruedita. El mismo procedimiento harás para el resto de los bloques y sus complementos.

    ELIMINAR EL COLOR CAMBIADO

    Para eliminar el nuevo color elegido y poder restablecer el original o el que tenía anteriormente, en la parte derecha de esta ventana te desplazas hacia abajo donde dice "Borrar Color" y das click en "Restablecer o Borrar Color". Eliges el bloque y el complemento a eliminar el color dado y mueves la ruedita, de la ventana izquierda, a cualquier posición. Mientras tengas elegida la opción de "Restablecer o Borrar Color", puedes eliminar el color dado de cualquier bloque.
    Cuando eliges "Restablecer o Borrar Color", aparece la opción "Dar Color". Cuando ya no quieras eliminar el color dado, eliges esta opción y puedes seguir dando color normalmente.

    ELIMINAR TODOS LOS CAMBIOS

    Para eliminar todos los cambios hechos, abres el PANEL, ESTILOS, Borrar Cambios, y buscas la opción "Borrar Más Colores". Se hace un refresco de pantalla y todo tendrá los colores anteriores o los originales.

    COPIAR UN COLOR

    Cuando eliges un color, por ejemplo para "Body", a mano derecha de la opción "Fondo" aparece el código de ese color. Para copiarlo, por ejemplo al "Post" en "Texto General Fondo", das click en ese código y el mismo aparece en el recuadro blanco que está en la parte superior izquierda de esta ventana. Para que el color sea aceptado, das click en la "C" y el recuadro blanco y la "C" se cambian por "No Copiar". Ahora sí, eliges "Post", luego das click en "Texto General Fondo" y desplazas la ruedita a cualquier posición. Puedes hacer el mismo procedimiento para copiarlo a cualquier bloque y complemento del mismo. Cuando ya no quieras copiar el color, das click en "No Copiar", y puedes seguir dando color normalmente.

    COLOR MANUAL

    Para dar un color que no sea de la barra de colores de esta opción, escribe el código del color, anteponiendo el "#", en el recuadro blanco que está sobre la barra de colores y presiona "C". Por ejemplo: #000000. Ahora sí, puedes elegir el bloque y su respectivo complemento a dar el color deseado. Para emplear el mismo color en otro bloque, simplemente elige el bloque y su complemento.

    GUARDAR COLORES

    Permite guardar hasta 21 colores. Pueden ser utilizados para activar la carga de los mismos de forma Ordenada o Aleatoria.

    El proceso es similiar al de copiar un color, solo que, en lugar de presionar la "C", presionas la "G".

    Para ver los colores que están guardados, da click en "►". Al hacerlo, la ventana de los "Bloques a cambiar color" se cambia por la ventana de "Banco de Colores", donde podrás ver los colores guardados y otras opciones. El signo "►" se cambia por "◄", el cual permite regresar a la ventana anterior.

    Si quieres seguir guardando más colores, o agregar a los que tienes guardado, debes desactivar, primero, todo lo que hayas activado previamente, en esta ventana, como es: Carga Aleatoria u Ordenada, Cargar Estilo Slide y Aplicar a todo el blog; y procedes a guardar otros colores.

    A manera de sugerencia, para ver los colores que desees guardar, puedes ir probando en la sección MAIN con la opción FONDO. Una vez que has guardado los colores necesarios, puedes borrar el color del MAIN. No afecta a los colores guardados.

    ACTIVAR LOS COLORES GUARDADOS

    Para activar los colores que has guardado, debes primero seleccionar el bloque y su complemento. Si no se sigue ese proceso, no funcionará. Una vez hecho esto, das click en "►", y eliges si quieres que cargue "Ordenado, Aleatorio, Ordenado Incluido Cabecera y Aleatorio Incluido Cabecera".

    Funciona solo para un complemento de cada bloque. A excepción del Slide, Sidebar y Downbar, que cada uno tiene la opción de que cambie el color en todos los widgets, o que cada uno tenga un color diferente.

    Cargar Estilo Slide. Permite hacer un slide de los colores guardados con la selección hecha. Cuando lo activas, automáticamente cambia de color cada cierto tiempo. No es necesario reiniciar la página. Esta opción se graba.
    Si has seleccionado "Aplicar a todo el Blog", puedes activar y desactivar esta opción en cualquier momento y en cualquier sección del blog.
    Si quieres cambiar el bloque con su respectivo complemento, sin desactivar "Estilo Slide", haces la selección y vuelves a marcar si es aleatorio u ordenado (con o sin cabecera). Por cada cambio de bloque, es el mismo proceso.
    Cuando desactivas esta opción, el bloque mantiene el color con que se quedó.

    No Cargar Estilo Slide. Desactiva la opción anterior.

    Cuando eliges "Carga Ordenada", cada vez que entres a esa página, el bloque y el complemento que elegiste tomará el color según el orden que se muestra en "Colores Guardados". Si eliges "Carga Ordenada Incluido Cabecera", es igual que "Carga Ordenada", solo que se agrega el Header o Cabecera, con el mismo color, con un grado bajo de transparencia. Si eliges "Carga Aleatoria", el color que toma será cualquiera, y habrá veces que se repita el mismo. Si eliges "Carga Aleatoria Incluido Cabecera", es igual que "Aleatorio", solo que se agrega el Header o Cabecera, con el mismo color, con un grado bajo de transparencia.

    Puedes desactivar la Carga Ordenada o Aleatoria dando click en "Desactivar Carga Ordenada o Aleatoria".

    Si quieres un nuevo grupo de colores, das click primero en "Desactivar Carga Ordenada o Aleatoria", luego eliminas los actuales dando click en "Eliminar Colores Guardados" y por último seleccionas el nuevo set de colores.

    Aplicar a todo el Blog. Tienes la opción de aplicar lo anterior para que se cargue en todo el blog. Esta opción funciona solo con los bloques "Body, Main, Header, Menú" y "Panel y Otros".
    Para activar esta opción, debes primero seleccionar el bloque y su complemento deseado, luego seleccionas si la carga es aleatoria, ordenada, con o sin cabecera, y procedes a dar click en esta opción.
    Cuando se activa esta opción, los colores guardados aparecerán en las otras secciones del blog, y puede ser desactivado desde cualquiera de ellas. Cuando desactivas esta opción en otra sección, los colores guardados desaparecen cuando reinicias la página, y la página desde donde activaste la opción, mantiene el efecto.
    Si has seleccionado, previamente, colores en alguna sección del blog, por ejemplo en INICIO, y activas esta opción en otra sección, por ejemplo NAVEGA DIRECTO 1, INICIO tomará los colores de NAVEGA DIRECTO 1, que se verán también en todo el blog, y cuando la desactivas, en cualquier sección del blog, INICIO retomará los colores que tenía previamente.
    Cuando seleccionas la sección del "Menú", al aplicar para todo el blog, cada sección del submenú tomará un color diferente, según la cantidad de colores elegidos.

    No plicar a todo el Blog. Desactiva la opción anterior.

    Tiempo a cambiar el color. Permite cambiar los segundos que transcurren entre cada color, si has aplicado "Cargar Estilo Slide". El tiempo estándar es el T3. A la derecha de esta opción indica el tiempo a transcurrir. Esta opción se graba.

    SETS PREDEFINIDOS DE COLORES

    Se encuentra en la sección "Banco de Colores", casi en la parte última, y permite elegir entre cuatro sets de colores predefinidos. Sirven para ser empleados en "Cargar Estilo Slide".
    Para emplear cualquiera de ellos, debes primero, tener vacío "Colores Guardados"; luego das click en el Set deseado, y sigues el proceso explicado anteriormente para activar los "Colores Guardados".
    Cuando seleccionas alguno de los "Sets predefinidos", los colores que contienen se mostrarán en la sección "Colores Guardados".

    SETS PERSONAL DE COLORES

    Se encuentra seguido de "Sets predefinidos de Colores", y permite guardar cuatro sets de colores personales.
    Para guardar en estos sets, los colores deben estar en "Colores Guardados". De esa forma, puedes armar tus colores, o copiar cualquiera de los "Sets predefinidos de Colores", o si te gusta algún set de otra sección del blog y tienes aplicado "Aplicar a todo el Blog".
    Para usar uno de los "Sets Personales", debes primero, tener vacío "Colores Guardados"; y luego das click en "Usar". Cuando aplicas "Usar", el set de colores aparece en "Colores Guardados", y se almacenan en el mismo. Cuando entras nuevamente al blog, a esa sección, el set de colores permanece.
    Cada sección del blog tiene sus propios cuatro "Sets personal de colores", cada uno independiente del restoi.

    Tip

    Si vas a emplear esta método y quieres que se vea en toda la página, debes primero dar transparencia a todos los bloques de la sección del blog, y de ahí aplicas la opción al bloque BODY y su complemento FONDO.

    Nota

    - No puedes seguir guardando más colores o eliminarlos mientras esté activo la "Carga Ordenada o Aleatoria".
    - Cuando activas la "Carga Aleatoria" habiendo elegido primero una de las siguientes opciones: Sidebar (Fondo los 10 Widgets), Downbar (Fondo los 3 Widgets), Slide (Fondo de las 4 imágenes) o Sidebar en el Salón de Lectura (Fondo los 7 Widgets), los colores serán diferentes para cada widget.

    OBSERVACIONES

    - En "Navega Directo + Panel", lo que es la publicación, sólo funciona el fondo y el texto de la publicación.

    - En "Navega Directo + Panel", el sidebar vendría a ser el Widget 7.

    - Estos colores están por encima de los colores normales que encuentras en el "Panel', pero no de los "Predefinidos".

    - Cada sección del blog es independiente. Lo que se guarda en Inicio, es solo para Inicio. Y así con las otras secciones.

    - No permite copiar de un estilo o usuario a otro.

    - El color de la ventana donde escribes las NOTAS, no se cambia con este método.

    - Cuando borras el color dado a la sección "Menú" las opciones "Texto indicador Sección" y "Fondo indicador Sección", el código que está a la derecha no se elimina, sino que se cambia por el original de cada uno.
    3 2 1 E 1 2 3
    X
    Guardar - Eliminar
    Guardar - Eliminar
    :     Guardar - Eliminar
    :     Guardar - Eliminar
    :     Guardar - Eliminar
    :     Guardar - Eliminar
    :     Guardar - Eliminar
    :     Guardar - Eliminar
    :     Guardar - Eliminar
    :     Guardar - Eliminar
    :     Guardar - Eliminar
    :     Guardar - Eliminar
    :     Guardar - Eliminar
    :     Guardar - Eliminar
    :     Guardar - Eliminar
    :     Guardar - Eliminar
    :     Guardar - Eliminar
    :     Guardar - Eliminar
    Para guardar, elige dónde, y seguido da click en la o las imágenes deseadas.
    Para dar Zoom o Fijar,
    selecciona la opción y luego la imagen.
    ---------------------------------------------------
    Slide 1     Slide 2     Slide 3




















    Header

    -------------------------------------------------
    Guardar todas las imágenes
    Fijar "Guardar Imágenes"
    Desactivar "Guardar Imágenes"
    Dar Zoom a la Imagen
    Fijar Imagen de Fondo
    No fijar Imagen de Fondo
    -------------------------------------------------
    Colocar imagen en Header
    No colocar imagen en Header
    Mover imagen del Header
    Ocultar Mover imagen del Header
    Ver Imágenes del Header


    Imágenes Guardadas y Personales
    Desactivar Slide Ocultar Todo
    P
    S1
    S2
    S3
    B1
    B2
    B3
    B4
    B5
    B6
    B7
    B8
    B9
    B10
    B11
    B12
    B13
    B14
    B15
    B16
    B17
    B18
    B19
    B20
    H

    OPCIONES GENERALES
    ● Activar Slide 1
    ● Activar Slide 2
    ● Activar Slide 3
    ● Desactivar Slide
    ● Desplazamiento Automático
    ● Ampliar o Reducir el Blog
  • Ancho igual a 1088
  • Ancho igual a 1152
  • Ancho igual a 1176
  • Ancho igual a 1280
  • Ancho igual a 1360
  • Ancho igual a 1366
  • Ancho igual a 1440
  • Ancho igual a 1600
  • Ancho igual a 1680
  • Normal 1024
  • ------------MANUAL-----------
  • + -

  • Transición (aprox.)

  • T 1 (1.6 seg)


    T 2 (3.3 seg)


    T 3 (4.9 seg)


    T 4 (s) (6.6 seg)


    T 5 (8.3 seg)


    T 6 (9.9 seg)


    T 7 (11.4 seg)


    T 8 13.3 seg)


    T 9 (15.0 seg)


    T 10 (20 seg)


    T 11 (30 seg)


    T 12 (40 seg)


    T 13 (50 seg)


    T 14 (60 seg)


    T 15 (90 seg)


    ---------- C A T E G O R I A S ----------

    ----------------- GENERAL -------------------


    ------------- POR CATEGORÍA ---------------




















    --------REVISTAS DINERS--------






















    --------REVISTAS SELECCIONES--------














































    IMAGEN PERSONAL



    En el recuadro ingresa la url de la imagen:









    Elige la sección de la página a cambiar imagen del fondo:

    BODY MAIN POST INFO

    SIDEBAR
    Widget 1 Widget 2 Widget 3
    Widget 4 Widget 5 Widget 6
    Widget 7














































































































    RIO ABAJO (Gregory Benford)

    Publicado en mayo 30, 2010
    El cuento fantástico es el libro conque el niño aprende a leer sus pensamientos en imágenes.
    Bruno Bettelheim, Los usos del encantamiento

    1. El desembarque

    El niño descendía por el río plateado en busca de su padre.

    Se acurrucó en su esquife, balanceado por las fuertes corrientes, y miró su estilo de pescar. Hacía dos días que no comía. Un grueso pez amarillo titilaba en el fondo del agua transparente, sin morder el anzuelo.

    Su curiosidad pudo más que el hambre y se asomó para ver si el pez estaba fisgoneando alrededor del hilo. En lugar de su rolliza presa se vio a sí mismo, reflejado en una grisácea corriente metálica. Pero la imagen llevaba el sombrero de mimbre que se le había caído al agua el día anterior. Se quedó contemplando aquella escena atrapada en el tiempo, que había seguido el curso de su esquife mientras éste se deslizaba ociosamente río abajo, y examinó su optimista mirada de ayer. Tenía la frente tiznada, y unos grasientos mechones de pelo le colgaban alrededor de sus grandes orejas.

    Se apartó del borde del esquife, que era poco profundo. La corriente líquida de metal estaba ascendiendo hacia la superficie del agua, y podía hundirlo con un simple roce. El peligro le resecó la boca y le oprimió la garganta.

    A través del ara turbia, había vislumbrado un lento remolino con un resplandor marfil, puro mercurio que determinaba y entorpecía el amplio curso del río salpicado de fango. El peligro yacía oculto, al acecho, en aquella emanación metálica: armas oblongas, víboras eléctricas, cosas afiladas que se deslizaban por la corriente metálica como pájaros de enormes alas.

    Se tumbó en el fondo del esquife y permaneció inmóvil, esperando que amainase aquella corriente de tiempo denso. El oleaje temporal sacudió su larguirucho cuerpo y le revolvió el estómago; para olvidarse de sus náuseas, se puso a contemplar la amplia extensión de bosque suspendida en lo alto.

    Allí rutilaban pequeñas zonas de la desnuda capa terrestre, rebosantes de una luz ardiente. El mundo era como un tubo, y su único gran río una brillante serpiente que se deslizaba por los peñascos y bosques. Río abajo, el amplio oleaje de su limitado cosmos se desvanecía en una neblina, y pudo divisar una ciudad de grandes dimensiones junto a un centelleante recodo del río. Tras de sí, río arriba, distinguió la inmensa curva del mundo con sus frondosas montañas, hasta que la perspectiva se distorsionó y éstas se tornaron borrosas. Estuvo tentado de sacar los prismáticos para ver...

    Un batacazo contra el esquife. Algo pesado, que se movía. Contuvo la respiración. Normalmente el bote se desplazaba con la ligereza de una pluma, respondiendo al roce de la compresión del aire a sus espaldas mientras descendía por el río plateado, acelerando de este modo a través del tiempo.

    Desde lo alto, extensiones irregulares de la desnuda corteza terrestre lanzaban molestos destellos de luz. Deseaba tener un momento de oscuridad, que lo ocultara. Entonces no había sol, y, como el niño nunca había visto una estrella, no sabía lo que significaba esa palabra. Las irradiaciones caían desde los diferentes puntos de la corteza como volcanes iridiscentes salpicando la tierra en el otro extremo del tubo del mundo. También sabía, aunque sólo a través de su padre, que estos colores cambiantes eran el brillo transmutado de monstruosas colisiones entre energías desconocidas, enormes llamaradas, lejanas e insondables: la herencia de una violencia sin sentido incomprensible para el ser humano.

    Algo agitó la superficie del río.

    Se incorporó para asir su canalete, y de repente una cosa escuálida salió disparada del agua y se abalanzó sobre él. El niño la esquivó y la golpeó con el remo. Una cabeza llena de protuberancias, de ojos amarillos y rasgados, surgió de la ondulante agua. Su componente metálico desprendía un vapor de un verde acre. La cosa lo agredió de nuevo, y el niño blandió el canalete, con el que logró alcanzarla y abrirle una brecha.

    La bestia de mercurio lanzó unos gemidos, chapoteó y desapareció. El pequeño hundió el remo en el agua, cuya pala estaba claramente partida por la mitad, y lo clavó con fuerza. Hubo un chapoteo detrás de él.

    Intentó llegar más hondo. El humo verde se desvaneció en las aguas arremolinadas, y cuando se hubieron calmado las corrientes el niño viró hacia la costa. El depredador de enormes fauces podía devorarlo en un instante y destrozar su bote de un bocado si conseguía traspasar las bajas corrientes de mercurio gris plateado y de bromo rojizo. Una turbulenta marea lo había arrastrado hacia la superficie, y podía hacerlo de nuevo.

    Le ardían los brazos y le faltaba el aliento mucho antes de que la proa tocara tierra. Se apresuró a alcanzar la orilla y, tirando de una cuerda deshilachada, arrastró el esquife por una marisma y un soto, y luego lo escondió entre ramas frondosas.

    Pensativo y débil, se fue a buscar algo de carne azul, seca y fibrosa, para calmar el ruido de sus tripas.

    Miró hacia arriba, a la cúpula de lejanos bosques y marismas. Éstos no le revelaban lo que podría encontrar allí aparte del río, por lo que decidió explorar un poco. Estaba bastante río abajo. La noche anterior había vuelto a quedarse dormido y, sumido en el sueño al oscurecerse el tubo del mundo, podía haber seguido a la deriva a toda velocidad pasando Dios sabe cuántos arrecifes y ciudades. La silenciosa inmensidad del río aislaba el esquife solitario de los ritmos de la tierra y hacía que el deslizarse río abajo avanzando en el tiempo fuera algo natural e inevitable.

    Se puso a caminar por la orilla, río arriba, adentrándose en la silenciosa presión del tiempo, que al principio parecía una suave brisa de verano pero que agotaba las energías de cualquiera que avanzara en su contra. Mientras caminaba estuvo observando la gran profusión de tallos, troncos y enredadas masas azul verdosas que había cerca de la orilla. Ni rastro de gente. Por ello, lo cogió de sorpresa un hombre con un trabuco que surgió de detrás de un enorme tronco de árbol y le sonrió.

    -¿Cómo te llamas? -preguntó el hombre después de escupir.

    -John.

    -¿Vas río arriba?

    Mejor evitar la pregunta que mentir.

    -Estoy buscando comida.

    -¿Encontraste algo?

    -Apenas he tenido ocasión.

    -No puedes haber venido de muy lejos. Hay una gran tormenta cerca de aquí, río abajo. -El hombre esbozó una amplia sonrisa, mostrando unos dientes marrones y unos labios delgados y secos-. He visto cómo le arrancaba los brazos a un hombre.

    John comprendió que el hombre sabía que no podía haber llegado hasta allí viniendo río arriba, y dijo con naturalidad:

    -He venido caminando desde donde hay un gran árbol viejo y muerto.

    -Conozco ese lugar; estuve allí una vez. Lleno de bayas y otros frutos. ¿Cómo es que estás por aquí?

    -He oído que por aquí hay una gran ciudad.

    -Más bien un pueblo, hijo. Yo creo que deberías quedarte aquí en esta tierra virgen con nosotros.

    -¿Quiénes son nosotros»?

    -Algunos tipos. -La sonrisa fija del hombre se agrió.

    -Debo irme, señor.

    -Este de aquí dice que tienes un asunto entre manos. -Le mostró el trabuco como si lo hubiera inventado él.

    -No tengo dinero.

    -No quiero ni necesito dinero, hijo. Eres amable; seguro que a mis amigos les gustará conocerte.

    Le indicó a John con el trabuco que siguiera caminando. John no vio manera de librarse de aquella gran arma, así que empezó a andar con grandes zancadas, y el hombre lo siguió a una distancia prudente. En realidad el trabuco era el ornamentado fruto de un árbol que John había visto en una ocasión. Las armas crecían como duras vainas en unos árboles cuya corteza era lisa y brillante, y debían ser cortadas con sierra una vez maduras. Esta tenía un resalte que se ensanchaba en una bola rugosa y se ampliaba aún más hacia la culata, todo lo cual
    formaba parte del arma viviente. Si se clavaba la culata en una tierra fértil, con agua y con la luz del día crecían cartuchos para la escopeta. Por el tamaño de la culata del trabuco dedujo que se trataba de un arma totalmente madura que debía de llevar un montón de balas.

    Tropezó con una maraña de hierbas de cuchillos, y oyó cómo el hombre se reía de su torpeza. Por fin llegaron a un camino de arcilla rosa. Era evidente que aquel hombre le tenía preparado algún perverso recibimiento, y el niño no tenía ni la más remota idea de lo que aquello pudiera significar. Un simple robo o un lugar de sodomía (había oído hablar de ellos e incluso había estado como espectador en alguno).

    Pero la mirada del hombre, absorta y ardiente, denotaba algo más. Algo más allá del mundo de un niño, perteneciente a la ciénaga desconocida del mundo de los adultos.

    ¿Qué debía hacer? Su mente le daba vueltas en vano.

    John empezó a jadear mientras subía lentamente el sendero cada vez más empinado. Como la mayoría de los caminos, éste ascendía casi perpendicular al río, ya que de este modo un viajero no padecía ni la fría presión que se sentía al retroceder en el tiempo, ni las náuseas que producía su avance. John pensó que seguramente el camino los conducirla hasta las secas colinas marrones que había más adelante. Se oía el zumbido de los insectos en medio del silencio de los momentos de reposo, y algunos le picaron.

    Seguía buscando una salida, frenético. Atravesaron una verde extensión de montículos y frente a ellos, a tan sólo unos pasos, apareció un brillante arroyo de un gris metalizado que descendía gorgoteando hasta el río. Un murciélago almizclero yacía muerto en el gomoso sendero de arcilla.

    Ese tipo de murciélagos nunca olía demasiado bien y aquél, muerto desde el día anterior por lo menos, impregnaba el aire de un hedor acre. Sin dar ninguna señal de lo que había visto, John contuvo la respiración. El arroyo murmuraba junto a él, y su débil agitación temporal lo hizo tambalearse ligeramente. Un poco más allá de la piel agrietada rezumante del murciélago, de un color azul oscuro, distinguió una
    grama caída y rocalla de una borrasca.

    Pasó por encima del animal y dio tres pasos más. Cuando se giró, el hombre estaba respirando aquel aire repulsivo. Su atezado rostro se desfiguró, y el hombre retrocedió, titubeando. El trabuco se balanceó en el aire.

    John agarró la rama. Sin querer, aspiró el hedor putrefacto, y tuvo que apretar bien la garganta para impedir que lo traicionara su estómago. Se abalanzó sobre el hombre blandiendo la rama, y la madera buscó la madera. Sintió una brusca sacudida al golpearlo.

    -¡Ah! -gritó el hombre de dolor. El trabuco salió disparado y cayó en el riachuelo que disolvió el arma con un siseo y una fragante humareda naranja. El hombre quedó boquiabierto; miró a John y dio un paso atrás.

    -Eh, tú -dijo John, lo primero que se le ocurrió.

    Pronunció estas palabras con su tono más grave de voz. Con el absorbente riachuelo tan cerca, cualquier lucha podía culminar en una muerte desintegradora en un abrir y cerrar de ojos. John sintió que le flaqueaban las piernas y se le desbocaba el corazón.

    El hombre echó a correr, y se escabulló lanzando un ronco grito. John parpadeó sorprendido y se batió en retirada, huyendo de las virulentas emanaciones del murciélago. Se detuvo al borde de unas parras y se giró para mirar el riachuelo.

    Su pecho se hinchó de orgullo súbitamente. Había intimidado a un adulto. ¡Él!

    Tan sólo más tarde se percató de que el hombre tenía razones para estar más asustado que él, ya que se enfrentaba a un niño de mirada salvaje y algo musculoso, desgarbado pero armado con un garrote bastante grande. Por tanto el hombre había sido prudente y había optado por huir, con el sucio faldón de su camisa azotándolo como si manifestara su reprobación.


    2. Vientos de confusión

    John se alejó de las colinas, por si el hombre atezado regresaba con sus amigos. Se dirigió río abajo, y siguió caminando hasta que lo venció el sueño. Al mantenerse a cierta distancia del río esperaba evitar la tormenta de tiempo que había mencionado el hombre..., suponiendo que no se trataba de una mentira.

    El río se podía divisar desde cualquier altura, dado que la tierra se elevaba en curva hacia los territorios que se extendían en lo alto. A esta distancia el resplandor del agua transparente se fusionaba con las rojizas marismas, por lo que John apenas lograba distinguir los toques de plata y gris metalizado de las mortales corrientes.

    Después de levantarse encontró en la maleza un fruto harinoso para desayunar. Cuando se puso de nuevo en camino, notó un escozor en la nuca: una onda acababa de pasar muy cerca de allí. Sintió el pecho comprimido, y le picaban los ojos. Hubo una descarga de sordos estampidos en el aire.

    Alzó la vista. Pese a la neblina, podía vislumbrar el lejano extremo del mundo. Era una extensión de colinas y valles hundidos, rebosante de vegetación, con lagos salpicados de colores y arroyos tortuosos, todos afluentes del único gran río. Mientras lo contemplaba, la bóveda se fue comprimiendo, como el acordeón que había visto tocar a una mujer en una ocasión, y lo aplastó a él también. Le apretaba las costillas y tiraba con fuerza de su cuello y sus tobillos como si intentara partirlo en dos. Los árboles crujían y se columpiaban, y uno viejo y negro se desplomó a corta distancia. Mientras el niño yacía sobre el humus, mojado y fragante, pudo observar cómo la impresionante constricción de todo su mundo avanzaba río abajo. Era una ola de compresión que actuaba y luego amainaba, como los espasmos digestivos de una gran bestia. Los estratos crujían y las rocas se hacían añicos. Hasta que un repique final, como el martillo de un gigante, se extendió por la frondosa bóveda.

    Tan sólo había visto cinco ondas en toda su vida, pero ésta había sido la más potente, ya que al observar su avance con los prismáticos alcanzó a atisbar, por primera vez, los chapiteles de la ciudad, y vio cómo uno se desplomaba en un instante al pasar la gran ola. Hasta ese momento había considerado las ciudades -o pueblos, según había dicho el hombre, una palabra que John desconocía- como magníficos lugares libres de la acción de la pura naturaleza, invulnerables.

    Caminaba con rapidez. Un resplandor púrpura invadió el bosque; emanaba de una gran extensión de la desnuda capa terrestre que se extendía junto a un brillante lago, al otro extremo del mundo. Se vio poseído por pensamientos sobre la ciudad, ideas sobre cómo encontrar a su padre, y de este modo se olvidó de la tormenta de tiempo

    Al principio sintió como si se le retorciera el estómago. Entonces el aire húmedo se alteró, las perspectivas se distorsionaron y reinó la confusión entre los vientos.

    Sus pies se negaban a pisar allí donde les ordenaba, a no ser que prestara atención continuamente, por lo que sus entornados ojos no los perdían de vista ni un momento. Pesados como un tronco, sus brazos ganaban y perdían peso mientras se balanceaban. Girar la cabeza de repente suponía arriesgarse a una caída. Siguió avanzando con dificultad, jadeando. Transcurrían las horas, y él comía, descansaba, proseguía. El aire succionaba la fuerza de sus músculos, y sentía comezón por todo el cuerpo.

    Se fue serenando a medida que se acercaba a la ciudad. Empezó a flaquear de fatiga. Aún quedaban tres chapiteles, de un blanco flamante y reluciente, y era el lugar más suntuoso que había visto jamás. Las casas, de una madera pulida y pálida, se alineaban, nítidas y seguras, junto a calles de roca tan rectas como flechas, e incluso las losas de pizarra eran cuadradas y auténticas.

    Las calles estaban atestadas de un número incontable de gente: mujeres con llamativos trajes caminando con cuidado para evitar los excrementos de caballo, borrachos ordinarios avanzando a tumbos, robustos y joviales comerciantes, viles pendencieros, grandes fanfarrones, vendedores ambulantes de rostro rubicundo traficando con todo, desde caramelos hasta sierras; todos pululaban como insectos afanosos, hablando sin cesar.

    Para John era como intentar beber de una cascada. Erraba por las calles cuadriculadas sin que nadie reparara en él, plenamente consciente de sus ropas andrajosas y su sombrero flexible. Buscó lo único que sí conocía: el río.

    Había hombres ganduleando por el gran muelle de piedra en el creciente calor infestado de insectos. Estaban repanchigados en sillas rotas, reclinados hacia atrás hasta tal punto que parecía una imposibilidad dinámica, con la barbilla en el pecho y el sombrero caído hacia adelante cubriendo sus soñolientos ojos. Una puerca de seis patas y su cría pasaron gruñendo, dedicados a sacar un buen provecho de las cajas rotas.

    Más allá de esta lenta escena se hallaba el río, medio en la sombra debido al resplandor intermitente de tres trozos de capa terrestre en lo alto, que brillaban profusamente cuando la luz les daba de lleno. John se quitó la mochila, se sentó en una barandilla del muelle y se quedó contemplando la incesante ondulación del río, quebrantada por fragmentos de pura plata que irrumpían en la superficie, humeaban y desaparecían.

    -¿Buscas trabajo?

    Era una voz áspera. Pertenecía a un niño algo mayor que John y más alto, cuyas anchas espaldas casi le reventaban la camiseta. Pero tenía una mirada agradable y tierna.

    -Puede ser -contestó, pensando que allí necesitaría dinero.

    -Tengo trabajo descargando. Nunca hay brazos suficientes. -El joven extendió una mano bien abierta. Se estrecharon la mano-. Yo soy Stan.

    -Yo, John. ¿Es duro el trabajo?

    -Moderado. Tenemos zánganos que nos ayudan.

    Stan señaló a cinco siluetas sentadas junto al embarcadero. John los había visto antes, pero río arriba se los llamaba «zoms». Todos estaban en la misma postura: las piernas estiradas, los brazos caídos, y todo el peso sobre la base de la columna. Ningún hombre habría podido sentarse de esa manera durante mucho tiempo, pero a los zoms parecía no importarles. Casi cualquier cosa era mejor que estar muerto.

    -¿Eres nuevo? -inquirió Stan, sentado en cuclillas junto a John mientras escribía algo en una tablilla con el cabo de un lápiz.

    -Acabo de llegar.

    -¿En balsa?

    -Esquife. Fui a parar por encima de esa tormenta.

    Stan silbó.

    -¿Y echaste a andar? Es un largo camino. ¿Cómo no acabó contigo la ola?

    -Lo intentó.

    -Será duro volver a tu esquife.

    -Puede que siga bajando.

    -¿De verdad? -Stan se fue animando-. ¿Desde dónde vienes?

    -No lo sé.

    -¿Angel's Point? ¿Rockport?

    -He oído hablar de ellos. Vi Alberts, pero había mucha niebla.

    -¿Vienes de más arriba de Rockport? ¿Y eres tan sólo un niño?

    -Soy mayor de lo que parezco -dijo John fríamente.

    -Sí que tienes un acento raro.

    John hizo rechinar los dientes.

    -Tú también para mis oídos.

    -Pensé que viajando tan lejos río abajo te ponías enfermo, te volvías loco o algo así. -Stan parecía estar realmente impresionado, con los ojos bien abiertos.

    -No me limité a viajar río abajo. -Eso era un error absurdo; incluso un niño lo sabía-. Me paré para... explorar.

    -¿Para qué?

    John se movió, inquieto. No tendría que haber dicho nada. Cuanta menos gente supiera de él, menos podrían utilizarlo.

    -Para buscar un tesoro.

    -¿Como el hidrógeno? Aquí hay un gran mercado de cosas de hidrógeno.

    -No, más bien... John se esforzó por pensar en algo que tuviera sentido-. Joyas. Rubíes antiguos y todo eso.

    -¿En serio? Nunca he visto ninguno.

    -Son raros. Los dejaron los señores de antaño.

    Stan abrió la boca y pareció reflexionar intensamente.

    -Eh..., ¿quiénes eran ellos?

    -Gente primitiva, de muy muy lejos en el tiempo. Entonces eran tan ricos, al ser tan pocos, que los zafiros y el oro se les caían de las muñecas y del cuello.

    -¿En serio? -dijo Stan abriendo bien los ojos.

    -Tenían tanto que para ellos era como el polvo de la carretera. A veces, cuando se aburrían, las mujeres cogían todo un puñado de joyas, las mejores que tenían, bien brillantes y relucientes, y las clavaban en algunos de esos enormes sombreros que llevaban. Cuando había una inundación, la gente se ahogaba y esos sombreros cargados de joyas eran arrastrados río abajo.

    -¿Sombreros? -Stan seguía boquiabierto.

    John hizo un amplio ademán con la mano.

    -No los sombreros flexibles que llevamos por aquí abajo. Me refiero a grandes sombreros, hechos de... bueno, de hidrógeno puro.

    -Hidró... -Stan se detuvo, con una mirada estupefacta, y John se percató de que debía reparar aquello.

    -¿Sabes?, en aquellos tiempos prehistóricos el hidrógeno era todavía más ligero de lo que lo es ahora. Así que lo llevaban encima. La gente más refinada tejía con él lujosos chalecos, cuellos de camisa y sombreros.

    Stan frunció el entrecejo, nada convencido.

    -Yo nunca vi a a nadie...

    -Bueno, se trata precisamente de eso, ¿comprendes? Aquellas antiguas damas y caballeros gastaron todo el hidrógeno. Por eso ahora vale tanto.

    -¡Oh! -exclamó Stan, pasmado-. Eso es maravilloso, sencillamente maravilloso. Quiero decir que sabía que el hidrógeno era el metal más ligero, y también el más fuerte. No es de extrañar que todos los contratistas y constructores de motores lo quieran y no puedan conseguirlo. Pero... -miró a John fríamente-, ¿cómo es que sabes eso?

    -¿Cómo es que un niño lo sabe? -Podía muy bien devolverle esa observación-. Porque río arriba estamos más cerca de las épocas arcaicas. Buscamos esos sombreros de hidrógeno que llegaron arrastrados por el río.

    -Entonces ¿por qué has venido aquí abajo? -inquirió Stan, ceñudo.

    Por un instante John tuvo la ligera impresión de que lo habían pillado. Toda la historia iba a estallar ante él. Perdería aquel empleo y pasaría hambre aquella noche.

    Entonces parpadeó y dijo:

    -Río arriba la gente ya tiene los sombreros que llegaron hasta allí. Los que estoy buscando son los que pasaron de largo.

    -Aaahhh... -Esto agradó a Stan, quien de inmediato empezó a lanzar preguntas sobre los magníficos sombreros y la búsqueda del tesoro, cómo lo hacía John, qué había encontrado, etcétera. Fue un alivio cuando alguien gritó:

    -¡Barco de inducción!

    Y el soñoliento muelle volvió a la vida.


    3. El Zom

    John tenía la impresión de que el gran buque blanco había surgido de la nada, elegante y nítido. Se acercaba a ellos majestuosamente, y surcaba el río rizando el agua como un escudo de espuma, esparciendo ante sí trocitos de metal líquido grisáceo.

    Era un barco de tres cubiertas con unas barandas de color castaño y una timonera en forma de pirámide en lo alto. Tenía a cada lado unos grandes discos que zumbaban de forma ensordecedora a medida que el navío reducía la marcha. Estos discos, que arrojaban las líneas de inducción bien profundo en el río para propeler el barco hacia adelante, eran lo único que no se había visto afectado por la eterna costumbre de ornamentarlo todo. Unos bucles caían de cada puntal. Los pilares acababan en volutas antiguas, la pasarela estaba ornada con esculturas de ángeles protectores y los pescantes, botalones y topes se hallaban cubiertos de unos cascos dorados.

    Los pasajeros se iban alineando a lo largo de las barandillas mientras el barco desaceleraba; la espuma saltaba por los aires y el agua salpicaba el muelle de piedra. Se oyó un extraño silbido, y unas manos lanzaron gruesas cuerdas desde la cubierta.

    Stan agarró una y la sujetó como un verdadero experto.

    Una muchedumbre se había concentrado allí venida de alguna parte, como si hubieran surgido de la humedad para apiñarse en el embarcadero y en el muelle.

    Una barahúnda invadió el barco de inducción. Cajas y balas descendían por los cables de la grúa, y las furgonetas acudían a recogerlas con gran estruendo. John se encontraba con un grupo de zoms tirando de los pesados bultos, en tanto las gentes gritaban y regateaban enérgicamente a su alrededor.

    Los zoms obedecían las órdenes de Stan con apatía, y, al tirar con fuerza con la boca abierta, se les caían las babas por el pecho. Eran cadáveres que habían sido devueltos a la vida no hacía mucho, por lo que aún conservaban su fuerza aunque la perdían poco a poco. La mayoría de los zoms eran hombres, ya que se los reanimaba para realizar duros trabajos manuales. Pero había una fornida mujer trabajando junto a John que, entre carga y carga, le puso la mano en la pierna, de una forma directa y sencilla, y luego deslizó los dedos por ella para tocarle las pelotas. John retrocedió bruscamente, mientras el fuerte hedor de la mujer le golpeaba la nariz. Los zoms anhelaban la vida. Quizá sabían que se iban a marchitar, que se verían reducidos a un aletargado aturdimiento en cuestión de meses. La pesada mujer lo miró de forma impúdica y le tocó el culo. Él se apartó de ella, tembloroso.

    Y chocó contra un zom desharrapado que se giró lentamente y musitó:

    -John... John...

    El niño miró detenidamente sus lacrimosos ojos y su desencajada mandíbula. Una piel apergaminada cubría las rígidas protuberancias de su estropeado rostro. John intentó recordar. ¿Había alguna leve similitud en los pómulos, en la nariz puntiaguda?

    -John..., tu padre...

    -¡No! -chilló John.

    -John..., ven aquí... El tiempo... -El zom extendió una mano temblorosa para tocar el hombro del niño. Se hallaba en la última etapa incierta de su segunda vida, y ahora afloraba en él una energía oscura y misteriosa.

    -¡Tú no eres mi padre! Lárgate.

    El hombre se quedó boquiabierto, parpadeó y volvió a acercarse.

    -¡No!

    John le dio un fuerte empujón al zom, y éste se tambaleó, sin intentar evitar la caída. Acabó esparrancado en el suelo. Yacía inerte, con los ojos fijos en el otro extremo borroso del mundo.

    -Hey, ¿te está molestando? -preguntó Stan.

    -Sólo se meten conmigo, eso es todo.

    John observó aquella cara con la mandíbula desencajada y decidió que aquel zom no podía de ninguna manera ser su padre. Realmente no había ninguna similitud, ahora que se había puesto a examinarlo detenida y objetivamente.

    -Déjalo ahí -dijo Stan sin darle importancia-. Tenemos trabajo.

    Durante el resto de la jornada, John ayudó a descargar sin mirar ni una sola vez hacia la figura desplomada en el suelo. Las señoras le pasaban por encima con cuidado y un hombre le dio un puntapié, todo ello sin provocar la más mínima reacción.

    El trabajo era duro y requería rapidez, puesto que el barco de inducción ya estaba acogiendo a sus pasajeros. Cuando John regresó de un almacén cercano adonde llevaron la primera carga, tan sólo las olas del río tiznado de barro mostraban que el barco había estado amarrado allí alguna vez.


    4. El señor Preston

    Aquél fue un día largo y duro, con todos aquellos barriles y cajas de madera que desatar, clasificar y apilar en el destartalado almacén. Stan era el representante de una de las grandes empresas de importación y tenía constantemente trabajo, por lo que John estuvo ocupado el resto del día. Los zoms del embarcadero se agotaron enseguida, y Stan apareció con otro grupo de ellos. John no volvió a ver al que se había desplomado, ni tampoco fue a buscarlo a la maloliente parte trasera del almacén, donde estaban encerrados.La jornada de trabajo llegó a su fin al tiempo que se oscurecía una gran extensión de cielo. Se trataba de un acontecimiento afortunado, ya que la gente todavía prefería dormir en la oscuridad, y, aunque no existiera el ciclo del día y la noche, unas pocas horas de sombra eran suficientes para que todos cayeran en el letargo que necesitaban. En una ocasión John había visto una noche que se prolongó durante varios «días», y la gente empezó a conjeturar si volverla alguna vez la luminosidad. Pero, cuando regresó la luz sulfúrica, vino acompañada de un calor sofocante y un resplandor tan deslumbrante y feroz que todos lamentaron la impaciencia que habían sentido antes.

    Stan se llevó a John a su propia pensión y lo dispuso todo para él, dejándole apenas tiempo para que se diera un baño de agua fría del río antes de cenar. Una vez en la mesa, a John lo sorprendió ver con qué velocidad desaparecía la comida, a la vez que se hablaba sin cesar, como si las bocas estuvieran hechas para masticar y parlotear al mismo tiempo. En una inmensa bandeja, llevaron unas gallinas de caza bien doradas que fueron arrebatadas y devoradas antes de que llegaran hasta el, aunque Stan se las ingenió para coger dos y compartirlas. Un hombre enjuto y con barbas de chivo sentado frente a John tan sólo se ocupaba de los deleites de su boca, masticando al tiempo que bromeaba y escupía sin demasiada puntería en una escupidera de latón que había junto a él. Stan sólo utilizaba el cuchillo, y a veces se lo introducía tranquilamente hasta el fondo de la boca. John consiguió zamparse unas pringosas judías y unas gruesas tajadas de carne antes de que llegara volando el postre, un plato que consistía en una isla de duras nueces flotando en un mar de nata que ardió en llamas cuando un hombre lo tocó con su puro. Stan comió una, y luego se reclinó satisfecho en su silla de mimbre y se limpió los dientes con una brillante navaja, en una sencilla exhibición de valentía sin precedentes en la vida de John.

    Después de aquello, lo que más deseaba John era dormir, pero Stan lo incitó a salir a las calles atestadas de gente. Acabaron en un bar donde actuaba una inmensa y bien lubricada mujer que giraba los ojos mientras cantaba una balada que John no comprendía. Al terminar se desplomó en el suelo con gran estruendo, y fueron necesarios tres hombres para llevársela. John no sabía si ello formaba parte del espectáculo o no, pero lo encontró más entretenido que la canción en sí.

    Stan lo obligó a tomar cerveza negra y astutamente aprovechó la ocasión para pagarle el jornal; tras lo cual, naturalmente, John habría sido un cicatero si no hubiera invitado a la próxima ronda, que llegó con asombrosa rapidez. Estaba a mitad de aquella jarra, pensando mejor de aquella noche, de aquella inmensa y compleja ciudad, de su nuevo y buen amigo Stan y en general del mundo entero, cuando rememoró cómo su padre había dicho en familia que uno tiraba el tapón de corcho una vez extraído de la botella, sabiendo con certeza que no lo volvería a necesitar.

    Esta asociación de ideas lo afligió un poco, pero Stan consiguió aliviar su expresión ceñuda estirando las piernas y alzando un pie con un calcetín. Este tenía cosida una cara, de modo que, cuando Stan zangoloteaba los dedos del pie, el rostro acusaba enfado, sonreía e incluso guiñaba un ojo. Entretanto, Stan mantenía una divertida conversación con tan artístico pie. Pero esto hizo que John recordara su primer día en el orfanato, frío y deprimente, cuando un niño alto asomó un pie con un calcetín gris desde debajo de las mantas. John lo confundió con una rata y lanzó su cuchillo, que se clavó en el pie. Esto le había dado muy mala fama por allí durante algún tiempo.

    Sonrió al pensar en ello y tomó otro sorbo de cerveza. Súbitamente el rostro de Stan palideció, y John notó una presencia tras él.

    Al girarse, vio a un hombre con una chaqueta de cuero y pantalones negros que lucía con garbo una gorra azul. Nadie salvo un piloto llevaría una gorra semejante, con aquellas costuras doradas en la visera.

    -Se..., señor Preston -tartamudeó Stan.

    -¿Divirtiéndose, caballeros? Supongo que no estarán demasiado ocupados para hablar de negocios...

    El señor Preston sonrió con austera afabilidad, como correspondía a un representante de la única profesión sin trabas y realmente independiente que John conocía. Los lores se veían limitados por los parlamentos, los pastores por sus feligreses, e incluso los maestros, a pesar de su enorme poder, trabajaban al fin y al cabo para las ciudades.

    En cambio, un piloto del río plateado no estaba sometido a ningún control. Un capitán de barco podía dar una docena de órdenes mientras se ponían en marcha los motores de inducción y el buque se adentraba lentamente en el río, pero, una vez hecho esto, perdía toda su autoridad. Entonces el piloto podía gobernar el barco como se le antojara, lanzando órdenes sin consultar a nadie ni recibir crítica alguna por parte de simples mortales.

    Sin pedir permiso, el señor Preston cogió una silla de otra de las mesas de madera que abarrotaban el bar y se sentó a la mesa de los chicos.

    -He oído que vienes de río arriba, de muy arriba -le dijo a John.

    -¿Ah, se lo ha dicho Stan? -inquirió John para ganar tiempo.

    -Algo me ha dicho, sí. ¿Acaso estaba equivocado? -El señor Preston miró a John fijamente, torciendo su gran boca bajo un hirsuto bigote marrón.

    -No, señor, pero puede que él... eh... haya exagerado.

    -Me dijo que has estado más arriba de Rockport.

    -La vi en la niebla, esa niebla horrible y nacarada que...

    -¿Cuánto más lejos?

    -No mucho.

    -¿Cairo?

    -Yo... Sí, pero de lejos.

    -Descríbelo.

    -Un sitio grande, más grande que esta ciudad.

    -¿Viste el punto? ¿Con el arrecife de arena?

    -No vi ningún arrecife.

    -Está bien. No hay ningún arrecife. ¿Cómo es el punto con dos cuernos?

    -Hay espuma saltando por los aires.

    -¿Adónde va la espuma?

    -Sale disparada del río y llega hasta el otro cuerno formando un arco.

    -¿Pasaste por debajo del arco?

    -No, señor. Me quedé en las aguas tranquilas cerca de la otra orilla.

    -Muy inteligente. Ese arco ha estado allí desde que yo era niño y no sobrevivió nadie de los que intentaron pasar debajo con la corriente.

    -Es lo que he oído yo también.

    -¿De quién?

    -De un tipo, río arriba.

    -¿A qué altura?

    Nadie le mentía nunca a un piloto, pero se podía disfrazar un poco la verdad. John tomó un sorbo de la cerveza negra, que era lo bastante espesa como para constituir una segunda cena -como algunos del bar parecían estar haciendo, ruidosamente -y dijo con tiento:

    -Encima de Cairo. Allí es donde empecé.

    El señor Preston se inclinó hacia adelante con una expresión de astucia.

    -Allí hay un gran arrecife. Hay que pasar con cuidado. Es de arena, ¿no?

    -No, señor, es de hierro negro.

    El señor Preston se recostó en la silla y le hizo una señal al tabernero -que se encontraba cerca de allí, retorciendo un trapo sucio- para que trajera otra ronda.

    -Así es. Como un tapón que sale a borbollones debido a algo terrible que sucede en el fondo del río. Los libros dicen que se trata de un géiser de metal líquido, pero no de los fríos que fluyen bajo el río. Es un géiser que asciende humeando a través de la mismísima capa terrestre.

    -¿Cómo es posible? ¿Qué hay fuera del mundo?

    -No podemos saberlo, hijo.

    -Por favor, no me llame hijo, señor.

    EI señor Preston juntó sus espesas cejas, sorprendido por la rápida y dura observación de John; luego hizo un amplio ademán con la mano dijo,

    -Bueno, señor John, estoy dispuesto a contratar sus servicios.

    Stan había estado siguiendo esta conversación con los ojos bien abiertos. Para los humildes descargadores, el estar bebiendo con un piloto era como si una rata de río fuera a cenar a casa del alcalde. ¡Y esta última oferta...!

    -¿Servicios? -se entrometió Stan, incapaz de reprimirse por más tiempo.

    -Navegación. Ha habido cinco grandes tempestades de tiempo entre aquí y Cairo desde que estuve por allí arriba. Ahora me han encargado que lleve el Natchez hasta ahí y no conozco bien esa parte del río.

    -No estoy seguro de conocer tan bien el río -replicó John, con la mente todavía cargada de pensamientos dispares.

    -¿Has visto alguna de esas tormentas?

    -Sí, señor, dos de ellas. Aunque de lejos.

    -Yo diría que es la única forma de ver una -comentó Stan con una jovialidad un tanto forzada. Seguía pasmado ante la oferta.

    El piloto hizo una mueca en señal de asentimiento, expresión con que aludía a escapadas por los pelos y a amigos perdidos.

    -¿Te mantuviste bien alejado con tu esquife?

    -Usé una pértiga y remé, ambas cosas. Supongo que tuve suerte con las corrientes, eso es todo.

    -Una tormenta de tiempo atrae a los barcos según su peso, ¿comprendes? Lo más seguro es que el remar fuera la causa de tu salvación -dijo el piloto-. Un buque de inducción, a pesar de su potencia, debe maniobrar con ingenio. Su peso es su perdición.

    John bebió un trago de cerveza antes de responder.

    -No estoy seguro de querer volver ahí arriba, señor.

    -Haré que valga la pena. -El piloto lo miró entornando los ojos, como si intentara ver lo que John pudiera estar ocultando-. Pensé que quizá tendrías trabajo allá.

    “Quizá tendría trabajo.” De repente el rostro del zom irrumpió en su mente, y John se sintió como si el bar se estrechara a su alrededor, con su sofocante ambiente cargado del humo de los puros. Las azules humaredas se arremolinaban en el envolvente resplandor amarillento de las bombillas que sobresalían de las paredes, del tamaño de una cabeza con el sombrero puesto. John no había vuelto a pensar en ello, pero ahora lo invadía de nuevo el peso de la incertidumbre. No podía saber si el zom era su padre a menos que lo encontrara y lo interrogara.

    -Señor, no podré darle una respuesta hasta mañana. En estos momentos debo ocuparme de cierto asunto.

    El asombro que acusaban las caras de Stan y del señor Preston era casi cómico, y se acrecentó cuando John se levantó, se despidió con una solemne inclinación de cabeza y, sin decir una palabra, se zambulló en la oscuridad que reinaba fuera.


    5. La niña congelada

    Oscuras formas seguían deambulando por su mente cuando llamó a la puerta del señor Preston. Todavía se sentía apresado en la noche. Era una mañana inestable, con una luz grisácea que traspasaba la niebla y arrojaba figuras sobre los tejados a lo largo del río adormecido. John apenas alcanzaba a ver la blanca valla de estacas que enmarcaba el jardín del señor Preston. La neblina nacarada desdibujaba cualquier detalle más allá de la tapia de ladrillos que conducía a la casa. Era un lugar imponente, tuvo que admitir, inclusive con una luz tan difusa. Tenía un pórtico de pino claro cuyas inmensas columnas estaban rematadas con unos capiteles floreados. Volvió a golpear la puerta con la aldaba de hierro, y al instante se giró el pomo de bronce, como si estuviera conectado con la aldaba. Abrió un enano, un sirviente mudo, quien condujo a John por un vestíbulo alfombrado.

    No estaba preparado para la ostentosidad de la residencia de un piloto y se puso a contemplar con deferencia los muebles de caoba, una lámpara eléctrica con una pantalla de papel amarillo, y una estantería llena de esculturas de sonido. Tras señalarse la boca bien abierta y sin lengua, mostrarle el tatuaje rojo de sirviente que le cubría el hombro para explicar su silencio, el enano se retiró.

    Una profusión de imágenes de viajes revestía las paredes -Sobre las cascadas de Abraham, En búsqueda de los volcanes, El corazón de la luminosidad, Lucha contra el destino- y muchas de literatura, incluso fantástica. John anhelaba tomar aquellas hojas y contemplarlas a la luz, pero, cuando se disponía a coger Corriente de tiempo y ruina del mundo, oyó unos fuertes pasos. Al girarse pudo ver al piloto luciendo un uniforme azul y dorado.

    -Espero que hayas resuelto tu otro asunto -dijo el señor Preston con severidad.

    Tan sólo entonces recordó su brusca retirada de la noche anterior. Al salir de aquel ruidoso bar, la ciudad había absorbido su memoria. Se había puesto a caminar por estrechas calles bordeadas de toscos edificios que parecían inclinarse sobre el pavimento, eclipsando la macilenta luz del cielo. Los húmedos callejones cerca del río estaban atiborrados de objetos -como por ejemplo fardos de ropa abandonados para ser recogidos por los basureros-, y era imposible transitarlos sin pisar los bultos o tropezar con ellos.

    Los dueños de los zoms dejaban a éstos allí donde se desplomaban, sabiendo que no podrían moverse sin ser alimentados de nuevo. John tardó horas en hallar el rostro con la mandíbula desencajada que había visto en el muelle, y algo más en comprobar que el zom no se encontraba en un simple estado de sopor. Resultó que el cuerpo estaba muerto, con las manos en la cintura, convertido en la rígida y tiesa
    parodia de un baile.

    Por la mañana apareció su corpulento dueño, se encogió de hombros ante el cadáver y lo arrojó a su furgoneta para luego deshacerse de él. El fornido hombre hizo caso omiso de las preguntas de John. No, no conocía sus nombres, ni de dónde eran, ni de qué parte del río provenían. La última visión de John de aquella cara lo había alterado todavía más, como si el zom al morir hubiera revelado su último secreto. Había una clara semejanza con su padre, aunque los recuerdos de John de su primera infancia se habían visto enturbiados por la rabia, la angustia y la pobreza de los años transcurridos desde entonces.

    De este modo, con una gran fatiga en los huesos pero una firme y férrea determinación, John se colocó bien erguido junto a la chimenea de roble y le dijo al señor Preston:

    -Iré con usted, señor.

    -¡Estupendo! ¿Qué, has desayunado?

    La dama de la casa trajo unas tortas de avena y unos buñuelos que captaron de inmediato la atención de John mientras el piloto lo entretenía con sus historias. John se las ingenió para mantener los detalles de su largo viaje río abajo bien confusos, aunque casi olvidó su propósito al descubrir la impresionante colección de objetos del señor Preston, que cubría las paredes. Había cristales, piedras de extraños colores que delataban una erosión volcánica, un antiguo anillo de pelo, cinco puntas de flecha de sílex de tiempos legendarios y algunas obras artesanales semejantes a muchas de las que John había visto antes. Junto a ellas había tiesas imágenes enmarcadas en bronce de niños de mirada confusa y ancianos familiares, todos ordenados de forma extraña y luciendo sus mejores atuendos dominicales para su encuentro con la inmortalidad.

    Pero estos objetos dispares no era nada comparados con el enorme cubo transparente que dominaba la mesa del comedor. Desprendía un aire frío y John lo tomó por hielo, pero a medida que comía pudo comprobar que no rezumaban gotas de sus costados lisos y brillantes. En el interior de su luz blanca y azulada había pequeños objetos de arte: una filigrana dorada, un dentado trozo de cuarzo, dos grandes insectos con duras antenas y una estatua en miniatura de una bonita joven de cabellos rojizos y un amplio vestido blanco.

    Estaba terminándose una torta de avena enriquecida con melaza y el café de la cafetera, cuando advirtió por casualidad que una de las alas de los insectos se había movido. Mientras escuchaba atentamente al piloto, quien se había enfrascado en lo que parecía ser una primera versión oral en cuatro volúmenes de su autobiografía, vio y observó a la joven dar vueltas lentamente sobre su pie derecho, mientras su vestido se alzaba siguiendo el movimiento de su otro pie, para luego convertirse en un elegante disco giratorio con una delicadeza aterciopelada.

    Entretanto los dos insectos habían estado agitando sus finas alas transparentes, y ambos se estaban dirigiendo hacia la niña. Sus ojos multifacéticos se movían con lo que para ellos debía de ser un vigor lleno de entusiasmo, y para John era un movimiento aletargado y ominoso.

    -Ah, la persecución -dijo el piloto interrumpiendo su soliloquio-. Bonito, ¿verdad? Lo he estado observando durante el tiempo suficiente para que me crecieran tres barbas.

    -La chica... está viva.

    -Lo parece. Aunque no sé por qué es tan pequeña.

    -¿De dónde lo ha sacado?

    -Muy río abajo.

    -Nunca he visto nada parecido.

    -Yo tampoco. De hecho, por la calidad y la destreza con que está hecho, creo que la chica es real.

    -¿Real? Pero ¡si es más pequeña que la uña de mi dedo pulgar!

    -Me imagino que algún truco de la luz hace que nos parezca así.

    -¿Y estos bichos?

    -Son casi de su mismo tamaño, es cierto. Tal vez parecen más grandes por el truco opuesto al de la chica.

    -¿Y si no es así?

    -Entonces cuando lleguen hasta la chica lo pasarán muy bien. -El piloto sonrió-. Entregué sin más la paga de una semana para comprar esto. Y esa pequeña fruslería dorada, también es giratoria, ¿ves?

    Estupefacto, John sintió una penetrante ola de frío que emanó del cubo del tiempo, silencioso y lento. Tuvo el impulso de hacer añicos aquel pedazo de tiempo blanco y azulado, para liberar sus épocas arrebatadas y sus aprisionadoras y distorsionadas perspectivas. Pero aquel objeto era del piloto, y los hombres como él entendían mejor que nadie las peculiaridades del tiempo. Quizá fuera justo que este tipo de
    cosas les pertenecieran.

    Aun así, se sintió aliviado cuando hubo escapado del comedor y se encontró entre la niebla de la calle.


    6. De vuelta río arriba

    Zarparon del muelle aquel mismo día. John nunca se había sentido tan impresionado como cuando caminó por la pasarela y puso el pie en la cubierta que ya vibraba de gente.

    Hasta ahora tan sólo había contemplado con reverencia y servil humildad un barco de inducción mientras éste surcaba el río con su afilada proa. El señor Preston lo saludó con un seco movimiento de la cabeza, de forma bastante circunspecta teniendo en cuenta la desenfadada conversación que habían mantenido durante el desayuno, y le entregó su contrato de trabajo. Los restantes miembros de la tripulación le estrecharon la mano sin la fría indiferencia con que solían tratar a todos los pasajeros. Como era natural, los clientes que pagaban sus pasajes eran los que recibían peor trato de todos los que se encontraban a bordo, incluidos los mozos que se encargaban de la limpieza. De las miradas algo lejanas y vidriosas de los hombres y mujeres de la tripulación, John pudo deducir que por lo menos se lo consideraba de la familia humana, aunque todo estaba por ver.

    -¿Pasaste por aquella pequeña turbulencia que nos espera? -le preguntó el señor Preston mientras subían los tres tramos de escalera que conducían a la cabina del piloto.

    -No, señor, desembarqué, guardé mi esquife y me puse a caminar.

    -Vaya, qué lástima. Creo que me acercaré a la otra orilla y me mantendré a distancia.

    -Sí, señor.

    Estaban terminando de cargar, mientras las ansias del buque por surcar el río arrojaban fuertes notas musicales al aire. Las mercancías salían de las furgonetas y eran transportadas a bordo por trabajadores, zoms en su mayoría, que se empujaban sin cesar. Los pasajeros rezagados llegaban corriendo, esquivando las cajas y barriles que aguardaban a ser embarcados. Las mujeres, cargadas de sombrereras y bolsas de comida, metían prisa a sus sudorosos maridos, que llevaban con dificultad sus maletines y bebés que chillaban. Pesados carros de transporte y coches portaequipajes se desplazaban con estruendo por los adoquines y se interponían en sus respectivas trayectorias con más frecuencia de la que parecía posible según las supuestas leyes de probabilidad, destrozando cajas y tinajas. Las palabrotas impregnaban el ambiente. Los cabrestantes irrumpían en las escotillas, de popa a proa.

    A John le encantaba el bullicio y la barahúnda del trabajo. El contramaestre gritó:

    -¡Todos los que no vayan a partir, por favor vuelvan al muelle!

    Y sonaron las últimas sirenas, y las atestadas cubiertas del Natchez derramaron su gimoteante carga sobre las planchas: una incesante marea contra la que luchaban los últimos pasajeros rezagados. La pasarela empezaba a retirarse, cuando un hombre alto apareció corriendo e intentó saltar desde tierra. Se agarró al canto de bronce, y una mujer de la tripulación lo ayudó a subir, pero se le abrió el bolsillo trasero y se le cayó la cartera al agua. La multitud que había en el muelle se echó a reír, y la mujer tuvo que impedir que el hombre saltara tras su cartera.

    John vio todo esto desde la elevada cabina del piloto. Era un lugar elegante rodeado de tanto cristal que tuvo que ponerse a contar para comprobar que sólo había cuatro paredes transparentes. El capitán se encontraba al lado del piloto, ambos luciendo sus oscuros uniformes azules y dorados. Sonó un penetrante silbato, la bandera naranja se izó por el asta y el navío dejó de ir a la deriva. Hubo una gran agitación en la cubierta, y las tres grandes chimeneas situadas en medio del barco arrojaron un humo aceitoso.

    La bulliciosa muchedumbre apiñada a lo largo del muelle lanzaba mensajes de última hora. El buque comenzó a distanciarse y fue cobrando velocidad a medida que los campos de inducción alcanzaban la profunda marea de metal bajo las aguas. La ciudad se fue reduciendo con una rapidez asombrosa, mientras la gente del embarcadero se convertía en muñecos animados que se tornaban rosáceos y abigarrados ante la mirada de John.

    -El flujo del tiempo -dijo el señor Preston ante la expresión ceñuda de John-. Nos aprisiona de inmediato. Estamos viendo sus imágenes comprimidas y distorsionadas.

    La orilla se iba salpicando de rojo y azul mientras el tiempo fluía y ondeaba alrededor del barco, y los golpes y empujones de las corrientes resonaban con unas notas graves que John podía percibir a través de sus botas de altos tacones.

    Se desplazaban por la duración misma, alejándose de la seguridad del tiempo imperturbable e inequívoco, y John sintió una náusea amarga que le oprimía la garganta. Totalmente mareado, notó sus aceleraciones en las entrañas; una aceleración no sólo por la mera velocidad sino por la incógnita que él sabía que gobernaba el mundo pero que ningún hombre podía percibir: la fuerza de la superposición del tiempo y el espacio. La firme cubierta ondulaba como una serpiente, un aire espeso zumbaba y se agitaba a su alrededor, y el mundo entero adquirió un aspecto abigarrado. Su cuerpo luchó durante largos y dolorosos momentos contra los fuertes empujones y tirones, con el pecho apretado, los intestinos revueltos y las rodillas tan ligeras como una pluma; y entonces, de algún modo, su cuerpo recobró un cierto equilibrio sin que él realizara un esfuerzo consciente. Tragó aire y lo encontró húmedo y salado.

    -Trata de controlarte. -Se dio cuenta de que el señor Preston había estado observándolo-. Sabía que te recuperarías, pero uno no puede estar seguro.

    -¿Y si no me hubiera recuperado?

    El piloto se encogió de hombros.

    -Te habría dejado en puerto en la próxima parada, nada más.

    -¿Y qué hay de los pasajeros?

    -Allá abajo es más fácil. Aquí arriba las mareas son peores.

    -¿Las mareas? -Examinó la superficie del río, que desde ahí parecía tan rasa como una tabla.

    -No me refiero a las mareas del río, sino a las mareas de tiempo. Los pasajeros que se marean pueden echarse hasta que llegamos a su destino. Por lo menos la mayoría.

    John siempre se había imaginado que el trabajo de un piloto consistía simplemente en mantener el barco en el agua, lo cual no era una hazaña considerable en sí teniendo en cuenta lo ancho que era el río. Pero, al observar en silencio al señor Preston mientras éste equilibraba el barco, avanzaba por entre las brillantes concentraciones de fango marrón y luego se deslizaba con gran elegancia por un arrecife dorado de metal de bromo, advirtió en ello la destreza y naturalidad propia de un bailarín. Todo radicaba en el timón con los radios de roble, el murmullo animal de los motores de inducción y la perfecta sincronización entre el timón y la proa. Interrumpir esta armoniosa danza no era sólo una molestia, y peligrosa, sino una atrocidad estética.

    Todo esto lo aprendió John cuando una gabarra mercantil se acercó a toda velocidad por la corriente principal y se interpuso en la ruta del Natchez. En lugar de alterar su elegante rumbo, el señor Preston se abalanzó sobre los dos remos de dirección de proa de la gabarra. Apenas habían cesado los chasquidos y crujidos cuando un torrente de groseras palabrotas surgió de las caras sonrojadas que se habían precipitado a estribor. El rostro del señor Preston se iluminó de júbilo, ya que se trataba de objetivos que, a diferencia de la tripulación del Natchez, contestaban.

    ¡Júbilo de todos los júbilos! Abrió la ventana violentamente, asomó la cabeza y estalló en improperios contra la gabarra. A medida que se distanciaban los dos barcos y se iban disipando los insultos de los tripulantes de la gabarra, el señor Preston fue incrementando tanto el volumen como la agresividad de sus palabras, invocando a dioses y actos que John nunca había oído mencionar. Cuando el piloto cerró la ventana se encontraba libre de toda maldad, y toda la tensión de la partida se había desvanecido.

    -Mi señor, eso ha estado muy bien -dijo una voz junto a John.

    Era Stan, bien sonriente ante aquella mordaz descarga de blasfemias. No fue una aparición muy oportuna. El señor Preston le clavó una mirada furiosa. ¿Un mozo con opiniones? ¡A limpiar la cubierta!

    John tardó horas en enterarse de lo que hacía Stan en el Natchez, ya que su amigo pasó largo tiempo fregando la cabina del piloto, que ya estaba reluciente, y luego la escalera de hierro y la escalerilla de pino que conducían a aquélla. Cuando John se lo encontró en la cocina trasera bebiendo café, Stan se mostró muy locuaz.

    -El tesoro, por eso estoy aquí. Por el trabajo de cubierta apenas pagan nada y me mareé un poco con la corriente de tiempo, pero podré soportarlo.

    -Eh... ¿el tesoro?

    -Ya he empezado a buscar esos sombreros de hidrógeno. Nunca nadie ha buscado tan abajo, así que me imagino que tú pasaste de largo John, al venir hasta aquí. Tienen que estar cerca de nosotros, seguro.

    John asentía con la cabeza y escuchaba a Stan mientras éste hablaba con entusiasmo de los zafiros en forma de estrella y de los gordos rubíes que les aguardaban. Pero, por otro lado, todo ello le había aportado un amigo en un lugar que le resultaba un tanto deprimente.

    -Aunque es una pena que hayas tenido que abandonar la búsqueda -dijo Stan astutamente.

    -¿Qué? John tenía la boca ocupada en una taza de café, y ese extraño comentario lo cogió de sorpresa.

    -Llegaste muy lejos persiguiendo otro asunto. Era a aquel zom a quien querías encontrar. Sólo que querías al hombre en su primera vida, y eso se encuentra río arriba.

    Era desconcertante ver cómo Stan se había tragado toda la historia de los sombreros de hidrógeno, y sin embargo había conseguido descubrir la verdad sobre el padre de John a partir de pequeños detalles. John lo reconoció a regañadientes con un movimiento de la cabeza, pero cortó la conversación.

    En su viaje río abajo, había aprendido muy pronto a no permitir que los demás se recrearan en una historia sentimental sobre un pobre niño falto del amor de una madre y del fuerte apoyo de un padre, arrojado, completamente solo, a la fría caridad de un mundo excesivamente reprobador. Aquélla no era toda la verdad y, si la hubiera contado, la gente se habría mostrado horrorizada.


    7. Turbulencia temporal

    Se hallaban cerca de las tranquilas aguas junto a la orilla, donde las profundas corrientes de bromo y mercurio permitían que las bobinas de inducción se afianzaran bien. La corriente de agua avanzaba con mayor rapidez en medio del río, pero allí no irrumpía en la superficie ninguna ardiente corriente de bromo despidiendo vapores, por lo que la vigilancia era relativamente fácil.

    El señor Preston explicó que el Natchez no debía apartarse de la orilla, para de este modo mantenerse alejado de las embarcaciones que navegaban río abajo, luchando contra la rígida corriente. John aprendió algunos de los trucos para salvar los recodos, obstáculos e islas que entorpecían la ruta. Decidió bien pronto que si alguna vez se convertía en piloto iría siempre río abajo, avanzando en el tiempo, y dejaría que los más aventureros navegaran río arriba.

    Pero la tormenta de tiempo afectaba a ambos tipos de barco.

    Se oía el murmullo de la oscuridad mientras surcaban el río ante la espiral de tiempo que les aguardaba. Ésta ascendía como un sifón en medio del río, pero los recientes informes del día anterior habían dicho que avanzaba pegada a la orilla opuesta a donde navegaba ahora el Natchez.

    -Está avanzando rápido -comentó el señor Preston severamente mientras sujetaba el timón.

    La columna de espuma blanca daba vueltas sin cesar y enrojecía las imágenes del bosque y las llanuras que había sobre ella. John se retiró al rincón de la cabina del piloto y agotó enseguida todo lo que recordaba sobre los días de tormenta que había visto. De todos modos, sus esfuerzos fueron en vano ya que la tempestad había arreciado, convirtiéndose en un nudo retorcido en forma de ocho que vomitaba agua negra y chorros de un gris metalizado.

    Una fuerte lluvia golpeaba las ventanas de la cabina. El aire del ciclón absorbía la luz a su alrededor, dibujando figuras de un color negro azulado en el cielo. En la orilla, John vio cómo los árboles se difuminaban y se convertían en finas telas de araña. Los vientos azotaban y bombardeaban el Natchez, doblaban los árboles y giraban la pálida parte inferior de sus hojas, formando olas de color en el cielo. Los árboles agitaban sus brazos como presas del pánico. Emitiendo un agudo chillido, una de las chimeneas del Natchez fue arrancada de cuajo y la parte superior cayó pesadamente sobre la cubierta. La tripulación acudió corriendo para cortarla y lanzarla por la borda. John vio que Stan estaba con ellos, serrando frenéticamente mientras el viento los golpeaba con fuerza y amenazaba con arrancarlos de cubierta. Blasfemas palabras surgieron de sus labios, tan cerca de John que éste pudo leerlas, pese a que una ráfaga de viento se las llevó violentamente.

    Éste no era un viento común. Desgarraba y cortaba el aire distorsionando las imágenes, por lo que los hombres que luchaban contra él parecían actuar tanto con una lentitud agonizante como con una velocidad frenética, al tiempo que eran ensanchados, estirados y deformados por fuerzas invisibles.

    De repente, el silbido de una aspiración arrojó al cielo un bello y luminoso resplandor. Un fulgor etéreo invadió la cubierta, y sin embargo la tierra yacía en la oscuridad. Los árboles se agitaban y luchaban contra enemigos imaginarios. En medio del río surgió un chorro de espuma.

    Otro silbido y un estruendo, y el barco se hundió unos dos metros y se debatió en un baño caliente y efervescente. En una fracción de segundo el aire se tornó negro como el pecado, y los truenos retumbaron por el cielo como barriles vacíos rodando por una escalera de piedra.

    Y entonces se acallaron, y la tormenta pasó a ser una pintoresca protuberancia en un río tranquilo de nuevo.

    -Esta vez la turbulencia temporal ha sido suave --comentó el piloto.

    A John no le pareció así, pero se sentó en un taburete y consiguió volver a respirar con normalidad.

    Cuando vio a Stan más tarde, éste le dijo, sorprendido:

    -¿Retortijones, las piernas estiradas? Yo no he sentido nada de eso.

    Y John comprendió que los bruscos cambios y la inestabilidad del tiempo y el espacio no existían más que en la mente del que observaba. Pero la chimenea truncada, que estaba siendo separada con grandes dificultades por Stan y los demás, mostraba lo reales que podían ser las variaciones del tiempo.

    Siguieron surcando el río, esquivando un gran banco de aluminio que despedía un brillo apagado y habría podido atrapar el casco de un barco de inducción en un segundo. Esto condujo al Natchez cerca de la orilla donde John había dejado su esquife. Con los prismáticos del señor Preston buscó el arbusto azul verdoso, pero no había ni rastro de él.

    -Alguien lo ha robado -dijo, indignado.

    -O se lo ha comido -señaló sonriéndo el piloto.

    -No cultivé ese esquife, no está vivo. Lo construí con sierra y martillo.

    -Quizás el tiempo se lo haya comido -fue todo lo que dijo el piloto.

    La orilla parecía mojada e indefinida, una emulsión azul verdosa. A medida que ascendían por el río se fue acrecentando el respeto de John por el piloto. Ninguna prominencia guardaba su forma el tiempo suficiente para que John pudiera decidir qué era en realidad. Las colinas se disolvían como si fueran mantequilla, olvidada en la mesa del comedor un caluroso domingo por la tarde.

    Con todo, el señor Preston sabía hacer que el Natchez virara a estribor en un punto determinado; de lo contrario, explicaba, el barco podría tener graves dificultades con un obstáculo capaz de desgarrarlos de proa a popa en lo que dura un bostezo. Los turbios restos de agua y metales inertes en el río le tendían trampas a los barcos de todo tipo de quillas.

    El señor Preston pasó rozando una isla donde acababa de surgir un pequeño vórtice en la nebulosa superficie del río, y se acercó tanto que los árboles golpearon la popa y casi se llevan a un pasajero curioso, que desembarcó luego a toda prisa en la primera parada, olvidando su maleta. Dijo balbuceando que había visto en el aire visiones encantadas de mujeres sin cabeza. La tripulación se echó a reír a carcajadas mientras hacía muecas. John se unió a ellos.


    8. El hielo devorador

    Las divagaciones sobre los barcos de inducción constituían una leyenda aterradora. La mayoría de los que vivían cerca del río -y muchos, de hecho casi todos, no lo escogían- decían haber visto barcos que aparecían súbitamente en un muelle, descargaban cajas y gente a toda prisa, y se alejaban con el zumbido de los motores para luego desvanecerse. Al parecer se estrechaban hasta convertirse en una fina cuña que a veces se elevaba por los aires antes de desaparecer.

    La gente que intentaba seguir el rumbo de un barco sentía una fuerte presión, como si los aplastara una enorme mano invisible. Se sentían agotados, sobre todo yendo río arriba. Por ello la mayoría vivían a menos de un día a pie de donde habían nacido. Con un esfuerzo extenuante un hombre o una mujer fuerte podían caminar o cabalgar hasta una lejana ciudad para vender una fresca cosecha, por ejemplo, o para comprar productos. Muchos preferían dejar que los barcos de inducción transportaran las mercancías arriba y abajo, llevando, por ejemplo, fardos de hilo y volviendo con maravillas adquiridas en una tienda que habían sido encargadas a través de un llamativo catálogo.

    No obstante, algunos reservaban pasajes en los buques, tanto por el paseo como por el viaje. Las principales habitaciones del Natchez estaban amuebladas con lujosos sillones y sofás, y las puertas estaban adornadas con blancas filigranas de madera con dibujos fantásticos y famosas escenas sobre la distorsión del tiempo.

    En el salón principal había un mural simbólico en tecnicolor sobre grandes pilotos, y los camarotes de primera clase tenían una lámina auténtica que ocupaba, toda la pared y proporcionaba una visión artística cuando se acariciaba el pomo de porcelana de la puerta. Las habitaciones de los pasajeros tenían techos abovedados cubiertos con una elegante capa dorada y unas lámparas en forma de araña de brillantes gotas de cristal. Durante el día, los pasajeros podían estar en mangas de camisa y utilizar la gran fila de pilas de la barbería, que también contaba con toallas públicas, duros peines públicos y un fragante jabón público.

    Todo esto impresionó a John enormemente. Nunca había visto, ni siquiera en casa del piloto, tanta opulencia y refinamiento. Los pasajeros que embarcaban desde los pequeños, desordenados y destartalados caseríos que se extendían a lo largo de la orilla compartían su impresión. Pero tres días de crucero le hicieron adquirir una extraña sensación de seguridad, y empezó a observar a aquellos desaliñados viajeros de holgadas ropas con el mismo desdén altivo que los miembros más antiguos de la tripulación.

    No es que viviera en la misma esfera celestial que el piloto. El rostro del señor Preston estaba surcado de arrugas que se había ganado presenciando los memorables enfrentamientos entre distintas energías temporales. Conversaba tanto con las refinadas y cultas cadencias propias de las tierras de río abajo, como con la lengua vulgar e incorrecta del pueblo. Los pilotos navegaban en la eternidad, y lo sabían.

    John estaba allí por sus supuestamente útiles conocimientos, no por sus habilidades. Por tanto, cuando las bobinas de inducción se congelaron, bajó a cubierta apresuradamente, como le había ordenado el capitán con sus ásperos ladridos, a reunirse con Stan y los demás. El señor Preston se quedó arriba, por supuesto.

    La gran sala de máquinas era un frenesí de gritos y de cuerpos empujándose. La máquina que los conducía tiempo arriba estaba separada del enorme armazón de cobre que, cuando funcionaba correctamente, giraba entre unos inmensos imanes de hierro negro.

    Normalmente el adentrarse en el pasado del río absorbía grande, cantidades de energía del metal giratorio. Pero al atravesarlo de lado a lado, serpenteando por arrecifes y concentraciones de bromo, a veces el piloto acababa yendo contra corriente, y se desplazaban durante un rato río arriba en lo que respecta a la corriente de agua normal, pero río abajo, y por tanto avanzando en el tiempo, según las contorsiones temporales.

    No había ningún signo evidente de ello, aunque John creyó ver en el río, a lo lejos, un enorme barco espectral que apareció durante tan sólo un segundo, con unas inmensas torres que escupían un humo mugriento y unas portillas rebosantes de una luz violeta. Un barco suspendido en el aire como un colosal insecto agitando con sus paletas la neblina del cielo, como si fuera un mosquito gigantesco dispuesto a atacar a una ballena de metal.

    Entonces el viento sopló donde había estado flotando la visión, y alguien gritó desde abajo para que todos acudieran a ayudar.

    Stan le mostró las tuberías y cables, que ya estaban cubiertas de una profunda corteza de duro hielo, blanco como la leche. Las calderas cercanas desprendían un intenso calor en la sala, pero el curso del tiempo dentro de las tuberías y los cables absorbía su energía con tanta rapidez que el hielo no se derretía.

    John y todos los demás miembros de la tripulación se pusieron a picar y a golpear el hielo. Era completamente sólido. Un pedazo cayó en la mano de John y por un momento pudo ver la superficie de una tubería que conducía directamente al interior de los motores de inducción. Aunque normalmente era de cobre brillante, ahora la tubería tenía un extraño color negro.

    Metió la nariz para ver mejor y oyó el sonido del aire congelándose en el metal.

    -¡Eh, sal de ahí! -gritó una mujer de la tripulación, apartándolo de allí justo en el momento en que todo el hueco que había abierto se cerraba bruscamente; el aire entró ruidosamente en el vacío que se había creado y se congeló al instante, con lo que a su vez absorbió más aire.

    Un hombre no tuvo tanta suerte, y se le congelaron completamente tres dedos en una grieta momentánea en el hielo de la tubería. Sus gritos apenas atrajeron la mirada de los demás, que se esforzaban por romper y deshacer la blanca carga que crecía con rapidez.

    Un cable se hundió bajo su propio peso acumulado y se soltó. Entonces se apagó el fuerte silbido de la potencia eléctrica, y John sintió verdadero miedo.

    Había oído historias sobre barcos de inducción que se habían congelado por completo de este modo, ya que el frío infinito de la inversión del tiempo absorbía el calor, la vida, el aire y a ellos mismos. Cuando se encontraban estos buques, habían sido desplazados temporalmente a años y millas de su presunta situación, como eternos icebergs de marfil a la deriva por el río aparentemente plácido.

    John cortaba, arrancaba y. golpeaba el hielo con un mazo. La escarcha gemía, se encogía y crujía al tiempo que se hinchaba, como algo viviente lamentándose de su creciente dolor.

    Al otro extremo de la sala de máquinas oyó otro grito de una mujer cuyo tobillo había quedado atrapado en el hielo. Los fuertes vientos entraban estrepitosamente a reemplazar el aire condensado. Las voces denotaban el pánico de la tripulación.

    Y el rugido del capitán se escuchaba por encima de todas ellas, dando órdenes.

    -¡Amarra eso! ¡Endereza eso, hombre, empuja esa palanca! ¡Thomson, ve allí, rápido! ¡Dale fuerte, hijo!

    De improviso amainaron los violentos vientos, y el hielo dejó de agitarse. .

    -Ah -suspiró el capitán-, por fin el piloto se ha dignado dirigirnos bien.

    John se ofendió un poco al oír esto, ya que ningún piloto podía leer el verdadero vector del flujo de la corriente de tiempo. El señor Preston los había sacado de allí, y eso ya era más que suficiente.

    Había historias horribles sobre barcos realmente mal pilotados, sobre buques de inducción que habían sido arrojados río arriba fuera de control, convertidos en sólidos icebergs, con una tripulación totalmente congelada arrastrada hacia el principio de los tiempos. O sobre buques que huían río abajo, como líneas candentes que explotaban mucho antes de alcanzar la cascada legendaria que se hallaba al final de la eternidad.

    Pero el capitán no parecía estar enterado de ello. John aprendió entonces que el alto puesto de un piloto implica duras críticas al menor indicio de imperfección.


    9. Cairo

    Toneles y barriles abarrotaban el muelle, pero sin lograr ocultar la extensa belleza verde de la ciudad que se divisaba desde la cabina del piloto.

    Grandes bloques de almacenes comerciales brotaban de la tierra, verdes y frescos como la primavera. Cairo había perfeccionado la técnica, ampliamente extendida, de crecer a partir de su propia y rica marga. Esta técnica era mucho más sencilla que plantar y cultivar árboles, para luego talarlos, cortarlos con sierras de cinta, acepillarlos y transformarlos minuciosamente en tablas, vigas, viguetas, ríostras, puntales y clavijas, todo ello para crear viviendas.

    Por supuesto, una elegancia tan natural requería profundos conocimientos. Los habitantes de Cairo comprendían el retorcido corazón de las cosas vivas.

    El Natchez hizo sonar tres veces la sirena al atracar. Los hombres que navegaban río arriba a menudo tenían una mujer en cada puerto y las campanas anunciaban de qué capitán se trataba, para que la dama en cuestión pudiera acudir a recibirlo (a veces para pasar sólo una o dos horas en su cabina, antes de que él partiera hacia el próximo puerto). Los caprichos y humores de las corrientes de tiempo hacían que muchas de las citas tuvieran lugar precipitadamente. Pero era probable que el capitán disfrutara pronto de algún otro suculento encuentro... si estaba físicamente disponible.

    Una mujer con la cara sonrojada rozó a John en la pasarela cuando éste se dirigía al muelle. Él no le prestó atención ya que estaba contemplando la noche en la ciudad más grande del río.

    Su cabeza estaba atiborrada de conocimientos adquiridos en la cabina del piloto, consciente de que ahora llegaría su desafío. Se dirigió de inmediato al ayuntamiento de la ciudad de Cairo y consultó el registro de ciudadanos. No había ninguna anotación relativa a su padre, aunque de todos modos no tenía muchas esperanzas. Su padre no era de los que guardaban papeles, como un perro, tan sólo para morderlos después. John se tragó su decepción y dejó que su enfado le insuflara nuevas energías.

    Stan lo alcanzó y recorrieron juntos las calles. Stan llevaba el peso de la conversación, mientras John caminaba a grandes zancadas con las manos en los bolsillos, encantado por lo que estaba viendo. Las casas autocultivadas se elevaban sobre la tierra fértil. Los creadores de semillas se anunciaban en unas vallas llamativas, algunas con neones que mostraban palabras enteras con un brillo chillón: Cultivador especializado, Criador de casas, e incluso Flores para el hogar por encargo.

    Erraron por bares estridentes, centros comerciales de grandes bóvedas y factorías vinícolas, que les parecieron de una elegancia espontánea y natural, con sus ambientes impregnados de fragancias provenientes de bosques satinados. Las mujeres trabajaban con telares que crecían directamente de la tierra húmeda. Stan le preguntó a una de ellas por qué no podían sencillamente cultivar su ropa en el monte, y ella se echó a reír y respondió: «¡La moda cambia demasiado rápido para eso, señor!», y lanzó una risita burlona al ver los pantalones deformes y la raída chaqueta de Stan.

    Esto hizo que a Stan le apeteciera ir de juerga, y bien pronto John encontró paseando por una calle poco iluminada que, como dijo Stan, apestaba a «cerveza usada».

    Las mujeres que había en las puertas tenían un aspecto sucio, con sus corpiños escarlata y sus corsés negros de cordones. John sintió cómo se ruborizaba y recordó lo que le había sucedido tiempo atrás, en la escuela a la que lo habían obligado a asistir, donde se burlaban de él por venir de un orfanato. El atlético entrenador de los niños les había dado a todos una hoja de un papel especial y un bolígrafo de tinta invisible, y les ordeno que dibujaran un circulo cada vez que se masturbaran («estrecharle la mano a tu mejor amigo», lo llamaba). La invisibilidad era para evitar ser descubiertos y pasar vergüenza.

    Al final del mes todos entregaron las hojas. El entrenador las colgó en las paredes en filas, apagó la luz de la habitación y encendió una lámpara especial. Su brillo violeta reveló los círculos, líneas y líneas llenas de ellos, a los niños súbitamente silenciosos. «Así», dijo el entrenador, «es como os ve Dios. Vuestra vida interior».
    El objetivo de toda aquella exhibición de pecado era conseguir que los niños redujeran la frecuencia con que lo hacían, ya que el solitario vicio de Onán minaba la capacidad intelectual, o por lo menos eso decía la teoría. Pero, por el contrario, todo aquello condujo a alardes interminables pues, después de que se encendió la luz y cada uno supo el recuento de sus propios círculos, todos querían reclamar el mayor número de ellos, que era de ciento siete.

    John tan sólo había alcanzado los ochenta y seis, algo intimidado por el ejercicio en sí, y pensó que, sí hubiera sabido el propósito que tenía, podría haber superado los cien fácilmente.

    Ahora en Cairo, con mujeres disponibles por primera vez en su vida, cuando confiaba plenamente en sus capacidades aunque se sintiera algo nervioso y tenso, las mujeres que le indicaban que se acercara, con una mirada lasciva, las uñas pintadas y unas cejas azules arqueadas, no acababan de atraerlo. Pensó que hacer eso ahí, cuando lo preocupaban asuntos más profundos, no estaba bien. Stan se burló de él por ello y John reaccionó con groseras palabrotas, algunas de las cuales las acababa de aprender del señor Preston.

    Sintió molestias en el estómago por la ira. Dejó a Stan negociando con una mujer tan blanca como la leche que se exhibía con su pelo rojo y unas caderas que parecían tan anchas como el río, y se puso a deambular por la oscura ciudad.


    10. El propietario de zoms

    Lo rodeaban negros laberintos geométricos. Podía oír conversaciones que le llegaban apagadas y levemente disonantes mientras decidía qué camino tomar entre los grandes edificios comerciales que había cerca del muelle. Allí prosperaban los negocios de intermediarios, al igual que fundiciones, tiendas de maquinaria, prensadores, de aceite, fábricas de lino y almacenes de grano para diversas cosechas, todas surgidas a partir de las famosas e intrincadas técnicas de vida de Cairo.

    Pero tal tipo de técnica no era perfecta. Las calles adoquinadas estaban cubiertas de hongos amarillos, malignidades resbaladizas que chupaban los tacones de John, ansiando devorarlo. Los canales de desagüe rebosaban de fétidos fluidos; en algunos el líquido estaba estancado y cubierto de una espuma marrón, y en otros fluía con rapidez hasta por los gruesos adoquines de los bordillos.

    Cada edificio tenía un tonel inmenso, de varios metros de altura, que había brotado del mismo edificio y echaba unas raíces como pilares que aguantaban el enorme peso del agua de lluvia que contenía. Cerca del río nunca había suficiente tierra para cavar pozos. Las lluvias pasajeras eran todo cuanto tenía Cairo, y, como para demostrarlo, se empezaron a formar gotas en la neblina, que cayeron sobre John mientras deambulaba.

    Descendió hasta una tierra baja de la ciudad, donde las calles permanecían en silencio, con el aspecto desierto de un domingo. Pero la simbología de hierro forjado de los desvencijados edificios explicaba el motivo. Eran unos códigos y monogramas pesados y toscos, rellenos de delicadas telas de araña de un tejido sorprendentemente intrincado. John podía distinguir en la creciente oscuridad los carteles de los negocios de los zoms, con las calaveras y la ornamentación de nervaduras.

    Supuso que era su mala suerte lo que hacia que el resplandor de la capa terrestre se apagara justo a aquella hora. La lluvia cesó de caer, dejando un frío húmedo y malsano. Miró hacia arriba y vio que a lo lejos había una gran isla de desierto de arena, que tapaba la extensión de cielo, y por tanto dejaba a esa parte de la ciudad permanentemente en la oscuridad. Por ello habían decidido instalar allí la industria de los zoms, en una eterna penumbra.

    Se puso a mear contra un edificio, pensando que lo ayudaría a crecer como cualquier planta, aunque se adentró pudorosamente en un callejón para hacerlo, de modo que estaba oculto cuando pasó un grupo de mujeres zoms.

    Caminaban arrastrando los pies, muertas de frío y con la cara amarillenta, mirando a su alrededor como desconcertadas, y una de ellas vio a John. Sonrió, con un rictus espantoso, se lamió los labios y, levantándose la falda con una mano, alzó las cejas e hizo una señal con el dedo índice. John estaba tan pasmado que dejó de orinar y permaneció allí, anonadado, hasta que por fin la zom se encogió de hombros y siguió caminando con las demás miserables. Su corazón volvió a latir algo después y se subió los pantalones.

    Se dijo que los zoms eran necesarios por su fuerza bruta, pero no conseguía calmarse; tenía la respiración agitada y sentía una opresión en el pecho. Involuntariamente, extendió los brazos en el aire, suave y apacible, y murmuró sus palabras rituales.

    Durante un largo momento no ocurrió nada. Entonces sintió cómo una mano reconfortante e invisible asía la suya y se la estrechaba firmemente, tranquilizándolo. Era una mano callosa, de trabajador; la :había sentido en momentos de aflicción desde que era un niño pequeño, desde el día en que su padre se había marchado entre la sangre y el fuego poniendo fin a su mundo.

    Todo había empezado aquella noche. De alguna manera sabía que el reino de los espíritus comprendería aquella furia abrasadora, y por ello había simplemente alargado la mano en el ardiente aire de la casa en llamas, lleno de chispas, y había tocado el firme puño que, al rozarlo, se había abierto de forma acogedora.

    Años más tarde, durante otra crisis, miró hacia arriba para ver qué lo estaba agarrando, y la mano era invisible, aunque podía notarla. Pero el aire estaba lleno de motas cristalinas, sin duda la manifestación de algo, más segura que los demonios o el maná.

    Ahora la mano del espíritu le dio fuerzas. Habiendo recobrado el valor, tomó una calle con candiles que desprendían una luz vacilante y buscó al criador de zoms.

    Era un hombre alto, que llevaba un fino traje de color carbón. Estaba sentado en una espaciosa habitación, ante un escritorio de piedra antiguo, escribiendo en un pergamino. En las paredes había profundos nichos sumidos en la oscuridad.

    -Estoy buscando a mi padre. Pensé que quizá...

    -Sí, sí -dijo el hombre-. Una vieja historia. Adelante, mira.

    Esta brusquedad sobresaltó a John y por ello tardó unos momentos en asimilar plenamente lo que estaba viendo.

    Mugrientos candiles bañaban en una apagada luz amarillenta las largas filas de tablas inclinadas, en las que yacían cadáveres adultos. No estaban amortajados, sino que llevaban uniformes de trabajo, algunos incrustados de barro. John caminó a lo largo de las filas y miró detenidamente aquellos rostros rígidos y exangües. En los nichos había niños envueltos en blancas mortajas.

    Todos estaban encerrados en una jaula de hierro forjado. Tenían unos tubos conectados a la nariz por donde ascendían unos pálidos fluidos revitalizantes bombeados desde corazones separados: bulbosos músculos escarlata que latían, enganchados a las costillas. Los fluidos se desplazaban paulatinamente por su cuerpo y descendían en lentas olas desde el pecho hasta las piernas temblorosas, pasando por los gruesos intestinos. Una vez finalizada la carga, los fluidos emergían, de un color verde intenso, de sus traseros, y se derramaban en estrechos canales abiertos en el suelo de madera dura.

    En medio del resonante goteo, volvió al escritorio de piedra, que era una isla de luminosidad en el frío y húmedo silencio.

    -No está aquí.

    -No es de extrañar. Los hacemos circular rápidamente. -El hombre de ojos hundidos seguía sin revelar nada.

    -¿Crió a alguien que se pareciera a mí?

    -¿Tienes su nombre?

    John se lo dio. El sonido del nombre de su padre pronunciado en su totalidad era suficiente para que le rechinaran los dientes. El hombre consultó un libro encuadernado en cuero.

    -No, no consta en los archivos -dijo al cabo-. Aunque creo recordar algo...

    John agarró al criador de zoms por los hombros.

    -¿Qué?

    -Suéltame, te digo. -Retrocedió asustado y, cuando John lo soltó, se enderezó como una gallina sacudiéndose las plumas-. Vosotros, malditos locos, irrumpís aquí...

    -Dígamelo.

    Hubo algo en la voz de John que hizo que el hombre guardara silencio y lo examinara durante un buen rato.

    -Estaba intentando recordar. Estás totalmente equivocado, buscándolo en las losas. Alguien con ese nombre está en el negocio.

    -¿El negocio de los zoms?

    -Eso creo. Un proveedor.

    John sintió que los recuerdos le oprimían la garganta. Su padre solía trabajar de vez en cuando, siempre en algo que encontraba fácilmente y abandonaba del mismo modo. Y siempre se trataba de trabajos relacionados con algo turbio.

    -Eso podría ser cierto.

    -Viene aquí con un grupo prácticamente cada semana.

    -¿Desde dónde?

    -Dice que los saca del campo.

    -Podría ser.

    El hombre cogió su pluma de ganso y la utilizó para girar las páginas de un pequeño libro de notas. John vio que sólo tenía un brazo.

    -Sí, aquí está. Propietario de zoms, con licencia y todo. Puedes buscarlo por donde ha estado últimamente, si quieres -dijo el hombre sin levantar la mirada.

    -¿Que puedo? ¿Cómo?

    -Tiene un lugar donde los guarda hasta haber conseguido un buen número de ellos. Entonces los trae aquí para inyectarles fuerza.

    -¿Dónde?

    -La última vez que lo vi, a unas siete manzanas de aquí.

    -¿En qué dirección?

    -Anunciación y Poydras. Una gran nave, con el tejado de estaño.

    John se puso en camino por las calles brillantes por la lluvia, se perdió en dos ocasiones por su precipitada confusión y resbaló con algo viscoso que prefirió no mirar. Llegó a los edificios bajos en el momento en que una silueta salía por el otro lado; algo lo hizo retroceder para tomar de nuevo la calle y observar al hombre mientras se alejaba a toda prisa. Entró y no encontró allí más que a cinco zoms echados en camillas, congelados y con la cara cubierta con un amuleto de latón. Un creciente sentimiento de traición se apoderó de él, y John echó a correr por los vacíos pasillos donde trabajaban los zoms durante el día. Una tenue luz grisácea hacía que todos los objetos parecieran fantasmagóricos y amenazadores.

    Antes de llegar hasta el final del almacén sabía que el criador de zoms lo había tomado por tonto, y quizás incluso lo había reconocido de alguna forma. Mientras John intentaba llegar hasta allí el hombre había conseguido avisar a su padre, quien había salido huyendo.

    «No seré listo, pero sí más joven», se dijo John. Se lanzó a la carrera por las nebulosas calles y al cabo de unos minutos, al llegar a un espacio abierto, donde se encontraba un mercado de comida, vislumbró la misma silueta, que ahora también corría, mientras el abrigo lo iba golpeando por detrás.

    Los puestos estaban vacíos, y el hombre corría entre ellos sabiendo adónde iba, de modo que fue aumentando la distancia entre ambos. John esperaba agotarlo, pero de repente aparecieron en la calle Gálvez, que conducía a los amplios muelles, y, sin disminuir la marcha, el hombre se precipitó por una escalera de piedra que llevaba a la orilla del río y subió de un salto a una lancha que había amarrada allí. Era una barca con una extraña forma, que el hombre estaba intentando arrancar frenéticamente.

    John pudo oír cómo el motor se ponía en marcha y rugía con estruendo mientras el hombre aceleraba de forma desesperada, pero la lancha salió disparada del embarcadero antes de que él pudiera alcanzar la escalera.

    La barca se dirigió río arriba a toda velocidad, y, con un amargo sabor en la boca, John vio entonces qué era lo que le confería su extraña forma: bobinas de inducción.

    El hombre no miró hacia atrás.


    11. El pasado es un laberinto

    Las tres notas, graves y suaves, de la campana se desplazaron a la deriva sobre la superficie del río, y al cabo de unos instantes volvieron flotando por el aire, mucho más agudas y más cortas de duración.

    -Significa que nos estamos acercando al arco -dijo el señor Preston.

    John entornó los ojos, intentando distinguir algo en la oscuridad.

    -Yo no veo nada.

    -El viento del tiempo empuja las notas hacia arriba, y luego rebotan hacia nosotros. A veces es una guía mejor que ver los arcos, porque éstos distorsionan la luz y te dan imágenes «de espagueti».

    John habría preferido ver las curvas engañosas de agua espumosa, ya que había visto cómo una reducía a añicos una barca durante su viaje río abajo. Reinaba un profundo silencio en el río. Sintió una estremecedora sensación de aislamiento, lejos del bullicio de Cairo, aunque sólo se encontraban a unas horas río arriba de la ciudad.

    Hacia estribor podía vislumbrar sólidos muros de oscuros bosques que se tornaban de un gris sombrío. El señor Preston hizo sonar la campana de nuevo, y volvieron los agudos ecos, más rápidos y estridentes esta vez.

    Entonces pareció que se abría el río, mostrando primero la espumosa base de los arcos y luego sus maravillosas curvas. Los arcos se agitaron sigilosamente a sus pies, arrojando olas para anunciar su poder. Sin embargo, a medida que se acercaba el Natchez, pegándose bien a la orilla opuesta, el agua se tornaba lisa como el vidrio, salvo allí donde el mercurio irrumpía a mitad del río y lanzaba señales espectrales de una brillante neblina en el aire, extrañamente tranquilo.

    Pero esta calma se vio bruscamente interrumpida cuando un muro de truenos sacudió las ventanas de cristal de la cabina del piloto.

    -¡So! -gritó el señor Preston, apresurándose a frenar la potencia. Los motores de inducción provocaron una fuerte sacudida en la cubierta-. ¿Se parece a lo que viste la última vez? -El señor Preston no dejaba de mirar los arcos; que ahora despedían una luz rosácea y azulada.

    -Sí, señor, sólo que el más alto tenía una base más grande.

    -¿Cruzaste por aquí?

    -No, señor. Me aparté y me quedé junto al banco de arena.

    -Hiciste muy bien.

    Con los golpes y las sacudidas, John no había tenido elección, pero no dijo nada; tan sólo esperó. La cubierta se encabritó, retumbó, se quejo.

    -Se acerca un remolino por la orilla hasta pasado el punto -dijo el señor Preston, sin poder evitar dar muestras de emoción-. Puede que pase sin que nos tengamos que peinar después.

    Se dirigieron hacia la orilla apresuradamente, y se acercaron tanto que las ramas se partían contra las chimeneas. Una neblina rosada como la fiebre alteró el aire, y John notó en sus botas el redoble de unas notas graves.

    -¡Agárrense bien que viene la ola! -gritó el señor Preston, como si no lo hubieran hecho ya.

    La ola los golpeó, y el Natchez chocó contra la espiral del vórtice que se abalanzó sobre ellos cerca del punto. Esta vez se extendía por el río: una inmensa boca de mercurio y bromo tiznada de marrón y plata en las curvas. Con el estómago revuelto, John pensó que el buque daba vueltas como su peonza preferida, la que le había regalado su madre y que poseía la misteriosa habilidad de mantenerse en pie
    largo tiempo mientras giraba.

    Este recuerdo abstracto duró un instante, y entonces la ola chocó contra la cabina del piloto y se partió en la ventana de popa. El barco se escoraba a babor. El anillo de tiempo cortaba como una sierra las crujientes cuadernas. Un remolino alcanzó la nave y estrujó una de las chimeneas hasta convertirla en una patética lata abollada. La conmoción golpeó a John en las orejas e hizo que le retumbara la cabeza. Unos destellos de luz de color rubí, veloces como rayos, se bifurcaron desde el río y se desplazaron acariciando las cubiertas superiores. Sonaron gritos y chillidos.

    A contra corriente, y luego a favor de ella, el Natchez se liberó de la estruendosa espiral. Unos minutos después estaban vomitando en el bosque que había en la siguiente curva. Normalmente esto habría resultado embarazoso para un piloto, pero, como se debía al hecho de avanzar río arriba contra los arcos, era una liberación, un castigo, como una mísera propina tras un banquete.

    En los momentos de tranquilidad que siguieron, mientras avanzaban río arriba, John contempló la orilla en busca de signos que pudiera recordar, pero sobre todo para encontrar la lancha de la silueta vestida de oscuro.

    No le había relatado a nadie lo sucedido, pero el señor Preston lo observaba de vez en cuando, mirándolo de soslayo. Stan, después de las burlas de rigor contra John por haber rechazado con temor a las mujeres de vida alegre, seguía acosándolo con los sombreros de hidrógeno. Por tanto, John se pasó largas horas fingiendo escudriñar, con los ojos entornados y brillantes, el frondoso y salvaje bosque.

    Le parecía que allí había más vegetación que río abajo, más espesa y sumamente misteriosa, pero carecía de la habilidad -y, sobre todo, de la edad- necesaria para saborear plenamente el espectáculo. El gusto se adquiere con la edad y es quizá su única gratificación, si bien algunos lo llaman sabiduría.

    Vio las grandes y lentas cadenas de causa y efecto en el río, fuerzas que, pese a ser inaprensibles en la perfumada riqueza natural, en realidad forman la base de todos los majestuosos paisajes, los reinos que se extienden en lo alto, y los sistemas infinitesimales de bosque y hojas. Los jóvenes deben abrirse camino en un mundo que es una inmensa incógnita, de modo que escrutó atentamente los cambiantes colores, como un estudiante del eterno fluido, consciente de que el río plateado podía echar espuma súbitamente y tragárselo, o por el contrario vomitarlo hacia lo alto en un géiser espumoso; todos ellos bellos acontecimientos, supuso, que no por ello lo dejarían menos muerto.

    John se animó aconsejando al señor Preston sobre arrecifes y bancos de arena. Inspecciono las extensas balsas de madera, grandes plataformas claras tras las cuales podía esconderse la lancha. Del mismo modo, examinaba todas las barcazas o las gabarras comerciales que iban de granja en granja, con la familia del vendedor tendiendo la ropa en la cubierta y los niños saludando a gritos. Y, cuando Stan exclamó desde la cubierta de los pasajeros: «¡Mira eso! ¡Allí hay uno!» John se sintió irritado al ser distraído de su trabajo.

    Stan corrió hacia la popa y pescó algunos desechos flotantes, y luego fue lo bastante temerario como para llevarlos a la cabina del piloto. El señor Preston frunció el entrecejo y se mordió el bigote ante la intromisión de un simple mozo de cubierta, pero, antes de que John pudiera echar a Stan, vio la cosa gris en forma de flor que llevaba en las manos.

    -¡Es un sombrero! Un sombrero de verdad -comentó Stan-. Puro hidrógeno, y apuesto a que vale un montón. Y mira aquí.

    Stan exhibió con orgullo los broches y alfileres engastados en el objeto de color gris metalizado que, para sorpresa de John, se asemejaba sin duda a un sombrero. Aunque era sólido apenas pesaba, y las joyas brillaban con un resplandor interior.

    -Y tú me has traído directamente aquí, John. Eso no lo olvidaré -dijo Stan-. Compartiremos los beneficios, sí, señor.

    -Sí, claro.

    El enfurecido rostro del señor Preston se calmó mientras examinaba el sombrero.

    -Nunca había visto nada como esto. ¿Desde cuán arriba dices que vienes? -le preguntó a John.

    -De bastante mas lejos -fue todo lo que John pudo decir, ya que de hecho así era, aunque la orilla ya empezaba a parecerle extraña y distorsionada, como si le estuviera fallando la memoria.

    Aquello no fue nada comparado con la consternación que sentía y no podía confesar; la historia del sombrero había sido pura invención, y aun así tenían un auténtico sombrero de hidrógeno enjoyado, que valía el salario de muchos meses.

    Su aturdimiento se desvaneció con rapidez ante las urgentes exigencias del río. Con el señor Preston estaba empezando a ver que la superficie de agua y metal era como un libro maravilloso, escrito en un lenguaje incomprensible para él hasta entonces, pero que ahora le revelaba valiosos secretos. Cada recodo que doblaban contaba una nueva historia. No había una sola página vacía. Un pasajero podía verse seducido por un agitado rizo en la superficie del río, pero para un verdadero hombre de río aquello era un grito que anunciaba un arrecife de violentos remolinos de espacio-tiempo a punto de irrumpir desde la corteza inferior de la tierra.

    Los pasajeros lanzaban exclamaciones ante los bellos cuadros que el río les pintaba, sin leer una palabra del oscuro texto que era en realidad. Un tronco solitario flotando por la proa podía ser en realidad una bestia de grandes fauces dispuesta a cenarse el sabroso casco de madera. Una serie de elevados círculos hirvientes eran la señal de una espiral que podía zamparse un disco de inducción entero.

    A veces el señor Preston reflexionaba en voz alta mientras rodeaba un punto y contemplaba un nuevo paisaje.

    -Aquella mancha marrón inclinada, ¿qué crees que es? Yo diría que es un banco de metal, que ahora se está disolviendo en la corriente de bromo. ¿Ves aquella masa flotante de allí? El banco se está haciendo menos profundo, y será peor cuando volvamos río abajo. ¿Ves?, justo allí, el río está tratando de pescar barcos de inducción.

    Pero en general era el señor Preston quien le hacía preguntas a John, ya que el río se iba alterando continuamente, bailaba sobre sus propios bancos, se reía de la memoria. Vieron que un granjero había clavado pilotes para sujetar su suelo e incluso había puesto una valla, y todo para que, alegremente, el río destrozara y abriera sus grilletes, rompiendo sus esposas y riéndose mientras las rebeldes corrientes -que parecían enfurecidas por su cautividad- desmantelaban su dominio
    terrenal.

    El señor Preston trajo a bordo a un «hombre de memoria» para que los ayudara a atravesar una serie de complicadísimas oscilaciones, y el tipo contó las desgracias de las que John había oído hablar pero que nunca había presenciado. Recordarlo todo implicaba que todos los acontecimientos tenían la misma importancia.

    El pequeño hombre moreno se sentó en la cabina del piloto y los guió bastante bien por los dos primeros recodos, con abundantes arrecifes y obstáculos, pero en el tercero empezó a contar la historia del árbol que había caído en el puntal de sotavento y por tanto les había impedido acercarse a aquella zona, y, siguiendo con el tema del árbol, se puso a hablar del famoso verano abrasador que había quemado el árbol, y del verano pasó a un minucioso relato sobre los esfuerzos del granjero Finn, quien salvó sus cosechas construyendo una esclusa que desviaba el río, y siguió con la mujer de Finn, que se escapó con un pastor, aunque la gente descubrió entonces que no era pastor sino un criminal que había huido de alguna prisión río arriba, lo cual le demostraba al hombre memorioso cómo tenían que cambiar aquí las leyes para adecuarse a los desplazamientos temporales hacia adelante y hacia atrás de familiares, mujeres y maridos, lo que lo condujo al escándalo de la mujer del vestido rojo que en una ocasión había estado con todos los hombres de un baile, subiéndose la falda para cada uno de ellos de una forma tan natural como el día mismo, apoyada fuera contra la pared, y de ahí no había más que un paso hasta la intrincada conversación sobre los pasos de baile que había aprendido el hombre memorioso (ya que lo aprendía todo tras haberlo visto tan sólo una vez), con demostraciones incluidas, por lo que el señor Preston tuvo que llamarle la atención para que volviera a ocuparse del tortuoso río antes de que los destrozara un arrecife de aluminio.

    Sin embargo, en cuestión de minutos, el hombre memorioso había vuelto a sus tediosos relatos sobre cualquier cosa que pasara por la vista panorámica de su mente. El señor Preston soportó todo aquello durante los balanceos y vaivenes de las curvas, y luego desembarcó al hombre con una buena paga. Al hombre no pareció importarle, y se marchó mientras seguía divagando sobre grandes accidentes del pasado, y dónde vivían ahora sus supervivientes y cómo les iban las cosas.

    Con todo, John envidiaba al hombre en silencio, ya que por lo menos conocía exactamente aquella corta porción de río, mientras que su propia memoria lo traicionaba en cada recodo. Islas y bancos de arena emergían del agua donde antes no había nada, según su mente.

    El río tenía nuevos canales laterales y al parecer se había abierto camino por promontorios para crear nuevas entradas, arrinconando laderas monumentales y acabando con cualquier malentendido que hubiera podido surgir con el esponjoso y flexible bosque.

    -Esta curva parece sin duda una herradura. ¿Te acuerdas de ella? -le preguntaba el señor Preston, y John miraba a través de las espirales de neblina que con frecuencia envolvía el río, y negaba con la cabeza.

    En aquella ocasión en particular desembarcaron porque un pasajero creyó que vivía cerca de allí y, aunque no pudo reconocer ningún punto que le resultara familiar, quería probar su propia suerte. John bajó a tierra y, abriéndose penosamente camino entre zarzas y margas arenosas, llegó al cuello de la herradura bastante antes que el Natchez, que avanzaba con dificultad doblando la curva.

    Aquellas ramas y ensenadas formaban parte de su pasado y no obstante, pese a su solidez de aquí y ahora, habían tomado nuevas formas, habían devenido rarezas de la vegetación e incluso casas enteras con nuevos pórticos. Pronto John se dio cuenta de que nada de ello sorprendía al señor Preston.

    -Cada vez que vamos río arriba, todo es diferente -dijo éste, mordiendo un mondadientes como única señal de nerviosismo.

    -Fuego maldito -exclamó John, un nuevo reniego recién aprendido que utilizaba con orgullo-. ¿Para qué sirve entonces un hombre memorioso?

    -Es mejor que nada, eso es todo.

    El canal había perdido casi toda su agua, ya que una curiosa marea la había absorbido hacia las nubes. El casco se enganchaba, se liberaba y quedaba encallado de nuevo, por lo que el señor Preston tuvo que ordenar que pusieran los motores de inducción en su máxima potencia, y éstos los arrancaron del cauce del río por pura ferocidad magnética.

    -Entonces ¿por qué me contrató como guía? -quiso saber John.

    -Tus conocimientos son sin duda los más recientes que podía encontrar. Y eres bastante joven, no crees que lo sabes todo.

    Avanzaban lentamente, surcando el río por bandas magnéticas que John tomó por bobinas de acero. El señor Preston le dijo que no estaba del todo equivocado, sólo que no se notaban ni se podían ver los cables. Dijo que se trataba más bien de una lucha de fantasmas de acero del mundo de los espíritus.

    -A veces viene una marea de tiempo y abre un pequeño canal en la tierra -prosiguió el señor Preston-. Una vez vi uno cuando navegaba río abajo, no más grande que el camino de un jardín. Relucía, serpenteaba y vomitaba fuego amarillo. Había bonitas propiedades a lo largo de aquella orilla. Pero en el interior no había más que una vieja granja sin valor. Cuando volví río arriba con el viejo Reuben, aquella pequeña espiral de tiempo había abierto una gran ruta. Desvió todo el maldito río, sí, lo desvió. Lanzando bengalas carmesí. Aquella vieja granja se encontraba ahora en pleno río, tierra de primera, y valía diez veces más. Mientras que los grandes lugares que antes estaban en la orilla acabaron en el interior. Ningún barco podía llegar hasta ellos.

    -Qué suerte -comentó John.

    El señor Preston sonrió.

    -¿Lo crees de veras? Mucha gente se volvió loca, y acusaron a la familia propietaria de la vieja granja de haber provocado aquella espiral de tiempo.

    -¿Cómo podían haberlo hecho?

    -¡Quién sabe! ¿Acaso hay forma de imaginarlo? El pasado es un verdadero laberinto. Dándole al tiempo un empujoncito por aquí, un tirón por allá... Cualquiera que sepa cómo, no habla de ello.


    12. La espiral

    Pero John se sintió perdido en un denso e impenetrable laberinto de canales. Avanzar río arriba contra la presión del tiempo refractaba el aire mismo.

    La majestuosa extensión de río tiznada de barro le había parecido tersa y serena, mientras descendía a la deriva con su esquife, despreocupadamente. Ahora la orilla estaba cubierta de pantanos, cañaverales e incluso grandes plantaciones, con bellas casas señoriales de columnas de marfil. A menudo miraba a lo alto, al mundo suspendido allí, con sus tierras de nebuloso misterio. Pasó una onda, rizando la capa terrestre, y John pensó de repente que vivían en las entrañas de una enorme bestia, de algo desconocido que infligía las más atroces calamidades a los simples humanos sencillamente aliviando su vientre.

    La espiral se abalanzó sobre ellos sin previo aviso. Estalló en un canal de bromo, y se enroscó como una serpiente azul verdosa en el aire resplandeciente. Un trueno golpeó la cabina del piloto y destrozó dos ventanas.

    John lo vio desde la cubierta, donde estaba ayudando a Stan y a dos hombres más a embalar. La ventana de cristal se hizo añicos pero alcanzó al señor Preston en la cara, así que, cuando John entró precipitadamente en la cabina, el piloto ya estaba equilibrando el Natchez para desprenderse de la inmensa nube.

    La espiral se elevó hacia el cielo con relámpagos amarillos. John la vio vacilar en su punto más alto, como intentando decidir si atravesar el mundo mismo y enterrarse en la lejana pared de bosque suspendida arriba. Entonces se agitó, con la vigorosa fuerza de un recién nacido y se precipitó sobre el río.

    El río plateado parecía estar anhelando esta consumación, ya que se elevó fervoroso y besó a la columna que descendía hacia él. Inmediatamente después, una efervescencia de turbias aguas y una neblina de metal ascendieron a través de la espiral de tiempo, trazando una gran U invertida que burbujeaba, espumaba y susurraba en medio de los fuertes chasquidos de los truenos.

    -¡Maldita sea! -gritó el señor Preston-. Eso nos obstruirá el paso.

    John estaba fuertemente agarrado a un puntal.

    -¿No podemos atravesarlo a toda velocidad?

    -Nos hará pedazos si lo intentamos.

    Un huracán devastador irrumpió en el Natchez.

    -¿Crees que durará mucho?

    -Este es de los grandes.

    El Natchez se fue alejando lentamente de la espiral, que se retorcía y se arrastraba sobre la superficie del río. Fango y troncos que habían sido absorbidos por ella parecían separarse para luego juntarse de nuevo. En medio de lo que parecía una ola de agua, John vio cómo un tronco estallaba en llamas naranjas. Giró muy despacio, despidiendo una negra humareda, y cayó de lleno en el río.

    Entonces vio la lancha. Estaba al otro lado del río, ocultándose probablemente entre algunos sauces. Salió huyendo de allí cuando la espiral la azotó en un costado, y John pudo ver una oscura silueta al timón.

    -¡Espere! Quedémonos un momento, para ver si...

    -Cállate, niño. Estamos yendo río abajo.

    Ni siquiera el capitán podía contrariar a un piloto que estuviera cambiando rumbo por motivos de seguridad. John se quedó helado al ver la lancha atravesar el río. Sin detenerse a pensar, echó a correr, bajó por la escalera de hierro y la escalerilla de pino, y se lanzó al agua; se debatió desesperadamente durante un momento y luchó por alcanzar la orilla. Stan gritaba a sus espaldas, pero él no se giró. La orilla
    estaba bastante cerca, y allí es donde creía que acabaría la lancha. Pero entonces oyó un fuerte estampido, como un gigante tomando aliento, y vio que una boca de embudo de la espiral se acercaba velozmente patinando sobre las agitadas aguas plateadas. Se abalanzó con gran perversidad sobre el Natchez y, levantándolo por los aires, extendió las cubiertas como una goma estirada hasta el límite que acabó partiéndose, fracturando así el tiempo con un fuerte estampido. Un marinero de cubierta saltó por la borda, y su cuerpo se estiró hasta alcanzar una delgadez traslúcida.

    El Natchez se comprimiría y se deformaba, obedeciendo a unas fuerzas de torsión, y al fin salió disparado por la boca de la espiral. Las mareas de tiempo lo sacudieron y azotaron hasta que desapareció en un último y deslumbrante destello nacarado. El resplandor le quemó la cara a John.

    John no tuvo tiempo de pensar ni de afligirse, pues la boca de la espiral se arrastraba hacia él serpenteando y crepitando. Apenas tuvo tiempo de coger aire, cuando una ardiente espuma naranja se abalanzó sobre él. Piernas y brazos se le estiraron involuntariamente, como si algún dios estuviera jugando con unas cuerdas, y sin embargo estaba ingrávido. Sabía que debía de estar elevándose por la espiral, pero sentía una mareante sensación de vacío en el estómago, como sumido en una eterna caída. Luchó por no llenar sus pulmones mientras la espuma invadía su piel, infestaba su nariz, e intentaba abrirle los párpados. «¡No respires!», fue todo lo que pudo pensar mientras se preparaba para el fuerte impacto del tiempo que según su instinto llegaría al final de tan prolongada caída.

    Cayó a pique, y subió con dificultad hasta la superficie. Chapoteó, jadeante, y, haciendo caso omiso de las aguas agitadas, alcanzó la orilla y se dejó caer pesadamente.


    13. La persecución

    Encontró la lancha río arriba, oculta tras un soto. Estaba escondida del mismo modo que su esquife, lo que lo hizo sonreír sin humor. Una suave polvareda de tiempo soplaba en lo alto sobre el río, y no había ni rastro del remolino... ni del Natchez.

    John se puso a seguir las pisadas de bota que partían de la lancha. Se dirigían hacia el interior, por lo que no había que luchar contra la presión del tiempo. Se le secó la ropa mientras caminaba bajo un dorado y reluciente trozo de cielo medio oculto tras unas molestas nubes.

    En el interior, el bosque exuberante fue dando paso a un desierto de maleza. Se dio cuenta de que su padre podría dar la vuelta sin que él se enterara, y por ello volvió sobre sus pasos y borró cualquier huella que delatara que había abandonado el agua para tomar tierra. Evitó la vegetación en la medida de lo posible y se deslizó por arbustos donde los tallos se doblaban pero no se partían. Esto era crucial, ya
    que un tallo roto no se puede reparar sin cortarlo cuidadosamente y, aun así, un buen lector de signos podría darse cuenta. Dejar tallos o ramas que indicaran el camino seguido tampoco era muy acertado. había que volver a colocarlos suavemente de un modo natural. Aplastó un arbusto y arañó un árbol para que pareciera que se trataba de un animal que había estado mordiéndolos o rascándose. La precaución era sinónimo de seguridad.

    Sentía un misterioso y violento dolor de cabeza que le llegaba hasta los ojos. Habían ocurrido muchas cosas, pero las dejó a un lado, evitando pensar en el señor Preston o en Stan, y siguió caminando. El tiempo era cada vez más seco y una cosa con dientes y unas grandes alas aleteaba sobre él, observándolo por si había alguna posibilidad de atraparlo. John le arrojó un trozo de roca.

    Esperaba encontrar un árbol de trabucos, acordándose del hombre que lo había amenazado con una de aquellas armas. Pero una gran rama caída le sirvió para hacer un garrote una vez eliminada la corteza. Las huellas de las botas eran continuas, y no había rastro de tacones hundidos en la tierra por la prisa. Se había criado mucho mas arriba pero conocía mejor los espacios vacíos que las frondosas tierras ribereñas, y por tanto se dejó llevar por sus sentidos. En un momento dado alzó la mano y la otra mano estaba allí, para estrechársela con apacible seguridad.

    Todo lo que había en la tierra huía de sus pisadas. Las lagartijas corrían a la roca más cercana. Codornices de cuatro alas permanecían inmóviles a la sombra, esperando ser tomadas por piedras, pero en el último momento perdían la paciencia y se convertían en pájaros que agitaban las alas frenéticamente. Las serpientes se desvanecían, las palomas chillaban mientras surcaban el cielo, los conejos escapaban corriendo. El zorro, el cuerno enano de montaña, el coyote: todos se fundían en una leyenda, dejando tan sólo huellas y excrementos. El corazón del desierto estaba formado por una pálida arena, y el vacío de su extensión exponía la vida tal y como era: surgida de la nada y dirigiéndose a ella también. Las plantas del desierto estaban como exiliadas entre ellas, acumulando el agua que recogían silenciosamente las tenaces raíces bajo la arena. La vacuidad era la vida. Había aprendido a pensar de este modo desde que su padre había abandonado la casa en llamas.

    Percibió un hedor fétido y pestilente y supo de inmediato que su padre se vería atraído hacia él. Supuso que se trataba de una fosa, y se orientó hasta ella guiado tan sólo por el olfato. Pero, cuando miró el campo en forma de cuenco, no vio más que muertos esparcidos por doquier. Osó acercarse cautelosamente. Hombres con armaduras yacían en estado de putrefacción, con los rostros hinchados y los labios
    morados. La mayoría de ellos estaban destripados y parecía que estuvieran dando a luz sus propias entrañas.

    Las espirales de tiempo a veces hacían eso: vomitar personas y materia de tiempos y lugares que nadie conocía. Lo que hacían los barcos de induccion desplazándose río arriba con dificultad, lo efectuaba un temporal en un instante. A veces carroña como aquélla se podía aprovechar para el negocio de los zoms.

    John se giró para adentrarse de nuevo en la maleza, y allí estaba él. Tenía la cara angulosa, con los ojos hundidos, un corte familiar en la mandíbula y la boca inclinada hacia abajo. John la comparó con su última nítida imagen: el retrato enmarcado durante la conflagración que había llevado en su mente doce años inmemoriales, y que había sacado y examinado cada día. Sí, estaba seguro: era su padre.

    -¿Qué quieres? -La voz era grave y tensa.

    -Justicia.

    -¿Quién eres? -Sus ojos denotaban miedo.

    -Me conoces.

    -¿En estos lugares? Ya no sé lo que sé. Nada es constante. Me has estado persiguiendo hasta muy lejos río arriba. Desapareció el barco de inducción. No sé qué coño es este lugar. Yo...

    -Huiste de casa.

    -¿Qué? -Su cara se estrechó como si oscuros recuerdos hicieran presión contra ella. Luego se relajó-. Maldición, ¿te refieres a lo que pasó hace tanto tiempo?

    -Sabes que sí. Ella murió allí dentro.

    Hubo un largo silencio. El hombre lo examinó como si buscara un margen, alguna ventaja. ¿O acaso lo estaba reconociendo?

    -Sí, sí. Aunque eso es el pasado. Escucha, la familia estaba acabada.

    -Lo estará después de esto.

    El hombre entornó los ojos mientras se abrían las nubes y descendía un resplandor dorado. John pudo percibir su inseguridad y supo que había llegado el momento, y avanzó rápidamente sin pensarlo más. Había estado pensando en ello una década y estaba harto de hacerlo.

    Al hombre le brillaba la cara, como reconociéndolo de repente, y abrió la boca como si fuera a gritar, aunque John nunca llegó a oírlo. Alzó un brazo, pero extrañamente no llevaba ningún arma. John vaciló tan sólo un instante. Blandió la rama como un garrote, una vez, dos, tres, y le abrió la cabeza al hombre. Sin decir otra palabra.


    14. La casa de putas

    Se incorporó tras despertar y aspiró un aire húmedo y empalagoso, el hedor de una habitación constantemente perfumada. Cosa inusual, la oscuridad era total. Durante un buen rato sólo pudo recordar la espiral de tiempo y el Natchez, pero luego consiguió recordar también el resto.

    Había tardado un día entero en hacer una balsa con árboles caídos en la orilla del río -el legado de la espiral, pensó- y la ató bien. Permaneció echado en la balsa durante días, con un cansancio inexplicable. Hizo un fardo con la ropa del hombre, que utilizaba como almohada, pero nunca la miraba a no ser que fuera para eso. Había poca pesca y parecía un esqueleto cuando vio los arcos de Cairo. Entonces ya sabía bastante bien cómo llegar hasta la orilla, usando una pértiga por la corriente llena de arrecifes. Luego se pasó dos días caminando río abajo, mareado por la presión del tiempo. Estaba comiendo hojas cuando vio a lo lejos los chapiteles de las iglesias de Cairo.

    Había sido difícil encontrar algún trabajo, pero, con la barriga llena de nuevo, se había puesto a buscarlo. Consiguió dos turnos como cargador en el muelle, y comía y dormía el resto del tiempo sin pensar demasiado. Había estado ahorrando su dinero y ahora, después de tres semanas, había venido y conseguido esto.

    Se incorporó y acarició a la mujer. Estaba mejor en la oscuridad que a plena luz, vestida de raso y con un corsé negro, ligas y medias que hacían que su cremosa carne pareciera de alguna forma madura, casi podrida. Pero se había sentido atraído por ella en el gran salón de abajo. Estaba apoyada en el piano vertical y lo observaba con una mirada primitiva e insinuante. Él había rechazado la bebida o servicio que correspondía normalmente a los caballeros, y quiso ir arriba y pagar algo más por toda la noche. La primera vez tenía que ser realmente especial.

    Y de hecho había estado muy bien. Como ser agarrado por un enorme animal que ha estado viviendo dentro de ti todo el tiempo sin tú saberlo, y que, una vez liberado, no volverá jamás.

    Se levantó de la cama apartando la pesada colcha y encendió un viejo candil. La mujer dormía, con la cabeza hacia atrás y la boca abierta, mostrando que le faltaban dos dientes, por donde silbaban sus húmedos suspiros. Una extraña y urgente necesidad lo hizo coger su vieja mochila y abrir el bolsillo interior. Había guardado allí todos sus objetos de valor desde los primeros días de regreso a Cairo, movido por una intensa sensación de inseguridad. Solía trabajar con la mochila en la espalda, ya que temía incluso dejarla a un lado.

    Los papeles seguían allí, y su reconfortante grosor oficial le resultaba agradable. Pese a haberse corrido un poco cuando John se había metido en el río, todavía se podía leer la escritura del señor Preston en su contrato como miembro de la tripulación del Natchez: azul marino bajo la vacilante luz de la lámpara.

    La gente decía que el Natchez no había regresado de su viaje río arriba..., todavía no. Cairo se encontraba tan cerca de los grandes arcos de la tormenta de tiempo que sus habitantes siempre hablaban en condicional, y acababan sus comentarios sobre los acontecimientos con un «de momento», «parece ser» o «ya veremos».

    John hojeó los papeles del contrato, valorando su solidez. El día anterior, mientras volvía de un trabajo de descarga por los corrales, se había encontrado a Stan en una acera de tablas de madera. O por lo menos el joven se parecía muchísimo a Stan, con el pelo rojizo y su mirada abstraída. Pero lo miró como si no comprendiera nada y negó haber estado en el Natchez alguna vez ni río arriba. Cuando John empezó a contarle lo que había ocurrido, el joven le dijo irritado: «¡Pues muy bien, entonces no debiste haber ido!», y se marchó casi rozándolo al pasar.

    John guardó los papeles y comprobó que tenía en el fondo del bolsillo los documentos que le había quitado a su padre. Pensó que había llegado el momento de echarles un vistazo. En cuanto el hombre había empezado a derramar su sangre por la arena, John sintió un enorme y profundo alivio al deshacerse de la carga de más de una década, y sólo se llevó del cuerpo los papeles y un cinturón de cuero.

    No había gran cosa, sobre todo recibos y papeles sin importancia. Pero el libro de cuentas de la Asociación de Pilotos era diferente, con tapas duras e importante. Las rectas columnas mostraban sumas de dinero pagadas justo a tiempo, como indicaban las iniciales de la secretaria. John miró la primera página del libro y allí encontró, no el nombre de su padre, sino el suyo.

    Estaba tan pasmado que se quedó rígido mientras el nombre en sí, escrito en tinta negra por una mano firme y decidida -una escritura laboriosa e innegable- oscilaba bajo su mirada. Y sin embargo era sólido como una piedra, y despertaba los dolorosos recuerdos de aquella cara en el desierto, unos rasgos arrugados y temerosos pero que ahora, por fin, le resultaban completamente familiares.

    La mujer se movió, bostezo y abrió sus grandes ojos. Sonrió lentamente al hombre inmóvil que sostenía unos papeles con la mirada perdida. Con una sonrisa de gruesos labios tan antigua como la vida misma, dijo en un tono lánguido:

    -Todavía nos queda un buen rato, querido. Un montón. Querido, ¿por qué alargas los brazos hacia arriba?

    FIN

    No grabar los cambios  
           Guardar 1 Guardar 2 Guardar 3
           Guardar 4 Guardar 5 Guardar 6
           Guardar 7 Guardar 8 Guardar 9
           Guardar en Básico
           --------------------------------------------
           Guardar por Categoría 1
           Guardar por Categoría 2
           Guardar por Categoría 3
           Guardar por Post
           --------------------------------------------
    Guardar en Lecturas, Leído y Personal 1 a 16
           LY LL P1 P2 P3 P4 P5
           P6 P7 P8 P9 P10 P11 P12
           P13 P14 P15 P16
           --------------------------------------------
           
     √

           
     √

           
     √

           
     √


            
     √

            
     √

            
     √

            
     √

            
     √

            
     √
         
  •          ---------------------------------------------
  •         
            
            
                    
  •          ---------------------------------------------
  •         

            

            

            
         
  •          ---------------------------------------------
  •         

            
         
  •          ---------------------------------------------
  •         

            
         
  •          ---------------------------------------------
  •         

            

            

            
         
  •          ---------------------------------------------
  •         

            
         
  •          ---------------------------------------------
  • Para cargar por Sub-Categoría, presiona
    "Guardar los Cambios" y luego en
    "Guardar y cargar x Sub-Categoría 1, 2 ó 3"
         
  •          ---------------------------------------------
  • ■ Marca Estilos para Carga Aleatoria-Ordenada

                     1 2 3 4 5 6 7
                     8 9 B O C1 C2 C3
    ■ Marca Estilos a Suprimir-Aleatoria-Ordenada

                     1 2 3 4 5 6 7
                     8 9 B O C1 C2 C3



                   
    Si deseas identificar el ESTILO a copiar y
    has seleccionado GUARDAR POR POST
    tipea un tema en el recuadro blanco; si no,
    selecciona a qué estilo quieres copiarlo
    (las opciones que se encuentran en GUARDAR
    LOS CAMBIOS) y presiona COPIAR.


                   
    El estilo se copiará al estilo 9
    del usuario ingresado.

         
  •          ---------------------------------------------
  •      
  •          ---------------------------------------------















  •          ● Aplicados:
    1 -
    2 -
    3 -
    4 -
    5 -
    6 -
    7 -
    8 -
    9 -
    Bás -

             ● Aplicados:

             ● Aplicados:

             ● Aplicados:
    LY -
    LL -
    P1 -
    P2 -
    P3 -
    P4 -
    P5 -
    P6

             ● Aplicados:
    P7 -
    P8 -
    P9 -
    P10 -
    P11 -
    P12 -
    P13

             ● Aplicados:
    P14 -
    P15 -
    P16






























              --ESTILOS A PROTEGER o DESPROTEGER--
           1 2 3 4 5 6 7 8 9
           Básico Categ 1 Categ 2 Categ 3
           Posts LY LL P1 P2
           P3 P4 P5 P6 P7
           P8 P9 P10 P11 P12
           P13 P14 P15 P16
           Proteger Todos        Desproteger Todos
           Proteger Notas



                           ---CAMBIO DE CLAVE---



                   
          Ingresa nombre del usuario a pasar
          los puntos, luego presiona COPIAR.

            
           ———

           ———
           ———
            - ESTILO 1
            - ESTILO 2
            - ESTILO 3
            - ESTILO 4
            - ESTILO 5
            - ESTILO 6
            - ESTILO 7
            - ESTILO 8
            - ESTILO 9
            - ESTILO BASICO
            - CATEGORIA 1
            - CATEGORIA 2
            - CATEGORIA 3
            - POR PUBLICACION

           ———



           ———



    --------------------MANUAL-------------------
    + -

    ----------------------------------------------------



  • PUNTO A GUARDAR




  • Tipea en el recuadro blanco alguna referencia, o, déjalo en blanco y da click en "Referencia"

      - ENTRE LINEAS - TODO EL TEXTO -
      1 - 2 - 3 - 4 - 5 - 6 - Normal
      - ENTRE ITEMS - ESTILO LISTA -
      1 - 2 - Normal
      - ENTRE CONVERSACIONES - CONVS.1 Y 2 -
      1 - 2 - Normal
      - ENTRE LINEAS - BLOCKQUOTE -
      1 - 2 - Normal


      - DERECHA - 1 - 2 - 3
      - IZQUIERDA - 1 - 2 - 3

      - BLUR NEGRO - 1 - 2 - 3
      - BLUR BLANCO - 1 - 2 - 3

      - BLUR INTERNO NEGRO - 1 - 2
      - BLUR INTERNO BLANCO - 1 - 2

      - Original - Quitar

      - DERECHA NEGRA - 1 - 2 - 3
      - DERECHA BLANCA - 1 - 2 - 3
      - IZQUIERDA NEGRA - 1 - 2 - 3
      - IZQUIERDA BLANCA - 1 - 2 - 3

      - BLUR NEGRO - 1 - 2
      - BLUR BLANCO - 1 - 2

      - Quitar

      - DERECHA NEGRA - 1 - 2 - 3
      - DERECHA BLANCA - 1 - 2 - 3
      - IZQUIERDA NEGRA - 1 - 2 - 3
      - IZQUIERDA BLANCA - 1 - 2 - 3

      - BLUR NEGRO - 1 - 2
      - BLUR BLANCO - 1 - 2

      - Quitar

      - DERECHA NEGRA - 1 - 2 - 3
      - DERECHA BLANCA - 1 - 2 - 3
      - IZQUIERDA NEGRA - 1 - 2 - 3
      - IZQUIERDA BLANCA - 1 - 2 - 3

      - BLUR NEGRO - 1 - 2
      - BLUR BLANCO - 1 - 2

      - Quitar

      - DERECHA NEGRA - 1 - 2 - 3
      - DERECHA BLANCA - 1 - 2 - 3
      - IZQUIERDA NEGRA - 1 - 2 - 3
      - IZQUIERDA BLANCA - 1 - 2 - 3

      - BLUR NEGRO - 1 - 2
      - BLUR BLANCO - 1 - 2

      - Quitar

      - DERECHA NEGRA - 1 - 2 - 3
      - DERECHA BLANCA - 1 - 2 - 3
      - IZQUIERDA NEGRA - 1 - 2 - 3
      - IZQUIERDA BLANCA - 1 - 2 - 3

      - BLUR NEGRO - 1 - 2
      - BLUR BLANCO - 1 - 2

      - Quitar

      - DERECHA NEGRA - 1 - 2 - 3
      - DERECHA BLANCA - 1 - 2 - 3
      - IZQUIERDA NEGRA - 1 - 2 - 3
      - IZQUIERDA BLANCA - 1 - 2 - 3

      - BLUR NEGRO - 1 - 2
      - BLUR BLANCO - 1 - 2

      - Quitar

      - DERECHA NEGRA - 1 - 2 - 3
      - DERECHA BLANCA - 1 - 2 - 3
      - IZQUIERDA NEGRA - 1 - 2 - 3
      - IZQUIERDA BLANCA - 1 - 2 - 3

      BLUR NEGRO - 1 - 2
      BLUR BLANCO - 1 - 2

      - Quitar

      - DERECHA NEGRA - 1 - 2 - 3
      - DERECHA BLANCA - 1 - 2 - 3
      - IZQUIERDA NEGRA - 1 - 2 - 3
      - IZQUIERDA BLANCA - 1 - 2 - 3

      - BLUR NEGRO - 1 - 2
      - BLUR BLANCO - 1 - 2

      - Quitar

      - DERECHA NEGRA - 1 - 2 - 3
      - DERECHA BLANCA - 1 - 2 - 3
      - IZQUIERDA NEGRA - 1 - 2 - 3
      - IZQUIERDA BLANCA - 1 - 2 - 3

      - BLUR NEGRO - 1 - 2
      - BLUR BLANCO - 1 - 2

      - Quitar



              TEXTO DEL BLOCKQUOTE
      - DERECHA NEGRA - 1 - 2 - 3
      - DERECHA BLANCA - 1 - 2 - 3
      - IZQUIERDA NEGRA - 1 - 2 - 3
      - IZQUIERDA BLANCA - 1 - 2 - 3

      - BLUR NEGRO - 1 - 2
      - BLUR BLANCO - 1 - 2

      - Quitar

              FORMA DEL BLOCKQUOTE

      Primero debes darle color al fondo
      1 - 2 - 3 - 4 - 5 - Normal
      - DERECHA NEGRA - 1 - 2
      - DERECHA BLANCA - 1 - 2
      - IZQUIERDA NEGRA - 1 - 2
      - IZQUIERDA BLANCA - 1 - 2
      - Quitar

      - DERECHA NEGRA - 1 - 2 - 3
      - DERECHA BLANCA - 1 - 2 - 3
      - IZQUIERDA NEGRA - 1 - 2 - 3
      - IZQUIERDA BLANCA - 1 - 2 - 3

      BLUR NEGRO - 1 - 2
      BLUR BLANCO - 1 - 2

      - Quitar
      - DERECHA - 1 - 2
      - IZQUIERDA - 1 - 2

      - BLUR NEGRO - 1 - 2
      - BLUR BLANCO - 1 - 2

      - Quitar -

      - DERECHA NEGRA - 1 - 2 - 3
      - DERECHA BLANCA - 1 - 2 - 3
      - IZQUIERDA NEGRA - 1 - 2 - 3
      - IZQUIERDA BLANCA - 1 - 2 - 3

      BLUR NEGRO - 1 - 2
      BLUR BLANCO - 1 - 2

      - Quitar
      - DERECHA - 1 - 2
      - IZQUIERDA - 1 - 2

      - BLUR NEGRO - 1 - 2
      - BLUR BLANCO - 1 - 2

      - Quitar -



      - DERECHA NEGRA - 1 - 2 - 3
      - DERECHA BLANCA - 1 - 2 - 3
      - IZQUIERDA NEGRA - 1 - 2 - 3
      - IZQUIERDA BLANCA - 1 - 2 - 3

      - BLUR NEGRO - 1 - 2
      - BLUR BLANCO - 1 - 2

      - Quitar
      - DERECHA NEGRA - 1 - 2
      - IZQUIERDA NEGRA - 1 - 2 -
      - BLUR NEGRO - 1 - 2
      - BLUR BLANCO - 1 - 2

      - Quitar
      - DERECHA - 1 - 2
      - IZQUIERDA - 1 - 2

      - BLUR NEGRO - 1 - 2
      - BLUR BLANCO - 1 - 2

      - Quitar
      - TITULO
      - DERECHA - 1 - 2
      - IZQUIERDA - 1 - 2

      - BLUR NEGRO - 1 - 2 - 3
      - BLUR BLANCO - 1 - 2 - 3
      - Quitar

      - TODO EL SIDEBAR
      - DERECHA - 1 - 2
      - IZQUIERDA - 1 - 2

      - BLUR NEGRO - 1 - 2 - 3
      - BLUR BLANCO - 1 - 2 - 3

      - BLUR INTERNO - NEGRO - 1 - 2
      - BLUR INTERNO - BLANCO - 1 - 2
      - Quitar

                 ● Cambiar en forma ordenada
     √

                 ● Cambiar en forma aleatoria
     √

     √

                 ● Eliminar Selección de imágenes

                 ● Desactivar Cambio automático
     √

      - DERECHA NEGRA - 1 - 2
      - DERECHA BLANCA - 1 - 2
      - IZQUIERDA NEGRA - 1 - 2
      - IZQUIERDA BLANCA - 1 - 2

      - BLUR NEGRO - 1 - 2
      - BLUR BLANCO - 1 - 2

      - Quitar

      - DERECHA NEGRA - 1 - 2 - 3
      - DERECHA BLANCA - 1 - 2 - 3
      - IZQUIERDA NEGRA - 1 - 2 - 3
      - IZQUIERDA BLANCA - 1 - 2 - 3

      BLUR NEGRO - 1 - 2
      BLUR BLANCO - 1 - 2

      - Quitar




      - DERECHA - 1 - 2 - 3
      - IZQUIERDA - 1 - 2 - 3

      - BLUR NEGRO - 1 - 2 - 3
      - BLUR BLANCO - 1 - 2 - 3

      - Quitar -





      - DERECHA - 1 - 2 - 3
      - IZQUIERDA - 1 - 2 - 3

      - BLUR NEGRO - 1 - 2 - 3
      - BLUR BLANCO - 1 - 2 - 3

      - BLUR INTERNO NEGRO - 1 - 2
      - BLUR INTERNO BLANCO - 1 - 2

      - Quitar - Original



                 - IMAGEN DEL POST


    Bloques a cambiar color
    Código Hex
    No copiar
    BODY MAIN MENU HEADER
    INFO
    PANEL y OTROS
    MINIATURAS
    SIDEBAR DOWNBAR SLIDE
    POST
    SIDEBAR
    POST
    BLOQUES
    X
    BODY
    Fondo
    MAIN
    Fondo
    HEADER
    Color con transparencia sobre el header
    MENU
    Fondo

    Texto indicador Sección

    Fondo indicador Sección
    INFO
    Fondo del texto

    Fondo del tema

    Texto

    Borde
    PANEL Y OTROS
    Fondo
    MINIATURAS
    Fondo general
    SIDEBAR
    Fondo Widget 1

    Fondo Widget 2

    Fondo Widget 3

    Fondo Widget 4

    Fondo Widget 5

    Fondo Widget 6

    Fondo Widget 7

    Fondo Widget 8

    Fondo Widget 9

    Fondo Widget 10

    Fondo los 10 Widgets
    DOWNBAR
    Fondo Widget 1

    Fondo Widget 2

    Fondo Widget 3

    Fondo los 3 Widgets
    SLIDE
    Fondo imagen 1

    Fondo imagen 2

    Fondo imagen 3

    Fondo imagen 4

    Fondo de las 4 imágenes
    POST
    Texto General

    Texto General Fondo

    Tema del post

    Tema del post fondo

    Tema del post Línea inferior

    Texto Categoría

    Texto Categoría Fondo

    Fecha de publicación

    Borde del post

    Punto Guardado
    SIDEBAR
    Fondo Widget 1

    Fondo Widget 2

    Fondo Widget 3

    Fondo Widget 4

    Fondo Widget 5

    Fondo Widget 6

    Fondo Widget 7

    Fondo los 7 Widgets
    POST
    Fondo

    Texto
    BLOQUES
    Libros

    Notas

    Imágenes

    Registro

    Los 4 Bloques
    BORRAR COLOR
    Restablecer o Borrar Color
    Dar color

    Banco de Colores
    Colores Guardados


    Opciones

    Carga Ordenada

    Carga Aleatoria

    Carga Ordenada Incluido Cabecera

    Carga Aleatoria Incluido Cabecera

    Cargar Estilo Slide

    No Cargar Estilo Slide

    Aplicar a todo el Blog
     √

    No Aplicar a todo el Blog
     √

    Tiempo a cambiar el color

    Desactivar Carga Ordenada o Aleatoria
    Eliminar Colores Guardados

    Sets predefinidos de Colores

    Set 1 - Tonos Grises, Oscuro
    Set 2 - Tonos Grises, Claro
    Set 3 - Colores Varios, Pasteles
    Set 4 - Colores Varios

    Sets personal de Colores

    Set personal 1:
    Guardar
    Usar
    Borrar

    Set personal 2:
    Guardar
    Usar
    Borrar

    Set personal 3:
    Guardar
    Usar
    Borrar

    Set personal 4:
    Guardar
    Usar
    Borrar
  • Tiempo (aprox.)

  • T 0 (1 seg)


    T 1 (2 seg)


    T 2 (3 seg)


    T 3 (s) (5 seg)


    T 4 (6 seg)


    T 5 (8 seg)


    T 6 (10 seg)


    T 7 (11 seg)


    T 8 13 seg)


    T 9 (15 seg)


    T 10 (20 seg)


    T 11 (30 seg)


    T 12 (40 seg)


    T 13 (50 seg)


    T 14 (60 seg)


    T 15 (90 seg)