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Los mejores son ricos, calientes, con cuerpo y te mantienen despierta toda la noche.
Dulces, suaves... y generalmente se van directo a tus caderas.
Crees necesitar uno pero no sabes para qué.
Llénalos de cerveza y te lo podrás llevar a donde tu quieras.
Solo sirven para reproducir.
Siempre están calientes y enredados en tu pelo.
Una vez que le has tomado la medida... son fáciles de pisar.
Siempre te dicen qué hacer y generalmente están equivocados.
Se corren a la primera lágrima.
Si no tienes cuidado...se te suben por las piernas.
Los buenos ya están ocupados, y los que quedan son minusválidos o demasiado pequeños...
Nada se puede hacer para cambiarlo.
Nunca se sabe cuando vienen, cuántos centímetros tendrá y cuánto pueden durar.
Después de esparcidos... tardan un rato en ponerse duros.
Fáciles de obtener, baratos y nada confiables.
Llamas por teléfono y en media hora están calientes en tu puerta.
Nunca son lo suficientemente largas.
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