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Había un hombre que trabajaba en la oficina de correos, cuyo trabajo era procesar las cartas que traían la dirección ilegible. Un día, llego a sus manos una carta que traía escritura temblorosa y que iba dirigida a Dios, pero no tenia dirección alguna. Como esa carta no iba a ir a ningún lado, decidió abrirla para ver de qué se trataba:
Querido Dios
Soy una viuda de 84 años, que vive de una pequeña pensión. Ayer, alguien robó mi bolsa que tenía 10,000 pesos, era lo que me quedaba de la quincena y ahora voy a tener que esperar hasta mi próximo cheque, no sé que hacer. El próximo domingo es Navidad y había invitado a dos amigas mías a cenar, pero sin dinero, no tendré qué ofrecerles, no tengo ni comida para mí, no tengo familia y eres todo lo que tengo, mi única esperanza. ¿Me podrías yudar? Por Favor.
Sinceramente, Maria.
Querido Dios
Con lagrimas en mis ojos y con todo el agradecimiento de mi corazón te escribo estas líneas para decirte que hemos pasado, mis amigas y yo, una de las mejores Navidades de la vida, y todo por tu maravilloso regalo, debes saber que siempre hemos sido fieles a tu mandato y hemos seguido todos tus mandamientos, tal vez esa sea la razón de tu benevolencia con nosotras y en especial conmigo. Gracias Dios. Por cierto, faltaban 1.200 pesos... nada importante, seguramente se los robaron esos hijuep%#& del correo...
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