Publicado en
enero 21, 2010
El adán, el esclavo, el hijo, el homosexual,
el marido, el político, el sacerdote
Sumario
PRIMERA PARTE
Adán
La víctima
El esclavo
El hijo
El robot
El maníaco sexual
El monje
Zorba
SEGUNDA PARTE
Eva
El macho
El mendigo
El playboy
El novio
El marido
El padre
El amigo
TERCERA PARTE
El político
El sacerdote
El científico
El hombre de negocios
El Buda
CUARTA PARTE
El nuevo hombre
El meditador
El guerrero
El jugador
El creador
El anciano
El maestro
Zorba el Buda
Acerca de Osho
Primera parte
Adán
ADÁN FUE el primer hombre, pero no porque fuese el primero probablemente, antes que él hubo muchos otros; por tan¬to, la historia no los puede recordar, no tienen ego, sino porque fue el primero en decir «no». Y a mi parecer, ¿cómo va a ser Adán el primer hombre? Seguramente hubo millones de hombres an¬tes que él, pero ninguno de ellos dijo «no». No podían conver¬tirse en hombres, no podían convertirse en egos.
Adán dijo «no». Sufrió por decirlo, por supuesto; fue expul¬sado del jardín de la felicidad.
Adán es un hombre y todos los hombres son como Adán. La infancia es el Jardín del Edén. Los niños son tan felices como los animales, tan felices como los hombres primitivos, tan felices como los árboles. ¿Habéis observado a un niño correr entre los árboles o en la playa? Todavía no es humano. Sus ojos siguen siendo transparentes pero es inconsciente. Tendrá que salir del Jardín del Edén. Este es el significado de la expulsión de Adán del Jardín del Edén, ya no forma parte de la felicidad incons¬ciente. Al comer la fruta del árbol de la sabiduría se ha vuelto consciente. Se ha convertido en un hombre.
No es que Adán fuese expulsado una vez, sino que cada Adán deberá ser expulsado de nuevo. Cada niño deberá ser expulsado del jardín de los dioses; forma parte del aprendizaje. Es el dolor del aprendizaje. Hay que perderlo para volverlo a encontrar, para en¬contrarlo conscientemente. Esta es la carga del hombre y su des¬tino, su tormento y su libertad, el problema y a la vez la grande¬za del hombre.
¿Por qué nunca estoy satisfecho con lo que soy y con lo que la existencia me ha otorgado? Siempre estoy bus¬cando algo mejor para hacer, ser otra persona,- cuando alguien tiene más que yo, quiero tener mas que él. Como dice el refrán, la hierba siempre está más verde del otro lado de la valla». ¿A qué se debe esto?
Esto se debe a que te han confundido. Has sido dirigido ha¬cia un lugar distinto al que la naturaleza había pensado para ti. No estás yendo hacia tu propio potencial. Estás intentando ser lo que los demás quieren que seas, pero esto no te puede satisfacer. Cuando no es satisfactorio, la lógica dice: «Quizá no sea sufi¬ciente; toma un poco más.» Entonces, sigues buscando; empie¬zas a mirar a tu alrededor. Todo el mundo aparece con una más¬cara sonriente, feliz, porque todo el mundo está engañando a los demás. Tú también te presentas con una máscara; los demás creen que eres más feliz. Y tú te crees que ellos son más felices.
La hierba parece más verde al otro lado de la valla.... pero des¬de ambos lados. A los que viven al otro lado de la valla les parece más verde tu hierba. Realmente parece más verde y más fuerte, mejor. Este es el equívoco que provoca la distancia. Cuando te aproximas, empiezas a comprobar que no es así. Pero las personas guardan las distancias entre ellos. Incluso los amigos, hasta los amantes se mantienen a cierta distancia; demasiada proximidad podría resultar peligrosa, podrían entrever tu realidad.
Te han engañado desde el principio, de modo que, hagas lo que hagas, seguirás siendo desdichado. La naturaleza no entien¬de de dinero, si no, el dinero crecería en los árboles. La naturale¬za no entiende de dinero; el dinero no es más que una invención del hombre, útil pero peligrosa. Cuando ves a alguien que tiene mucho dinero piensas que quizá el dinero da la felicidad: «Fíjate en esa persona, parece muy feliz», por eso corre detrás del dine¬ro, Hay alguien que tiene mejor salud, corre tras la salud. Si al¬guien hace cualquier cosa y parece muy contento, síguele.
Pero siempre son los demás, y la sociedad lo ha organizado de tal forma para que nunca te fijes en tu propio potencial. La desgracia es que no estás siendo tú mismo. Sé tú mismo y deja¬rá de haber desdicha, competencia y preocupación porque los demás tengan más que tú.
Si quieres que la hierba sea más verde no hace falta que mi¬res al otro lado de la valla; puedes conseguir; que la hierba sea más verde de este lado de la valla. Conseguirlo es muy sencillo. Pero estás mirando en todas las direcciones y todos los prados tienen buen aspecto, menos el tuyo.
El hombre debe basarse en su propio potencial, sea cual sea, y nadie debería darle órdenes, guiarle. Deberían de ayudarle, vaya donde vaya o se convierta en lo que se convierta. Y enton¬ces el mundo estará tan contento que no te lo podrás creer.
Nunca he sentido descontento, ni siquiera en mi infancia, por la sencilla razón de que nunca he permitido que nadie me distrajera de lo que estaba haciendo o intentando ser. Eso me ha ayudado inmensamente. Ha sido difícil, las dificultades se han ido incrementando y ahora el mundo entero está en mi contra. Pero no me molesta. Soy completamente feliz, estoy contento. No puedo imaginarme que hubiese sido de otra manera. En cualquier otra situación habría sido desgraciado...
El mundo está contra la individualidad. Está en contra de tu ser natural, de que seas simplemente.
Quiere que seas un robot, y como has aceptado serlo ahora tienes dificultades. No eres un robot. La intención de la natura¬leza no era convertirte en un robot. Y por eso, como tu destino no era ése, estás permanentemente buscando: «¿Qué me falta?
Quizá unos muebles mejores, unas cortinas mejores, una casa mejor, una esposa mejor, un trabajo mejor ... » Lo intentas du¬rante toda tu vida, corriendo de un sitio a otro. Pero la sociedad te ha confundido desde el primer momento.
Mi esfuerzo consiste en que volváis a vuestro ser, y de re¬pente os daréis cuenta de que ha desaparecido todo el descon¬tento. No hay necesidad de ser más, ya eres suficiente. Todo el mundo es suficiente.
¿Por qué me resulta tan difícil quererme?
Los niños nacen con un enorme amor hacia sí mismos. Es la sociedad la que destruye ese amor, es la religión la que destruye ese amor, porque si el niño se sigue amando a sí mismo, enton¬ces, ¿quién amará a Jesucristo? ¿Quién amará al presidente? ¿Quién amará a sus padres? El amor de un niño hacia sí mismo ha de ser desviado. Hay que condicionarle de manera que su amor se dirija siempre hacia un objeto externo. Esto hace al hombre muy pobre, porque cuando quieres a alguien externo a ti -ya sea Dios, el Papa, tu padre, tu esposa, tu marido, tus hi¬jos, cualquiera que sea el objeto de tu amor, te vuelve depen¬diente de ese objeto. A tus propios ojos te conviertes en algo se¬cundario, te conviertes en un mendigo.
Al nacer eras un emperador totalmente satisfecho contigo mismo. Pero tu padre quiere que le quieras, tu madre quiere que la quieras. Todos a tu alrededor se quieren convertir en objeto de tu amor. A nadie le preocupa que si un hombre no puede amar¬se a sí mismo tampoco será capaz de amar a nadie. De modo que se crea una sociedad enloquecida, donde todo el mundo in¬tenta querer a alguien, sin tener nada que dar. Y la otra persona tampoco tiene nada que dar. ¿Por qué están los amantes conti¬nuamente peleando, discutiendo, molestándose? Por la sencilla razón de que no están consiguiendo lo que pensaban obtener. Ambos son mendigos, ambos están vacíos.
A un niño debidamente educado se le debe permitir crecer en amor hacia sí mismo, de forma que esté tan lleno de amor que compartirlo se convierta en una necesidad. Está tan repleto de amor que quiere compartirlo con alguien. Entonces, el amor nunca te hará depender de nadie. Tú eres el que da, y el que da nunca es un mendigo. Y el otro también da. Y cuando se en¬cuentran dos emperadores, dueños de sus propios corazones, se produce una inmensa alegría. Nadie depende de nadie; todo el mundo es independiente e individual, centrado en sí mismo, arraigado en sí mismo. Sus raíces van hasta el fondo de su pro¬pio ser, de donde brota el néctar llamado amor hacia la superfi¬cie y florece con miles de rosas.
Este tipo de persona no ha sido posible hasta el momento por culpa de vuestros profetas, de vuestros mesías, de vuestras encarnaciones de Dios y todas las demás clases de idiotas. Os han destruido en beneficio de su gloria, de su propio ego. Os han ma¬chacado completamente.
Tiene una lógica. 0 bien el mesías, el salvador, se convierte en el objeto de tu amor, y tú no eres más que una sombra si¬guiéndole ciegamente, o bien estás totalmente satisfecho, rebo¬sando amor y floreciendo con miles de rosas, y en ese caso, ¿quién quiere ser salvado? Ya estás salvado. ¿A quién le interesa el paraíso? Ya estás en él.
Cuando aprendas a amarte a ti mismo desaparecerán los sacerdotes, los políticos se quedarán sin seguidores; todos los in¬tereses creados de la sociedad irán a la bancarrota. Se aprovechan de ti de una forma psicológica muy sutil y por eso prosperan.
Pero aprender a amarse no es difícil, es natural. Si has con¬seguido hacer algo antinatural, como aprender a querer a los de¬más sin quererte a ti mismo, entonces lo otro es sencillo. Has hecho casi lo imposible. Sólo se trata de una cuestión de com¬prensión, una comprensión muy simple, que es: «Debo amarme a mí mismo; de lo contrario, me perderé el sentido de la vida. No creceré, sino que envejeceré. No tendré individualidad. No seré auténticamente humano, digno, íntegro.»
Por otra parte, si no te amas a ti mismo no puedes amar a nadie más en el mundo. Muchos de los problemas psicológicos aparecen porque has sido alejado de ti mismo. Eres «indigno», no eres lo que deberías ser; debes rectificar tus actos. Te tienes que amoldar a una personalidad determinada.
En Japón hay árboles de cuatrocientos años cuya altura no llega a los quince centímetros. Ellos lo consideran una forma de arte. ¡Esto es un asesinato, un verdadero asesinato! El árbol pa¬rece viejo pero sólo mide quince centímetros. Habría medido cincuenta metros, tratando de alcanzar las estrellas. ¿Qué le han hecho? ¿Qué estrategia han usado? La misma que se usa contra la humanidad, contra los seres humanos. Colocan el árbol en un tiesto casi plano. Entonces, a medida que crecen las raíces se las van cortando, porque el tiesto casi no tiene fondo. Van cortando las raíces, y si las raíces no profundizan, el árbol no puede cre¬cer. Se hace viejo pero no crece. Esto es exactamente lo mismo que se ha hecho con los seres humanos.
El amor hacia ti mismo es una necesidad básica para tu cre¬cimiento. Por eso te enseño a ser egoísta, que es lo natural.
Vuestras religiones os han enseñado a ser altruistas, a sacri¬ficaros por cualquier estúpido ideal: por la bandera, que sólo es un pedazo de tela podrida. Os sacrificáis por la nación, que no es más que una fantasía, porque en ningún lugar aparece la tierra dividida en naciones. Dividir la tierra en el mapa es una argucia de los políticos. ¡Te estás sacrificando por unas líneas dibujadas en un mapa! Mueres por tu religión: cristianismo, hinduismo, budismo, islamismo. Lo han hecho de tal forma que consiguen atrapar al individuo. Si mueres por tu patria te llamarán mártir. Sólo estás cometiendo un suicidio, y además, por un motivo ri¬dículo. Si mueres por tu religión irás al paraíso, disfrutarás de eternas bendiciones. Te están manipulando. Pero hay algo bási¬co en esta manipulación que es: no te ames a ti mismo; ódiate, porque no eres digno de nada.
Todo el mundo está lleno de odio hacia sí mismo. Y si te odias, ¿cómo crees que vas a encontrar a alguien que te quiera? Ni si¬quiera estás listo para quererte a ti mismo; es imposible que te quiera nadie. Has aceptado la idea de que no vales nada a menos que observes ciertas reglas, dogmas religiosos o ideas políticas.
Al nacer no eras cristiano ni católico; no naciste comunista. Cada niño viene al mundo como una tabula rasa, totalmente en blanco. No hay nada escrito -ni la Biblia, ni el Corán, ni el Gita ni el Capital-, no, no hay nada escrito. No trae consigo un libro sagrado, viene con la inocencia más absoluta. Pero su inocencia se convierte en el mayor problema porque está rodeado de lobos disfrazados de políticos, de sacerdotes, de padres, de profesores. Todos se abalanzan sobre tu inocencia. Empezarán a escribir co¬sas sobre ti y más tarde creerás que son tu legado. Han destro¬zado tu legado. Ahora ya pueden esclavizarte, convertirte en lo que ellos quieran. Si quieren que asesines a gente inocente...
Hay mafias religiosas, hay mafias políticas que se siguen aprovechando de ti. Tal vez sean enemigas la una de la otra, pero todas coinciden en un punto: no se debe permitir que el hombre se ame a sí mismo. Eso corta las raíces de su propio ser y entonces le convierte en un ser desvalido, desarraigado, un barco a la deriva; pueden hacer con él lo que quieran.
Los habitantes de este país (Estados Unidos) han matado a gente inocente, a los pobres de Vietnam. ¿Qué tenía que ver ese asunto con ellos? Y no solamente en uno de los bandos. Manda¬ron a su propia gente, que aún no había disfrutado de la vida, para matar y ser matados en nombre de la democracia, en nom¬bre de América. Pero, ¿por qué tenemos que sacrificarnos en el nombre de nadie? Los musulmanes y los cristianos han estado
luchando ' se han estado matando en el nombre de Dios. Ambos luchan y matan en el mismo nombre: Dios. ¡Qué mundo más extraño hemos creado!
Pero la estrategia es muy sencilla: destruye el amor que por naturaleza tiene cada ser hacia sí mismo, y se volverá tan indig¬no a sus propios ojos que estará dispuesto a hacer cualquier cosa para conseguir una medalla de oro, simplemente para sentirse un poco más valioso, para sentir que él también es alguien. ¿Veis
todos los galones de colores que llevan vuestros generales? ¿Qué clase de estupidez es ésa? A medida que el general se va aniqui¬lando, destruyendo, los galones van aumentando.
Puedes llevar todos esos colores en la camisa, no creo que haya ninguna ley que te lo impida, pero te dará un aspecto senci¬llamente ridículo. ¿No tienen los generales un aspecto ridículo? Son respetados, son grandes héroes. Y, ¿qué han hecho? Asesinar a muchas personas de vuestro país, asesinar a muchas personas de otros países. Son recompensados por esos asesinatos. ¿Habéis visto alguna vez una sociedad que recompense a los amantes? No, los amantes siempre son censurados. No hay ninguna sociedad que respete a los amantes; el amor es el anatema de la sociedad. Por tanto, lo primero que tienen que hacer los poderes estableci¬dos es alejarte de¡ amor, y hasta el momento lo han conseguido.
Millones de años.... y el hombre sigue siendo un esclavo, si¬gue sintiendo en su interior un profundo complejo de inferiori¬dad, de falta de dignidad, porque no es capaz de cumplir lo que se le exige. En realidad, todo lo que se exige es tan antinatural que no hay forma de cumplirlo. Los mesías se engrandecen cada vez más a costa de tu falta de dignidad, porque dicen, porque prometen que son los salvadores; dicen que te van a salvar. Tú no te puedes salvar. Nunca te han permitido que aprendieses a nadar. Por tu cuenta sólo te podrás ahogar.
Los políticos siguen dándote esperanzas de que pronto no ha¬brá pobreza; sin embargo, la pobreza va en aumento. No está dis¬minuyendo, sino que está aumentando. Cada día mueren miles de personas en Etiopía. Y te sorprenderás: en América hay medio millón de personas que padecen de sobrealimentación, obesidad; cada vez son más gordos. En Etiopía la gente padece de raquitis¬mo, pasan hambre y mueren. En América la gente muere de so¬brealimentación, en Etiopía mueren porque no tienen nada de comer. ¿Os parece razonable el mundo que hemos creado?
Muy pronto la mitad de India estará abocada al mismo destino que Etiopía; y el gobierno de India está vendiendo trigo y expor¬tándolo al resto del mundo. Sus propios habitantes van a morir y no en pequeñas cantidades. El 50 por 100 de India está en el lími¬te, en cualquier momento se puede convertir en una Etiopía más grande. Pero los dirigentes políticos venden trigo a otros países porque quieren plantas nucleares, quieren energía atómica para poder competir en esta ridícula carrera que está teniendo lugar.
Todo esto sucede en nombre del altruismo. Quiero que seas absolutamente egoísta. Quiérete, sé tú mismo. No dejes que te distraiga ninguna persona, ya sea religiosa, Política, social o edu¬cativa. Tu responsabilidad primera no es hacia la religión ni ha¬cia la nación, es hacia ti mismo. Y fíjate: si todo el mundo se ama y se cuida, su inteligencia llegará a la cima, su amor le desbor¬dará. Para mí, la filosofía del egoísmo le hará realmente altruis¬ta porque tendrá tanto para compartir y para dar que dar será para él una alegría, compartir será una celebración, El altruismo sólo puede ser un derivado del amor hacia ti mismo.
Como no te quieres, te sientes débil, porque el amor es tu ali¬mento, es tu fuerza. Naturalmente, ¿cómo puedes sentirte res¬ponsable? Sigues cargándole a otro con tu responsabilidad. Dios, el destino, o Adán y Eva son los responsables. La responsable es la serpiente, porque sedujo a Eva para que desobedeciera a Dios. ¿Te das cuenta de la idiotez de cargarle toda la responsabilidad a alguien? Una serpiente..., probablemente hace millones de años. He intentado conversar con una serpiente, con una culebra..., pero no hablan. De hecho, ni siquiera oyen. He descubierto que las serpientes no tienen oídos; los oídos no forman parte de su fisiología. Si no pueden oír, ¿cómo van a hablar? ¿Cómo pudie¬ron persuadir a Eva? Pero tenemos que echarle la culpa a al¬guien. Adán se la echa a Eva. Eva a la serpiente. La serpiente, si pudiese hablar, se la echaría a Dios.
De esta forma, podemos seguir delegando nuestra respon¬sabilidad sin comprender que no llegaremos a ser verdaderos individuos hasta que no nos hagamos responsables de nosotros mismos. Eludir la responsabilidad es destructivo para tu indivi¬dualidad. Pero sólo puedes aceptarla si tienes un tremendo amor hacia ti mismo.
Acepto mi responsabilidad y me alegro de hacerlo. Nunca le he cargado mi responsabilidad a nadie porque eso es perder la li¬bertad, es esclavizarse, es estar a merced de los demás. Sea yo quien sea, soy única y absolutamente responsable. Eso me con¬fiere mucha fuerza. Me da raíces, me centra. Pero el origen de mi responsabilidad es que me amo. Yo también he tenido que pa¬sar por el mismo tipo de explotación de masas. Pero dejé claro, desde el principio, que si me empujaban me negaría a entrar en el cielo. Por voluntad propia estoy dispuesto a ir al infierno. Por lo menos, mantendré mi independencia, será mi elección.
Mis padres, mis profesores y mis maestros se enfrentaban conmigo. Pero les dije: «Os aseguro que no puedo aceptar so¬bornos para convertirme en un esclavo. Prefiero sufrir durante toda la eternidad en los fuegos del infierno, pero seguiré siendo yo mismo. Al menos me quedará esa satisfacción: es mi elección, no me ha obligado nadie.»
Si te llevan prisionero al paraíso, ¿crees que lo disfrutarás? Ir al paraíso detrás de Jesucristo, de Moisés, de Buda o de Krisna..., ¿qué clase de paraíso es éste, donde se espera que creas con fe ciega, donde no puedes hacer preguntas, no puedes cuestionar nada? Ese paraíso es peor que el infierno. Pero la gente ha sido alejada de su verdadera naturaleza.
Quiero que vuelvas a casa. Respétate. Siente la alegría y el or¬gullo de saber que la existencia te necesita; de lo contrario, no es¬tarías aquí. Celebra que la existencia no puede prescindir de ti. En primer lugar, ese es el motivo por el que estás aquí. La existencia te ha dado una oportunidad, una vida llena de tesoros inmensos que se esconden en tu interior: la belleza, el éxtasis, la libertad.
¡Pero no eres existencial Eres cristiano, budista, hindú. Y sólo quiero que creas en una cosa: en la existencia. No hace fal¬ta que vayas a la iglesia o a la sinagoga. Si no puedes experi¬mentar el cielo, las estrellas, el atardecer, el amanecer, las flores abriéndose, los pájaros cantando... ¡Toda la existencia es un ser¬món! No ha sido preparado por un estúpido sacerdote.... está en todas partes.
Sólo tienes que confiar en ti mismo, que es otra forma de de¬cir amarte a ti mismo. Y cuando confías en ti mismo y te amas, entonces, obviamente, te has responsabilizado de lo que eres, seas quien seas. Eso te da una experiencia del ser tan tremenda que nadie te podrá esclavizar de nuevo.
¿Puedes ver la belleza que hay en un individuo que es capaz de mantenerse erguido él solo'> Y pase lo que pase -alegría o tristeza, vida o muerte-, el hombre que se ama es tan íntegro que no sólo será capaz de disfrutar de la vida, sino también de la muerte.
Sócrates fue castigado por la sociedad. Es inevitable que las personas como Sócrates sean castigadas porque son individuos y no permiten que nadie les domine. Fue envenenado. Estaba tumbado en la cama mientras el hombre que tenía que darle el veneno lo estaba preparando. Atardecía, era la hora convenida. La corte había decidido la hora exacta, pero el hombre lo estaba retrasando. Sócrates le preguntó:
-El tiempo pasa, el sol se está poniendo, ¿por qué te estás re¬trasando?
Este hombre no podía creer que alguien que estaba a punto de morir fuese tan escrupuloso con la hora de su muerte. En realidad, debería estar agradecido por el retraso. Él adoraba a Só¬crates. Le había oído hablar en la corte y había visto la belleza que había en él: él solo tenía más inteligencia que todo Atenas. Quería retrasarlo un poco para que Sócrates pudiera vivir un poco más, pero Sócrates no se lo permitió. Le dijo:
-No seas vago. Trae el veneno.
Mientras se lo estaba dando, le preguntó:
-¿Por qué estás tan emocionado? Te veo tan radiante, veo tanta curiosidad en tus ojos. ¿No te das cuenta? ¡Vas a morir!
Sócrates dijo:
-Eso es lo que quiero conocer. La vida ya la conozco. Ha sido hermosa; con todas las ansiedades y las angustias pero, a pesar de todo, ha sido un placer. Simplemente respirar es una gran alegría. He vivido, he amado; he hecho todo lo que he querido, he dicho todo lo que he querido. Ahora quiero saborear la muer¬te, y cuanto antes mejor.
Sólo hay dos posibilidades: que mi alma siga viviendo bajo otras formas, como dicen los místicos orientales; eso es muy emocionante, viajar con el alma libre del lastre del cuerpo. El cuerpo es una celda, tiene sus limitaciones. 0 quizá tengan razón los materialistas, y cuando muere tu cuerpo, muere todo. Después ya no queda nadie. Eso también es muy emocionante: ¡no ser! Sé lo que significa ser y ha llegado el momento de saber lo que significa no ser. Y cuando ya no soy, ¿qué problema hay? ¿Por qué me tendría que preocupar? Yo no estaré allí para preo¬cuparme; de modo que ¿para qué perder el tiempo ahora?
Así es el hombre que se ama a sí mismo. Escogió incluso la responsabilidad de su muerte, porque el tribunal no tenía nada contra él; solamente era el prejuicio del público, el prejuicio de la gente mediocre que no podía entender la chispa de la inteli¬gencia de Sócrates. Pero eran la mayoría, y decidieron darle muerte.
No pudieron rebatir ni un solo argumento de Sócrates. Creo que ni siquiera entendían lo que les estaba diciendo, eran inca¬paces de responder. Y él destruyó todos sus argumentos. A pesar de todo, se trataba de una democracia; los ciudadanos decidieron que era peligroso y había que envenenarle.
¿Cuál era su delito? Su delito fue que «hace rebelde a nues¬tra juventud, los vuelve escépticos, se vuelven raros. Crea una brecha entre los mayores y los jóvenes. Ya no nos escuchan, dis¬cuten por todo, y es por culpa de este hombre».
Pero los jueces eran mejores que la gente corriente. Le dije¬ron a Sócrates:
-Te damos varias alternativas. Si te marchas de Atenas y pro¬metes no volver nunca más, te podrás salvar de la muerte. Pero si quieres quedarte en Atenas, tendrás que dejar de hablar, en¬trarás en silencio. En ese caso, también podremos convencer a la gente de que te dejen vivir. Si no, la tercera alternativa es que mañana, al ponerse el sol, te tendrás que tomar el veneno.
¿Qué hizo Sócrates? Dijo:
-Estoy dispuesto a tomarme el veneno mañana u hoy, cuan¬do esté preparado, pero no puedo dejar de decir la verdad. Si es¬toy vivo, seguiré diciéndola hasta mi último aliento. No me pue¬do ir de Atenas sólo para salvarme, porque si no, me sentiré como un cobarde que se asustó de la muerte, que se escapó de la muerte, que ni siquiera pudo tomar la responsabilidad de su
muerte. He vivido según mi propio pensamiento, sentimiento, ser; quiero morirme así también. Y no te sientas culpable. Nadie es responsable de mi muerte, soy yo el responsable. Sabía que iba a suceder, porque hablar de la verdad en una sociedad que se basa en la mentira, la decepción y la ilusión es tentar a la muer¬te. No culpéis a esta pobre gente que ha decidido darme muerte. Si hay alguien responsable, ése soy yo. Y quiero que sepáis que he vivido siendo responsable de mí mismo y que voy a morir siendo responsable de mí mismo. Mientras vivía, he sido un in¬dividuo. A la hora de la muerte, soy un individuo. Nadie decide por mí. Tomo mis propias decisiones.
Esto es dignidad. Esto es integridad. Todo ser humano debe¬ría ser así. Si la tierra estuviese llena de gente como ésta podría¬mos hacer que fuese tan hermosa, tan extática, tan abundante en todo...
Pero no hay individuos, de modo que te tienes que respon¬sabilizar de ti mismo. Sólo serás capaz de hacerlo cuando em¬pieces a amar todo lo que tú eres: la existencia te ha querido así. Si la existencia hubiese querido otro Jesucristo, lo habría crea¬do. Ser cristiano, musulmán o hinduista es horrible.
Sé tú mismo, nada más que tú mismo, simplemente tú mis¬mo. Y recuerda que estás arriesgando mucho cuando declaras que eres tú mismo. No perteneces a ningún grupo, a ningún re¬baño. Todos son rebaños: los hinduistas, los musulmanes, los cristianos, los comunistas. Te estás declarando un individuo, sa¬biendo perfectamente que es peligroso. Tal vez la multitud nun¬ca te lo perdone. Pero es tan bonito arriesgarse, caminar por el filo de la navaja, donde cada paso que das es peligroso. Cuanto más peligrosamente vives, más vives. Y es posible vivir en un ins¬tante toda la eternidad, si estás preparado para vivir con totali¬dad, arriesgando absolutamente todo.
No quiero que seas un hombre de negocios, quiero que seas un jugador. Y cuando estés apostando, juégatelo todo. No te guardes nada para después. Entonces, pase lo que pase, te trae¬rá grandes bendiciones. Aunque te conviertas en un mendigo, tu ser será mucho más majestuoso que el de un emperador.
La humanidad no puede caer más bajo. Pero ha caído; ha olvidado la risa que tienen todos los niños al nacer; ha perdido el camino hacia el bienestar y la integridad.
La puerta se abre en este mismo instante, siempre en el aquí y ahora, donde se cruzan continuamente la vida y la muerte. Has elegido orientarte hacia la muerte porque les interesa a los que están en el poder, y has olvidado que la vida va pasando mientras te ahogas en la tristeza.
Una vez, un discípulo le preguntó a Confucio cómo ser feliz, cómo ser dichoso. Confucio le dijo: «Estás haciendo una pre¬gunta muy extraña, son cosas naturales. Una rosa no pregunta cómo ser una rosa.» En lo que se refiere a la tristeza y la desdi¬cha, tendrás mucho tiempo cuando estés en la tumba; entonces podrás ser desdichado a tus anchas. Pero mientras estás vivo, es¬tate totalmente vivo. De esa totalidad y de esa intensidad surgi-rá la felicidad y, sin duda, un hombre feliz aprende a bailar.
Queremos que toda la humanidad sea feliz, baile, cante. En¬tonces todo el planeta será maduro, su conciencia evolucionará. La conciencia de un hombre desgraciado, triste, no puede ser muy penetrante; su conciencia es débil, mortecina, pesada, os¬cura. Sólo cuando te puedes reír sinceramente desaparece toda la oscuridad como en un destello.
Cuando te ríes eres tu auténtico ser. Cuando estás triste cu~ bres tu rostro original con una falsa identidad que la sociedad es¬pera de ti. Nadie quiere que seas tan feliz como para ponerte a bailar en la calle. Nadie quiere que rías de todo corazón; si no, los vecinos empezarán a llamar a tu puerta: «¡Para!» El sufri¬miento está bien; la risa es molesta. La gente desgraciada no puede tolerar que los demás no lo sean. El único crimen de la gente como Sócrates fue ser totalmente feliz, y su felicidad pro¬vocó mucha envidia entre las masas que vivían en la miseria. Las masas no pueden tolerar ver a la gente feliz, hay que destruirlos porque te inducen a una posibilidad de rebelión, y tienes miedo de la rebelión. Cuando un hombre se enamora de la rebelión va por buen camino.
La víctima
¿POR QUÉ no te conoces a ti mismo? Debería ser la cosa más sencilla del mundo y se ha vuelto difícil, lo más difícil. Co¬nocerse se ha vuelto casi imposible. ¿Dónde está el error? Tienes la capacidad de conocerte. Tú estás ahí, la capacidad de cono¬certe también está ahí. Entonces, ¿qué ha sucedido? ¿Porqué la capacidad de conocer no puede volverse hacia sí misma?
Sólo hay un error, y a menos que lo arregles, seguirás sin sa¬ber quién eres. Y el error es que se ha creado dentro de ti una di¬visión. Has perdido tu integridad. La sociedad te ha convertido en una casa dividida ' dividida en contra de ti mismo.
La estrategia es sencilla; una vez que la hayas entendido, puedes eliminaría. La estrategia consiste en que la sociedad te ha dado unos ideales de cómo deberías ser, Y te los ha inculcado tanto, que siempre estás interesado en el ideal «cómo debería ser», olvidándote de quién eres.
Estás obsesionado con el ideal futuro y te has olvidado de la realidad presente. Tus ojos están mirando al futuro lejano. En consecuencia, no pueden mirar hacia dentro. Continuamente estás pensando qué hacer, cómo hacerlo, cómo llegar a ser esto. Tu lenguaje se ha convertido en un idioma de deber y convenir, mientras que la realidad sólo consiste en ser. La realidad no co¬noce deberes o conveniencias.
Una rosa es una rosa, no se plantea la cuestión de ser cual¬quier otra cosa. Y la flor de loto es la flor de loto. La rosa no in¬tenta convertirse en una flor de loto, y la flor de loto nunca intenta convertirse en una rosa. Por tanto, no están neuróticas. No necesitan psiquiatras ni psicoanálisis. La rosa está sana por¬que simplemente vive su realidad. Y esto le sucede al resto de la existencia excepto al hombre. Sólo el hombre tiene ideales y de¬beres. «Debería ser esto y lo otro»; entonces te divides contra tu propio ser. Deber y ser son enemigos.
Y no puedes ser algo diferente de lo que eres. Deja que esto cale profundamente en tu corazón: sólo puedes ser lo que eres, nada más. Cuando te ha penetrado esta verdad, «sólo puedo ser yo mismo», desaparecen todos los ideales. Automáticamente se descartan. Y cuando no hay ningún ideal, te encuentras con la realidad. Entonces tus ojos están aquí y ahora, estás presente en lo que eres. Desaparece la división, la separación. Eres uno.
Este es el primer paso: sé uno contigo mismo. Este primer paso se ha vuelto difícil debido a todo el condicionamiento, a toda la educación, a todos los esfuerzos por civilizarte. Si has dado el primer paso simplemente al aceptarte y amarte tal y como eres, momento a momento... Por ejemplo, estás triste. En este momento estás triste. Todo tu condicionamiento te está di¬ciendo: «No deberías estar triste. Está mal. No deberías estar triste. Tienes que estar contento.» Aquí surge la división, el pro¬blema. Estás triste: esta es la verdad en este momento. Y tu con¬dicionamiento, tu mente dice: «No deberías estar así, tienes que estar contento. iSonríe! ¿Qué van a pensar de ti?» Si estás tan triste, tu mujer te puede abandonar; si estás tan triste, quizá tus amigos te abandonen; si sigues estando tan triste, tu negocio se hundirá. Tienes que reírte, tienes que sonreír, tienes que fingir al menos que eres feliz. Si eres médico, tus pacientes no se sen¬tirán bien si te ven tan triste. Quieren un médico feliz, alegre, saludable, y tú tienes un aspecto tan triste. Sonríe.... aunque tu sonrisa no sea verdadera, pon una sonrisa falsa, pero sonríe. Al menos finge, disimula.
El problema es que finges, disimulas. Logras sonreír, pero entonces te divides en dos. Has reprimido la verdad, te has vuel¬to falso. La sociedad respeta a los farsantes. El farsante se con¬vierte en un santo, se convierte en un gran líder. Y todo el mun¬do le empieza a seguir. El farsante es tu ideal.
Por eso eres incapaz de conocerte. ¿Cómo te vas a conocer si no te aceptas? Siempre estás reprimiendo tu ser. ¿Qué hay que hacer entonces? Cuando estés triste acepta la tristeza: eso eres tú. No digas: «Estoy triste.» No digas que la tristeza está separa¬da de ti. Simplemente di: «Soy la tristeza, en este momento soy la tristeza.» Vive tu tristeza con total autenticidad. Te sorpren¬derás de cómo se abre en tu ser una puerta milagrosa. Si puedes vivir tu tristeza sin la idea de ser feliz, entonces serás feliz auto¬máticamente, porque desaparecerá la división. Ha dejado de ha¬ber divisiones. «Soy la tristeza», y entonces deja de surgir la cuestión de tener el ideal de querer ser otra cosa. De modo que no hay ningún esfuerzo, ningún conflicto. «Simplemente soy esto», y se produce una relajación. Y en esa relajación hay gra¬cia, en esa relajación hay alegría.
El dolor psicológico existe porque estás dividido. El dolor significa separación y la felicidad significa no separación. Te pa¬recerá paradójico: ¿cómo te vas a alegrar si estás triste y aceptas tu tristeza? Te puede parecer paradójico, pero es así. Inténtalo. No te estoy diciendo «intenta ser feliz», no te estoy diciendo «acepta tu tristeza para que puedas ser feliz», no estoy dicien¬do eso. Si esa es tu motivación no te sucederá nada; sigues ha¬ciendo un esfuerzo. Estarás mirando de reojo: «Ha pasado mu¬cho tiempo desde que acepté incluso la tristeza. Estoy diciendo Soy la tristeza'; sin embargo, todavía no hay alegría.» De esa for¬ma no llegará.
La alegría no es una meta, es un derivado. Es la consecuen¬cia natural de la unidad, de la unión. únete con la soledad sin ningún motivo, sin un propósito determinado. No se trata de te¬ner un motivo. En este momento estás así, en este momento ésta es tu verdad. En el siguiente instante tal vez estés enfadado: acéptalo también. En el siguiente instante podrías sentirte de otra manera: acéptalo también.
Vive momento a momento, con una gran aceptación, sin crear divisiones, y estarás en el camino del autoconocimiento. Renuncia a la división: la división es el problema. Te enfrentas a ti mismo. Renuncia a esos ideales que te producen este antago¬nismo. Eres como eres, acéptalo con alegría, con gratitud. Y de repente sentirás armonía. Tus dos personalidades, la personali¬dad ideal y la real, dejarán de estar ahí luchando. Se encontrarán y se fundirán en una. En realidad, no es la tristeza la que te cau¬sa dolor. Lo que te causa dolor es la interpretación de que la tris¬teza está mal, y esto se convierte en un problema psicológico. La rabia no es dolorosa, la idea de que la rabia está mal es lo que crea una ansiedad psicológica. Es la interpretación, no el hecho. El hecho siempre es liberador.
Jesús dijo: «La verdad libera.» Esto es de inmensa importan¬cia. Sí, la verdad libera, pero no tus ideas sobre la verdad. Sé la verdad y ésta te liberará. Sé la verdad, y encontrarás la libera¬ción. No tienes que atraerla, no tienes que estar esperándola: su¬cede instantáneamente. ¿Cómo ser la verdad? Ya eres la verdad. Simplemente, tienes falsos ideales, que son los que te están creando problemas. Renuncia a los ideales: durante unos días sé un ser natural. Igual que los árboles, los animales y las plantas, acepta tu ser tal como es. Surgirá un gran silencio. ¿Cómo po¬dría ser de otro modo? Si no hay interpretación, la tristeza es hermosa, tiene profundidad. Entonces, la rabia también es her-mosa; está llena de vida y energía. El sexo también es hermoso porque tiene creatividad. Cuando no hay interpretación todo es hermoso. Cuando todo es hermoso te relajas. En esa relajación vuelves a tu raíz, y eso trae consigo autoconocimiento. Volver a tu raíz es lo que Sócrates quería decir con «conócete a ti mis¬mo». No es una cuestión de conocimientos sino de transformación interna. ¿Y de qué transformación estoy hablando? No te es¬toy dando un ideal para que te parezcas a él. No te estoy diciendo que tienes que transformarte en algo diferente de lo que eres. Simplemente, tienes que relajarte en lo que eres, sea lo que sea, y observar lo que sucede.
¿Has oído lo que estoy diciendo? Entiéndelo: es liberador. Y entonces se escucha un gran armonía, una gran música. La mú¬sica del autoconocimiento. Tu vida comienza a cambiar. Enton¬ces tienes una llave mágica que abre todas las puertas.
¿Qué es la represión?
La represión es vivir una vida que no te corresponde. La re¬presión es hacer cosas que nunca has querido hacer. La represión es ser la persona que no eres. La represión es una manera de destruirte. La represión es un suicidio, muy lento por su¬puesto, pero es un envenenamiento lento y certero. La expresión es vida; la represión es suicidio.
Este es el mensaje del tantra: no vivas una vida de represión; de lo contrario, no vivirás. Vive una vida de expresión, de creatividad, de alegría. Vive de la forma que la existencia (Dios) ha querido que vivas, vive de forma natural. Y no tengas miedo de los sacerdotes.
Hazle caso a tus instintos, hazle caso a tu cuerpo, a tu cora¬zón, a tu inteligencia. Confía en ti mismo, ve a donde quiera lle¬varte tu espontaneidad, y no habrá pérdida. Y fluyendo espontá¬neamente con tu vida natural, un día te encontrarás a las puertas de lo divino.
La represión es una manera de evitar los riesgos. Por ejem¬plo, te han enseñado que no tienes que enfadarte, y crees que la persona que nunca se enfada deberá ser inevitablemente muy cariñosa. Te equivocas. La persona que nunca se enfada tampo¬co es capaz de querer. Van unidos, juntos en el mismo lote.
El hombre que ama de verdad a veces estará muy enfadado. Pero su enfado es hermoso, surge de su amor. Su energía es ca¬liente, y no te sentirás herido por su rabia. De hecho, le agrade¬cerás que estuviera enfadado. ¿Lo has observado? Cuando quie¬res a alguien y haces algo, si esta persona se enfada mucho, si francamente se enfada, se lo agradecerás porque te quiere tanto que puede permitirse el enfadarse contigo. ¿Por qué si no? Si no quieres afrontar el enfado, te comportas con cortesía. Cuando no quieres afrontar nada, cuando no te quieres arriesgar, sigues sonriendo. No importa.
Si tu hijo está a punto de saltar al abismo, ¿podrás resistir sin enfadarte? ¿No gritarás? ¿No estarás a punto de estallar? ¿Segui¬rás sonriendo? Es imposible.
Cuando amas, puedes enfadarte. Cuando amas, puedes per¬mitírtelo. Si te amas (y esto es algo esencial en la vida; de lo con¬trario, te la perderás) no serás represivo, serás expresivo con todo lo que te trae la vida. Lo estarás expresando, su alegría, su tristeza, sus altos, sus bajos, sus días, sus noches.
Pero te han educado para ser falso, te han educado para que seas un hipócrita. Cuando estás enfadado sigues sonriendo con una sonrisa postiza. Cuando estás enfurecido, reprimes tu rabia. Cuan¬do te sientes sexual, lo reprimes. Nunca eres fiel a lo que sientes.
Sucedió que...
Jorge y su hija pequeña Mati fueron a dar un paseo al parque de atracciones. En el camino se detuvieron a darse una comilo¬na. Una vez en el parque de atracciones se acercaron a un pues¬to de perritos calientes y Mati dijo:
-Papi, quiero... -Jorge le interrumpió y le atiborró de palo¬mitas.
M llegar al puesto de los helados Mati volvió a gritar:
-Papi, quiero... -Jorge le volvió a interrumpir, pero esta vez dijo-: ¡Quiero, quiero!
-Ya sé lo que quieres, ¿un helado?
-No, papi -suplicó-, quiero vomitar.
Eso era lo que quería desde el principio. Pero, ¿quién está es¬cuchando? La represión es no escuchar a tu propia naturaleza. La represión es un truco para destruirte.
Doce cabezas rapadas, doce macarras, entran en un pub con sus cazadoras Levis y todo el equipo. Se acercan al patrón y le dicen:
-Trece jarras de cerveza, por favor.
-Pero sólo sois doce.
-Mire, queremos trece jarras de cerveza.
De modo que les sirven las cervezas y se sientan. Hay un vie¬jo pequeñajo sentado en una esquina y el jefe de los cabezas ra¬padas se acerca y le dice:
-Ten, papá, esta jarra de cerveza es para ti.
El hombrecillo le dice:
-Gracias, hijo, eres generoso, gracias.
-No importa, nos gusta ayudar a los inválidos.
-Pero yo no soy un inválido.
-Lo serás si no pagas la próxima ronda.
Esto es la represión: es un truco para dejarte inválido. Es un truco para destruirte, para debilitarte. Es un truco para enfren¬tarte a ti mismo. Es una manera de crear un conflicto dentro de ti, y el hombre que está en conflicto consigo mismo, por su¬puesto, se debilita.
La sociedad ha hecho una gran jugada, ha enfrentado a todo el mundo consigo mismo. Así que estás luchando contigo mis¬mo continuamente. No te queda energía para hacer otra cosa. ¿No has podido comprobar que te ocurre esto? Estás continua¬mente luchando. La sociedad te ha dividido, y eres una persona disociada: te ha vuelto un esquizofrénico y te ha confundido. Eres un barco a la deriva. No sabes quién eres, no sabes dónde vas, no sabes qué haces aquí. En primer lugar, ni siquiera sabes por qué estás aquí. Te ha confundido de verdad.
Y de esta confusión surgen los grandes líderes: Adolf Hitler, Mao Zedong, Joseph Stalin. Y de esta confusión nace el papa del Vaticano, y de esta confusión surgen mil y una cosas. Pero tú eres destruido.
El tantra dice: sé expresivo. Pero recuerda, la expresión no significa irresponsabilidad. El tantra dice: sé expresivo con inte¬ligencia y no perjudicarás a nadie. Un hombre que no se hace daño a sí mismo no puede hacerle daño a nadie. El hombre que se perjudica a sí mismo es, en cierto modo, peligroso. Si ni siquiera está enamorado de sí mismo, es peligroso: es capaz de ha¬cerle daño a cualquiera. De hecho, lo hará.
Si estás triste, deprimido, lograrás que la gente que está a tu alrededor esté triste y deprimida. Cuando estás feliz te gustaría crear una sociedad feliz, porque la felicidad sólo puede existir en un mundo feliz. Sí vives con alegría querrás que todo el mundo sea feliz: esto es la auténtica religión. Bendices a toda la exis¬tencia con tu propia alegría.
Me han condicionado tanto con el catolicismo que no creo tener ninguna esperanza; a pesar de todo esto, ¿me podrás ayudar?
Católico o comunista, musulmán o maoísta, jainista o judío da igual, todos son iguales. Por supuesto, los católicos condicionan a las personas de un modo más sistemático, más científico que los hindúes. Han desarrollado una gran destreza para con¬dicionar a la gente. Pero todas las religiones lo hacen en mayor o menor medida, a su manera todas las sociedades lo hacen; todo el mundo está condicionado.
El condicionarniento empieza en el momento en que naces, desde tu primer aliento; es inevitable. Los padres te condicionan, los niños con los que juegas te condicionan, los vecinos, la es¬cuela, la iglesia y el estado te condicionan. Conscientemente, no existe tanto condicionamiento, pero inconscientemente el niño va acumulándolo cada vez más. El niño aprende imitando.
Así que no debes preocuparte. Es una situación habitual en el mundo: todo el mundo está condicionado. Y todo el mundo tiene que salir del condicionamiento. Es complicado. No es como quitarse la ropa.... es como quitarse la piel. Es duro, arduo, porque nos hemos identificado con nuestro condicionamiento. Sólo nos conocemos como católicos, como comunistas, hin¬dúes, musulmanes, cristianos. Y el mayor miedo a renunciar al condicionamiento es el miedo a tener una crisis de identidad...
Es difícil abandonar el condicionamiento porque es todo tu pasado, tu mente, tu ego y todo lo que eres. Pero si estás prepa¬rado, si eres valiente, si tienes agallas para seguirme es posible, no es imposible. ...Le ha ocurrido a mucha gente. Hazte parte de este acontecimiento, no seas un espectador. ¡únete al baile'
Mi invitación es para todo el mundo, mi invitación es incondicional.
Puedes renunciar a todos los condicionamientos porque te han sido impuestos desde el exterior, y como te han sido im¬puestos desde el exterior se pueden eliminar desde el exterior.
No te puedo dar a Dios ni te puedo dar la verdad, ni te pue¬do dar tu esencia profunda, pero puedo eliminar toda la basura que te han echado encima. Y cuando se haya eliminado esa ba¬sura, Dios empezará a crecer dentro de ti. Cuando se hayan eli¬minado los obstáculos, el manantial de tu vida empezará a fluir, recobrarás la inocencia.
Si recobras la inocencia, recobras el paraíso; vuelves a entrar en el Jardín del Edén.
El hombre moderno sufre por el pasado; no sufre por sus pe¬cados como te dicen los supuestos predicadores religiosos. Su¬fres por los pecados de hace siglos..., pero ahora este asunto ha llegado a un extremo. El hombre se cae a pedazos, Hasta ahora hemos conseguido mantenernos enteros, pero ahora las cosas están llegado a un punto que o bien el hombre tiene que cam¬biar totalmente y cambiar su visión de la vida o tiene que suici¬darse.
Si seguís el pasado, estaréis a punto de un suicidio colectivo. Y eso es lo que están intentando vuestros líderes políticos: pre¬parando bombas atómicas, bombas de hidrógeno y superbombas de hidrógeno, apilando bomba sobre bomba. ¡Ya tienen dema¬siadas! De hecho, hace apenas diez años ya eran capaces de des¬truir siete veces a cada hombre. Hace diez años estaban listos para destruir esta tierra siete veces, a pesar de que las personas mueren sólo una vez, no hace falta matarlas dos veces, sería innecesario. Pero por si acaso alguien sobrevive -los políticos tie¬nen que encargarse de esto-, lo planean a la perfección. Así eran las cosas hace diez años.
Ahora os vais a sorprender: pueden destruir esta tierra sete¬cientas veces, todas y cada una de las personas pueden morir se¬tecientas veces! Esto es demasiado y absolutamente innecesario. Siete está bien, habrá algunos listos que no mueran. ¡Pero sete¬cientas veces' Y, sin embargo, la carrera continúa. Incluso los países pobres se están incorporando a esta carrera, anhelan in¬corporarse, se mueren de hambre pero quieren bombas atómi¬cas. ¡Se mueren de hambre pero quieren más poder para matar y destruir!
A vista de pájaro puedes ver que la tierra se está preparando para un suicidio colectivo, una destrucción total, una guerra global. Y recuerda de nuevo que esto no tiene nada que ver con el hombre moderno como tal.
El hombre moderno sólo es una víctima del pasado. Los sa¬cerdotes siguen diciendo que hay algo que está mal en el hom¬bre moderno y siguen alabando el pasado.
¡El hombre moderno es un resultado del pasado! Cristiano, musulmán, hindú, budista.... todas las culturas han contribuido a esta situación. Son responsables de esto. El hombre estará sen¬tenciado a menos que estas culturas desaparezcan, a menos que abandonemos este pasado patológico y comencemos de cero a vivir en el presente, sin ideas de perfección, sin ideales, sin de¬beres, sin mandamientos.
El esclavo
UNO DE los problemas que tiene que encarar todo ser humano es el mundo en el que ha nacido. Su ser y las intenciones del mundo no van a la par. El mundo quiere que sea útil, que sea un esclavo, que sea utilizado por los que tienen poder. Y natural¬mente, el hombre está resentido por esto. Quiere ser él mismo. El mundo no le permite a nadie ser lo que se supone que es por naturaleza. El mundo intenta amoldar a todas las personas a su conveniencia: útil, eficiente, obediente, pero nunca rebelde ni afirmándose, ni declarando su propia individualidad, sino siendo servil, casi como un robot. El mundo no quiere que seáis seres humanos, quiere que seáis máquinas eficientes. Cuanto más efi¬cientes sois, más respetables, más honorables. Y esto es el origen M problema.
Nadie nace para ser una máquina. Es una humillación, una degradación; es quitarle al hombre su orgullo y su dignidad, des¬truirlo como ser espiritual y reducirlo a una entidad mecánica. En consecuencia, todos los niños empiezan a cerrarse desde el principio, cuando se dan cuenta de las intenciones de la socie¬dad, de los padres, de la familia, M sistema educativo, de la na¬ción y de la religión. Se empiezan a volver defensivos a conse-cuencia M miedo, porque se tienen que enfrentar a una fuerza tremenda. Son tan pequeños y frágiles, tan vulnerables, tan in¬defensos, tan dependientes de las mismas personas de las que se tienen que defender..
El problema se complica más aún porque el niño se tiene que defender de las personas que creen que le quieren. Y proba¬blemente no estén mintiendo. Las intenciones son buenas pero carecen de conciencia; están totalmente dormidos. No saben que son marionetas en manos de una fuerza ciega que se llama so¬ciedad, todas las instituciones y los intereses creados juntos.
El niño se enfrenta a un dilema. Tiene que luchar contra los que ama, y además cree que le aman. Pero lo curioso es que la gente que le quiere, no le quiere tal como es. Le dicen: «Te que¬remos, sí, te queremos, pero sólo si sigues nuestro camino, si si¬gues nuestra religión, si te vuelves obediente como nosotros.»
Si te vuelves parte de este extenso mecanismo, donde vas a vivir el resto de tu vida.... no tendrá sentido luchar contra él porque te aplastará. Es más sensato rendirse y aprender a decir sí, te guste o no. Reprime tu no. Se espera que digas sí a todo en cualquier condición, en todas las situaciones. El «no» está prohibido. «No» es el pecado original. La desobediencia es el pe¬cado original, y después la sociedad se toma la revancha con cre-ces. Esto provoca un gran miedo en el niño. Todo su ser quiere afirmar su potencial. Quiere ser él mismo porque si no fuera por esto, la vida no tendría sentido. A menos que lo haga no será fe¬liz, no estará alegre, satisfecho, contento. No se sentirá cómodo, siempre estará dividido. Habrá una parte de su ser, la más in¬trínseca, que siempre estará hambrienta, sedienta, frustrada, incompleta. Pero estas fuerzas son enormes y es muy arriesgado luchar contra ellas.
Naturalmente, poco a poco, todo niño aprende a defenderse, a protegerse. Cierra todas las puertas de su ser. No se expone a nadie, empieza a fingir. Comienza a ser un actor. Actúa según las órdenes que le dan. Si surgen dudas, las reprime. Si su natura¬leza se quiere afirmar, se reprime. Si su inteligencia le dice: «No está bien, ¿qué estás haciendo?», renuncia a ser inteligente. Es más prudente ser un retrasado, no ser inteligente. Cualquier cosa que te enfrente a los intereses creados es peligrosa. Y es arriesgado abrirte, incluso a las personas más próximas. Por eso todo el mundo se ha cerrado. Nadie abre los pétalos sin miedo, corno una flor, danzando al viento y bajo la lluvia, bajo el sol..., tan frágil pero sin miedo.
Estamos viviendo con los pétalos cerrados, con miedo de ha¬cernos vulnerables si los abrimos. De modo que todo el mundo usa escudos de todo tipo, te escudas incluso detrás de la amistad. Parecerá contradictorio, porque la amistad significa estar abier¬to el uno al otro, compartir vuestros secretos, compartir vues¬tros corazones. Todo el mundo vive lleno de contradicciones, La gente utiliza la amistad, el amor y la oración para escudarse. Cuando quieren llorar, no pueden; sonríen, porque la sonrisa es un escudo. Cuando no quieren llorar, lloran, porque en deter¬minadas ocasiones las lágrimas pueden actuar de escudo. Nues¬tra risa sólo es un movimiento con los labios, y tras ella escon¬demos la verdad: nuestras lágrimas.
Toda la sociedad se ha desarrollado en torno a una idea que básicamente es hipócrita. Tienes que ser lo que los demás quie¬ren que seas, no lo que eres. Por eso todo se vuelve falso, ficti¬cio. Mantienes la distancia incluso en la amistad. Permites a los demás que se acerquen sólo hasta un cierto punto. Si alguien se acerca demasiado quizá pueda ver detrás de tu máscara. 0 quizá se dé cuenta de que no es tu cara sino sólo una máscara, y tu cara está detrás. En el mundo que hemos estado viviendo hasta ahora todas las personas han sido mentirosas y falsas.
Mi visión del nuevo hombre es la de un rebelde, la de un hombre que está buscando su ser original, su rostro original. Un hombre que está preparado para renunciar a todas las más¬caras, todas las pretensiones, todas las hipocresías, y mostrarle al mundo quién es en realidad. No importa que te amen o te cri¬tiquen, te respeten, te honren o te difamen, que te coronen o te crucifiquen; porque la mayor bendición que hay en la existencia es ser tú mismo. Aunque te crucifiquen, tú seguirás estando sa¬tisfecho e inmensamente complacido.
Un hombre de verdad, un hombre sincero, un hombre que conoce el amor y la compasión y que comprende que la gente está ciega, inconsciente, dormida, espiritualmente dormida... Hacen las cosas medio dormidos. Has estado condicionado du-rante tanto tiempo, tantos años, toda tu vida, que deshacerte del condicionamiento también te llevará un tiempo. Te han cargado con toda clase de ideas falsas, mentiras. Te llevará un tiempo re¬nunciar a ellas, reconocer que son falsas y ficticias. En realidad, en cuanto te das cuenta de que algo es falso no es difícil renun¬ciar a ello. Cuando reconoces lo falso como falso se cae por su propio peso. Basta simplemente con reconocerlo. Se rompe tu conexión, tu identidad. Y cuando desaparece lo falso, aparece lo verdadero con toda su novedad, toda su belleza, porque la since¬ridad es belleza, la honestidad es belleza, la autenticidad es be-lleza. Simplemente ser tú mismo es ser bello.
Tu conciencia, entendimiento y valentía de que estás deci¬dido a encontrarte y tu compromiso con esto disolverá todos los rostros falsos que te han sido adjudicados por los demás. Ellos también son inconscientes (tus padres, tus profesores), no te en¬fades con ellos. También son víctimas como tú. Sus padres, los profesores y los sacerdotes han corrompido sus mentes; tus pa¬dres y tus profesores te han corrompido a ti. Nunca se te ha ocurrido pensar que fuese incorrecto lo que te enseñaban tus pa¬dres (que te quieren), tus profesores o tus sacerdotes. Pero es in¬correcto y ha creado un mundo incorrecto. Es totalmente inco¬rrecto. Y la prueba se extiende a lo largo de toda la historia: las guerras los crímenes, las violaciones...
Millones de personas han sido asesinadas, degolladas y que¬madas vivas en nombre de la religión, en nombre de Dios, de la li¬bertad, de la democracia, en nombre del comunismo; bellos nom¬bres. Pero lo que sucedió al amparo de esos bellos nombres es tan desagradable que un día el hombre mirará a la historia como si fuese la historia de la locura, no la de una humanidad sana.
Las religiones han censurado la vida de todas las formas po¬sibles; ¿qué puede hacer un niño si todo el mundo censura la vida? El mundo está lleno de censores. Toda esta censura le im¬presiona. Fíjate simplemente en la historia del origen del mun¬do. Dios le dijo a Adán y Eva: «No comáis del árbol del conoci¬miento, y no comáis del árbol de la vida.» Les prohibió comer de dos árboles. Son las dos cosas más importantes de la vida: la sa¬biduría y la vida; y Dios les niega las dos. Puedes comer todo tipo de hierbas y todo lo que quieras. Él no te está diciendo: «No to¬mes marihuana, no bebas alcohol.» No, eso no le interesa. Adán y Eva pueden fumar hierba, está permitido; pueden hacer vino con las uvas, está permitido. Sólo hay dos cosas que no están permitidas: no deben volverse conocedores, deberán permanecer ignorantes; y no deben vivir sino que deben seguir posponiendo la vida. Y como desobedecieron y comieron del árbol del conoci¬miento... No tuvieron tiempo de comer los frutos del segundo árbol, fueron sorprendidos. Después de comer del árbol del co¬nocimiento se dirigieron rápidamente hacia el árbol de la vida pero se lo impidieron inmediatamente. Es natural que todo el que está despierto, consciente (estas son las cualidades de la sa¬biduría), quiera antes que nada profundizar en la vida, saborear¬la al máximo, conectarse con su centro, sumergirse en el miste¬rio de la vida.
La historia no lo cuenta, pero la historia está incompleta. Os digo que después de comer del árbol del conocimiento (y es to¬talmente lógico) se dirigieron inmediatamente hacia el árbol de la vida. Y por eso a Dios le resultó tan fácil sorprenderlos; por otra parte, en el Jardín del Edén había millones de árboles y ¿dónde los podía encontrar? Le habría costado una eternidad: en vez de ser el hombre que busca a Dios, sería Dios que todavía es¬taría buscando al hombre.
Pero aunque la historia no lo cuente, me imagino lo que debe haber sucedido. Dios, sabiendo que habían comido del ár¬bol del conocimiento, fue inmediatamente a esperarles al árbol de la vida porque sabía que irían allí. Es simple lógica, no nece¬sitas ser Aristóteles. E inevitablemente fueron sorprendidos allí. Estaban los dos corriendo desnudos, regocijándose porque por primera vez habían abierto los ojos. Por primera vez eran seres humanos; hasta entonces sólo habían sido un animal más entre los animales... y Dios les expulsó de] Jardín del Edén. Desde en¬tonces, el hombre ha estado anhelando la vida, más vida. Los sa¬cerdotes que representan al Dios que te expulsó del Jardín del Edén -los papas, los imanes, los shankaracharyas*, los rabinos-, todos ellos representan siempre al mismo personaje.
Pero, curiosamente, nadie te dice que este personaje fue tu primer enemigo. Todo lo contrario, dicen que quien persuadió a Eva fue la serpiente: «Eres tonta por no comer del árbol del co¬nocimiento. Dios está celoso; tiene miedo de que te vuelvas sa¬bia si comes del árbol de la sabiduría. Tiene miedo de que te vuelvas como él si comes del árbol de la vida. Y entonces, ¿quién le va a alabar? Tiene celos, tiene miedo, por eso te lo ha impe¬dido.»
La serpiente fue la primera amiga de la humanidad, pero es maldecida. Al amigo se le llama demonio, y al enemigo se le lla¬ma Dios. ¡El comportamiento del pensamiento humano es ex¬traño! Deberías dar gracias a la serpiente. Gracias a ella te has convertido en lo que eres. Al haber desobedecido a Dios has al¬canzado cierta dignidad, el orgullo de ser humano, cierta inte¬gridad, cierta individualidad.
En vez de dar gracias a Dios, cambia la frase. En vez de decir «¡gracias a Dios!», di «¡gracias a la serpiente!». Sólo lo hizo por cortesía ... ; de lo contrario, ¿por qué había de molestarse por ti? Debe haber sido muy compasiva.
La desobediencia es la base del verdadero hombre religioso; la desobediencia a todos los sacerdotes, los políticos y los intere¬ses creados. Sólo entonces podrás deshacerte de los condiciona¬mientos. Y cuando ya no estés condicionado, no te preguntarás cuál es el objetivo de la vida. Tu pregunta dará un giro. Te pre¬guntarás: «¿Cómo puedo vivir con más totalidad? ¿Cómo puedo sumergirme totalmente en la vida?» Porque la vida es la finalidad de todo; de modo que no puede haber una finalidad para la vida. Pero sufres por la privación, y aparte de la muerte parece no haber nada más; la vida se te escapa de entre las manos y la muerte está cada vez más cerca. Tu vida no es más que una muerte lenta.
¿Y quién te ha hecho esto? Todos tus «benefactores», tus bienhechores, tus profetas, tus mesías, tus encarnaciones de Dios. Estas son las personas que han convertido tu vida en una muerte lenta, y han sido muy inteligentes al hacerlo. Han utili¬zado una estrategia muy simple: dicen que tu vida es un castigo.
Los católicos dicen que naces con el pecado original. Enton¬ces, ¿cómo puedes estar vivo?, sólo eres un pecador. Por tanto, la única manera de tener una vida verdadera es detener esta vida que sólo es pecado. ¿Quiénes son vuestros santos? Vuestros santos son personas que viven bajo mínimos; cuanto menos vi¬ven, más grandes son. Todos vuestros sabios viven en una pesa¬dilla, y están predicando para que les sigáis. Su esfuerzo consis¬te en truncar vuestra vida en todo lo posible. Se censura la vida, el sexo, el deseo de vivir con comodidad. Se censura disfrutar de cualquier cosa. Esto es truncar la vida. Te la van quitando poco a poco.
Te sorprenderás si te fijas en la historia de los monasterios católicos, jainistas, budistas o hindúes: es increíble que en nom¬bre de la religión se haya tratado al ser humano de una forma tan inhumana. Todo tipo de estupideces...
El político se ve favorecido cuando estás menos vivo, porque entonces eres menos rebelde, más obediente, más convencional, más tradicional.... ya no eres un peligro. Al sacerdote también le favorece que estés menos vivo por los mismos motivos. Si estás realmente vivo serás un peligro para todo el mundo, para todos los que te intentan explotar, los parásitos. Lucharás con dientes y uñas. Preferirías morirte antes que vivir como un esclavo, por¬que para una persona completamente viva incluso la muerte no es una muerte, sino la culminación de la vida. Sigue viviendo in¬tensa y totalmente incluso en el momento de su muerte. No tie¬ne miedo a la muerte, no le tiene miedo a nada.
Esto hace que los poderes establecidos tengan miedo de las personas vivas. Han encontrado una estrategia muy sutil que consiste en otorgarle una finalidad a tu vida: esta finalidad es que seas alguien.
Tú ya eres lo que la existencia quiere que seas. No tienes que convertirte en alguien.
Pero continúan diciéndote que tienes que convertirte en un Jesucristo. ¿Por qué? Si Jesucristo no se tuvo que convertir en mí, ¿por qué me tengo que convertir yo en Jesucristo? Jesucris¬to debería ser Jesucristo, yo debería ser yo. ¿Qué están haciendo los católicos? Intentan imitar a Jesucristo, intentan, de algún modo, convertirse en él. Los hinduistas intentan ser Krisna, los budistas intentan ser Buda. ¡Qué extraño! Nadie se ocupa de sí mismo; todo el mundo quiere ser otra persona. Eso trunca tu vida completamente. Por eso digo que la vida no tiene ninguna finalidad porque es una finalidad en sí misma.
Olvídate de todas las finalidades. Olvídate incluso de la idea de futuro.
Olvida completamente que vaya a haber un mañana. Retíra¬te de todas las dimensiones y direcciones. Concéntrate aquí y ahora, y en ese instante podrás conocer la vida en su eternidad.
El hijo
TODOS los padres tienen expectativas y, a través de ellas, des¬truyen a sus hijos. Tienes que liberarte de tus padres, del mismo modo que llega un día en el que el niño tiene que salir del vientre de la madre; de lo contrario, el vientre sería su Muer¬te. Después de nueve meses, el niño tiene que salir del vientre, tiene que dejar a la madre. Por mucho que le duela y a pesar de que la madre se sienta vacía, el niño tiene que salir. Más adelan¬te, en otra época de su vida, el niño tendrá que liberarse de las expectativas de los padres. Entonces, por primera vez, se volverá un ser por derecho propio, por cuenta propia. Entonces se val¬drá por sí mismo, Será libre de verdad. Si los padres están des¬piertos, si son más comprensivos, ayudarán a sus hijos a que sean lo más libres posible, lo antes posible. No les condicionarán para que sean útiles; les ayudarán a ser amorosos.
Hay un mundo totalmente nuevo que está esperando a na¬cer, en el que la gente estará trabajando... El carpintero trabaja¬rá porque ama la madera. El profesor estará enseñando en la es¬cuela porque le gusta enseñar. El zapatero seguirá haciendo zapatos porque le gusta hacer zapatos. Actualmente está suce¬diendo algo muy confuso. El zapatero hace de cirujano; el ciru¬jano hace de zapatero. Ambos están enfadados. El carpintero hace de político; el político hace de carpintero. Ambos están enfadados. Toda la vida parece estar profundamente enfadada. Fí¬jate en la gente, todos parecen estar enfadados. Todo el mundo parece estar donde no le corresponde. Todos parecen unos in¬adaptados. Todo el mundo parece estar insatisfecho a causa del concepto de utilidad; no hace más que obsesionarles.
He oído contar una historia muy hermosa:
La señora Jiménez, que acababa de llegar al cielo, se dirigió tímidamente al ángel que hacía las inscripciones.
-Dígame, ¿sería posible tener una entrevista con alguien aquí en el cielo?
El ángel de¡ registro le contestó:
-Por supuesto, suponiendo que esa persona esté en el cielo.
-Estoy segura de que está aquí -dijo la señora Jiménez-; en realidad, quiero ver a la Virgen María.
El ángel que hacía las inscripciones carraspeó:
-Ah, sí. Da la casualidad que está en otra sección, pero si in¬siste, entregaré su solicitud. Es una señora muy amable y tal vez quiera visitar su antiguo barrio.
Se presentó la solicitud y la Virgen estuvo muy atenta. No pasó mucho tiempo antes de que la señora Jiménez recibiera la visita de la Virgen. La señora Jiménez contempló durante un largo rato la figura radiante que tenía delante suyo y finalmen¬te dijo:
-Por favor, perdone mi curiosidad, pero siempre le he queri¬do hacer esta pregunta: ¿qué se siente al tener un hijo tan ma¬ravilloso que desde que nació ha sido alabado por cientos de mi¬llones de personas como si fuera un dios?
La Virgen respondió:
-Francamente, señora Jiménez, a nosotros nos habría gus¬tado que fuese médico.
Los padres siempre tienen alguna expectativa, y esa expecta¬tiva se vuelve venenosa. Dejadme que os diga algo: amad a vues¬tros hijos pero nunca pongáis vuestras expectativas en ellos. Amad a vuestros hijos todo lo que podáis, y dadles la sensación de que los queréis por lo que son, y no por lo útiles que puedan ser. Amadles enormemente y dadles la sensación de que los acep¬táis como son. Ellos no tienen que satisfacer ninguna exigencia. El amor que les dais no tiene que ser diferente según hagan esto o aquello. El amor es incondicional. Y entonces se podrá crear un mundo totalmente distinto. Las personas se dedicarán na¬turalmente a las cosas que les gustan. Las personas se moverán naturalmente en la dirección que instintivamente sienten que fluyen.
A menos que estés satisfecho, a menos que hayas encontra¬do algo que no sea sólo una profesión sino algo parecido a una vocación, una llamada, nunca podrás sentirte feliz con tus pa¬dres, porque son la causa de que estés en este mundo miserable. No podrás sentirte agradecido, no tendrás ningún motivo para ello. Cuando estés satisfecho, te sentirás enormemente agrade¬cido. Y tu satisfacción sólo será posible siempre que no te con¬viertas en un objeto. Tu destino es convertirte en una persona. Tu destino es convertirte en un valor intrínseco. Tu destino es ser un fin en ti mismo.
¿No deberíamos ser lo mas cariñosos que podamos?
El padre insiste: «Quiéreme, soy tu padre», y el niño tiene que fingir que le quiere. El hijo ni siquiera tiene necesidad de querer a su madre. Una de las leyes de la naturaleza es que la ma¬dre quiere a su hijo por un instinto natural, pero no viceversa, el hijo no tiene un instinto natural de amor hacia la madre. Nece¬sita a su madre, pero eso es otra cosa; la utiliza, pero eso es otra cosa, no hay ninguna ley de la naturaleza por la que tenga que querer a su madre. Le gusta porque le ayuda, es muy útil; sin ella no podría existir. De modo que le está agradecido, le tiene res¬peto, todas estas cosas están bien, pero el amor es un fenómeno totalmente distinto.
Al amor fluye partiendo de la madre hacia el hijo y no al revés. Esto es muy sencillo porque el amor de¡ hijo fluirá hacia sus propios hijos, no puede ir a la inversa, del mismo modo que el Ganges fluye hacia el mar y no hacia su origen. La madre es el origen y el amor fluye hacia la nueva generación. Invertir el sentido es un acto forzado, no es natural, no es biológico.
Pero el hijo tiene que fingir porque la madre le dice: «Soy tu madre, ¡tienes que quererme!» ¿Qué puede hacer el hijo? Sólo puede fingir, de modo que se convierte en un político. Cada niño se convierte en un político desde que está en la cuna. Empieza a sonreír cuando su madre entra en la habitación, ¡igual que Jímmy Carter! No siente alegría pero tiene que sonreír. Tiene que abrir la boca y ejercitar los labios, le ayuda, es una medida de supervivencia. Pero el amor se vuelve falso. Y cuando has aprendido esta clase de amor barato, artificial, es muy difícil des¬cubrir el original, el verdadero, el auténtico. Después tiene que querer a sus hermanos y hermanas, sin saber realmente por qué. En realidad, ¿quién es el que quiere a su hermana y para qué? Todas estas ideas se han implantado para mantener unida a la fa¬milia. Pero todo este proceso de falsificación te lleva hasta un punto en el que cuando te enamoras, ese amor también es falso.
Te has olvidado de lo que es realmente el amor. Te enamoras del color del pelo, pero ¿qué tiene eso que ver con el amor? Cuando hayan pasado dos días ya no te fijarás en el color del pelo. 0 te enamoras de un determinado tipo de nariz o de unos determinados ojos, pero tras la luna de miel ¡todas estas cosas te aburren! Y entonces tienes que arreglártelas de alguna manera para Fingir, engañar. Tu espontaneidad ha sido corrompida y en-venenada de lo contrario, tu amor no se haría pedazos. Pero sólo te enamoras de las partes. Si alguien te pregunta: «¿Por qué quieres a esta mujer o a este hombre?», tu respuesta será «por¬que es muy bella», o «por su nariz, sus ojos, la proporción de su cuerpo, esto y lo otro ... ». ¡Todo esto es un disparate! Este amor no puede ser muy profundo ni tener mucho valor. No se puede convertir en una amistad íntima. No durará toda la vida; pronto se secará porque es muy superficial. No ha nacido del corazón, es un fenómeno mental. Quizá te guste porque se parece a una actriz, pero gustar no es amar. El amor es un fenómeno total-mente distinto, indefinible, misterioso; tan misterioso que Jesús dijo: «Dios es amor.» Convierte a Dios y al amor en sinónimos, en indefinibles. Pero el amor natural se ha perdido.
Me has preguntado: «¿No deberíamos ser lo más cariñosos que podamos?» ¿Te parece que se trata de hacer algo lo mejor que puedas? No es cuestión de hacer. Es un fenómeno del corazón. Es un modo de trascender el cuerpo y la mente. No es prosa, es poesía. No es matemáticas, es música. No puedes hacerlo, sólo puedes serlo. El amor no es algo que haces, es lo que eres. Pero estas obligaciones pesan sobre tu espontaneidad. El amor nunca es un deber, no puede ser impuesto. No te puedes obligar a amar todo lo que puedas. Esto es lo que hace la gente y por eso hay tan poco amor en el mundo.
¿Cómo puedo amar a mi madre?
Deberás amar a tu madre de un modo totalmente distinto. No es tu novia, y no podrá serlo, Si estás demasiado apegado a tu madre no serás capaz de encontrar una novia. Y en el fondo es¬tarás muy enfadado con tu madre, porque por su culpa no pue¬des acercarte a otra mujer. De modo que alejarse de los padres forma parte del crecimiento. Es exactamente igual que cuando estás dentro del vientre y tienes que salir de él. Dejaste a tu ma¬dre, en cierto modo..., en cierto modo la traicionaste. Pero si dentro del vientre el niño piensa que esto será una traición, «cómo voy a abandonar a mí madre si me ha dado la vida», en-tonces se matará y matará también a su madre. Tiene que salir del vientre.
Primero está totalmente unido a la madre; después hay que cortar el cordón. Empieza a respirar por su cuenta, esto es el principio de su desarrollo. Se vuelve un individuo, empieza a funcionar separadamente. Durante muchos años seguirá siendo dependiente. Dependerá de su madre para la leche, el alimento, la protección, al amor; está indefenso. Pero a medida que va te¬niendo más fuerza se empezará a alejar cada vez más. Entonces se acabará la leche y tendrá que empezar a depender de otros ali¬mentos. Así se aleja todavía más.
Más tarde tendrá que ir al colegio, tendrá que tener amigos. Y cuando sea un hombre joven se enamorará de una mujer, y en cierto modo se olvidará de su madre completamente porque esta nueva mujer le colma, le subyuga. Sí esto no sucede es que algo no funciona. Si tu madre trata de aferrarse a ti, entonces no está cumpliendo con su obligación de madre. Es una obligación muy delicada. Una madre tiene que ayudarte a que te vayas, eso es lo difícil. Una madre tiene que hacerte fuerte para que puedas ale¬jarte de ella. Ése es su amor. Entonces estará cumpliendo con su obligación. Si te aferras a tu madre, entonces tú también le es¬tarás haciendo daño. Es ir en contra de la naturaleza. Es como si un río empezase a fluir contracorriente..., entonces todo es¬tará patas arriba.
Tu madre es tu origen. Si empiezas a fluir hacia tu madre estarás yendo contracorriente. El río tiene que fluir desde el origen hacia el mar. Pero eso no significa que no quieras a tu madre.
Recuerda que el amor hacía tu madre debe ser más parecido al respeto y menos parecido al amor. El amor hacia tu madre tie¬ne que tener la característica de la gratitud, del respeto, un res¬peto profundo. Te ha dado a luz, te ha traído al mundo. Tu amor hacia ella debe ser muy devoto. Por tanto, haz todo lo que pue¬das para servirle. Pero no hagas que tu amor sea como el amor hacia tu amada; si no, estarás confundiendo a tu madre con tu amada. Y si se confunde la finalidad te confundirás tú. Así que ten en cuenta que tu destino es encontrar una novia, a otra mu¬jer, no a tu madre. Entonces, por primera vez serás totalmente maduro, porque encontrar otra mujer significa que ahora estás completamente separado de tu madre; ya se ha cortado el último cordón.
Por eso siempre existe un ligero antagonismo entre la madre y la mujer de su hijo; hay un ligero antagonismo en cualquier parte del mundo. Tiene que ser así, porque de alguna manera la madre siente que esta mujer le ha quitado a su hijo. Y en cierto sentido, es natural. Es natural pero es ignorancia. La madre de¬bería sentirse feliz de que su hijo haya encontrado otra mujer. Ahora su hijo ya no es un niño; se ha vuelto una persona madu¬ra, adulta. Debería sentirse feliz, ¿no?
De modo que sólo podrás ser una persona madura de una manera: si te separas de tu madre. Y esto es así a muchos nive¬les del ser. Llega un día en que el hijo se tiene que sublevar con¬tra su padre, no sin respeto sino con un profundo respeto. Pero se tiene que sublevar. Aquí es donde hay que ser cuidadoso: hay revolución, hay rebelión, pero con un profundo respeto. Si no hay respeto es horrible, entonces la rebelión no será hermosa. Te estarás perdiendo algo. Rebélate, sé libre, pero sé respetuoso porque el padre y la madre son el origen.
Por consiguiente, hay que separarse de los padres. No sólo separarse sino que, muchas veces y de muchas maneras, hay que enfrentarse. Pero no se tendría que transformar en un enfado. No debería ser desagradable sino que debería seguir siendo her¬moso, respetuoso. Si te marchas, vete, pero póstrate a los pies de tu padre y de tu madre. Diles que te tienes que ir.... llora. Pero diles que eres impotente, que tienes que ¡rte. El desafío te llama, tienes que marcharte. Uno llora al irse de casa, mira hacia atrás una y otra vez con los ojos llenos de añoranza, de nostalgia. El pasado fue hermoso. Pero ¿qué puedes hacer?
Si te aferras a tu casa serás un inválido. Seguirás siendo un inmaduro. Nunca serás un hombre por derecho propio. Por eso te digo que te vayas con respeto. Debes estar a su servicio siem¬pre que lo necesiten, estar a su disposición. Pero no confundas a tu madre con tu amada; es tu madre.
El robot
¿Por qué dicen los sufiés que el hombre es una máquina?
PORQUE el hombre es una máquina, por eso. El hombre tal como es, es totalmente inconsciente. No es más que sus há¬bitos, la suma total de sus hábitos.
El hombre es un robot. El hombre todavía no es un hombre. A menos que la consciencia penetre en tu ser, seguirás siendo una máquina.
Por eso dicen los sufíes que el hombre es una máquina. George Gurdjieff * tomó de los sufíes la idea de que el hombre es una máquina y la introdujo en Occidente. Él fue el primero en decir que el hombre era una máquina. Esto escandalizó a mucha gente, pero estaba diciendo la verdad.
Es muy raro que seas consciente. En setenta años de vida, si vives lo que se considera una vida corriente, no tendrás más de siete instantes de consciencia.
Y estos siete instantes o menos serán por casualidad. Por ejemplo, tendrás un momento de consciencia cuando alguien te ponga de repente una pistola en el corazón. En ese momento se detiene tu pensamiento, tu pensamiento habitual. Durante un instante eres consciente, es tan peligroso que no puedes seguir dormido como de costumbre.
Cuando hay una situación de peligro te vuelves consciente. De lo contrario, estás profundamente dormido. Eres un experto en hacer las cosas mecánicamente.
Simplemente, siéntate al lado de la carretera y observa a la gente, te darás cuenta de que todo el mundo va medio dormido. Andan en sueños, son sonámbulos.
Y tú también.
Dos vagabundos fueron arrestados y acusados de un asesina¬to que se había cometido en el barrio. El jurado les declaró cul¬pables y el juez les sentenció a ser colgados del cuello hasta mo¬rir, y que Dios se apiade de sus almas.
Los dos aguantaron bastante bien hasta que llegó la mañana en la que se había fijado la ejecución. Mientras les preparaban para la horca, uno se volvió hacia el otro y le dijo:
-Maldita sea, he perdido la cabeza. No puedo coordinar las ideas. Ni siquiera sé en qué día de la semana estamos.
-Hoy es lunes -dijo el otro vagabundo.
-¿Lunes? Dios mío, ¡vaya forma de empezar la semana!
Simplemente, obsérvate. Incluso hasta en el momento de la muerte, la gente sigue repitiendo viejos patrones de comporta¬miento. Ya no va a haber más semanas; ha llegado el día en que van a ser ejecutados. Pero es la vieja costumbre, alguien dice que es lunes y tú respondes: «¿Lunes? ¡Dios mío, qué forma más desagradable de empezar la semana!»
El hombre reacciona. Por eso los sufíes dicen que el hombre es una máquina.
A menos que empieces a responder, a menos que te vuelvas responsable... La reacción surge del pasado, la respuesta surge del momento presente. La respuesta es espontánea, la reacción no es más que un viejo hábito.
Simplemente, obsérvate. Tu mujer te dice algo: entonces, di¬gas lo que digas, observa, reflexiona sobre ello. ¿Se trata de una reacción? Y te sorprenderás: el 99 por 100 de tus actos no son ac¬tos, porque no son respuestas, sólo son actos mecánicos. Sólo son mecánicos.
Está sucediendo continuamente: tú dices lo mismo y tu mu¬jer reacciona de la misma manera; entonces tú reaccionas, y siempre acaba de la misma forma. Tú lo sabes, tu mujer lo sabe, todo es totalmente predecible.
He oído esta historia:
-Papi -dijo un niño de diez años-, ¿cómo empiezan las guerras?
-Bueno, hijo -dijo el padre-, supongamos que América se pelea con Inglaterra...
-América no está peleada con Inglaterra -interrumpió la madre.
-¿Y quién ha dicho que lo estuviera? -contestó papi visible¬mente irritado-. Le estoy contando al niño un caso hipotético.
-¡Ridículo! -dijo la madre con un bufido-. Le estás metien¬do en la cabeza al niño toda clase de ideas equivocadas.
-¡Nada de ridículo! -replicó el padre-. Si te hace caso a ti nunca tendrá ninguna idea en la cabeza.
Justo cuando iban a empezar a tirarse los platos a la cabeza, el hijo volvió a decir:
-Gracias, mami; gracias, papi. Ya no tendré que volver a pre¬guntar cómo empiezan las guerras.
Simplemente, obsérvate: las cosas que haces, que has hecho tantas veces. Tu forma de reaccionar, cómo has reaccionado siempre. En la misma situación siempre haces lo mismo. Estás nervioso y sacas un cigarrillo y te lo fumas. Esto es una reacción; siempre que estás nervioso lo haces.
Eres una máquina. Estás programado: estás nervioso, metes la mano en el bolsillo, sacas el paquete. Es casi como funciona una máquina. Sacas el cigarrillo, te lo pones en la boca, lo en¬ciendes, y todo esto sucede mecánicamente. Lo has hecho mi¬llones de veces y lo vuelves a hacer.
Y cada vez que lo haces se refuerza; la máquina se vuelve más mecánica, más experta. Cuantas más veces lo haces menos cons¬ciente necesitas estar.
Por eso los sufíes dicen que el hombre funciona como una máquina. A menos que empieces a destruir los hábitos mecá¬nicos... Por ejemplo, haz lo contrario de lo que siempre has hecho.
Inténtalo. Llegas a casa, tienes miedo, llegas más tarde que nunca y tu mujer estará lista para discutir contigo. Estás pla¬neando qué decir, qué hacer..., que había mucho trabajo en la oficina, esto y lo de más allá. Y ella sabe lo que estás planeando; si te pregunta por qué has llegado tarde sabe qué le contestarás. Y tú sabes que tampoco te va a creer si le dices que has llegado tarde porque había mucho trabajo. Nunca se lo ha creído. Pro¬bablemente, ya lo habrá comprobado; habrá llamado a la oficina y habrá preguntado por ti. Pero a pesar de todo, esto es sola¬mente un patrón.
Hoy vete a casa y compórtate de un modo completamente distinto. Tu mujer te pregunta. «¿Dónde has estado?» Y tú le contestas: «He estado haciendo el amor con una mujer.» Fíjate en lo que ocurre después. ¡Ella se quedará paralizada! No sabrá qué decir, ni siquiera encontrará palabras para expresarlo. Du¬rante unos instantes estará totalmente perdida, porque no pue¬de aplicar ninguna reacción, ningún viejo patrón.
0 tal vez, si ya se ha convertido en una máquina, te contes¬te: «No te creo.» Nunca te ha creído. «¡Estás bromeando!» Siem¬pre llegas a casa...
He oído que un psicoanalista le dijo a un paciente: -Hoy, cuando vuelvas a casa... Porque el paciente no hacía más que quejarse: -Siempre tengo miedo de volver a casa. Mi mujer parece tan desgraciada, tan triste, tan desesperada que me siento abatido. Quiero salir corriendo de casa. El psicólogo le contestó: -Quizá seas tú la causa de esto. Haz una cosa: hoy llévale a tu mujer unas flores, helado y bombones, y cuando abra la puer¬ta, abrázala y dale un gran beso. Y a continuación empieza a ayu¬darla: limpia la mesa, los cacharros, el suelo. Haz algo total¬mente nuevo que no hayas hecho nunca antes.
Al hombre le atrajo la idea y lo intentó. Fue a casa. En cuan¬to su mujer abrió la puerta vio las flores, el helado y los bombo¬nes, y a este hombre radiante, que nunca se había reído, abra¬zándola, ¡no podía creer lo que estaba sucediendo! Se quedó estupefacta, no podía creer lo que estaba viendo. ¡A lo mejor es otra persona! Tuvo que volver a mirar.
Luego, cuando la besó y empezó a limpiar la mesa y se me¬tió en la cocina a fregar los cacharros, la mujer se echó a llorar. Al salir le preguntó:
-¿Por qué lloras?
Ella le dijo:
-¿Te has vuelto loco? Siempre tuve la sospecha de que antes o después te volverías loco. Ahora ha ocurrido. ¿Por qué no vas a ver a un psiquiatra?
Los sufíes tienen métodos como éste. Dicen: actúa de un modo completamente distinto, y no sólo se sorprenderán los demás, tú también te sorprenderás. Incluso en las cosas pequeñas. Por ejemplo, cuando estás nervioso, andas rápido. No andes rápido, vete muy despacio y verás. Te sorprenderás de que no concuerda, tu mente mecánica inmediatamente dirá: «¿Qué ha¬ces? ¡Esto nunca lo has hecho antes!» Y si andas despacio te sor¬prenderás, desaparecerá el nerviosismo porque has introducido algo nuevo.
Estos son los métodos de¡ vipassana y el zazen (técnicas de meditación budistas). Si profundizas en ellas verás que tienen el mismo principio. Cuando caminas en vipassana tienes que an¬dar más despacio que nunca antes, tan despacio que es algo completamente nuevo. Es una sensación completamente nueva y la mente reactiva no puede funcionar. No puede hacerlo por¬que no está programada para ello, simplemente deja de fun¬cionar.
Por eso, cuando observas la respiración haciendo vipassana, te sientes tan silencioso. Siempre has estado respirando pero nunca te has parado a observarlo; es algo nuevo. Cuando te sien¬tas en silencio y observas la respiración -cómo entra, cómo sale, cómo entra, cómo sale-, la mente se desconcierta. ¿Qué estás haciendo? Nunca lo habías hecho antes. Es tan nuevo que la mente no puede proporcionarte una reacción inmediata. Por eso se queda en silencio.
El principio es el mismo. No se trata de que sea sufí budis¬ta, hindú o musulmán. Si profundizas en los principios de la me¬ditación llegarás a la conclusión de que sólo hay una cuestión esencial: cómo desautomatizarte.
Gurdjieff solía hacer con sus discípulos cosas realmente in¬sólitas. Si venía alguien que siempre había sido vegetariano, él le decía: «Come carne.» Se trata del mismo principio; este hombre era muy particular, era un poco excéntrico. Decía: «Come car¬ne.» Imagínate a un vegetariano comiendo carne. Todo su cuer¬po quiere expulsar la carne y vomitar, la mente está desconcer¬tada y molesta, y comienza a transpirar porque la mente no puede soportarlo.
Esto es lo que Gurdjieff quería ver, cómo reaccionas ante una nueva situación. A las personas que nunca habían bebido alco¬hol, Gurdjieff les decía: «Bebe. Bebe todo lo que puedas.»
Y a la persona que bebía, Gurdjieff le decía: «Deja de beber durante un mes. Déjalo completamente.»
Quería crear situaciones nuevas donde la mente simplemen¬te se queda en silencio; donde no tenga respuestas, respuestas preconcebidas. La mente funciona como si fuese un loro.
Por eso, los maestros zen a veces golpean al discípulo. Vuelve a ser el mismo principio. Pero, cuando vas a ver a un maestro no te esperas que un Buda te golpee, ¿verdad? Cuando vas a ver a un Buda vas con expectativas de que será compasivo y amoroso, que te colmará de amor y te acariciará la cabeza con su mano. Y en¬tonces este Buda te golpea: agarra su estaca y te da un batacazo en la cabeza. Esto es incomprensible: ¿un Buda, pegándote? La mente se detiene un instante, no sabe qué hacer, no funciona.
Este no funcionar es el principio. A veces alguien se ilumina solamente porque su maestro ha hecho algo absurdo.
La gente tiene expectativas, vive a costa de ellas. No saben que los maestros no se adaptan a ningún tipo de expectativas.
India estaba acostumbrada a Krisna, Rama y gente por el es¬tilo. Entonces, apareció Mahavira; estaba desnudo. No te podrías imaginar a Krisna desnudo, siempre iba vestido con hermosas ropas, las más hermosas. Era una de las personas más bellas que jamás haya existido; solía adornarse con joyas de oro y de dia¬mantes.
Y de repente, apareció Mahavira. ¿Qué quería decir Mahavi¬ra con su desnudez? Escandalizó a todo el país: gracias a ese im¬pacto ayudó a mucha gente.
Cada maestro tiene que elegir cómo va a impactar.
En India, hace siglos que no conocen a una persona como yo. Por eso, haga lo que haga y diga lo que diga, será un escán¬dalo. El país entero está conmocionado; un gran escalofrío re¬corre la columna vertebral de este país. Me divierte mucho, por¬que no pueden pensar...
No estoy aquí para satisfacer vuestras expectativas. Si lo hago, nunca seré capaz de transformaros. Estoy aquí para des¬truirlas, estoy aquí para sobresaltaros. Y vuestra mente se de¬tendrá con esta conmoción. No podréis explicároslo: y en ese momento es cuando podrá entrar algo nuevo dentro de vosotros.
Por eso, de vez en cuando digo algo que la gente cree que no debería decir. ¿Pero quién eres tú para decidir lo que puedo de¬cir? Y naturalmente, cuando pasa algo que va contra sus expec¬tativas, la gente reacciona inmediatamente según su antiguo condicionarniento.
Los que reaccionan según su antiguo condicionamiento no captan el sentido. Los que no reaccionan según su antiguo con¬dicionamiento se quedan en silencio, encuentran un nuevo es¬pacio.
Estoy hablando a mis discípulos: estoy intentando golpearles de distintas maneras. Todo esto es deliberado. Cuando critico a Morarji Desai (un político hindú), no me refiero a él. Me refiero al Morarji Desai que hay en ti, porque todo el mundo lleva den¬tro un político. Golpeando a MorarjiDesal, golpeo al Morarji De¬sai que hay dentro de ti, al político que hay en tu interior.
Todo el mundo tiene a un político en su interior. Un político significa el deseo de dominar, de ser el número uno. Un políti¬co significa la ambición, la mente ambiciosa. Y cuando golpeo a Morarji Desai, si te duele y empiezas a pensar «este hombre no puede estar realmente iluminado, si no, ¿por qué está pegándo¬le tan fuerte a Morarji Desai?», entonces estás racionalizando. Tú no tienes nada que ver con Morarji Desai: estás amparando a tu propio Morarji Desai, estás intentando proteger a tu propio político.
No tengo ningún interés en Morarji Desai. ¿Cómo voy a es¬tar interesado en el pobre Morarji Desai? Pero me dirijo al polí¬tico que tienes en tu interior.
Los sufíes dicen que el hombre es una máquina porque sólo reacciona según los programas que le han inculcado. Comienza a responder y dejarás de ser una máquina. Y cuando dejas de ser una máquina eres un ser humano, entonces nace el ser humano.
Observa, estate despierto y empieza a abandonar todos tus patrones de reacción. Intenta responder a la realidad en cada mo¬mento, no según la idea preconcebida que hay en ti, sino de acuer¬do a la realidad que hay en el exterior. ¡Responde a la realidad! Responde con toda tu consciencia, pero no con tu mente.
Entonces, cuando respondas con espontaneidad y no reac¬ciones, nacerá la acción. La acción es bella, la reacción es horri¬ble. Solamente el hombre consciente actúa, el hombre incons¬ciente reacciona. La acción libera. La reacción continúa creando cadenas y las va haciendo cada vez más gruesas, fuertes y resis¬tentes.
Vive una vida de respuesta y no de reacción.
El maniaco sexual
EL SEXO es un asunto sutil, delicado, porque la palabra «sexo» está asociada a siglos de explotación, corrupción, ideas per¬vertidas y condicionamientos. Esta palabra está totalmente car¬gada. Es una de las palabras más cargadas de la existencia. Cuan¬do dices «Dios» parece que está vacía. Cuando dices «sexo» está demasiado cargada. Aparecen en la mente mil y una asociacio¬nes: miedo, perversión, atracción, un tremendo deseo y también un tremendo anti-deseo. Surgen todas a la vez. Sexo: la propia palabra crea confusión, caos. Es como si alguien tirara una pie¬dra en un estanque silencioso; surgen miles de ondas, ¡sólo por la palabra «sexo»! la humanidad ha estado viviendo bajo con-ceptos muy equivocados...
¿Os habéis fijado que a cierta edad el sexo se vuelve impor¬tante? No es que le des importancia. No es algo que tú estés haciendo; sucede. Alrededor de los catorce años, la energía, de repente, se inunda de sexo. Es como si se abrieran unas com¬puertas dentro de ti. Se abren fuentes sutiles de energía que no estaban abiertas todavía, y toda tu energía se vuelve sexual, te¬ñida de sexo. Piensas sexo, cantas sexo, andas sexo..., todo se vuelve sexual. Todas las acciones se tiñen. Esto sucede sin que hagas nada. Es natural. La trascendencia también es natural. Si se vive el sexo totalmente, sin censurar, sin ideas de cómo deshacerse de él, entonces a los cuarenta y dos años (del mismo modo que a los catorce años el sexo aparece y toda la energía se vuelve sexual), alrededor de los cuarenta y dos años, las com¬puertas del sexo se vuelven a cerrar. Y esto es tan natural como el despertar del sexo; ahora comienza a desaparecer.
El sexo se trasciende sin ningún esfuerzo por tu parte. Si ha¬ces esfuerzos será represión, porque no tiene nada que ver con¬tigo. Es intrínseco a tu cuerpo, a tu biología. Naces como un ser sexual; no tiene nada de malo. Es la única manera de nacer. Ser humano es ser sexual. Cuando fuiste concebido, tu padre y tu madre no estaban rezando, no estaban escuchando un ser¬món del sacerdote. No estaban en la iglesia, estaban haciendo el amor. Parece incluso difícil pensar que tu padre y tu madre es¬tuviesen haciendo el amor cuando te concibieron. Estaban ha¬ciendo el amor; su energía sexual se estaba encontrando y se es¬taban fundiendo el uno en el otro. Entonces, fuiste concebido; fuiste concebido en un profundo acto sexual. La primera célula fue una célula sexual, y de esa célula fueron surgiendo todas las demás. Pero cada célula sigue siendo básicamente sexual. Todo tu cuerpo es sexual, hecho de células sexuales. Ahora ya son mi¬llones de células.
Recuerda: tú existes como un ser sexual. Una vez que lo aceptas, se disuelve el conflicto creado a lo largo de los siglos. En cuanto lo aceptas profundamente, sin ideas por medio, cuando piensas en el sexo como algo sencillamente natural, lo vives. No me estás preguntando cómo trascender la comida, cómo tras¬cender la respiración; porque ninguna religión te ha enseñado a trascender la respiración, por eso. De lo contrario, estarías pre-guntando: «¿Cómo trascender la respiración?» ¡Tú respiras! Eres un animal que respira; también eres un animal sexual. Pero hay una diferencia. Los primeros catorce años de tu vida, al co¬mienzo, casi no son sexuales, y como mucho existen unos rudi¬mentos del juego sexual que realmente no son sexuales, sino una preparación, un ensayo, nada más. A los catorce años, de re¬pente, la energía ha madurado.
Observa esto.... nace un niño e inmediatamente, a los tres segundos, el niño tiene que respirar; si no, morirá. Después la respiración seguirá estando presente a lo largo de toda su vida, porque comenzó desde el primer momento. No puede ser tras¬cendida. Tal vez se detenga antes de morir, unos tres segundos antes, pero no antes de eso. Tenlo en cuenta siempre: los dos ex¬tremos de la vida, el principio y el fin, tienen un parecido exac¬to, son simétricos. El niño nace, comienza a respirar a los tres segundos. Cuando el niño sea un viejo y se esté muriendo, en cuanto se detenga la respiración, a los tres segundos de detener¬se, morirá.
El sexo aparece en una etapa muy posterior: durante catorce años el niño ha vivido sin sexo. Y si la sociedad no está demasia¬do reprimida y, en consecuencia, obsesionada con el sexo, el niño podrá vivir ignorando que existe el sexo o algo parecido. El niño puede permanecer completamente inocente. Esa ino¬cencia tampoco es posible porque la gente está muy reprimida. Cuando aparece la represión también aparece, codo con codo, la obsesión.
De modo que los sacerdotes siguen reprimiendo; y también hay anti-sacerdotes, como Hugh Hefners y algunos otros, que si¬guen produciendo cada vez más pornografía. Por un lado están los sacerdotes que siguen reprimiendo, y por el otro están los anti-sacerdotes, que hacen que la sexualidad sea cada vez más atractiva. Ambos existen simultáneamente, son dos caras de la misma moneda. Cuando desaparezcan las iglesias desaparecerá el P1ayboy, y no antes de eso. Son socios en este negocio. Pare¬cen enemigos, pero no te dejes engañar. Hablan mal el uno del otro, pero así es como funcionan las cosas.
He oído contar una historia sobre dos hombres que estaban sin trabajo, habían quebrado, de modo que decidieron hacer un negocio, una cosa sencilla. Empezaron a viajar, desplazándose de una ciudad a otra. Primero llegaba uno de ellos por la noche y echaba alquitrán en las puertas y ventanas de las casas. Un par de días más tarde aparecía el otro hombre para limpiar. Anun¬ciaba que podía quitar las manchas de alquitrán y de cualquier otra cosa y que podía limpiar las ventanas. En ese momento el otro hombre estaba en otro pueblo haciendo la otra mitad del negocio. Así es como empezaron a ganar mucho dinero.
Esto es lo que está ocurriendo entre la iglesia y Hugh Hefners y la gente que está continuamente produciendo porno¬grafía.
Me contaron que:
La linda señorita Pereira estaba sentada en el confesionario.
-Padre --dijo-, tengo que confesarle que he dejado que me besara mi novio.
-¿Sólo has hecho eso? -le preguntó el cura muy interesado.
-Bueno, no. También le dejé que me pusiera la mano en la pierna.
-Y después, ¿qué?
-Después le dejé que me bajara las braguitas.
-¿Y entonces, entonces ... ?
-Entonces entró mi madre en la habitación.
-¡Mierda! -suspiró el cura.
Van a la par; son socios en la conspiración. Siempre que es¬tás muy reprimido empiezas a tener una curiosidad perversa. El problema no es el sexo sino la curiosidad perversa. Este cura está neurótico el sexo no es el problema, pero este hombre está tras¬tornado.
Las hermanas Alicia Margarita y Francisca Catalina estaban andando por una callejuela cuando, de repente, dos hombres las agarraron, se las llevaron a un callejón y las violaron.
-Padre, perdónales -dijo la hermana Alicia Margarita-, por¬que no saben lo que hacen.
-¡Cállate -respondió la hermana Catalina-, éste sí que sabe!
Inevitablemente, tiene que ser así. De modo que nunca te guardes en la mente ni una sola idea contra el sexo; si no, jamás serás capaz de trascenderlo. Las personas que trascienden el sexo son personas que lo aceptan con naturalidad. Es difícil, lo sé, porque habéis nacido en una sociedad que está neurótica con el sexo. En uno u otro sentido, pero neurótica. Es muy difícil sa¬lir de esta neurosis, pero si estás un poco atento, lo conseguirás. De modo que, en realidad, no se trata de cómo trascender el sexo, sino cómo trascender la ideología pervertida de la socie¬dad: el miedo al sexo, la represión y la obsesión con el sexo.
El sexo es hermoso. En sí mismo, el sexo es un fenómeno rít¬mico natural. Ocurre cuando el niño está listo para ser concebi¬do, y menos mal que sucede, si no, no existiría la vida. La vida existe a través del sexo; el sexo es el instrumento. Si compren¬des la vida, si la amas, sabrás que el sexo es bendito, es sagrado. Entonces lo vives, disfrutas de él; y desaparece con la misma na¬turalidad como apareció, espontáneamente. Cerca de los cua¬renta y dos años, alrededor de esa edad, empieza a desaparecer tan naturalmente como se gestó. Pero no sucede así.
Os sorprenderá que diga que sucede hacia los cuarenta y dos años. Conocéis a personas con setenta y ochenta años que toda¬vía no lo han trascendido. Ya sabéis, «los viejos verdes». Son víc¬timas de la sociedad. Es la resaca que queda cuando no pudieron ser naturales, porque se reprimieron en vez de divertirse y dis¬frutar. En los momentos de placer no estaban ahí con totalidad. No eran orgásmicos, eran indiferentes. Siempre que seas indife¬rente con una cosa, la arrastrarás durante más tiempo...
Esta es mi interpretación: si las personas han vivido correc¬tamente. amorosamente, naturalmente, empezarán a trascender el sexo a los cuarenta y dos años. Si no han vivido naturalmente y han estado luchando con el sexo, los cuarenta y dos años se convertirán en la edad más peligrosa, porque cuando llegan a esta edad su energía empieza a descender. Cuando eres joven puedes reprimirte, porque tienes mucha energía. Fíjate en la pa¬radoja del asunto: un hombre joven puede reprimir su energía sexual fácilmente porque tiene energía para reprimirla. La pue¬de suprimir y sentarse encima de ella. Cuando la energía se va, declina, el sexo se impone y no serás capaz de controlarlo.
He oído contar una anécdota:
Suárez, que tenía sesenta y cinco años, fue a la consulta de su hijo, el doctor Suárez, y le pidió algo para aumentar su po¬tencia sexual. El colegiado le puso una inyección y después se negó a cobrarle la consulta. No obstante, Suárez insistió en dar¬le mil pesetas.
Al cabo de una semana, Suárez volvió a por otra inyección y esta vez le pagó dos mil pesetas.
-Pero, papá, las inyecciones sólo valen mil pesetas.
-Tómalas -dijo Suárez-, las otras mil son de mamá.
Esto continuará.... así que por favor, antes de que seas papá o mamá, liquida este asunto. No esperes a ser viejo porque en¬tonces será horrible. Todo funcionará a destiempo.
¿Por qué me fascina tanto la pornografía?
Debe de ser tu educación religiosa, la catequesis; de lo con¬trario, no te interesaría la pornografía. Cuando estás en contra de la realidad, empiezas a imaginar. El día que desaparezca la educación religiosa de la tierra, morirá la pornografía. No puede morir antes. Parece paradójico. Las revistas como P1ayboy sólo existen gracias al respaldo de¡ Vaticano. Sin el Papa no existiría la revista P1ayboy; no podría existir. No tendría motivos para existir. Los sacerdotes están detrás de todo esto.
¿Por qué debería interesarte la pornografía cuando hay gen¬te viva a tu alrededor? Y es tan hermoso mirar a la gente viva. No estás interesado en la foto de un árbol desnudo, ¿verdad? ¡Porque todos los árboles están desnudos! Haz una cosa: tapa todos los árboles, y antes o después, verás revistas que circulan ilegalmente ¡con árboles desnudos! Y la gente las leerá, y las ho¬jeará y disfrutará escondiéndolas dentro de la Biblia. Inténtalo y verás.
La pornografía sólo puede desaparecer cuando la gente acep¬te su desnudez naturalmente. No te interesa ver gatos, perros, leones o tigres desnudos en las fotos, ¡ya están desnudos! En rea¬lidad, cuando pasa a tu lado un perro, ni siquiera reparas en ello; no te das cuenta que está desnudo. En Inglaterra, me han con¬tado que algunas mujeres cubren con ropa a sus perros. Tienen miedo que la desnudez de un perro pueda molestar a algún alma espiritual o religiosa. He oído decir que Bertrand Russell cuenta en su autobiografía que en su niñez, en la época victoriana, se cubrían incluso las patas de las sillas, porque eran patas.
Si el hombre puede ser natural, desaparece la pornografía. Si la gente puede estar desnuda.... no estoy diciendo que tengan que estar desnudos en el despacho; no hay que exagerar. Pero en las playas, en los ríos o cuando están tranquilos, relajados en sus casas, descansando bajo el sol en el jardín, ¡deberían estar des¬nudos! Permítele a los niños jugar desnudos al lado de sus pa¬dres desnudos. ¡La pornografía desaparecerá! ¿Quién va a mirar la revista Playboy?¿Para qué? Se les ha privado de algo, se re¬prime una curiosidad natural, de ahí la pornografía...
Deshazte M cura que llevas dentro, dile adiós. De repente, verás que la pornografía desaparece. Mata al cura en tu inconsciente y verás cómo sucede un gran cambio en tu ser. Serás más íntegro.
Un representante que estaba pasando la noche en un hotel encontró una Biblia junto a su cama. En la cubierta halló escri¬to esto: «Si estás enfermo, lee la página cuarenta y dos. Si estás preocupado por tu familia, lee la página sesenta y ocho. Sí te en¬cuentras solo, lee la página noventa y dos.»
Se encontraba solo, de modo que abrió la página noventa y dos y la leyó. Cuando terminó, se fijó que al final de la página ha¬bían escrito a mano: «Si todavía te encuentras solo, llama al 62485 y pregunta por Gloria.»
A menos que medite, el hombre se volverá loco, loco por las mujeres. La meditación es más difícil para el hombre que para la mujer. Si le preguntas a una madre experimentada que haya te¬nido dos o tres hijos, sabrá decirte antes de dar a luz si es niño o niña, porque las niñas son más silenciosas y los niños ya jue¬gan al fútbol. Dan patadas a diestro y siniestro.
Las chicas pueden entrar más profundamente en medita¬ción. Por una parte pueden meditar más profundamente, y por otra su sexualidad es negativa, no es compulsiva.
Me quedé asombrado de mi experiencia al relacionarme con todo tipo de monjes y monjas, porque no hay ningún monje que sea realmente célibe; sin embargo, las monjas lo son. Pueden conseguir ser célibes; no tienen un sexo agresivo, y además la. na¬turaleza ha previsto que cada mes salga automáticamente la ener¬gía sexual de su cuerpo, vuelven a estar limpias otro mes. Pero el hombre está en un aprieto. Su energía sexual sólo se puede mitigar con la meditación profunda. Entonces no enloquecerá.
A no ser que medites profundamente, no serás capaz de tras¬cender tu locura sexual...
La manifestación estudiantil se había convertido en un al¬tercado. De repente, salió de entre la multitud un hombre tam¬baleándose que llevaba en brazos a una chica coja.
-Deprisa -dijo un policía que corría hacia el hombre-, pása¬mela. La sacaré de aquí.
-,Qué diablos -contestó el hombre-, ve y búscate una!
Incluso en un altercado, cuando está muriendo gente, la mente de¡ hombre sigue pensando en el sexo.
El sexo es la mayor esclavitud del hombre.
Hay que hacer un gran esfuerzo meditativo para que toda tu energía sexual se empiece a mover hacia arriba en lugar de ir hacia abajo. En vez de buscar una mujer hermosa, empieza a crear dentro de ti un hombre hermoso. Antes que encontrar una mujer agraciada, es preferible que te vuelvas agraciado con tu energía.
Pero el hombre es más estúpido que la mujer. Toda la his¬toria ha sido construida por el hombre, y ya podéis ver qué lo¬cura: no es la historia de la humanidad, sino la de la locura, las guerras, las violaciones, quemando gente viva, destrucción...
Un matrimonio llevó a su hijo pequeño al circo. Durante el número del gorila el marido tuvo que ir al lavabo. En su ausen¬cia, el niño le dio con el codo a su madre y le preguntó:
-¿Qué es esa cosa larga que le cuelga al gorila entre las piernas?
La madre estaba muy avergonzada y dijo rápidamente:
-No es nada, cariño.
Cuando el marido regresó, la esposa salió a comprar palomi¬tas y, en su ausencia, el niño le dio con el codo a su padre y le preguntó:
-Papá, ¿qué es esa cosa tan grande que le cuelga al gorila en¬tre las piernas?
El padre sonrió y le dijo:
-Eso, hijo mío, es su pene.
El niño pareció confundido por unos instantes y después dijo:
-Entonces, ¿por qué mamá me ha dicho que no era nada?
Hijo -dijo el padre orgulloso-, es que la tengo mal acos¬tumbrada.
Cuando te diriges a nosotros, parece que la iluminación y la dicha están muy próximas, y la budeidad a un paso de distancia. Entonces, ¿por qué me comporto como un gorila gruñón cuando estoy con mi novia?
Todo el mundo se comporta como un gorila cuando está con su novia. De lo contrario, las novias se sentirían frustradas. Cuanto más te comportas como un gorila, más satisfechas se sienten. Simplemente, observa: eres tan divertido cuando te comportas como un gorila que no hay novia que se lo quisiera perder. Si te comportas como un caballero, tu novia se sentirá frustrada. Pero la iluminación sigue estando a un paso del gorila.
Da igual dónde estés, la iluminación siempre estará a la distancia constante de un paso. Salte del gorila y te iluminarás. A veces es más fácil salirse del gorila, porque ¿a quién le gusta ser un gori¬la? Si eres el presidente Ronald Reagan, un primer ministro o el hombre más rico de la tierra, te resultará más difícil. Para ti es más difícil salirte de ese papel, estos son los papeles que se in¬terpretan en el escenario del teatro de la vida humana.
La iluminación es más sencilla cuando interpretas un papel que no te gusta. Lo odias con todo tu ser, pero tienes que inter¬pretarlo para tu novia. La novia también está intentando in-terpretar su papel, pero sería muy difícil meter a dos gorilas en la misma cama, por eso el hombre ha conseguido que la chica sea delicada, cierre los ojos, se tumbe como una muerta para que él pueda saltar en la cama como si fuese un gorila.
Pero no te gusta ese papel. Estaría bien que tuvieses una cá¬mara colocada para filmarte mientras te comportas como un go¬rila. Y más tarde, al verlo, te sentirás muy avergonzado: ¿qué es¬tás haciendo? ¿Qué clase de idiota eres? Menos mal que la gente apaga la luz. En el pasado, todas las sociedades han estado en contra de que la gente hiciese el amor al aire libre, en la playa o en un parque. En el pasado, todas las sociedades han estado muy en contra, por la sencilla razón que cualquiera que se com¬portase como un gorila a la orilla del mar les estaría recordando a todos los demás hombres en la playa que «esto es lo mismo que yo hago, pero yo lo hago a oscuras, por la noche».
Pero el paso que hay de ser un gorila a estar iluminado sim¬plemente es el paso de ser consciente de lo que estás haciendo y salirte del acto, de la misma manera que una serpiente se des¬prende de su vieja piel. Salta de la cama y conviértete en un buda. ¡Inténtalo esta misma noche! Justo mientras estás actuan¬do como un gorila, salta de la cama, siéntate en postura de loto ¡y conviértete en un buda! Y te prometo que tu novia se sentirá todavía más feliz y dichosa: «Por fin le ha sucedido algo que tie¬ne sentido.»
Y te sorprenderá darte cuenta de lo pequeña que es la dis¬tancia. En tus sueños puedes ser un gorila, un presidente, el hombre más rico de la tierra.... pero todo son sueños. En reali¬dad, cuando en tus sueños te conviertes en un gorila, es una pe¬sadilla. Todos los romances se vuelven pesadillas. Y también pa¬rece muy difícil despertar de la pesadilla, pero la gente sólo quiere despertar cuando sus sueños se convierten en pesadillas. Si el sueño continúa, dulce, hermoso, ¿quién quiere desper¬tarse?
Menos mal que te has dado cuenta de una cosa.... que te comportas como un gorila. Es una conclusión importante. Pero ahora mismo, esta noche, da el primer paso para iluminarte; ma¬ñana todos podrán ver que este hombre (que solía ser un gorila) se ha iluminado. Todavía existen los milagros.
¿Cuales la diferencia entre sexo normal y sexo tantrico?
Tu acto sexual y el acto sexual tántrico son básicamente di¬ferentes. Tu acto sexual es para descargar; es como un buen es¬tornudo. Expulsas la energía y aligeras el peso. Es destructivo, no es creativo. Es bueno, es terapéutico. Te ayuda a relajarte, pero nada más.
El acto sexual tántrico es, básicamente, diametralmente opuesto y diferente. No se hace para descargar. Se hace para per¬manecer en el acto sin eyacular, sin expulsar toda la energía; para fundirse en el acto: al principio del acto, no al final. Esto transforma la cualidad, en conjunto, la cualidad es diferente.
Intenta comprender estas dos cosas. Hay dos tipos de clímax, dos tipos de orgasmo. Uno ya lo conoces. Llegas a la cúspide de la excitación y no puedes ir más lejos: ha llegado el final. La ex¬citación alcanza un punto donde ya no es voluntaria. La energía te invade y sale. Te descargas, te aligeras. Expulsas la carga; pue¬des relajarte y dormir.
Lo estás usando como si fuese un tranquilizante. Es un tran¬quilizante natural: le seguirá un buen descanso, siempre que tu mente no esté agobiada por la religión. En ese caso, se destruye incluso el efecto tranquilizante. Si tu mente no está agobiada por la religión, el sexo podrá ser tranquilizante. Si te siente cul¬pable, hasta tu sueño se alterará. Te sentirás deprimido, empe¬zarás a descalificarte y a jurar que ya no volverás a gozar. Después tu sueño se convertirá en una pesadilla. Si eres un ser natural y no estás demasiado agobiado por la religión y la mora¬lidad, entonces podrás usar el sexo como un tranquilizante.
Este es un tipo de orgasmo: llegar a la cúspide de la exci¬tación. El tantra se basa en otro tipo de orgasmo. Si llamamos al primero un orgasmo cúspide, el orgasmo tántrico se podrá lla¬mar orgasmo valle. En él no llegas a la cúspide de la excitación sino al valle más profundo de la relajación. Al principio, la exci¬tación es necesaria para ambos. Por eso digo que al principio son iguales pero los finales son completamente diferentes.
La excitación se usa para ambos: tanto si vas a la cúspide de la excitación como si vas al valle de la relajación. para el prime¬ro, la excitación tiene que ser intensa, cada vez más intensa. Tie¬nes que desarrollarte en él, tienes que ayudarlo a crecer hasta la cúspide. En el segundo, la excitación sólo es el principio. Des¬pués, una vez que el hombre ha penetrado, el amante y la ama¬da se pueden relajar. No es necesario hacer ningún movimiento. Se pueden relajar en un abrazo cariñoso. Si el hombre o la mujer sienten que se va a perder la erección, sólo entonces se precisa movimiento. Pero después te vuelves a relajar. Puedes prolongar este profundo abrazo durante horas sin eyacular, y después los dos podéis dormir juntos profundamente. Esto -esto- es un or¬gasmo valle. Los dos están relajados y se encuentran dos seres relajados.
En el orgasmo sexual corriente se encuentran dos seres ex¬citados, tensos, llenos de excitación, intentando descargarse. El orgasmo sexual corriente parece una locura; el orgasmo tántri¬co es una meditación profunda, relajante.
Quizá no os hayáis dado cuenta pero el hecho de que el hom¬bre y la mujer sean fuerzas opuestas es biológico, bioenergético. Negativo-positivo, ying-yang o como quieras llamarlo, se excitan el uno al otro. Y cuando se encuentran en una meditación profunda se revitalizan. Ambos se revitalizan, se vuelven gene¬radores, se sienten más vivos, están radiantes de nueva energía y no se pierde nada. Basta con encontrarte con el polo opuesto para que la energía se renueve.
El acto sexual tántrico se puede repetir todas las veces que quieras. El acto sexual corriente no se puede repetir todas las veces que quieras porque pierdes energía, y tu cuerpo tendrá que esperar para volver a recuperaría. Y cuando la recuperes, la vol¬verás a perder. Parece absurdo. Desperdiciar toda la vida en ga¬narla y perderla, ganarla y perderla: es como una obsesión.
Lo segundo que hay que tener en cuenta es que tal vez lo hayas observado o tal vez no pero si te fijas, los animales nunca disfrutan del sexo. No disfrutan durante el coito. Fijaos en los babuinos, los monos, los perros o cualquier tipo de animal. Du¬rante el acto sexual no están felices ni disfrutando, ¡no lo pare¬ce! Parece más un acto mecánico; es como si una fuerza natural les impulsara a hacerlo. Si alguna vez has visto a los monos durante el coito habrás visto que al terminar se separan. Si te fijas en sus caras no están extáticos, es como si no hubiese sucedido nada. Cuando la energía lo requiere, cuando es excesiva, la ex-pulsan.
El acto sexual corriente es exactamente así, pero los mora¬listas han estado diciendo lo contrario. Dicen: «No te abandones, no "disfrutes".» Dicen: «Esto es lo que hacen los animales.» ¡No es cierto! Los animales jamás disfrutan; sólo el hombre puede disfrutar. Y cuanto más profundamente puedas disfrutar, más elevada será la humanidad resultante. Si tu acto sexual se puede convertir en un acto meditativo, extático, alcanzarás lo más ele-vado. Pero no te olvides del tantra: es un orgasmo valle, no una experiencia cumbre. ¡Es una experiencia valle!
En Occidente, Abraham Maslow ha hecho muy famoso el tér¬mino experiencia cumbre. Vas hacia la cumbre a través de la excitación y después caes. Por eso sientes una caída después del acto sexual. Es natural: estás cayéndote desde la cumbre. Jamás sentirás eso después de una experiencia de amor tántrico. Entonces no caerás. No puedes caerte porque estás en el valle, me¬jor dicho, estás ascendiendo.
Después de un acto sexual tántrico, no has caído sino que has ascendido. Te sientes cargado de energía, más vital, más vivo, radiante. Ese éxtasis puede durar horas, incluso días. Sólo depende de la profundidad con que lo hayas realizado. Si empie¬zas a practicarlo, antes o después te darás cuenta que la eyaculación es una pérdida de energía. No es necesaria, a menos que necesites tener niños. Y con un acto sexual tántrico te sentirás profundamente relajado durante todo el día. Basta una sola ex¬periencia tántrica para que te sientas relajado durante varios días, cómodo, en casa, no violento, no enfadado, no deprimido. Una persona así no puede ser un peligro para los demás. Si pue¬de, ayudará a los demás a ser felices. Si no puede, al menos no hará infeliz a nadie.
Solamente el tantra puede crear un nuevo hombre, y enton¬ces crecerá el hombre que pueda conocer la eternidad, el no ego¬centrismo y la no dualidad con la existencia.
El monje
TODAS las religiones te han estado enseñando que tienes que renunciar a tu mujer, a tus hijos, al mundo, a las comodida¬des, a todo lo que hace que tu vida sea feliz. Sólo así te salvarás. Te están enseñando a suicidarte; esto no es religión. Pero han transformado a millones de personas en un banda de suicidas.
En cuanto se muere tu amor, mueren otras muchas cosas que hay en ti. Un hombre cuyo amor ha muerto es incapaz de ver la belleza que hay en un cuadro. Si no es capaz de ver la be¬lleza en el rostro humano, si no es capaz de ver la belleza en la máxima expresión de la existencia, ¿cómo podrá verla en un lienzo? Sólo unos cuantos colores. No es capaz de encontrar nin¬guna belleza ahí.
Quien no tiene amor, no puede escribir poesía, porque sin amor la poesía está vacía. No tiene vida. Es un ejercicio de pala¬bras sin alma. Es el cadáver de la poesía, pero no es poesía. Un hombre que no es capaz de amar no puede ser creativo en nin¬gún aspecto...
Los presuntos monjes célibes no han contribuido en absolu¬to a la sabiduría y la inteligencia humanas, a la belleza, la rique¬za, la música, la danza. No, vuestros monjes y monjas célibes no han contribuido en ninguna dimensión. Han sido un lastre para la tierra.
A lo único que han contribuido es al sida Y es una conse¬cuencia natural.
La vida surge del sexo, se basa en el sexo. Puedes desarrollar tu sexo hasta tal punto que se puede convertir en amor, en com¬pasión. Pero si bloqueas tu propia energía sexual con el celibato, destruyes toda posibilidad de crecimiento. Te diriges entonces hacia la muerte. Si el sexo es vida, el celibato es muerte. Es ló¬gico... Los célibes te han dado el sida porque el celibato es anti¬natural, va contra la biología, contra la psicología, contra tus hormonas.
Ten en cuenta que tu cuerpo es autónomo. No está a tus ór¬denes: tiene su propio programa y trabaja de acuerdo con él. Co¬mes alimentos. Lo que quieras comer depende de ti, pero una vez que pasa a través de tu garganta, está más allá de tu capaci¬dad el intervenir. Ahora la capacidad de digerirlo está en tu cuer¬po, de separarlo en los diferentes elementos, de enviar esos ele¬mentos a las diferentes partes del cuerpo: lo que sea preciso para el cerebro se enviará al cerebro; lo que sea preciso para los geni¬tales se enviará a los genitales.
Tu cuerpo no sabe que eres un monje cristiano, que eres cé¬libe. Sigue produciendo esperma masculino. ¿Qué harás con el esperma masculino? No puedes seguir reteniéndolo porque no hay espacio suficiente; cuando está lleno, se debe expulsar. Y los espermatozoides tienen prisa por salir porque también quieren ver lo que pasa fuera. Así es como viniste tú al mundo y como vi¬nieron todos los demás.
Menos mal que el padre de Gautama el Buda no era un mon¬je. Sólo algunos: el padre de Gautama el Buda, el de Lao Tzu , el de Chuang Tzu, el de Moisés..., si todos ellos hubiesen sido monjes no habría habido religiones, excepto el cristianismo.... porque el pobre padre de Jesús no tenía nada que ver con el na¬cimiento de Jesús: ¡era un monje!
¿Alguna vez se os ha ocurrido pensar que el Dios cristiano es una trinidad, y que una de las partes de la trinidad es el Espíritu Santo? No es célibe, es un violador. ¡Vaya acto divino! Violar a la mujer virgen del pobre carpintero, y todavía seguís llamando Es¬píritu Santo a este monstruo. ¿Entonces, cómo será un espíritu pecador? Y él es una parte esencial de Dios, lo que también con¬vierte a Dios en no célibe.
Pero vuestros monjes, vuestras monjas y todas las religiones han empujado a la humanidad hacia la muerte, la destrucción. Y el resultado final es el sida.... el sida se extiende rápidamente, como un reguero de pólvora, Tal vez destruya a la humanidad.
¿Por qué, en el pasado, las religiones han negado la vida?
El hombre ha sido explotado en nombre de la religión..., ex¬plotado por sacerdotes y políticos. Los sacerdotes y los políticos están conspirando contra el hombre. La única forma de explotar al hombre es asustándole. Cuando el hombre está lleno de mie¬do, está listo para someterse. Cuando el hombre está temblando por dentro, pierde la confianza en sí mismo. Entonces es capaz de creerse cualquier estupidez. No conseguirás que un hombre
que tiene confianza en sí mismo se crea ningún disparate.
Tenlo presente, así es como han explotado al hombre desde hace siglos. Este es el secreto industrial de las supuestas religio¬nes: asustar al hombre, hacerle sentirse indigno, hacerle sentir culpable, hacerle sentir como si estuviera al borde del infierno. ¿Cómo se puede asustar tanto a un hombre? Esta es la úni¬ca manera: condenando la vida y todo lo que sea natural. Con¬denando el sexo porque es lo esencial de la vida; condenando el alimento, que es el segundo elemento esencial; condenando las relaciones, la familia, la amistad, que son el tercer elemento esencial de la vida..., y seguir condenando.
Desaprueba todo lo que sea natural, dile al hombre que está mal: «Si lo haces, lo pagarás; si no lo haces, serás recompensa¬do. Si sigues viviendo naturalmente irás al infierno» -este es el mensaje de todo el pasado-, «y si vas contra la vida serás pre¬miado con el cielo».
Esto quiere decir que Dios te aceptará sólo si eres un suici¬da. Si cometes, poco a poco, un suicidio de los sentidos, del cuer¬po, de la mente, del corazón y te sigues destruyendo, cuanto más te destruyas más te querrá Dios. Este ha sido, en el pasado, el mensaje de todas las religiones. Ha contaminado al ser del hom¬bre, ha envenenado al hombre. Gracias a esto, los envenenado¬res han podido explotar al hombre totalmente.
Las religiones del pasado estaban enfocadas hacia la muerte, no hacia la vida.
Lo que estoy pregonando es una visión orientada hacia la vida: ama la vida en toda su multidimensional ¡dad, porque es el único modo de acercarse cada vez más a la verdad absoluta. La verdad absoluta no está lejos, está escondida en lo inmediato. Lo inmediato es lo absoluto, lo inmanente es lo trascendente. Dios no está allí, sino aquí. Dios no es aquello, sino esto. Y tú no eres indigno, no eres un pecador.
Estoy aquí para aliviarte de todos los sentimientos de culpa. Estoy aquí para ayudarte a confiar otra vez en ti mismo. Cuando comiences a confiar en tu propio ser no habrá ningún político, ningún sacerdote que te pueda explotar. Siempre se ha explota¬do al hombre a través del miedo.
He oído contar una historia...
Una vez, Mulla Nasruddin se perdió en la selva. Pasó todo el día buscando una salida, pero no la encontró.... estaba cansado, hambriento, exhausto, sangrando, su ropa estaba hecha jirones porque la selva era muy tupida y enmarañada. Estaba oscure¬ciendo, el sol se estaba poniendo y se hacía de noche.
Él era ateo, un ateo reconocido que nunca había rezado. Pero en estas circunstancias, al sentir miedo de la noche y de los animales salvajes, pensó en Dios por primera vez. Se olvidó de todos los argumentos que tenía contra Dios. Se arrodilló en el suelo y dijo:
-Oh, Señor... -echó una mirada alrededor, se sentía algo avergonzado, sabiendo perfectamente que no había nadie pero, a pesar de todo, se sentía avergonzado.... ¡toda una vida de ateís¬rno filosófico! Pero si el miedo llama a tu puerta y la muerte está a un paso, ¿a quién le importa la lógica, la filosofía o cualquier otro ismo? ¿A quién le importa la razón, los argumentos?
-Oh, Señor -dijo-, por favor, ayúdame a salir del bosque y te alabaré siempre. Incluso empezaré a ir a la mezquita. Seguiré to¬dos los rituales del islam. ¡Te lo prometo! Sálvame. Perdóname. Me arrepiento de todas las cosas que he dicho contra ti. He sido un idiota, un absoluto idiota. Ahora sé que existes.
Justo en ese momento pasó un pájaro volando por encima de su cabeza y dejó caer algo en sus manos extendidas.
-Por favor, Dios, no trates de engañarme con esta mierda. ¡En serio, estoy perdido de verdad!
Cuando un hombre tiene miedo, aunque haya sido ateo du¬rante toda su vida, se vuelve creyente. Los sacerdotes descubrie¬ron esto hace siglos y lo empezaron a usar. El pasado de la hu¬manidad está presidido por el miedo.
La mejor forma de provocar miedo es hacerle sentir al hom¬bre culpable de las cosas naturales. No puede renunciar a ellas, y tampoco puede disfrutarlas por el miedo al infierno, está atado de pies y manos. Esta atadura es el origen de la explotación del hombre. No puedes renunciar a tu sexualidad simplemente porque un estúpido sacerdote te diga que está mal. No tiene nada que ver con tu idea de lo que está bien o mal; es natural, es intrínseco. Procedes de ahí, cada una de tus células es sexual. No puedes renunciar simplemente con decirlo. Sí, lo puedes reprimir, y al reprimirlo podrás empezar a acumularlo en el incons¬ciente hasta que se convierta en una herida. Cuanto más lo reprimes, más te obsesiona. Cuanto más te obsesionas, más cul¬pable te sientes. Es un círculo vicioso. Has caído en la trampa del sacerdote.
Ni el mismo sacerdote ha creído nunca en esto, ni tampoco el político. Estas cosas eran para la gente, para las masas; han engañado a las masas.
Se cuenta que los reyes tenían cientos de esposas, igual que los sacerdotes. Es un milagro: la gente seguía creyendo en esos charlatanes. Los sacerdotes y los políticos han estado haciendo todo lo que le han dicho a la gente que no haga, unas veces abiertamente, y otras a escondidas...
Los sacerdotes han hecho un daño terrible al corazón hu¬mano, a la conciencia humana. Han envenenado al hombre con la idea de que la vida es horrible. Han estado enseñando a la gen¬te a deshacerse de la vida.
Yo le enseño a mi gente a profundizar más en la vida. Ellos han estado enseñando a deshacerse de la vida. Yo te enseño a ha¬cer que tu vida sea libre. Ellos te han estado enseñando a termi¬nar con esta vida, y yo a adentrarte eternamente en ella, sin ce¬sar, a vivir la vida abundantemente. De ahí la controversia; es inevitable que exista. Mi visión es exactamente lo contrario de lo que se ha estado enseñando en nombre de la religión.
Estoy aportando al mundo una nueva visión de la religión.
Es el intento más osado que jamás se haya hecho: aceptar la vida en su multidimensionalidad, disfrutarla, celebrarla, regoci¬jarse en ella. Mi camino no es la abnegación, sino el alborozo. No es ayunar, sino festejar. Ser festivo es ser religioso. Mi definición de religión está en la dimensión festiva.
Ningún otro animal es festivo; ningún otro animal sabe nada de festivales. Los delfines pueden jugar, los chimpancés pueden jugar, pero sólo el hombre celebra.
La celebración es el desarrollo máximo de la conciencia. Yo os enseño la celebración. La celebración es mi clave.
Zorba
HABÉIS leído Zorba el griego? ¡Leedlo! Zorba le dice a su jefe:
-Hay algo que te falta, jefe. ¡Un toque de locura! Hasta que no cortes la cuerda no estarás realmente vivo.
Un poco de locura te proporciona dimensiones, poesía y el suficiente coraje para ser feliz en este mundo infeliz.
Zorba tiene su propia belleza. Kazantzakis, que escribió la novela Zorba el griego, es uno de los mejores novelistas de este siglo, y sufrió inmensamente a manos de la Iglesia.
Zorba es un nombre ficticio, no un personaje histórico. Cuando Kazantzakis escribió Zorba el griego fue expulsado de la Iglesia. Cuando escribió Zorba le presionaron: «0 retiras tu libro Zorba o, si no, te expulsaremos.» Como no retiró el libro fue ex¬pulsado de] cristianismo y le condenaron al infierno.
Zorba, en realidad, es la personalidad de Kazantzakis que el cristianismo reprimió, la que no pudo vivir pero quería poner en práctica. Expresó toda esa parte de su vida que no practicaba en el nombre de Zorba. Zorba es un hombre hermoso..., no te¬nía miedo al infierno, no codiciaba el cielo, vivía momento a mo¬mento, disfrutaba las pequeñas cosas..., la comida, la bebida, las mujeres. Después de un día de trabajo, se llevaba su instrumen¬to a la playa y bailaba durante horas.
Y la otra cara de Kazantzakis que vivió en Zorba el griego..., Zorba es el criado; la otra parte es el amo que empleó a Zorba de criado. Siempre está triste, sentado en su oficina, clasificando sus archivos, nunca se ríe, nunca disfruta, nunca sale y en el fondo tiene envidia de Zorba porque él gana poco dinero, no demasia¬do, pero vive como un emperador, sin pensar en el mañana, en qué pasará. Come bien, canta bien, baila bien. Y su amo, que es muy rico, está triste, tenso, angustiado, padeciendo, sufriendo.
Zorba es la parte no vivida de todas las personas que se dicen religiosas.
¿Por qué la Iglesia se opuso tanto cuando se publicó Zorba? Solamente se trataba de una novela; la Iglesia no tenía motivos para preocuparse. Pero estaba tan claro que se trataba del cris¬tiano no vívido que hay dentro de cada cristiano, que este libro podía ser peligroso. Y es un libro peligroso.
Pero Zorba es enormemente hermoso. Kazantzakis le man¬da a la ciudad a comprar algunas cosas, y se olvida de todo. Bebe, va con prostitutas y se divierte, y de vez en cuando se acuerda de que aparentemente han pasado muchos días, pero sigue tenien¬do todo el dinero. ¿Cómo va a volver antes de que se acabe todo el dinero? El amo se enfadará mucho, pero no puede evitarlo.... es su problema. Regresa tres semanas más tarde (sólo se había ido para tres días), pero no trae nada de lo que le había encarga¬do. Y viene contando todas sus historias:
-Ha sido un viaje magnífico, deberías haber venido. Conocí a unas bubulinas preciosas..., ¡y qué vino tan bueno!
El amo te preguntó:
-¿Pero dónde están las cosas? Llevo aquí sentado tres sema¬nas y estoy que exploto.
-¿A quién le preocupan las cosas sin importancia cuando tie¬nes alrededor cosas tan hermosas? Me lo puedes descontar de mi sueldo todas las semanas, y poco a poco, te iré devolviendo tu di¬nero. Lo siento, pero no pude volver antes. Y deberías alegrarte de que haya vuelto. Tuve que volver porque se acabó el dinero. Pero la próxima vez que vaya, te traeré todas las cosas -le respondió. -No volverás a ir nunca más -le aseguró-, mandaré a otra persona.
Toda la vida de Zorba es un placer físico, pero sin ansiedad, sin culpa, sin preocuparse por el pecado o la virtud.
Nikos Kazantzakis os representa a vosotros, a cada ser hu¬mano. Era un hombre excepcional, pero víctima de su pasado. Era un hombre muy sensible, por eso se hizo tan patente la di¬visión; era un hombre muy inteligente que se daba cuenta de que estaba dividido. Eso le provocaba una gran tortura interna.
Estar dividido contra ti mismo es un infierno, luchar conti¬go mismo es una tortura continua. Quieres hacer algo -es una de tus partes-, y la segunda parte dice: «No, no lo puedes hacer. Es un pecado.» ¿Cómo puedes estar en paz contigo mismo? Y la persona que no está en paz consigo misma no puede estar en paz con la sociedad, con la cultura, y finalmente, con la existencia. El individuo es la piedra angular de la existencia.
Me gustaría que Zorba estuviese vivo dentro de todas las per¬sonas del mundo, porque es vuestro patrimonio natural. Pero no deberías detenerte en Zorba. Zorba es sólo el principio.
Me gustaría que fueses a la vez Zorba el griego y Gautama el Buda, simultáneamente. No me conformo con menos. Zorba re¬presenta la tierra con las flores y el follaje, las montañas, los ríos y los mares. Buda representa el cielo con todas las estrellas, las nubes y los arco iris. El cielo sin la tierra estaría vacío. El cielo no se puede reír sin la tierra. La tierra sin el cielo estaría muerta. La unión de ambos, y nace un baile en la existencia. El cielo y la tierra bailando juntos.... hay risa, hay alegría, hay celebración.
Si un hombre puede ser un auténtico Zorba no estará lejos de ser un Buda. Habrá hecho la mitad del camino. Y la primera mi¬tad es la más difícil, porque todas las religiones se oponen. Todas las religiones te arrastran hacia otro lugar, te alejan de la primera mitad: cuando te hayan arrastrado hacia otra dirección ya nunca podrás ser un Buda, porque sólo este camino te lleva a Buda.
Zorba es el camino hacia Buda.
Desde que te conocí me atrevo a amar, a reír y a bai¬lar otra vez. Has abierto mis ojos a la belleza, a la poesía de la vida. Me siento más joven casi como un niño, asombrado por la belleza que impregna todo,¬ un joven pagano vagando con placer, bebiendo el néctar, disfrutando de cada gota. ¿Es esto profunda¬mente inmoral?
No, es inmensamente moral. Es la única moralidad que exis¬te: ser pagano, exprimir todo el néctar de cada momento de la vida; ser un niño, inocente, persiguiendo nuevamente a las ma¬riposas, recogiendo caracolas en la playa, piedras de colores.... ver la belleza de la existencia que te rodea, permitiéndote amar y ser amado. El amor es el principio de la religión. Y el amor también es el final de la religión.
Una persona religiosa siempre es joven. Es joven incluso cuando se está muriendo. Está lleno de alegría hasta en su muerte, lleno de baile, lleno de canto.
Yo os enseño a ser paganos y a tener la inocencia de los ni¬ños. Os enseño a conocer el milagro y el misterio de la existen¬cia, no a analizarlo, sino a disfrutarlo, no a hacer una teoría de ello, sino a hacer un baile.
Toda la existencia está bailando, excepto el hombre. Se ha convertido en un enorme cementerio. Os estoy llamando para que salgáis de vuestras tumbas.
No, no es inmoral. Todas las religiones dirán que lo es, pero esas religiones están equivocadas. El que diga que es inmoral está contra la humanidad, contra la existencia, contra la alegría, el éx¬tasis y todo lo que conduce a la divinidad. Estoy totalmente a favor.
Segunda parte
Eva
Hay días que me siento como un hombre y otros como una mujer. ¿Puedo ser ambos? ¿0 me volveré esquizofrénico?
Todo el mundo es ambos y tú te has dado cuenta. Está muy bien, es un gran hallazgo sobre tu ser. Todo el mundo es ambos pero hasta ahora la sociedad ha estado condicionada de tal modo..., nos han enseñado y educado de tal modo.... que un hombre es un hombre, y una mujer es una mujer. Es un arreglo muy falso, no es fiel a la naturaleza. Si un hombre empieza a llorar y a gemir, la gente le empieza a decir: «No llores como una mujer, no te la¬mentes, no seas marica.» Es una bobada, porque un hombre tiene tantas glándulas lacrimales como una mujer. Si la naturaleza no hubiese querido que llorase y gimiese, no las tendría.
Esto es muy represivo. Si una niña se empieza a comportar como un chico, es ambiciosa, agresiva, la gente piensa que algo está mal. Le llaman marimacho; no es una niña. ¡Qué tontería! No es una división natural; es una división política, social.
Se ha obligado a las mujeres a hacer el papel de mujeres veinticuatro horas al día, y al hombre a hacer el papel de hom¬bre veinticuatro horas al día; esto es antinatural y sin duda cau¬sa mucho sufrimiento en el mundo. Hay momentos en que el hombre es suave y debería ser fe¬menino. Hay momentos en los que el marido debería ser la es¬posa, y la esposa el marido, y esto debería ser muy natural. En¬tonces habría más ritmo y armonía. El hombre estará más relajado si no se supone que deba ser un hombre veinticuatro horas al día. Y una mujer será más natural y más espontánea si no se supone que deba ser una mujer las veinticuatro horas del día.
Sí, de vez en cuando, en un ataque de ira, una mujer puede ser más peligrosa que un hombre, y a veces, en los momentos tiernos, un hombre puede ser más cariñoso que ninguna mu¬jer..., y estos momentos siempre están cambiando. Los dos es¬tados son tuyos; no creas que te estás volviendo esquizofrénico o algo así. Esta dualidad forma parte de la naturaleza.
Has hecho un gran hallazgo. No lo pierdas, y no te preocu¬pes de volverte esquizofrénico. Es un cambio: durante unas ho¬ras eres un hombre y a otras horas eres una mujer. Si te fijas, po¬drás calcular exactamente durante cuantos minutos eres una mujer o un hombre. Es un cambio periódico. El yoga ha inves¬tigado a fondo estos secretos internos. Si observas tu respira¬ción, esto te dará exactamente el tiempo. Cuando respiras por una aleta de la nariz, la izquierda, eres femenino. Cuando respi¬ras por la aleta derecha eres masculino. Y cada cuarenta y ocho minutos, aproximadamente, cambia.
Este cambio ocurre continuamente, de día o de noche. Cuando respiras por la aleta izquierda funciona el hemisferio de¬recho del cerebro, que es la femenina. Cuando respiras por la aleta derecha funciona el hemisferio izquierdo, la parte mascu¬lina. A veces puedes jugar con esto.
Si estás muy enfadado, haz una cosa: tápate la aleta derecha de la nariz y empieza a respirar por la izquierda; al cabo de unos segundos verás que la rabia ha desaparecido, porque para estar enfadado necesitas estar en la parte masculina de tu ser. Intén¬talo y te sorprenderás. Simplemente con cambiar la respiración de un lado al otro sucede algo muy importante. Si sientes frialdad respecto al mundo respira por la aleta izquierda y deja que te inunde tu imaginación, tu fantasía, tu calidez.... y de repente te sentirás lleno de calidez.
Y hay acciones que se llevan mejor a cabo cuando estás en un estado masculino. Cuando haces algo difícil, como cargar una piedra o empujar una piedra, observa la nariz. Si no está en el lado masculino no está bien. Podría ser peligroso para tu cuer¬po: estarás demasiado blando. Cuando estás jugando con un niño o sentado con tu perro, siente que estás en el lado femeni¬no.... y tendrás más afinidad. Cuando estás escribiendo un poe¬ma, pintando o tocando música, deberías estar en el lado feme¬nino.... ¡a menos que estés tratando de tocar música bélica! En ese caso está bien, deberías estar en el lado masculino, agresivo.
Obsérvalo, y te irás dando cuenta, cada vez más, de las dos polaridades. Está bien que existan las dos polaridades: la natura¬leza se encarga del resto. Cuando la parte masculina se cansa, te trasladas a la parte femenina; la parte masculina descansa. Cuando la parte femenina está cansada, descansas; te vuelves masculino. Es una economía interna.... vas cambiando. Pero vuestra sociedad os ha enseñado cosas falsas: que un hombre es un hombre, y tiene que serlo veinticuatro horas al día; esta es una tarea muy difícil. Y una mujer tiene que ser mujer las vein¬ticuatro horas del día, suave, cariñosa, compasiva: es una tarea muy difícil. A veces, ella también quiere luchar, enfadarse, tirar cosas..., y está bien, si eres capaz de entender el juego interno.
Las dos polaridades son un buen juego interno: el juego de la conciencia. Por eso Dios se ha dividido dentro de ti, para ju¬gar al escondite consigo mismo. Cuando el juego ha terminado, cuando has aprendido todo lo que tenías que aprender del jue¬go, cuando has aprendido la lección, das un paso más.
El estado final no es masculino ni femenino: es neutro.
En el fondo, el hombre es consciente del hecho de que la mujer tiene algo que él no tiene. En primer lugar, la mujer le re¬sulta atractiva, es hermosa. Se enamora de ella, la mujer se con¬vierte casi en una adicción.... y ahí es donde surge el problema.
La dependencia de las mujeres que siente cualquier hombre le hace reaccionar de tal manera que intenta manipular a la mu¬jer como si fuese su esclava, una esclava espiritual. También tie¬ne miedo porque es hermosa. Es hermosa no sólo para él, sino para cualquiera que la mire y cualquiera que esté en contacto con ella. En la mente machista y egoísta surge una gran envidia. El hombre ha hecho con las mujeres lo que Maquiavelo le pro¬pone a los políticos; el matrimonio también es política. Maquiavelo sugiere que la mejor defensa es una ofensa, y el hombre ha utilizado esta idea desde hace siglos.... siglos antes de que Ma¬quiavelo reconociese que era un hecho básico en todas las esfe¬ras políticas. Siempre que exista algún tipo de dominación, la ofensa será inevitablemente la mejor defensa. Al defenderte, ya estás perdiendo terreno; ya has aceptado estar en el lado de los derrotados. Estás protegiéndote.
En India existen escritos religiosos como los manusmriti, con cinco mil años de antigüedad, que sugieren que si quieres tener paz en tu casa es necesario que le des una buena paliza a tu mujer de vez en cuando. Debería vivir casi encarcelada. Y así es como ha vivido la mujer, en diferentes culturas, distintos paí¬ses, pero el encarcelamiento es casi el mismo. Y como el hom¬bre quería demostrar que era superior... Tenlo en cuenta, siem¬pre que quieras demostrar algo significa que no eres eso. La superioridad real no necesita pruebas, evidencias, testigos, argu¬mentos. Cualquiera que tenga un poco de inteligencia la reco¬nocerá inmediatamente. La superioridad real tiene su propio magnetismo.
Como los hombres han condenado a la mujer (lo tuvieron que hacer para mantener el control), la han reducido a una ca¬tegoría casi infrahumana. ¿Qué temor les ha conducido a hacer esto? Porque esto es una paranoia total. El hombre compara continuamente y se da cuenta de que la mujer es superior. Por ejemplo, el hombre es muy inferior cuando hace el amor con una mujer porque sólo puede tener un orgasmo, mientras que la mujer puede tener al menos media docena, en cadena, un or¬gasmo múltiple. El hombre se siente totalmente impotente. No le puede dar a la mujer esos orgasmos. Esto ha originado una de las cosas más mezquinas: como no puede darle un orgasmo múl¬tiple, ha intentado no darle ni siquiera el primero. El sabor de un orgasmo le puede poner en peligro.
Si una mujer sabe qué es un orgasmo, inevitablemente se dará cuenta que con uno no es suficiente, al contrario, tendrá más sed. Pero el hombre está agotado; por eso, lo más astuto es que la mujer no sepa que existe algo parecido al orgasmo. Y no debes creer que el hombre está en una situación más ventajosa porque la mujer no haya tenido un orgasmo. No dándole un or¬gasmo a la mujer él también pierde el suyo.
Hay que entender algo importante: la sexualidad M hombre es local, está limitada a sus genitales y al centro sexual del cere¬bro. Pero con la mujer es diferente: su sexualidad está en todo el cuerpo. Todo su cuerpo es sensible, erótico. Como la sexualidad del hombre es local, es pequeña. La sexualidad de la mujer es algo muy grande. El hombre termina en unos pocos segundos, la mujer todavía no ha entrado en calor. El hombre tiene mucha prisa.... como si estuviese haciendo un trabajo pagado y quisie¬ra acabar rápido. Hacer el amor es lo mismo.
En realidad, me pregunto por qué el hombre se molesta en hacer el amor. Dos o tres segundos y ¡se acabó! La mujer estaba entrando en calor y el hombre ha terminado. No es que haya te¬nido un orgasmo; eyacular no es tener un orgasmo. El hombre se vuelve hacia su lado y se echa a dormir. Y la mujer.... no una, sino millones de mujeres lloran después de hacer el amor por¬que se han quedado en el limbo. Les has animado y antes de que puedan llegar al final el juego se ha acabado.
Pero el hecho de que el hombre acabe rápidamente tiene un trasfondo muy significativo; aquí es a donde quería llegar. Al no permitirle a la mujer el primer orgasmo, ha aprendido a termi¬nar lo más rápido posible. De modo que la mujer ha perdido algo tremendamente hermoso, algo sagrado en esta tierra.... y el hombre también.
La mujer no sólo tiene ventaja en el orgasmo. En cualquier parte del mundo, la mujer vive cinco años más que el hombre; la edad media de la mujer es cinco años más que la del hombre. Eso quiere decir que tiene mayor resistencia, más vigor. Las mu¬jeres caen enfermas menos que los hombres. Aunque estén en¬fermas, se curan más rápido que los hombres. Estos son datos científicos.
Por cada cien niñas, nacen ciento quince niños. Uno se pre¬gunta: ¿por qué ciento quince? Pero la naturaleza es sabia. Cuando llegue la edad de casarse, se habrán quedado en el ca¬mino quince niños. Sólo quedarán cien niños y cien niñas. Las niñas no se mueren fácilmente. No hay tantos suicidios entre las mujeres como entre los hombres; la tasa de suicidio de los hom¬bres es el doble. Aunque las mujeres hablan del suicidio más que los hombres; el hombre, habitualmente, no habla de ello... Las mujeres amenazan con el suicidio pero siempre sobreviven, por¬que no utilizan métodos drásticos para matarse. Escogen las pastillas de dormir, que son más cómodas, más científicas y más contemporáneas. Y curiosamente, ninguna mujer toma tantas pastillas que sea imposible revivirla. Así que su suicidio no es un suicidio, sino una especie de protesta, una amenaza, un chanta¬je para que el marido entienda que es una advertencia para el fu¬turo. Todo el mundo le desaprueba, los médicos, los vecinos, los parientes, el jefe de policía. Él se ha convertido innecesariamen¬te en un criminal, y todo el mundo se compadece de la mujer, a pesar de que iba a suicidarse.
En lo que respecta al homicidio, la diferencia es muy gran¬de. El hombre comete veinte veces más asesinatos que la mujer; una mujer lo comete sólo en raras ocasiones. Las mujeres se vuelven locas menos que los hombres. Una vez más, la propor¬ción es la misma: los hombres se vuelven locos el doble que las mujeres.
A pesar de todo, después de que la ciencia ha demostrado to¬dos estos datos, sigue existiendo la superstición de que el hom¬bre es más fuerte. Sólo es más fuerte en una cosa, y es en que tiene un cuerpo musculoso. Es un buen artesano. Aparte de esto, siente un profundo complejo de inferioridad en todos los as¬pectos, y se ha sentido así desde hace muchos siglos. La única forma de evitar este complejo ha sido colocar a la mujer en una posición de inferioridad. Y es el único punto donde el hombre es más poderoso: puede obligar a la mujer. Es más cruel, es más violento y ha obligado a la mujer a aceptar una idea que es com¬pletamente falsa: que ella es débil. Y para demostrar que la mu¬jer es débil tiene que censurar todas las cualidades femeninas. Tiene que decir que todas son débiles y la suma de todas esas cualidades hacen débil a la mujer.
En realidad, la mujer tiene grandes cualidades. Y cuando un hombre se ilumina, alcanza las mismas cualidades que ha estado censurando en la mujer. Todas las cualidades que se consideran débiles son femeninas. Y es curioso que todas las grandes cuali¬dades entren dentro de esta categoría. El resto son sólo las cua¬lidades brutales, animales.
La mujer es más cariñosa. El hombre nunca ha demostrado más amor que la mujer. En India han muerto millones de muje¬res saltando a la pira funeraria con sus amados, porque no po¬dían concebir la vida sin su marido o su amigo. Pero, ¿no os parece un poco raro que desde hace diez mil años ni un solo hombre se haya atrevido a saltar a la pira funeraria con su mu¬jer? Ha pasado mucho tiempo, ha habido muchas oportunida¬des.... y tú eres más fuerte. La delicada mujer, la frágil mujer salta a la pira funeraria, y el fuerte Mohamed Alí sigue haciendo flexiones. ¡Y a pesar de todo es más fuerte!
La fuerza tiene muchas dimensiones. El amor tiene su pro¬pia fuerza. Por ejemplo, llevar durante nueve meses a un niño en el vientre requiere fuerza, vigor, amor. Ningún hombre lo aguantaría. Se le podría poner un vientre artificial, ahora la tec¬nología científica ha llegado hasta el punto que se le puede im¬plantar un vientre de plástico al hombre, ¡pero no creo que aguantase durante nueve meses! Se tirarían los dos al mar.
Es difícil darle vida, darle un cuerpo, darle un cerebro y una mente a otro espíritu. La mujer comparte de todo corazón dán¬dole al niño todo lo que puede. Incluso después de nacer, no es fácil criar a los niños. Para mí es una de las cosas más difíciles del mundo. Los astronautas y Edrnund Hillary..., esta gente debería intentar antes criar niños. Sólo entonces podremos admi¬tir que han conseguido algo subiendo al Everest; de lo contrario, no tiene sentido. Aunque hayas llegado a la luna y caminado so¬bre ella, no importa. Eso no demuestra que seas más fuerte. Un niño vivo, tan explosivo, una energía tan desbordante que te ago¬tará en pocas horas. Nueve meses en el vientre y después unos cuantos años...
Intenta dormir un día con un niño pequeño en tu cama. Por la noche pasará algo en tu casa. 0 bien tú matas al niño, o el niño te mata a ti. Seguramente matarás al niño, porque los ni¬ños son los seres más detestables que hay en el mundo. Están tan lozanos y quieren hacer tantas cosas, y tú estás muerto de cansancio. Quieres irte a dormir, pero el niño está totalmente despierto y quiere hacer todo tipo de cosas, y quiere que le acon¬sejes, te hace preguntas.... y si nada de esto funciona, entonces querrá ir al baño! Tendrá sed, tendrá hambre a mitad de la no¬che... El niño duerme durante todo el día. En el vientre de su madre duerme veinticuatro horas al día; después, poco a poco..., veintitrés, veintidós, veinte, pero casi siempre está dormido. Y por la noche se despierta. Durante el día está durmiendo y por la noche se despierta para torturarte.
No creo que exista un hombre capaz de soportar un embarazo o de criar a un niño. Es la fuerza de !as mujeres. Pero es otro tipo de fuerza. Hay una fuerza que es destructiva y otra que es creativa. Hay una fuerza que nace de] odio y otra que nace del amor.
El amor, la confianza, la belleza, la sinceridad, la honestidad, la autenticidad..., son cualidades femeninas, y son mucho me¬jores que ninguna cualidad del hombre. Pero todo el pasado ha estado dominado por el hombre y sus cualidades.
Naturalmente, en la guerra el amor no sirve para nada, la verdad, la belleza y la sensibilidad estética no sirven para nada, necesitas tener un corazón más duro que una piedra. En la gue¬rra solamente necesitas tener odio, ira, la locura de destruir. El hombre ha luchado en cinco mil guerras en los últimos tres mil años. Sí, esto también es fuerza, pero no es digno de los seres humanos. Es una fuerza que procede de nuestra herencia animal. Pertenece al pasado, que ha muerto, y las cualidades feme¬ninas pertenecen al futuro que está por venir. El hombre tiene que ganarse algo que la mujer ha recibido de la naturaleza como un regalo.
El hombre tiene que aprender a amar. Tiene que aprender a dejar que el corazón sea el que mande y que la mente sea un siervo obediente. El hombre tiene que aprender estas cosas. La mujer las trae consigo; sin embargo, convertimos estas cualida¬des en debilidades.
Las mujeres son mujeres, y los hombres, hombres; no se tra¬ta de hacer comparaciones. La igualdad no viene al caso. No son desiguales ni pueden ser iguales. Son únicos.
El hombre no está en mejor situación que la mujer en cuan¬to a experiencias religiosas. Pero tiene una cualidad, y es la del guerrero. En cuanto se le desafía puede desarrollar todo tipo de cualidades. Puede desarrollar mejor incluso las cualidades feme¬ninas. Su espíritu de lucha equilibra las cosas. Estas cualidades son intrínsecas a las mujeres. El hombre sólo necesita ser pro¬vocado, desafiado: no has recibido estas cualidades, debes ganár¬telas. Si el hombre y la mujer pueden vivir estas cualidades, lle¬gará pronto un día en el que podamos transformar el mundo en un paraíso.
Me gustaría que el mundo estuviese lleno de cualidades fe¬meninas. Sólo así podrán desaparecer las guerras. Sólo así des¬aparecerá el matrimonio. Sólo así desaparecerán las naciones. Sólo así tendremos un solo mundo: un mundo amoroso, pacífi¬co, silencioso y hermoso.
Pero cuando digo que el hombre tiene que desarrollar las cualidades femeninas no estoy diciendo que tenga que imitar a las mujeres.
El macho
Hay una amiga mía que a menudo usa la palabra «ego masculino» cuando se refiere a mí,- yo siento que esto no es cierto. Desde el principio he estado abierto y vulnerable a la energía femenina. Además, he sentido que, cuando usa estas palabras, hay un cierto odio hacia los hombres. ¿Puedes explicarme qué es el «ego masculino» y qué significa que una mujer use esta expresión cuando se refiere a un hombre?
EL EGO simplemente es el ego, no es ni masculino ni femeni¬no. Pero el hombre ha sido muy inhumano con las mujeres desde hace siglos, sin interrupción. Y lo extraño es que el hom¬bre ha sido tan cruel e inhumano con las mujeres porque tiene un profundo complejo de inferioridad al compararse con ellas. El mayor problema es que la mujer puede convertirse en madre; es capaz de engendrar y el hombre no. Ese fue el comienzo de] complejo de inferioridad: que la naturaleza depende de la mujer, no del hombre.
Además, él se ha dado cuenta que en muchos aspectos ella es más fuerte. Las mujeres tienen más paciencia, son más toleran¬tes que los hombres. Los hombres son muy impacientes e into¬lerantes. Las mujeres son menos violentas que el hombre. Las mujeres no cometen asesinatos; es el hombre el que asesina, el que emprende cruzadas, el que siempre está preparándose para la guerra, el que inventa todo tipo de armas letales..., bombas atómicas, armas nucleares. La mujer no participa en absoluto en este juego de la guerra. Por tanto, no es coincidencia que el hombre empezara a sentirse de algún modo inferior. Y nadie quiere ser inferior; la única forma era obligar a la mujer a sen¬tirse inferior con métodos artificiales. Por ejemplo, no permitir su educación, no permitirle tener libertad económica, no per¬mitirle salir de casa, confinarla a un encarcelamiento. Parece mentira que el hombre haya hecho esto a la mujer para librarse de su complejo de inferioridad. Ha vuelto inferior a la mujer de un modo artificial.
Esta cuestión no sólo te incumbe a ti. Cuando tu mujer dice que tienes un ego masculino está representando a todas las mu¬jeres y tú también representas a todos los hombres. Vuestros an¬tepasados han hecho tanto daño que no hay manera de encon¬trar el equilibrio.,De modo que cuando tu mujer te diga que esto es ego masculino, intenta comprender..., quizá tenga razón. Se¬guramente tendrá razón, porque el hombre se ha aceptado como superior durante tanto tiempo que no se da cuenta que es su ego. Es la mujer quien lo percibe.
No niegues su sentimiento. Debes estar agradecido y pre¬guntarle dónde siente que hay un ego para que puedas renunciar a él. Acepta su ayuda.
Lo estás negando; no sientes que tengas un ego masculino. Pero es una herencia tradicional. Todos los niños tienen un ego masculino. Aunque sea un niño pequeños empieza a llorar, in¬mediatamente le dices: «¿Por qué lloras como una niña? Las ni¬ñas pueden llorar porque son infrahumanas. Pero tú vas a ser un gran machista, no debes llorar y gemir.» Y los niños empiezan a reprimir las lágrimas. Es raro ver a un hombre que esté dis¬puesto a llorar y permita que le caigan las lágrimas como a las mujeres.
Escucha a las mujeres. Has reprimido y oprimido tanto a las mujeres que es hora de escucharlas y corregir las cosas. Al me¬nos en tu vida personal, haz todo lo que puedas para que la mu¬jer tenga la mayor libertad posible..., la misma libertad que te permites a ti mismo. Permítele levantarse para que pueda volver a florecer.
Tendremos un mundo mejor si se permite que las mujeres -las mujeres son la mitad del mundo- desarrollen su talento, su genialidad. No es en absoluto una cuestión de.... nadie es supe¬rior, nadie es inferior. Las mujeres son mujeres, los hombres son hombres; son diferentes, pero las diferencias no hacen a alguien superior ni inferior. Las diferencias crean la atracción. Imagína¬te un mundo donde sólo hubiera hombres. Sería horrible. La vida es rica porque hay diferencias, actitudes distintas, diferen¬tes opiniones. Nadie es superior ni inferior. La gente es sencilla¬mente distinta.
Acéptalo, y ayuda a tu mujer a liberarse de diez mil años de represión. Sé su amigo. Se ha hecho mucho daño; tiene tantas heridas que sí puedes ayudarle a curarse con tu amor estarás contribuyendo al mundo entero, a la conciencia del mundo.
No te sientas mal si tu mujer te dice «esto es el ego mascu¬lino». Está ahí de una forma sutil, irreconocible, porque lleva ahí tanto tiempo que te has olvidado de que es el ego. Acepta su ayuda para que puedas reconocerlo y destruirlo.
¿Por qué tienen los hombres pelo en el pecho?
Bueno, ¡no pueden tenerlo todo!
Siempre te oigo decir cosas bonitas de las mujeres. ¿No podrías ponerte de parte de los hombres de vez en cuando?
Es una pregunta muy difícil. Me he pasado la noche sin dor¬mir, intentando encontrar alguna cosa buena de los hombres, pero debo admitir que no se puede decir nada. Lo puedes ver con tus propios ojos.
Una periodista de una revista femenina está entrevistando a un famoso general británico sobre su vida sexual.
-Perdone, señor -comienza-, ¿puede recordar la última vez que tuvo relaciones con su mujer?
El hombre se siente amedrentado un momento pero luego dice:
-Sí, claro que lo recuerdo, en 19..., 45.
Después de un instante de silencio la mujer dice:
-Hace mucho tiempo de eso.
El general echa una mirada a su reloj y le contesta:
-No tanto, en realidad. Sólo son las 21.... 49.
El hombre es un ser extraño. Si alguien encuentra algo agra¬dable de los hombres, que me informe, por favor. Acepto mi fra¬caso totalmente.
En el mundo hay tantos conflictos a causa de a la energía mas¬culina y su dominación. Es necesario que se equilibre. No estoy di¬ciendo que no sea necesaria la energía masculina; es necesaria, pero en una proporción. Ahora mismo, el 99 por 100 de la energía es masculina y la mujer está marginada. No se encuentra en la corriente principal de la vida, por eso hay rivalidad, esfuerzo, lucha, guerra. Esta energía ha llevado a la humanidad al borde M sui¬cidio total. Puede suceder en cualquier momento, a menos que se libere la energía femenina para equilibrarlo. Es la única esperanza.
Se puede evitar la tercera guerra mundial si se libera la ener¬gía femenina en el mundo para equilibrar la energía masculina; de lo contrario, no hay escapatoria. No se puede impedir por me¬dio de manifestaciones y protestas contra la guerra, ¡porque eso también es energía masculina! ¿Os habéis fijado en los manifes¬tantes? Son más violentos que nadie, y las marchas por la paz se convierten en un altercado. Antes o después están quemando autobuses o lanzando piedras a la policía. Están ahí gritando a fa¬vor de la paz, pero dentro de su propio grito hay guerra.
La energía masculina puede hablar de la paz, pero sólo sabe prepararse para la guerra. No hace más que decir que tenemos que luchar para defender la paz. Fijaos qué absurdo: tenemos que ir a la guerra; de lo contrario, no habrá paz en el mundo. Para alcanzar la paz, nos vamos a la guerra. Así hemos estado provo¬cando guerras a través de los tiempos, pero la paz no ha llegado. En tres mil años, el hombre ha luchado en cinco mil guerras. No pasa ni un solo día sin que no haya una guerra en un sitio u otro. A veces es Vietnam, a veces Israel, a veces Cachemira, a veces otro lugar, pero la guerra continúa. Y no sólo es cuestión de cambiar la ideología política M mundo, eso no vale de nada por¬que todas esas ideologías son masculinas.
Se tiene que liberar la energía femenina. Eso puede aportar¬nos equilibrio. Se ha descuidado demasiado la luna, el sol ha des¬tacado demasiado. Hay que devolver la luna a la vida. Y junto con la luna no sólo está la mujer, está también la poesía, la estética, el amor; todas las cosas que pertenecen al corazón proceden de la luna. Todo lo intuitivo se nutre de la luna.
Recuérdalo. En todos los seres, sea hombre o mujer, existen ambas energías: el sol y la luna. Hay que poner énfasis en la luna. Nos hemos inclinado demasiado hacia el sol; nos está destru¬yendo. Para mantener el equilibrio nos tenemos que inclinar ha¬cia el lado opuesto, y poco a poco, llegaremos a estar exacta¬mente en el medio, la luna a un lado, el sol al otro lado, pero iguales. Declaro iguales al hombre y la mujer, no por razones po¬líticas: los declaro iguales por una razón existencial. Tienen que ser iguales; si no, la vida será destruida.
De modo que tienes que encontrar a la mujer que hay den¬tro de ti. Aliméntala, nútrela, ayúdala a crecer. No te sientas avergonzado y no pienses «soy un hombre». Nadie es un hom¬bre o una mujer solamente; ambos son las dos cosas. Tiene que ser así: tu padre ha contribuido a la mitad de tu ser y tu madre a la otra mitad. Eres el encuentro de esas dos energías. No pue¬des ser sólo un hombre, no puedes ser sólo una mujer.
Asimila a la mujer, realza y ayuda a la mujer; vuélvete más suave, receptivo, pasivo, amoroso. Porque la meditación sucede sin dificultad cuando eres pasivo. No es abordar la vida de una forma activa. Es esperar abierto. La meditación llega, no la pue¬des apresar, no la puedes conquistar. Tienes que rendírte a ella. Ese es el significado de lo femenino...
En un grupo de terapia que hice recientemente des¬cubrí que estaba lleno de violencia y de miedo hacia las mujeres. Tengo la impresión de que el miedo a las mujeres esta relacionado con mi propio naci¬miento, que volví a experimentar en el grupo y que fue muy doloroso para mí.
Son interdependientes y están relacionados. El miedo a las mujeres es, básicamente, el miedo a la madre. Y todo el mundo tiene que reconciliarse con la madre. Si no lo haces, no podrás reconciliarte con ninguna mujer, porque todas las mujeres te re¬cordarán a tu madre. Algunas veces no será consciente, pero te tocará a nivel inconsciente.
Actualmente, todos los nacimientos son dolorosos. La civilización ha destruido por completo el nacimiento natural. Los ni¬ños no nacen naturalmente. La madre está tan tensa que no co¬labora en el proceso del nacimiento. De hecho, lo empieza a obstruir. No le permite salir al niño. Empieza a cerrar su vientre.
Esto está en consonancia con la vida tensa que vivimos. La idea moderna, la idea en la que se basa toda la ansiedad, es que tenemos que luchar con la vida y con la naturaleza. De modo que no te ocurre especialmente a ti. Todos los niños han padecido, de un modo u otro, el nacimiento. La única forma es revi¬virlo, volver a hacerlo completamente consciente. Cuando lo puedas vivir conscientemente, podrás entender y perdonar a tu madre, porque la pobre mujer estaba sufriendo. No es que te haya hecho algo a ti, ella misma era una víctima. Nadie tiene la culpa porque toda la situación es culpable. Estaba cargada con su propio nacimiento y lo volvió a representar contigo. Era la única manera en que sabía hacerlo.
Por eso una vez que te das cuenta, que te vuelves conscien¬te, despierto, puedes perdonar. No sólo eso, sino que podrás sen¬tir compasión por ella. Cuando surge dentro de ti la compasión por tu madre, la reconciliación ha sucedido. Entonces no esta¬rás lleno de rencor, y renunciar al rencor te ayudará a relacio¬narte con las demás mujeres. No tendrás miedo; serás amoroso.
La mujer es uno de los fenómenos más bellos de la tierra; no se puede comparar con nada. La mujer es la obra maestra de Dios. Si tienes miedo de las mujeres, tendrás miedo de Dios, ten¬drás miedo del amor, de la oración. Tendrás miedo de todo lo be¬llo, porque la mujer personifica la belleza y la gracia.
Cuando esto suceda -que empieces a fluir hacia la energía fe¬menina a tu alrededor- desaparecerá tu violencia. La violencia no es nada más que la energía que se tiene que convertir en amor, y no lo está haciendo. La violencia es amor no vivido. Una persona violenta tiene demasiada energía de amor y no sabe cómo liberarla.
El amor es creativo, la violencia es destructiva, y la energía creativa se convierte en destructiva si no la usas. El grupo te ha hecho consciente de cosas hermosas, muy significativas.
Hay mucha gente que viene a verme porque tiene miedo de las mujeres, mucho miedo. Debido a ese miedo, no pueden esta¬blecer una relación importante, no se pueden relacionar; el mie¬do siempre está ahí. Sí tienes miedo, la relación se corromperá con el miedo. No podrás actuar con totalidad. Te relacionarás a medias, con miedo: el miedo a ser rechazado, el miedo a que la mujer pueda decir no.
Y hay otros miedos. Si un hombre repite «no tengo miedo de las mujeres y cada día estoy mejor», si prueba este método, po¬drá reprimir momentáneamente el miedo, pero seguirá estando ahí y volverá a aparecer una y otra vez.
El hombre que tiene miedo de las mujeres revela que ha te¬nido una experiencia con la madre que te ha causado miedo, por¬que la madre es la primera mujer. Durante tu vida te puedes relacionar con muchas mujeres como esposa, amante, hija, her¬mana, amiga, pero prevalecerá la imagen de la madre. Es tu pri¬mera experiencia. Toda la estructura de tu relación con las mu¬jeres se basará en esos cimientos, que son la relación con tu madre. Si un hombre tiene miedo de las mujeres tiene que vol¬ver hacia atrás, tiene que retroceder en la memoria, volver y en¬contrar el origen del miedo. Puede ser un incidente cualquiera, de poca importancia, tal vez lo haya olvidado completamente. Pero si retrocede, encontrará la herida en algún lugar.
Querías que tu madre te amase, como cualquier niño, pero tu madre no estaba interesada. Era una mujer ocupada; tenía que participar en numerosas asociaciones, clubes, esto y aque¬llo. No estaba dispuesta a darte el pecho porque quería tener un cuerpo proporcionado. Quería que sus pechos estuviesen intac¬tos y no destrozados por ti. Quería que sus pechos siempre pa¬reciesen jóvenes, por eso se negó a darte el pecho. 0 quizá tu-viera otros problemas en su mente: tal vez no eras un niño deseado. Has venido como una carga, nunca te han deseado. Fa¬lló la píldora y naciste tú. 0 quizá odiaba a su marido y tú tenías la misma cara.... un odio profundo, por una razón u otra. Pero tienes que retroceder y volverte a convertir en un niño.
Recuerda que no se pierde ninguna etapa de la vida. Tu niño todavía está en tu interior. No es que el niño se convierta en un joven, no. El niño se queda dentro, el joven se implanta encima y después se implanta el viejo encima del joven, una capa tras otra. El niño nunca se convierte en un joven. El niño permane¬ce ahí, cubierto por una capa del joven. El joven nunca se hace viejo; hay otra capa de vejez, que lo cubre. Te conviertes en una especie de cebolla -con muchas capas- y si profundizas, todas las capas siguen ahí intactas.
La terapia primaria ayuda a la gente a retroceder y a conver¬tirse de nuevo en niños. Patean, lloran, gimen, gritan, y el grito ya no pertenece al presente. No pertenece al hombre actual, sino al niño que está escondido detrás. Cuando surge ese grito, el gri¬to primario, muchas cosas se transforman inmediatamente.
Esto es parte del método del Prati-prasav. Patanjali, hace cerca de cinco mil años, enseñó un sistema por el que había que reconducir cada efecto hasta su causa. Solamente se puede re¬solver la causa. Cuando cortas las raíces, el árbol morirá. Pero no puedes cortarle las ramas y esperar a que muera. El árbol re¬surgirá aún más.
Prati prasav es una hermosa palabra; prasav significa naci¬miento. Cuando nace un niño se llama prasav. Prati prasav sig¬nifica que vuelves a nacer en la memoria, retrocedes hasta el mismo nacimiento, al trauma del nacimiento, y lo vuelves a re¬vivir. Ten en cuenta que no lo recuerdas, sino que lo vives, lo vuelves a vivir. Recordar es otra cosa. Puedes recordar, puedes sentarte en silencio, pero sigues siendo el mismo hombre: re¬cuerdas que eras un niño y tu madre te pegó fuerte: la herida si¬gue estando ahí, pero es un recuerdo. Estás recordando un incidente como si le hubiese ocurrido a otra persona. Revivirlo se llama prati prasav. Revivirlo significa que te conviertes de nue¬vo en un niño. No es que lo recuerdes; te vuelves un niño, lo vuelves a vivir. Tu madre no te está pegando en tu recuerdo, te vuelve a pegar ahora mismo: la herida, la rabia, el antagonis¬mo, tu espalda encogida, el rechazo y tu reacción, como si todo estuviese volviendo a pasar. Esto es prati prasav.
Esto no es sólo la terapia primaria, sino un método para cualquier buscador que esté buscando una vida llena de verdad.
El mendigo
¿Por qué siempre estoy mendigando atención? ¿Qué puedo hacer acerca de esto?
PEDIR atención es una de las debilidades humanas, una debili¬dad profundamente arraigada. Las personas piden atención porque no se conocen a sí mismas. Uno sólo puede verse la cara en los ojos de los demás, puede encontrar su personalidad en las opiniones de los demás. Lo que los demás dicen tiene una im¬portancia enorme. Si le rechazan, le ignoran, se siente perdido. Si pasas y nadie se fija en ti empezarás a perder lo que has con¬seguido reunir: tu personalidad. Es algo que tú has creado. No la has descubierto, no es natural. Es artificial y arbitraria.
No solamente tú eres un mendigo de atención; casi todo el mundo lo es. Y esta situación no cambiará a menos que descu¬bras tu auténtico ser, que no depende de la opinión, atención, crítica o indiferencia de nadie; que no tiene nada que ver con los demás. Como hay muy pocas personas que han sido capaces de descubrir su realidad, todo el mundo está lleno de mendigos. En el fondo todos estáis tratando de que os presten atención; es el alimento de vuestra personalidad. Incluso es aceptable que la gente te censure, te critique o esté en tu contra; por lo menos te están prestando atención. Claro, es mucho mejor si son amigables, respetuosos; pero tu personalidad no puede sobrevivir si no te dan algún tipo de atención. Puede ser negativa o positiva, eso no importa. La gente tiene que hablar de ti; sean respetuosos o no, están satisfaciendo el mismo propósito.
Me gustaría que pensaras acerca de la palabra respeto. No quiere decir honor, que es lo que dicen sin excepción todos los diccionarios. Respeto significa simplemente volver a mirar, res¬peto. Si pasando por un camino alguien se vuelve a mirarte..., le has llamado la atención, eres alguien. Eres capaz de hacer cual¬quier tontería para llamar la atención porque el respeto te da la impresión de ser alguien especial.
A lo largo de los tiempos, la gente ha tratado de llamar la atención de mil y una maneras. No son maneras necesariamen¬te racionales, por ejemplo, los punkis de Occidente. ¿Qué quie¬ren realmente cuando se cortan el pelo de una forma rara y ex¬céntrica, y después lo pintan con colores psicodélicos? ¿Qué están pidiendo? Son mendigos. No deberías enfadarte con ellos, porque eso es lo que quieren provocar. No deberías condenar¬los, porque eso es lo que quieren. Sus padres no deberían criticarlos, porque eso es lo que quieren. No pueden sobrevivir sin que la gente les preste atención.
En el pasado, la gente ha hecho cosas que no os podríais ima¬ginar. Se han desnudado... ¿Qué necesidad tenían Mahavira o Diógenes de estar desnudos? Para el hombre ya no es natural es¬tar desnudo en todas las estaciones; hace mucho tiempo que perdió esa capacidad. Los animales están desnudos pero tienen una inmunidad natural. En invierno les crece el pelo; en verano, con el calor, se les cae el pelo. La naturaleza les ha dado una pro¬tección. El hombre disponía de la misma protección, pero es un ser inteligente y puede perfeccionar la naturaleza. Encontró for¬mas de cubrir su cuerpo según las estaciones. Naturalmente, su cuerpo ha perdido el crecimiento natural del vello. Pero estar desnudo.... tu cuerpo no puede crear de repente un mecanismo para protegerte.
Sé que Mahavira y Diógenes eran seres singulares, pero creo que tenían ciertas dudas sobre su singularidad. Confirmaron esa sospecha, esa deficiencia al desnudarse, porque es imposible no llamar la atención estando desnudo en un mundo donde todo el mundo va vestido. La persona desnuda se mantiene apartada. Es inevitable.... es casi irresistible mirarle, preguntarle: «¿Qué te ocurre?» Pero su desnudez se convirtió en algo espiritual; em¬pezaron a ser respetados precisamente porque estaban desnu¬dos. La desnudez no es una cualidad, una habilidad o algo crea¬tivo; todos los animales, los pájaros y los árboles están desnudos.
Todavía hay monjes jainistas en India aunque no quedan más de veinte. Solía haberlos a millares, pero no es fácil encontrar tanta gente estúpida. Cuando se muere un monje jainista no es reemplazado, de modo que va disminuyendo su número. Sólo quedan unos veinte en toda la India.... y yo he visto muchos; no dan ninguna muestra de inteligencia, no tienen cualidades de si¬lencio ni reflejan ninguna alegría. Tienen un rostro triste, apa¬gado, adormilado. Están sufriendo, se están torturando por la sencilla razón de que así llaman la atención de la gente.
El hombre es capaz de cualquier cosa, por tonta que sea, para llamar la atención. En Rusia, antes de la revolución, había una secta cristiana que tenía la costumbre de cortarse los genitales en público un día particular del año.... y tenía miles de se¬guidores. El único requisito para ser espirituales es que se hubiesen cortado los genitales. Cuando llegaba la fecha se reunían en el patio de una iglesia, se cortaban los genitales y los amon¬tonaban. Y había miles de personas que iban a ver esta estupidez.
Las mujeres no se quedaban atrás.... tenían un inconveniente, claro, porque no tienen genitales que cuelguen hacia fuera para cortarlos; sus genitales están dentro del cuerpo. Se empezaron a cortar los pechos..., no querían ser menos. Se trataba de un asunto chapucero y sanguinolento, pero la gente se postraba a sus pies, les alababan, y lo único que habían hecho era un des¬agradable acto contra la naturaleza y contra ellos mismos.
¿Qué es lo significativo de que un hombre haga un ayuno? Mahatma Gandhi utilizó esta estrategia durante toda su vida: lo único que pretendía era llamar la atención de toda la nación. Y si decidía ayunar hasta morir, llamaría la atención de todo el mundo inmediatamente. De lo contrario, no hay ninguna espi¬ritualidad en el hecho de ayunar: hay millones de personas que se mueren de hambre. En los próximos diez, doce años, morirán millones de personas de inanición. Nadie les va a honrar o res¬petar. ¿Por qué? Por que su inanición es inevitable. No están mu¬riéndose de hambre por voluntad propia sino porque no tienen comida; sólo son gente pobre y famélica.
Pero Mahatma Gandhi tenía todo lo que necesitaba, aunque vivía como un pobre. Uno de sus seguidores más próximos, una mujer muy inteligente, Sarojini Naidu, había presentado un in¬forme con pruebas de que mantener a Mahatma Gandhi pobre costaba una fortuna. No se trataba de una pobreza sencilla; era un espectáculo manipulado.
No podía beber leche de búfalo porque es rica en vitamina A y en otras vitaminas. No podía beber leche de vaca porque también es demasiado rica, y la gente pobre no se lo puede permitir. Sólo podía beber leche de cabra porque es el animal más barato y los pobres se lo pueden permitir. Pero os sorprenderéis al sa¬ber que ¡bañaban a su cabra dos veces al día con pastillas de ja¬bón Lux! La comida de su cabra consistía en un alimento tan nu¬tritivo del que incluso un hombre rico podría sentir envidia. ¡Qué mundo más injusto! A la cabra le daban de beber leche de vaca. Su comida consistía en anacardos, nueces, manzanas y otras frutas nutritivas; no se sustentaba con pasto. Su alimenta¬ción, en aquellos tiempos, costaba diez rupias diarias; diez ru¬pias diarias en aquella época eran suficiente para que una perso¬na se mantuviese un mes.
Y Gandhi viajaba en tercera clase. Naturalmente, estaba lla¬mando la atención... ¡un hombre importante que viaja en ter¬cera! Pero nadie se daba cuenta de que el compartimiento de tercera clase que podía transportar, por lo menos, a sesenta via¬jeros, transportaba a una sola persona; resultaba mucho más caro que un compartimiento con aire acondicionado. Pero esto llamaba la atención.
Empezó a usar la ropa que usan los campesinos en India..., que son el 80 por 100 de la población. Como empezó a utilizar ropa de campesino -la parte superior del cuerpo está desnuda, la parte inferior sólo va envuelta en un trozo de tela- los pobres de este país empezaron a tenerle mucho respeto y a llamarle ma¬hatma, el gran espíritu. Pero he estado analizando su vida a fon¬do. No encuentro un gran espíritu; ni siquiera he encontrado un pequeño espíritu; sólo hace política en el nombre de la religión. Sabía perfectamente que en India sólo se puede influir por me¬dio de la religión, cantaba cantos devocionales todos los días, por la mañana y por la noche, pero sólo lo hacía para llamar la aten¬ción,
La atención nutre al ego de una forma desmesurada.
Si la religión es atractiva, los políticos fingen ser religiosos. Como necesitan atención, toda su personalidad es falsa. Depen¬de de cuánta gente les sigue; depende del número de personas que están atentas. Es una política de números.
El Papa católico está contra el control de la natalidad y con¬tra el aborto, no porque esté siendo compasivo al decir «es una crueldad absoluta y una violencia», ni porque esté a favor de la vida; toda la actitud católica va en contra de la vida. Entonces, ¿a qué se debe tanta insistencia en que no haya control de la natali¬dad ni abortos? Porque esta es la única forma de aumentar el nú¬mero de católicos, y la única forma de que el resto de la gente sea tan pobre que tenga que sumarse al rebaño del imperio católico.
Ahora que hay tantos huérfanos en India, los católicos tienen una buena oportunidad. Y uno se pregunta..., una mujer como la madre Teresa recibe el Premio Nóbel, es premiada con docto¬rados en numerosas universidades hindúes, recibe premios del gobierno hindú, todo esto porque está cuidando a los huérfanos. Pero nadie sabe que ese cuidado consiste en convertirlos al ca¬tolicismo. Naturalmente, la madre Teresa no puede estar a favor del control de la natalidad.... ¿de dónde sacaría a los huérfanos?
El cristianismo no puede estar a favor de un mundo rico. Los científicos declaran continuamente que hemos llegado a un punto de progreso tecnológico, donde nadie debería pasar ham¬bre, estar famélico o morir a causa de la escasez de alimentos. Esto no había sido posible con anterioridad, pero ahora los científicos dicen que podemos alimentar con facilidad a cinco mil millones de personas, o incluso más..., pero estas voces son si-lenciadas. Los políticos no les prestan atención porque también están interesados en tener muchos seguidores.
Vuestros así llamados líderes religiosos y políticos necesitan llamar la atención, necesitan ver sus nombres y fotos en el pe¬riódico continuamente, porque si los periódicos se olvidan de al¬gún nombre durante unos meses, la gente también se olvidará de esa persona. ¿Qué ha sido de Richard Nixon? ¿Dónde estará el pobre diablo? Una vez fue el hombre más importante, el hombre más poderoso de la tierra, y ahora no volverás a oír hablar de él hasta el día que se muera, y sólo aparecerá en la tercera o cuar¬ta página de los diarios, en una pequeña columna. ¿Qué les pasa a todos los poderosos? En cuanto la gente deja de prestarles atención, empieza a desaparecer su personalidad.
He conocido a muchos líderes políticos de este país. Proba¬blemente en este país haya más ex ministros, ministros en jefe y gobernadores que en ningún otro. En cuanto se vuelven «ex» es¬tán acabados. Entonces la gente ya no les presta atención, nadie les pide que vayan a inaugurar puentes, líneas de ferrocarril, hospitales, colegios. Ningún periódico se preocupa de dónde es¬tán, si están vivos o muertos. Y hubo un día que estaban en los periódicos, en la radio y en la televisión a todas horas.
Mendigar la atención no es solamente tu problema; es una realidad humana. Y el motivo es que dependes de tu personali¬dad, que es falsa y ha sido creada por la sociedad, y ésta te la pue¬de arrebatar. No dependas de ella. No está en tus manos. Lo que está en tus manos es tu propia individualidad. ¡Descúbrela! Y la ciencia para descubrirlo se llama meditación.
Cuando te conoces a ti mismo ya no te importan los demás. Si el resto del mundo te olvidara, no te importaría, no tendría la menor importancia; o el mundo entero puede conocerte.... pero eso tampoco te daría un ego. Sabes que el ego es falso, y de¬pender de lo falso es hacer castillos de arena, sin cimientos. Vuestras personalidades son casi como firmas en el agua. No has terminado de firmar y ya ha desaparecido.
Un grupo de madres judías estaban tomando café y jactán¬dose de sus hijos. Una de ellas tenía un hijo de cuatro años que ya sabía leer. La otra tenía un hijo de cinco años que ya había salido en la televisión.
Entonces habló Becky Goldberg y dijo:
-Pues eso no es nada. ¿Veis a mi Jaimito? Sólo tiene cinco anos y el otro día ¡se fue solito al psiquiatra!
Una mujer de mediana edad le confesó al sacerdote que creía que se estaba volviendo presumida.
-¿Qué se lo hace pensar? -preguntó el sacerdote.
Porque -replicó la mujer- cada vez que me miro al espejo me siento inspirada por mi belleza.
-No se preocupe -dijo el sacerdote-, eso no es pecado, ¡eso es una equivocación!
Hubo una gran reunión de la sociedad médica en honor de un otorrinolaringólogo que se iba a jubilar después de cincuenta años de servicio. De regalo, le dieron una oreja de oro.
- Se levantó para pronunciar un discurso y tras el aplauso se
quedó callado, miró su regalo y dijo:
-¡Menos mal que no me hice ginecólogo!
¡No dependas de los demás! Sé un ser independiente. Escu¬cha tu voz interna.
En el momento en que empiezas a acallar y a silenciar tu mente podrás escucharla no es difícil. Y cuando digo que no es difícil, lo digo con absoluta autoridad: ¡No es difícil! Si me ha su¬cedido a mí, te puede suceder a ti, no hay ninguna diferencia. To¬dos los seres humanos tienen en potencia la capacidad de cono¬cerse a sí mismos. Y cuando te conoces a ti mismo nadie te puede arrebatar tu individualidad. Aunque te maten sólo mata¬rán tu cuerpo, no a ti.
El individuo es la única persona que se puede liberar de su estado de mendicidad; de lo contrario, seguirás siendo un men¬digo toda tu vida. Pero si quieres dejar de mendigar tendrás que renunciar al ego y a la personalidad. Tendrás que aprender que no hay nada en la honra, la reputación o la respetabilidad. Son palabras falsas, sin significado, sin contenido. La realidad te per¬tenece, pero si no la descubres tendrás que depender de los demás.
Sois emperadores pero os tenéis que descubrir a vosotros mismos. Y este descubrimiento no es complicado: tu reino está en tu interior. Sólo tienes que aprender a cerrar los ojos y mirar hacia dentro. Un poco de disciplina, un poco de aprendizaje para no estar siempre enfocado hacia fuera, sino para poder volverte hacia dentro una o dos veces al día, cuando tengas tiempo... Poco a poco empezarás a ser consciente de tu ser eterno. En¬tonces la idea de atención desaparece sin más. El milagro es que un día ya no necesitarás que te presten atención, la gente senti¬rá tu carisma, porque el carisma es la radiación de tu propia in-dividualidad. Empiezan a sentir que eres especial, único..., aun¬que no puedan señalar en qué consiste tu singularidad, qué es eso que atrae como un imán.
Las personas que se han descubierto a sí mismas se encuen¬tran con el hecho de que atraen a miles de personas, aunque no lo estaban buscando.
El playboy
Estoy metido en un buen lío: quiero a tres mujeres. Esto es un infierno y ya dura tres meses. ¿Qué pue¬do hacer ahora?
Debes de ser todo un hombre! Una mujer es suficiente. ¡Ne¬cesitas de protección legal! Pero si ya lo has tolerado pa¬cientemente desde hace tres meses, espera un poco más. El tiempo lo asienta todo. Y las mujeres siempre son más percepti¬vas que los hombres; si tú no puedes hacer nada, seguro que, inevitablemente, lo harán ellas.
Juan y María empezaron a hacer el amor en el badén de las vías de] tren. A medida que se iban animando fueron cayendo ha¬cia las vías por las que venía un tren rápido.
El conductor, viendo los dos cuerpos sobre las vías, detuvo el tren justo a tiempo. Ahora bien, retrasar un tren es un delito grave y durante el juicio el juez pidió una explicación.
-Mira, Juan -dijo el juez-, yo soy un hombre de mundo y comprendo que tu amiga y tú quisierais divertiros. Pero ¿por qué no os apartasteis de la vía de¡ tren?
-Bueno, esto es lo que pasó, su señoría -dijo Juan-; yo esta¬ba llegando, el tren estaba llegando y María estaba llegando, así que pensé el que pueda parar que pare.
¿Es esto una bendición? Después de pasar mucho tiempo solo, me he enamorado de tres mujeres a la vez. Al principio era fácil, pero en cuanto intenté profundizar en una relación, o yo salía corriendo hacia la siguiente, o ella quería estar con otra per¬sona. Por supuesto, volvió a suceder lo mismo en cuanto sintonicé con otra de las mujeres. De modo que la alegría y el sufrimiento están muy próximos, y me pregunto ¿estaré evitando algo?
¿No te parece que tres es más que suficiente? ¿Te parece que estás evitando la cuarta? Una mujer es bastante para crear un in¬fierno, y me estás preguntando «¿Es esto una bendición?». Debe de ser una maldición disfrazada.
-¿Qué le ha pasado a Santiago? Hace tiempo que no le veo.
-¡Ah! Se casó con la chica que rescató cuando se ahogaba.
-¿Y está contento?
-¡Tú dirás! Pero ya no le gusta el agua.
Debes tener un gran espíritu..., tan inconsciente que ni si¬quiera tres mujeres te pueden alterar, o tan iluminado que «¿a quién le importa?».
Una noche, volviendo a casa del trabajo, tres compañeros de viaje se hicieron amigos en el vagón restaurante, y después de tres rondas empezaron a jactarse de las excelencias de sus res¬pectivas parejas conyugales.
El primero afirmó orgullosamente:
-Mi mujer viene a buscarme a la estación todas las noches, y llevamos diez años casados.
-Eso no es nada -dijo el segundo mofándose-. Mi mujer también viene a buscarme, y llevamos veinte años casados.
-Muchachos, os he ganado a los dos -dijo el tercer viajero, que obviamente era el más joven del grupo.
-¿Cómo has llegado a esa conclusión? -quiso saber el primero.
-¡Supongo que tú también tienes una mujer que viene a bus¬carte todas las noches! -dijo despectivamente el segundo.
-Correcto -dijo el tercer viajero-, y ni siquiera estoy casado.
Tres mujeres, ¡y ni siquiera estás casado! Te van a usar de ba¬lón. Y estás preguntando, «¿esto es una bendición?»... con in¬terrogación, por supuesto. Ten un poco más de cuidado. Este si¬tio es peligroso para la gente como tú. Aquí hay tantas mujeres que, si sigues así, pronto no quedará nada de ti y habré perdido innecesariamente a un discípulo. Piensa también en mí.
Weinstein, un empresario muy rico, tenía una hija muy fea. Encontró un hombre joven para casarla, y en diez años tuvieron dos hijos.
Un día, Weinstein llamó a su yerno a la oficina:
-Escucha -dijo-, me has dado dos nietos preciosos, me has hecho muy feliz. Te voy a dar el 45 por 100 de la empresa.
-¡Gracias, papi!
-¿Puedo hacer alguna otra cosa por ti?
-Sí, ¡cómprame mi parte!
Estoy dispuesto a comprarte a cualquier precio. ¡Pregúntale a tus tres mujeres!
El amor es importante, es una buena situación de aprendi¬zaje, pero sólo es un aprendizaje. Una escuela es suficiente, tres es demasiado. Y con tres mujeres no podrás aprender mucho porque ¡con tanta actividad! Es mejor estar con una mujer para que puedas ser uno con ella totalmente, para que puedas enten¬der sus deseos y los tuyos más claramente, para estar menos preocupado, atormentado, porque al principio el amor sólo es un fenómeno inconsciente. Es biológico, no es demasiado valio¬so. Sólo si le pones tu consciencia, sólo cuando te vas volviendo más meditativo acerca de él empieza a parecerte valioso, empie¬zas a surcar los cielos.
La intimidad con una mujer o un hombre es mejor que las relaciones superficiales. El amor no es una flor de temporada, tarda años en crecer. Y sólo cuando crece va más allá de la bio¬logía y comienza a contener algo espiritual. Estar con muchas mujeres o muchos hombres te hará superficial.... distraído tal vez, pero superficial; ocupado indudablemente, pero es una ocu¬pación que no te va a ayudar en tu crecimiento interior.
Pero una relación de uno a uno, una relación duradera en la que os podáis entender mejor, es enormemente beneficiosa. ¿Por qué ocurre esto? ¿Qué necesidad hay de entender mejor a la mu¬jer o al hombre? La necesidad es que todos los hombres tienen una parte femenina en su ser, y todas las mujeres tienen una par¬te masculina. La única forma de entenderla, la forma más fácil, la más natural, es estar en una relación íntima con alguien. Si eres un hombre debes estar en una relación íntima con una mujer. Deja que crezca la confianza para que caigan todas las barreras. Acercaos el uno al otro tanto para que puedas mirar profundamente a la mujer y la mujer te pueda mirar profunda¬mente. No seáis falsos con el otro.
Y cuando tienes tantas relaciones tienes que ser falso, tienes que mentir continuamente. Tendrás que mentir, no podrás ser sincero, tendrás que decir cosas que no sientes..., y todas sospe¬charán. Es muy difícil que una mujer tenga confianza en ti si tie¬nes alguna otra relación. Es fácil engañar a un hombre porque vive a través de] intelecto; pero es muy difícil, es casi imposible engañar a una mujer porque vive intuitivamente. No podrás mi¬rarle a los ojos; tendrás miedo de que te lea los pensamientos, y todos los engaños que estás escondiéndole, tantas mentiras.
De modo que si tienes muchas relaciones no podrás bucear en las profundidades del alma de la mujer. Y es lo único que ne¬cesitas, conocer tu parte femenina interna. La relación se con¬vierte en un espejo. La mujer se mira en ti y empieza a encon¬trar su parte masculina, el hombre se mira en la mujer y empieza a descubrir su propia femineidad. Y cuanto más cons¬ciente te haces de tu parte femenina -el polo contrario-, más ín¬tegro podrás ser, más equilibrado. Cuando tu hombre y tu mujer interiores desaparezcan el uno en el otro, se disuelvan, cuan¬do ya no haya separación, cuando se hayan convertido en uno solo, te habrás convertido en un individuo. Carl Gustav Jung lo denomina proceso de individualidad. Tiene razón, ha escogido la palabra acertada. Y lo mismo le sucede a la mujer.
Pero mariposear con mucha gente te hará superficial, te mantendrá distraído, ocupado, pero no crecerás; y a fin de cuen¬tas, lo único que importa es el crecimiento, el crecimiento de la armonía, de la individualidad, de tu centro. Ese crecimiento pre¬cisa que conozcas a la otra parte. El planteamiento más sencillo es conocer primero a la mujer en el exterior, para que puedas co¬nocer a la mujer interior.
Como un espejo -el espejo refleja tu cara, te muestra tu cara-, la mujer se convierte en tu espejo, el hombre se convier¬te en tu espejo. El otro refleja tu rostro, pero si tienes alrededor tantos espejos, y estás corriendo de un espejo a otro, y engañan¬do a cada espejo con el otro, será un caos, te volverás loco.
Te enamoras de una mujer porque es algo nuevo: la psicología, las proporciones de su cuerpo, su cara, sus ojos, sus cejas, el color de su pelo, su forma de caminar, su forma de volverse, su forma de decir hola, su forma de mirar. Todo es nuevo, un terri¬torio desconocido: te encantaría explorar este territorio. Es tentador, muy tentador, estás atrapado, hipnotizado. Y cuando comienzas a acercarte, ella se escapa; forma parte del juego. Cuanto más se aleja, más encantadora te parece. Si te dijese sim¬plemente: «Sí, estoy dispuesta», mataría en ese mismo instante la mitad de tu entusiasmo. De hecho, empezarías a pensar en huir. De modo que te da la oportunidad de perseguirla. La gente nunca está tan contenta como durante el cortejo -muy felices¬ porque la persecución continúa. El hombre básicamente es cazador, de modo que cuando persigue a la mujer que se escapa, intentando esconderse aquí o allá, evitándole, diciéndole que no, el hombre se excita más y más. Es un desafío intenso; tiene que conquistar a la mujer. Ahora sería capaz de morir por ella o lo que hiciera falta, pero tiene que conquistarla. Tiene que demos-trar que no es un hombre corriente.
Pero en cuanto se han casado, entonces todo.... el interés es¬taba en la persecución, en lo desconocido, en que la mujer apa¬rentemente era inconquistable. Pero ahora está conquistada; ¿cómo puede sobrevivir el antiguo interés? Como mucho, pue¬des disimular, pero el antiguo interés no puede continuar. Las cosas se empiezan a enfriar. Se empiezan a aburrir el uno del otro porque ahora hay otras mujeres que vuelven a ser nuevos territorios: te atraen, te llaman, te provocan.
Lo mismo ocurre con los pensamientos: estás encantado con una clase de pensamiento, pero cuando te has acostumbrado se acaba la luna de miel, se acaba el amor. Ahora te gustaría estar interesado en otra cosa, en algo nuevo que te emocione, te esti¬mule.
De este modo vas de una mujer a otra, de un hombre a otro. Este tipo de búsqueda no te dejará tiempo para que aparezca la confianza.
El novio
Mi novia me ha dicho que soy un poco aburrido, que no soy muy «jugoso», que soy muy dependiente y me hago la víctima. He observado en mí esta ener¬gía destructiva y siento que de alguna forma ¡la dis¬fruto! ¿Es posible usar esta misma energía de algún modo creativo?
TU novia es muy compasiva porque los hombres finalmente no se vuelven un poco aburridos, sino muy aburridos. ¿Te das cuenta del hecho de que lo que tú llamas amor es una repetición de los mismos ejercicios gimnásticos una y otra vez? Y en este estúpido juego el hombre es el perdedor. Está disipando su ener¬gía, sudando, soplando y resoplando mientras la chica mantiene los ojos cerrados, pensando: «Es sólo cuestión de dos o tres mi¬nutos y esta pesadilla habrá terminado.»
La gente es tan poco imaginativa que dan por supuesto que repetir las mismas acciones las va a hacer más interesantes. Por eso digo que tu novia es muy compasiva; sólo te ha dicho que eres un poco aburrido. Yo te digo que eres completamente aburrido.
Cuando los misioneros cristianos llegaron a este país, la gen¬te descubrió que ellos sólo conocían una postura para hacer el amor: la mujer debajo y esas horribles bestias encima de la delicada mujer. En India esa postura se llama la postura del misio¬nero. India es un país antiguo y el lugar de nacimiento de mu¬chas ciencias, en particular de la sexología. Hay un libro de una importancia tremenda, escrito por Vatsayana, que tiene más de cinco mil años. El nombre del libro es Kamasutra, instrucciones para hacer el amor. Y lo escribió un hombre de una profunda meditación; inventó ochenta y cuatro posturas para hacer el amor. Naturalmente, hay que ir cambiando la forma de hacer el amor; si no, inevitablemente, serás un aburrido.
Vatsayana reconoce el hecho de que la misma postura sexual crea aburrimiento, una sensación de total estupidez, porque siempre estás haciendo lo mismo. Él inventó ochenta y cuatro posturas para hacer que la vida sexual de las parejas fuese un poco más interesante. No hay nadie en todo el mundo que haya escrito un libro del calibre del Kamasutra. Pero sólo podía ser escrito por un hombre de inmensa claridad, de profunda me¬ditación.
¿Cuál es tu forma de hacer el amor? Si te fijas en cómo ha¬ces el amor, tú mismo notarás que es aburridísimo. Y especial¬mente para la mujer, porque el hombre acaba en dos o tres mi¬nutos y la mujer ni siquiera ha empezado. En todo el mundo, las culturas han impuesto en la mente de las mujeres el que ellas ni siquiera deben disfrutar, moverse o ser juguetonas; a eso se le llama «sucio»; lo hacen las prostitutas, no las señoras. Las seño¬ras tienen que tumbarse casi como muertas y dejar que ese vie¬jo haga lo que quiera; no es nada nuevo, no hay nada nuevo ni siquiera para ver.
No te lo tienes que tomar como una ofensa. Tu novia te está diciendo algo realmente sincero y honesto. ¿Le has dado alguna alegría orgásmica? ¿O la has usado sólo para disipar tu energía sexual? ¿La has reducido a un objeto más? Ella está condiciona¬da para aceptarlo, pero ni siquiera puede gozar de esta acepta¬ción.
Haces el amor en la misma cama donde peleas cada día. De hecho, la pelea es el preludió: os tiráis almohadones, os gritáis, discutís sobre cualquier cosa y entonces, cuando estáis cansados, tenéis que negociar. Vuestro amor es sólo una negociación. Si eres un hombre con una sensibilidad estética, tu aposento para el amor debería ser un lugar sagrado, porque es en ese apo¬sento de amor donde nace la vida. Debería tener unas flores bo¬nitas, incienso, fragancia; deberías de entrar en ella con un gran respeto.
Y el amor no debería ser solamente algo abrupto.... agarrar a la mujer. Ese asunto de hacer el amor y salir corriendo no es amor. El amor debería tener un preámbulo con una música bo¬nita, bailar juntos o meditar juntos. Y el amor no debería ser una cuestión mental, estar continuamente pensando en cómo hacer el amor y después irte a dormir. El amor debería implicar un profundo compromiso de todo tu ser y no debería ser planeado por la mente, sino que debería surgir espontáneamente. Una hermosa música, una fragancia, estáis bailando cogidos de las manos, os habéis vuelto niños pequeños jugando con flores... Si el amor sucede espontáneamente en esta atmósfera sagrada ten¬drá una cualidad diferente.
Deberías entender que la mujer es capaz de tener orgasmos múltiples porque ella no pierde energía. El hombre sólo es capaz de tener un orgasmo y pierde energía, se deprime. Puedes ver su resaca incluso a la mañana siguiente, y cuanto más viejo es, se le hace cada vez más difícil. Esta diferencia tiene que ser entendida. La mujer está en el lado receptivo; así debe ser porque se tiene que convertir en madre, necesita más energía. pero su orgasmo sucede de una manera totalmente diferente. La sexuali¬dad del hombre es local, como la anestesia local. En una mujer todo el cuerpo es sexual, y a menos que todo el cuerpo comien¬ce a temblar de alegría, que cada célula de su ser empiece a es¬tar implicada, no puede tener una explosión orgásmica.
Por eso no es sólo tu caso, esta es la situación de casi el 99 por 100 de las mujeres del mundo. Hay que cambiar esta situa¬ción completamente. La mujer no debería estar debajo del hom¬bre. En primer lugar, es feo, el hombre tiene un cuerpo más fuerte, la mujer es más frágil. Ella debería ponerse encima del hombre, y no al revés.
En segundo lugar, el hombre debería permanecer en silen¬cio, inactivo, para que no alcance su orgasmo en dos minutos. Si eres silencioso y dejas que la mujer enloquezca encima de tu pe¬cho, le resultará un buen ejercicio y le llevará a una explosión de energía orgásmica. Su cuerpo tarda un tiempo en calentarse y si no eres inactivo no tiene tiempo suficiente. De modo que os en¬contráis, pero el encuentro no es algo bello, por amor, sino so¬lamente utilitario,
Intenta hacer con tu novia lo que te estoy diciendo. Sé el compañero inactivo y deja que ella sea la parte activa. Déjale que se desinhiba. No tiene que comportarse como una señora, tiene que comportarse como una auténtica mujer. La señora ha sido inventada por el hombre; la mujer ha sido creada por la existen¬cia. Tienes que llenar la brecha entre sus orgasmos. Esa brecha sólo se puede llenar de una manera, permaneciendo inactivo, si-lencioso, y disfrutando cuando ella se vuelve loca. Y ella tendrá orgasmos múltiples. Tú deberías finalizar el juego con tu orgas¬mo, pero no comenzar con él.
Y tu mujer no te dirá que eres un poco aburrido. Le resulta¬rás un tipo interesante, realmente maravilloso ¡que se está com¬portando como una señora! Mantén los ojos cerrados para que ella no se sienta cohibida por los tuyos. De modo que pueda ha¬cer cualquier cosa: mover las manos, mover su cuerpo, gemir, quejarse, chillar. Hasta que diga «Hari Om Tat Sat!» no tienes permiso para estar vivo, permanece en silencio. Esta debería de ser la indicación. «Hari Om Tat Sat» sencillamente significa: esta explosión orgásmica es la verdad. Entonces ella se volverá loca por ti. Ahora mismo debes estar comportándote de un modo estúpido, como casi todos los hombres del mundo.
Lo segundo que dices: «Mi novia me ha dicho que no soy muy jugoso.» ¡Vuélvete más jugoso! * Ser más jugoso no es muy difícil. Por todos partes tienes a tu disposición zumos de todo tipo de fru¬tas. Bebe más, toma menos alimentos sólidos. Ella te está dando un buen consejo y tú, en tu estupidez, piensas que te está censurando.
Cuando te dice: «Eres muy dependiente y una víctima», in¬cluso a través de tu pregunta puedo ver que tiene razón. Eres una víctima, igual que el resto de los seres humanos; víctima de estúpidas ideologías que han creado un extraño sentimiento de culpa y no te permiten ser juguetón. Aunque estés haciendo el amor, sabes que estás cometiendo un pecado y que el infierno no está demasiado lejos.
Becky Goldberg le estaba diciendo a Goldberg:
-¡Eres un gran amante!
Goldberg le contestó:
-Nunca me habías dicho eso antes. Estaba esperando que al¬guien me dijera que soy un gran amante, pero había abandona¬do la idea porque parece que no lo soy.
Becky Goldberg le respondió:
-¡No, tú eres un gran amante y he querido decírtelo muchas veces, pero no estabas!
Haciéndole el amor a Becky... y Goldberg no está allí, está contando su dinero, haciendo sus cuentas, y con su mente está ha¬ciendo mil cosas.
En cada cama en la que hay dos amantes hay, por lo menos -quiero decir como mínimo-, cuatro personas. Hay gente con más imaginación que quizá tengan en la cama a una multitud. La mujer está haciendo el amor con Goldberg y pensando en Mohamed Alí. Goldberg está haciendo el amor como una obliga¬ción y pensando en todo tipo de hermosas actrices; pero su men¬te no está ahí, ni la de su mujer tampoco. Sus mentes están en sus sueños.
Un hombre le dijo a su amigo:
-La noche pasada tuve un sueño tremendo. Te lo tengo que contar. He estado esperando a que fuera de día para contártelo.
El hombre dijo:
-¿Qué has soñado?
Él contestó:
-En el sueño me fui a pescar, y atrapaba unos peces tan gran¬des que incluso sacar uno solo del agua suponía, para mí, un tra¬bajo extenuante. ¡Y pesqué muchos! No sé dónde desaparecen esos peces durante el día.
El otro hombre dijo:
-Déjate de tonterías, tú no sabes lo que he soñado yo. Me en¬contré en mi sueño, a un lado, a Sofía Loren completamente desnuda. Y dije: «Dios mío, ¿habré llegado al cielo?» Y en el otro lado había otra hermosa mujer. Era imposible decidir quién era más bella.
El otro amigo se enfadó mucho y dijo:
-¡Idiota! Y dices que eres mi mejor amigo. ¿Por qué no me llamaste?
Él respondió:
-Te llamé, pero tu mujer me dijo que te habías ido a pescar.
Nadie está donde piensas que está. Nadie está en casa. Cuan¬do hagas el amor, conviértelo en un proceso meditativo. Toda tu presencia tiene que estar ahí, rociando a la mujer con tu amor. La mujer tiene que estar ahí, derramando toda su belleza y su gracia sobre su amante. Entonces no serás una víctima; de lo contrario, eres un víctima.
Vuestras así llamadas y absolutamente estúpidas religiones no aceptan que el amor sea una experiencia natural y lúdica. Lo condenan. Han puesto una condición: a menos que renuncies a tu mujer nunca alcanzarás la verdad. Y este condicionamiento ha estado sucediendo desde hace tanto tiempo que se ha con¬vertido casi en una verdad, a pesar de que sea una absoluta men¬tira. Eres una víctima de las tradiciones, y sin duda eres depen-diente.
Estás diciendo: «He observado en mí esta energía destructi¬va y siento que, de alguna forma, la disfruto. » Todo el mundo tiene una energía destructiva, porque si permites que la energía se mueva sola, irremediablemente se hará destructiva; a menos que sea utilizada con consciencia y se vuelva creativa.
Pero lo más importante que estás diciendo es que «de alguna forma la disfruto». Entonces, ¿cómo lo vas a cambiar? Siem¬pre que disfrutas con algo estás obligado a permanecer al mismo nivel; no puedes cambiarlo, porque podrías no disfrutar del cam¬bio. Tienes energía. Disfrutar de la energía destructiva es suici¬da, disfrutar de la energía destructiva como destructiva está al servicio de la muerte. Si eres consciente de ello tendrás que ir a través de una transformación. Usa tu energía creativamente. Quizá eso te haga menos aburrido, más divertido, menos depen¬diente, menos víctima.
Y la parte más importante será que no te sentirás culpable ni deprimido. Las personas creativas no se sienten deprimidas o culpables. Su participación en el universo, a través de sus accio¬nes creativas, les dan una tremenda satisfacción y les dan digni¬dad. Ese es el derecho de nacimiento de todo hombre, pero muy pocos lo reclaman.
Y no es un problema, es muy fácil usar la energía en campos creativos. Pinta, haz jardinería, planta flores, escribe poesía, aprende música, baila. Aprende cualquier cosa que transforme tu energía destructiva en energía creativa. Entonces no estarás enfadado con la existencia, estarás agradecido. No estarás en contra de la vida. ¿Cómo puede estar una persona creativa en con¬tra de la vida, en contra del amor? Es imposible, no ha sucedido nunca. Sólo la gente poco creativa está en contra de todo.
Tu novia ha suscitado una pregunta muy importante en tu vida. Lo más fácil sería cambiar de novia, pero sugiero que tu no¬via es una verdadera amiga para ti y todo lo que te ha dicho es absolutamente sincero, auténtico. Agradéceselo y comienza a cambiar las cosas. El día que tu novia te considere divertido e interesante será un gran día de tu vida. Por eso, no seas un co¬barde y cambies de novia sólo porque ésta te crea problemas en la mente, y quieras encontrar una novia diferente.
Eres afortunado por haber encontrado una novia tan com¬pasiva. Tu próxima elección será muy difícil; ella te hará sentir totalmente culpable e indigno. Porque, ¿qué has hecho tú para merecértelo? ¿Qué has hecho para no ser aburrido? ¿Qué has he¬cho para declarar tu independencia? ¿Qué has hecho para no ser una víctima? Es hora de que hagas algo. Le estarás agradecido a tu novia para siempre.
Me gustaría decirle a tu novia: «Continúa golpeando a este tipo hasta que te sientas satisfecha porque ya no es aburrido, sino divertido, realmente interesante, juguetón y celebratívo. Podrías perderle en algún punto del camino de la vida, pero le habrás preparado para otra mujer; de lo contrario, tal y como es ahora, va a torturar a muchas mujeres y a sí mismo.»
El marido
Soy un hombre casado con tres hijos y todos los pro¬blemas de la vida conyugal. Mi esposa se me tira constantemente al cuello. Estamos juntos sólo por los niños,- aparte de eso, cada momento es una pesadilla. ¿Existe alguna posibilidad de escapar de este infierno?
TE voy a contar una historia: un hombre fue obligado a compa¬recer ante el tribunal de justicia de Arkansas bajo los cargos de obtener dinero fraudulentamente. El juez le miró seriamente. -¿Se llama usted Jimmy Moore? -Sí, señor. -Se le acusa de crímenes merecedores de prisión prolongada. -Sí, señor. -¿Es usted culpable de ese crimen? El hombre cuadró los hombros con gesto terco: -Lo soy. -¿Solicita usted clemencia? -No, señor. El juez sonrió de un modo severo: -¿Ha tenido usted graves problemas en los dos últimos años? -Los he tenido. -¿Ha deseado estar muerto a menudo?
-Lo he deseado, con su permiso, señoría.
-¿Deseaba robar suficiente dinero para poder alejarse de Ar¬kansas?
-Está usted en lo cierto, señor juez.
-¿Si un hombre se hubiera adelantado y le hubiera dispara¬do cuando entraba usted en la tienda, le habría dicho usted «Gracias caballero»?
-Pues sí, lo habría hecho. ¿Pero, señor juez, cómo es que ha averiguado tantas cosas sobre mí?
-Hace algún tiempo -dijo el juez con aire solemne- me di¬vorcié de mi mujer. Poco después usted se casó con ella. El re¬sultado es concluyente. Le absuelvo. Aquí tiene, acepte este bi¬llete de cincuenta dólares. Usted ya ha sufrido bastante.
No necesitas preocuparte por el infierno: ya has sufrido bas¬tante, ya estás en él. Sólo te queda ir al cielo, porque no queda nada más. Los célibes pueden ir al infierno, pero tú no. Has su¬frido suficiente. Los célibes podrían necesitar probar un poco de sufrimiento, pero tú no.
De hecho, el infierno no existe en ningún otro lugar y el cie¬lo tampoco. El infierno está aquí, el cielo está aquí. El infierno y el cielo son tus formas de ser. Son maneras de vivir. Puedes vivir de forma que toda tu vida sea una bendición. Pero no sigas echándole la responsabilidad a tu esposa. En primer lugar, tú la has escogido. ¿Por qué has escogido una mujer que se te está ti¬rando al cuello constantemente?
¿Y crees que si te divorcias no escogerás otra vez una mujer del mismo tipo? Si preguntas a los psicólogos te dirán que de nuevo escogerás el mismo tipo de mujer. Lo necesitabas; ha sido tu propia elección. No puedes vivir sin sufrir. ¿ Crees que tu mu¬jer te está haciendo desgraciado? Escogiste a esta mujer porque querías vivir con sufrimiento. Volverás a escoger el mismo tipo de mujer. A menos que abandones por completo tu vieja mente, sólo te sentirás atraído por el mismo tipo de mujeres.
A menos que cambiemos en nuestras propias mentes, no hay otra manera de cambiar o de transformarnos. Debes estar pensando que si te divorcias de esta mujer las cosas se arreglarán. Estás equivocado, estás completamente equivocado. No sabes nada sobre la psicología humana. Volverás a caer en la trampa. Buscarás de nuevo una mujer; echarás mucho de menos a esta mujer. Ella te echará de menos, tú la echarás de menos. Encon-trarás otra vez al mismo tipo de persona; sólo te atraerá ese tipo de personas. Observa tu mente.
Y además, no puede ser sólo ella la culpable; tú también le de¬bes estar haciendo algo. -Esta es tu versión; no conozco la suya. Si acepto totalmente tu versión sobre ella estaré siendo injusto con la pobre mujer. Puede que tengas razón en un 50 por 100, pero, ¿qué pasa con el otro 50 por 100? Debes estar echándole leña al fuego. Y si la vida es tan horrible, ¿por qué has tenido tres niños? ¿Quién es él responsable de eso? ¿Por qué has traído tres almas al horrible mundo de tu familia, a la pesadilla que estás viviendo? ¿Por qué? ¿Es que no puedes sentir amor hacia tus hijos?
La gente sigue reproduciéndose sin pensar en absoluto en lo que están haciendo. Si tu vida es un infierno tal, al menos podías haberles evitado a tus hijos el caer en la trampa de tu desgracia. ¡Los habrías salvado! Ahora, esos tres niños están siendo educa¬dos por dos personas como tú y tu mujer. Aprenderán tus formas y tus maneras, y las perpetuarán en el mundo. Cuando tú te ha¬yas ido, seguirás aquí en el mundo creando un infierno. Esos ni-ños perpetuarán, mantendrán la continuidad de ese estúpido modo de vivir, de esa desgraciada forma de vivir.
Entonces tu hijo encontrará una mujer igual que tu esposa, ¿quién si no? porque sólo conocerá a esa mujer. Amará a su ma¬dre, y siempre que se enamore de una mujer simplemente sig¬nifica que esa mujer le recuerda a su madre. Entonces nueva¬mente se volverá a repetir el juego. Quizá has escogido a tu esposa conforme a tu madre; tu padre y tu madre estaban ju¬gando el mismo juego que tú, tus hijos perpetuarán la misma es-tructura, la misma gestalt. Así es como persiste el sufrimiento.
Por lo menos podrías haber salvado la vida de esos tres niños y podrías haber salvado el futuro de la humanidad, porque la onda que has creado continuará expandiéndose. Incluso cuando te hayas ido estará ahí. Todo lo que haces permanece. Todas las ondas que creas en el océano de la vida permanecen; tú desapa¬reces. Es corno arrojar una piedra en un lago silencioso: la pie¬dra cae profundamente dentro del lago, desaparece, va hasta el fondo y descansa allí, pero las ondas que se han creado conti¬núan expandiéndose hasta las orillas. Y el océano de la vida no tiene orillas, por eso las ondas continúan, por siempre y para siempre. Por lo menos podrías haber estado un poco más alerta y no haber tenido hijos. Y nunca es tarde. La vida todavía se pue¬de cambiar; pero no esperes que sea tu mujer la que cambie. Esta perspectiva está equivocada.
Cambia tú. Cambia radicalmente. Deja de hacer las cosas que has estado haciendo siempre. Empieza a hacer cosas que no ha¬yas hecho nunca. Cambia radicalmente, vuélvete una persona nueva y te sorprenderás. Cuando te vuelves una nueva persona, tu esposa se volverá una nueva persona. Lo tiene que hacer para responderte. Al principio le será difícil porque será casi como vi¬vir con otro marido pero, poco a poco, ella verá que si tú puedes cambiar, ¿por qué ella no? Nunca estés esperando que el otro cambie. En todas las relaciones empieza tú a cambiar.
La vida todavía puede convertirse en un paraíso; nunca es demasiado tarde. Pero se necesita un gran coraje para cambiar. Todo lo que es realmente necesario es un poco más de conscien¬cia. Desautomatiza tu comportamiento; observa lo que has esta¬do haciendo hasta ahora. Haces lo mismo, y tu esposa reacciona de la misma manera. Se ha convertido en un patrón establecido.
Observa a cualquier marido o mujer; son casi predecibles. Por la mañana el marido abre su periódico y empieza a leer, y su esposa dice algo que ha estado repitiendo durante años, y el marido reacciona de la misma manera. Se ha convertido en algo casi estructurado, programado.
Bastan sólo pequeños cambios para que te sorprendas. Maña¬na por la mañana no te sientes en tu silla y empieces a leer el pe¬riódico. Ponte a limpiar la casa y observa qué sucede. Tu mujer abrirá los ojos desmesuradamente y no será capaz de creer lo que te ha sucedido. Sonríe cuando veas a tu esposa, abrázala y observa cómo se queda desconcertada. Nunca la has abrazado. Han pa¬sado los años y nunca has mirado en los ojos de esa pobre mujer.
Esta noche, siéntate enfrente de ella, mírale a los ojos. Al principio pensará que te has vuelto loco, que te has vuelto un pi¬rado de Osho o algo así, pero no te preocupes. Tómala de la mano y siente el éxtasis. Si no puedes sentirlo, por lo menos inténtalo. Siente el éxtasis. Algunas veces sucede que si empiezas a inten¬tarlo, ¡empieza a suceder! Empieza a sonreír sin ningún motivo, y observa. ¡Puede que a tu mujer le dé un ataque al corazón!
¿Te acuerdas desde cuándo no le tomas de la mano? ¿La has lle¬vado alguna vez a dar un paseo por la mañana? 0 cuando hay luna llena, ¿te has ido alguna vez a dar un paseo de noche, con ella, bajo las estrellas? Ella también es humana, ella también necesita amor. Pero la gente, especialmente en India, sigue usando a las mujeres como si fueran criadas. Su trabajo consiste en ocuparse de los ni¬ños, de la cocina y de la casa, y esa es su vida. ¿Has respetado a tu esposa como a un ser humano? Luego, si está rabiosa, es natural. Si se siente frustrada... porque se le va pasando la vida sin conocer ninguna alegría, sin conocer ningún éxtasis, sin conocer nada que le pueda dar significado e importancia a su vida...
¿Te has sentado a su lado en alguna ocasión, en silencio, sólo tomándola de la mano, sin decir una palabra, solamente sintién¬dola, y permitiendo que ella te sienta? Las mujeres y sus maridos sólo tienen un tipo de comunicación: la discusión. No pienses que sólo tu mujer es responsable. Podría serio, pero ese no es el asun¬to, porque ella no ha hecho la pregunta. La has hecho tú. Empie¬za a cambiar tu vida. Dale a la pobre mujer la sensación de que es importante. Dale a la pobre mujer la sensación de que es necesa¬ria. ¿Sabes que en la vida la mayor necesidad es el sentirse nece¬sario? Y a menos que una persona sienta que él o ella son necesa¬rios, sus vidas permanecerán sin significado, como un desierto.
Ríete con ella, escuchad música juntos, iros de vacaciones. Acaricia su cuerpo, porque los cuerpos se empiezan a encoger cuando nadie los acaricia. Los cuerpos empiezan a afearse cuan¬do nadie los mira con aprecio. Y luego piensas: ¿por qué mi mu¬jer no es guapa? Tú no estás creando el clima en donde la belleza crezca, florezca. Si amas a una persona, ¡inmediatamente la persona se vuelve hermosa! El amor es un proceso muy alquí¬mico. Mira a la persona con ojos amorosos y de repente verás cómo cambia su aura, que su cara se vuelve radiante, cómo lle¬ga más sangre a la cara, los ojos se vuelven más brillantes, bri¬llo, inteligencia.... y como un milagro.
El amor es un milagro, el amor es mágico. Todavía no es de¬masiado tarde.
¿Qué cosas son esenciales para que tu propia esposa sea feliz?
No sé mucho de esposas. Soy un hombre soltero. Estás ha¬ciéndole esta pregunta a la persona equivocada. Pero he estado observando a muchas esposas y a muchos maridos. De modo que ésta no es mi experiencia, ¡es sólo mi opinión!
Hay dos cosas necesarias para mantener a tu propia esposa feliz. Primero: déjale que crea que está haciendo lo que quiere. Y segundo: déjaselo hacer.
Eunice volvió a casa con un abrigo de visón flamante.
-¿Dónde conseguiste eso? -le preguntó Benito, su marido.
-Lo he ganado en una rifa -replicó.
La noche siguiente, Eunice entró en casa con un hermoso brazalete de diamantes.
-¿De dónde ha salido eso? -preguntó Benito.
-Lo he ganado en una rifa -dijo Eunice-. Me voy a otra rifa esta noche y tengo prisa. ¿Te importaría prepararme un baño?
Benito siguió sus instrucciones, pero cuando Euníce entró en el cuarto de baño se encontró con que sólo había dos centí¬metros de agua en la bañera.
-Benito -le preguntó-, ¿por qué no has llenado la bañera?
-Bueno, querida -respondió él-, ¡no quería que se te mojara tu boleto para la rifa!
El padre
LA Institución paterna es algo inventado por el hombre. No es en absoluto natural, es institucional. Algún día podría des¬aparecer.... porque hubo una época en la que no estuvo ahí. Du¬rante miles de años la humanidad vivió sin la institución pa¬terna.
Te podrías sorprender al enterarte de que la palabra tío es más antigua que la palabra padre, porque el matriarcado prece¬dió al patriarcado. La madre estaba allí y el padre se desconocía quién era, porque la madre se encontraba, se mezclaba y se unía con mucha gente. Alguien tenía que ser el padre, pero no había manera de enterarse. Por eso todos eran tíos; todos los padres potenciales eran los tíos. La institución paterna apareció con la invención de la propiedad privada; ambas están unidas. El padre representa la propiedad privada, porque cuando apareció la pro¬piedad privada todo el mundo quería que su propio hijo fuera el heredero. «No estaré aquí, pero una parte de mí heredará mi propiedad.» La propiedad privada apareció primero, después apareció el padre.
Y para estar absolutamente seguro de que «este niño es mío» empezó a predominar en casi todas las sociedades la idea de que la mujer tenía que llegar absolutamente virgen al matrimonio; de otra forma es difícil estar seguro. Ella podría estar cargando un niño en el momento de casarse, podría estar embarazada, y entonces el niño sería de otro y heredaría toda la propiedad. La virginidad le fue impuesta a la mujer para asegurarse de que «es mi hijo el que va ha heredar mi propiedad».
Todo este concepto de la propiedad privada ha creado el pa¬dre, ha creado la familia, ha creado la posesión de la mujer por el hombre. Si hubo un momento en el que no hubo padre ni pro¬piedad privada, es inevitable que llegue un día en el que no haya propiedad privada; el padre desaparecerá.
Los hindúes han estado diciendo que a menos que la mujer se convierta en madre no llegará a estar satisfecha. Esto no se aplica a los hombres; nadie dice que a menos que un hombre se convierta en padre no estará satisfecho. Ser padre es accidental. Podría ser, podría no ser. No es muy básico, y un hombre puede permanecer sin ser padre y no perderse nada. Pero una mujer perderá algo porque toda su creatividad, todo su funcionamien¬to, llega sólo cuando se convierte en madre. Cuando sus pechos se convierten en el centro de su ser ella se hace total. Y no pue¬de llegar a los pechos a menos que haya un niño para llamarla a ellos. Por eso, el hombre se casa con una mujer para tener una esposa y la mujer se casa con un hombre para ser madre, no para tener un marido. Su interés básico y exclusivo es tener un hijo que pueda llamarte a su femineidad. Por eso los verdaderos ma¬ridos siempre están asustados, porque en el momento que nace un niño son desplazados a la periferia del interés de la mujer; el hijo se convierte en el centro.
Por eso los padres siempre se sienten celosos, porque sus hi¬jos se ponen en medio y entonces la mujer está más interesada en el hijo que en el padre del hijo. Él se ha convertido en una existencia periférica; necesaria para la supervivencia pero no esencial.
El cristianismo, y me lo han contado amigos míos cristianos, está basado en la familia: la familia es la piedra angular. Pero la familia es también la piedra angular de todas las neurosis, de to¬das las psicosis, de todo tipo de enfermedades mentales, de todo tipo de problemas sociales. También es la base de todas las razas, de las naciones, de las guerras.
La familia tiene que ser entendida. No tiene futuro; ha so¬brevivido a su utilidad, su necesidad. Pero nos han condiciona¬do, no sólo los cristianos sino todo el mundo, con que la familia es una gran contribución al mundo. La realidad es totalmente diferente. Tengo que ir punto por punto, en detalle, porque el problema de la familia es uno de los problemas más serios.
Lo primera cuestión es que... La familia es una prisión, quiere tener el control de los hijos, de la esposa. Es un grupo de personas muy unido que ha hecho de esta prisión algo sagrado. Pero los resultados son muy feos.
Cualquier tipo de prisión impide el crecimiento espiritual. ¿Por qué te crees que Buda renunció al mundo? ¿Por qué Maha¬vira renunció al mundo? En realidad, no querían renunciar al mundo, estaban simplemente renunciando a su familia -nadie ha dicho esto con anterioridad- porque, ¿cómo puedes renun¬ciar al mundo? Dondequiera que estés, el mundo existe. Sólo puedes renunciar a la familia. Pero todas las escrituras religio¬sas, incluyendo las escrituras cristianas, están mintiendo conti¬nuamente a la gente: hablan de renunciar al mundo. Te despis¬tan completamente del hecho de que todas estas personas estaban renunciando a su familia, porque la familia era tal que no podían crecer dentro de ella.
La familia está programando a cada niño de acuerdo a sus prejuicios. Si has nacido en una familia cristiana estarás siendo continuamente programado por el cristianismo y jamás sospe¬charás que tu condicionamiento podría estar equivocado, podría estar impidiéndote avanzar.
El cristianismo y todas las demás religiones están confun¬diendo la mente de la gente. Ellos nunca hacen la distinción en¬tre creer y conocer. Un ciego puede creer en la luz, pero eso no le va a ayudar. Uno necesita ojos para ver la luz, y entonces no hay necesidad de creer. Cuando sabes algo, ¿hay alguna necesi¬dad de que creas en ello?
¿«Crees» en la luz? ¿Crees en la luna? ¿Crees en las estrellas? Simplemente sabes, no es cuestión de creencias. La creencia surge sólo para las invenciones, las mentiras, no para la verdad. Todo sistema de creencias es un obstáculo para la espiritualidad.
La muerte, de acuerdo al cristianismo, es un tabú: no debes hablar de ella. La muerte es tabú, y la vida también es tabú: ¡no debes vivirla! ¡No debes hablar sobre la muerte ni vivir la vida! No te dejan ninguna alternativa, ni puedes vivir, ni puedes mo¬rir. Te dejan colgado en el medio, medio muerto, medio vivo.
Esto crea esquizofrenia. No se te permite ser total en nada: en la vida, en la muerte o en el amor; sólo te implicas parcial¬mente. Un hombre que está parcialmente implicado sólo está parcialmente vivo. Cuanto más profunda es la implicación más profunda es tu vida. Cuando estás totalmente implicado en la vida, en la muerte, en el amor, en la meditación, en cualquier tipo de cosa que quieras hacer: la pintura, la música, la poesía, la danza.... A menos que te impliques totalmente nunca cono¬cerás el máximo, el mayor placer, la mayor dicha.
La gente sólo está viviendo al mínimo, sólo está sobrevivien¬do o, para ser totalmente sincero, sólo está vegetando; esperando y esperando, y no sucede nada en su vida. En su vida no florece ninguna flor, no hay ningún festival en su vida. Y su muerte es tan horrible como su vida, porque la muerte es la culminación final de la vida.
Si has vivido con totalidad, la muerte no es el final. La muer¬te sólo es un episodio, un pequeño episodio en una vida eterna. Has muerto muchas veces, pero como nunca has vivido total¬mente, en el momento de la muerte te vuelves inconsciente; el miedo te hace entrar en coma. Por eso no recuerdas tus vidas pa¬sadas, porque el coma se alza como una barrera ante las vidas pasadas y su recuerdo. Y como no conoces tus vidas pasadas no puedes entender que habrá una vida después de la muerte, que la vida es eterna. El nacimiento y la muerte son meros episodios; has nacido y has muerto en miles de ocasiones. Pero cuando no se te permite vivir con totalidad, cuando en todas partes está la interferencia de la religión...
En su primer día de colegio, el profesor le preguntó a un niño pequeño, por supuesto católico:
-¿Cómo te llamas?
-No -respondió él.
El profesor dijo:
-Qué extraño, nunca he escuchado ese nombre.
-Siempre, haga lo que haga -dijo el niño-, sólo oigo decir: «No»; por eso me creo que es mi nombre.
Pero el cristianismo le está haciendo esto a todo el mundo. Es una religión negativa con la vida, no te deja vivir con alegría.
Y la familia es la raíz, porque, obviamente, la programación co¬mienza en la familia. El cristianismo dice que está fundado en la familia.
Y sé perfectamente bien que las religiones, las naciones y las guerras no desaparecerán hasta que la familia desaparezca del mundo, porque están basadas en la familia. La familia te enseña que eres hindú, y que la religión hindú es la mejor religión de todas; las demás religiones no son tan buenas.
El cristianismo continúa programando a los niños: «Sólo te podrás salvar por medio de Jesucristo. Nadie más puede salvar¬te. El resto de las religiones son sólo moralidades, muy superficiales, no te van a ayudar.» Y el niño, además de la leche ma¬terna, es alimentado ininterrumpidamente con todo tipo de supersticiones: Dios, el Espíritu Santo y el único hijo concebido por Dios, Jesús, el cielo y el infierno ... .
Los niños son muy vulnerables porque nacen como una tabu¬la rasa; no hay nada escrito en ellos, sus mentes son puras. Pue¬des escribir lo que quieras en el niño. Y todas las familias come¬ten el mismo crimen: destruyen al individuo y crean un esclavo. La obediencia es una virtud, la desobediencia el pecado original.
Si se empieza a programar al niño desde su nacimiento, cuando es muy vulnerable y delicado, se podrá escribir cualquier cosa. Irá a su inconsciente. Le puedes decir que «nuestra nación es la más grande del mundo»; todas las naciones dicen eso. «Nuestra religión es la más grande del mundo, nuestras escritu¬ras están escritas por el mismo Dios»; los hindúes lo dicen, los cristianos lo están diciendo, los judíos lo están diciendo. Todo el mundo está cometiendo el mismo crimen.
El cristianismo, por supuesto, lo hace de un modo más efi¬ciente, más astuto, porque es la religión más grande del mundo. Usa técnicas ultramodernas de programación. Envía misioneros a aprender psicoanálisis, a aprender cómo programar a la gente y cómo desprogramarla. Si un hindú tiene que ser convertido al cristianismo, primero tiene que ser desprogramado del hinduis¬mo. De nuevo aparece la tabula rasa,- se borra lo que estaba es-crito. Ahora puedes escribir: «El cristianismo es la religión más elevada del mundo, no ha habido un hombre como Jesucristo, y nunca lo volverá a haber porque él es el único hijo engendrado por Dios.»
Todas las guerras dependen de la familia. En el pasado, tra¬dicionalmente muchas naciones han contribuido al ejército por lo menos con un hijo, para proteger la dignidad y el orgullo de la nación. En el Tibet, cada familia tiene que contribuir con el hijo mayor a los monasterios. Esto se ha estado haciendo du¬rante miles de años. Como si los niños fuesen mercancías con las que puedes contribuir, ¡como si los niños fuesen una limos¬na que puedes dar!
Esto dividió al mundo en diferentes bandos a causa de la re¬ligión, la política, las nacionalidades y las razas. Todas dependen de la familia. La familia es la causa raíz de las miles de heridas de la humanidad.
La familia te da ambición, te da deseos, te da el anhelo del éxito. y todas esas cosas te crean tensiones, ansiedades: ¿cómo ser una celebridad? La familia quiere que seas una celebridad. La familia quiere que seas conocido en todo el mundo. La familia quiere que seas el más rico. La familia quiere que seas presiden¬te del país. Todas esas ambiciones las crea la familia, sin saber que están creando una mente que permanecerá continuamente angustiada, sufriendo. Sólo un hombre puede convertirse en presidente del país. ¿Qué ocurre con los novecientos millones de personas restantes de este país (India)? Son todos unos fracasa¬dos. Hacer sentir a la gente que son unos fracasados, que no tie¬nen éxito, que son inferiores a los demás, es una situación des¬agradable.
La familia es la base de toda esta patología.
Me gustaría un mundo en donde la familia era reemplazada por la comuna.
Psicológicamente es más sano tener una comuna donde los padres no poseen a sus hijos, pertenecen a la comuna; donde a los niños no se les imprime sólo la huella de la madre o del pa¬dre, en la comuna tienen muchos tíos y muchas tías. A veces duermen con esta familia, a veces con aquella. Quiero que la familia sea reemplazada por la comuna, y en una comuna no hay necesidad de matrimonio.
El amigo
El drama de mi vida amorosa refleja en este mo¬mento un viejo dicho de Humphrey Bogart: «Muje¬res,- es un infierno vivir con ellas, y es un infierno vi¬vir sin ellas. » ¿Qué hacer?
UNO TIENE que ir a través de este infierno. Hay que experi¬mentar ambos, el infierno de vivir con una mujer y el in¬fierno de vivir sin una mujer. Y esto no sólo es verdad acerca de las mujeres, también es absolutamente verdad acerca de los hombres. Por eso, ¡no seas un cerdo machista chauvinista! Es aplicable de los dos modos, es una espada de doble filo. Las mu¬jeres también están cansadas de vivir con los hombres y también están frustradas cuando tienen que vivir solas, Es uno de los di¬lemas humanos fundamentales; tiene que ser entendido. No puedes vivir sin una mujer porque no sabes vivir contigo mismo. No eres suficientemente meditativo.
La meditación es el arte de vivir contigo mismo. No es nada más que eso, simplemente eso: el arte de vivir dichosamente solo. Un meditador puede sentarse dichosamente en soledad du¬rante meses, durante años. No suspira por el otro porque su pro¬pio éxtasis interno es tan grande, tan poderoso que, ¿a quién le preocupa el otro? Si el otro entra en su vida no es una necesidad, es un lujo. Y yo estoy totalmente a favor del lujo, porque lujo sig-nifica que lo puedes disfrutar cuando está, y lo puedes disfrutar cuando no está. La necesidad es un fenómeno complicado. Por ejemplo, el pan y la mantequilla son necesidades, pero las flores en el jardín son un lujo. Puedes vivir sin flores, no morirás, pero no puedes vivir sin pan y mantequilla.
Para el hombre que no puede vivir consigo mismo, el otro es una necesidad, una absoluta necesidad, porque siempre que está solo se aburre de sí mismo; se aburre tanto que quiere estar ocu¬pado con otra persona. Al ser una necesidad se convierte en una dependencia, tienes que depender del otro. Y como se convierte en una dependencia, odias, te rebelas, te resistes, porque es una esclavitud. La dependencia es un tipo de esclavitud, y nadie quie¬re ser un esclavo.
Te encuentras con una mujer; no eres capaz de vivir solo. Esta mujer tampoco es capaz de vivir sola, por eso se encuentra contigo; de otra forma no habría necesidad. Los dos están aburridos de ellos mismos y los dos están pensando que el otro les ayudará a librarse del aburrimiento. Sí, al principio así pare¬ce, pero sólo al principio. Cuando deciden vivir juntos, pronto ven que el aburrimiento no ha desaparecido; no sólo se ha do¬blado sino que se ha multiplicado. Ahora bien, en un principio estaban aburridos de ellos mismos, ahora están aburridos del otro también; porque cuanto más cerca estás del otro, cuanto más le conoces, más se convierte casi en parte de ti. Por eso, cuando ves a una pareja aburrida que pasa a tu lado, puedes es¬tar seguro de que están casados. Si no están aburridos, puedes estar seguro de que no están casados. Ese hombre debe estar pa¬seando con la mujer de otro, por eso hay tanta alegría.
Cuando estás enamorado, cuando todavía no has persuadido a la mujer de que estéis juntos para siempre, y la mujer no te ha persuadido a ti, ambos fingís gran alegría. Y algo de todo esto también es verdad por la esperanza de «¿quién sabe, tal vez me libre de mi aburrimiento, mi angustia, mi ansiedad, mi soledad. Esta mujer podría ayudarme». Y la mujer también tiene esta es¬peranza. Pero una vez que estáis juntos la esperanza pronto desaparece, la desesperación se asienta. Ahora estáis aburridos y el problema se ha multiplicado. Y ahora, ¿cómo te libras de esta mujer?
Como no eres meditativo necesitas a otros para mantenerte ocupado. Y como no eres meditativo tampoco eres capaz de amar, porque el amor es una alegría desbordante. Estás aburri¬do de ti mismo; ¿qué tienes para compartir con el otro? Por eso, estar con el otro también se convierte en un infierno.
En ese sentido Jean-Paul Sartre tiene razón cuando dice «el otro es un infierno». El otro en realidad no es un infierno, sólo lo parece. El infierno está dentro de ti, en tu falta de meditación, en tu incapacidad para estar solo y extático. Ahora el uno se lan¬za al cuello del otro, continuamente tratando de arrebatarse mu¬tuamente algo de felicidad. Ambos están haciendo lo mismo y ambos son mendigos.
He oído contar...
Un psicoanalista se encuentra con otro psicoanalista en la calle. El primero le dice al segundo:
-Tienes buen aspecto. ¿Cómo me encuentras a mí?
Nadie sabe de sí mismo, nadie está familiarizado consigo mismo. Sólo podemos ver el rostro de los demás. Una mujer es muy hermosa, un hombre es muy hermoso, sonriendo, son todo sonrisas. Nosotros no conocemos su angustia. Quizá todas esas sonrisas sólo sean fachadas para engañar a los demás y engañar¬se a sí mismos. Quizá detrás de esas sonrisas haya muchas lágri¬mas. Puede que tenga miedo de que si no sonríe se vaya a echar a llorar. Cuando ves al otro, simplemente ves el exterior, te ena¬moras del exterior. Pero cuando te vas acercando pronto te das cuenta de que las profundidades internas de la otra persona son tan oscuras como las tuyas. Es un mendigo igual que tú. Ahora hay.... dos mendigos mendigando el uno del otro. Entonces se convierte en un infierno.
Sí, tienes razón: «Las mujeres; es un infierno vivir con ellas, y un infierno vivir sin ellas.»
No es, en absoluto, una cuestión de mujeres o de hombres; es una cuestión de meditación y de amor. La meditación es la fuente de la que emana y de la que comienza a desbordar la di¬cha. Si tienes suficiente dicha para compartir sólo entonces es¬tarás contento con tu amor. Si no tienes suficiente dicha para compartir, tu amor te va a dejar cansado, exhausto, aburrido. Por eso siempre que estás con una mujer estás aburrido y quie¬res librarte de ella, y siempre que estás solo te aburres de ti mis¬mo, quieres librarte de tu soledad, y vas y buscas una mujer. ¡Es un círculo vicioso! Puedes seguir moviéndote como un péndulo de un extremo al otro durante toda tu vida.
Date cuenta de cuál es el problema real. El problema real no tiene nada que ver con el hombre o la mujer. El problema real tiene que ver con la meditación y el florecimiento de esa meditación en el amor, en la dicha, en el éxtasis.
Primero medita, sé extático; entonces habrá, espontánea¬mente, mucho amor. Entonces estar con otros y estar solo tam¬bién es hermoso. Entonces, además, es sencillo. No dependes de los demás y no haces que los demás dependan de ti. Entonces es siempre una amistad, una cordialidad. Nunca se convierte en un parentesco, siempre es una relación. Te relacionas, pero no creas un matrimonio. El matrimonio surge del miedo; la relación sur¬ge del amor.
Te relacionas; mientras todo va bien, compartes. Y si ves que ha llegado el momento de partir porque vuestros caminos se se¬paran en este cruce, te despides con una gran gratitud por todo lo que el otro ha sido para ti, por todas las alegrías, todos los pla¬ceres y todos los momentos hermosos que has compartido con el otro. Sin tristeza, sin dolor, simplemente te separas.
Nadie puede garantizar que dos personas serán felices estan¬do juntos para siempre, porque la gente cambia. Cuando te en¬cuentras con una mujer ella es una persona, tú eres otra perso¬na. Después de diez años tú serás otra persona, ella será otra persona diferente. Es como un río: el agua está fluyendo conti¬nuamente. La gente que se enamora ya no está allí, ninguno de los dos está allí. Ahora puedes seguir agarrándote a una determinada promesa que te hizo otra persona diferente; pero tú no la has hecho.
Un auténtico hombre de comprensión nunca hace promesas para el mañana, sólo puede decir: «Por ahora.» Un hombre real¬mente sincero no puede prometer en absoluto. ¿Cómo puede prometer? ¿Quién conoce el mañana? Puede que haya un maña¬na o puede que no. En el día de mañana: «No será lo mismo, tú no serás el mismo.» En el día de mañana: «Quizá encuentres a alguien con quien encajes más profundamente, quizá yo en¬cuentre a alguien con quien podría estar más en armonía.» El mundo es amplio. ¿Por qué agotarlo hoy? Mantén las puertas abiertas, mantén las alternativas abiertas.
Estoy en contra del matrimonio. El matrimonio crea proble¬mas. El matrimonio se ha vuelto horrible porque obliga a las personas a ser falsas: han cambiado, aunque siguen fingiendo que son los mismos.
Un anciano de ochenta años de edad estaba celebrando el cincuenta aniversario de su boda con su esposa, que tenía seten¬ta y cinco. Volvieron al mismo hotel y al mismo enclave de mon¬taña donde habían pasado su luna de miel. ¡La nostalgia! Ahora él tenía ochenta años, ella setenta y cinco. Hicieron una reserva en el mismo hotel y pidieron la misma habitación que la última vez. Estaban intentando revivir esos hermosos días de hacía cin¬cuenta años.
Cuando se fueron a dormir la mujer dijo:
-¿Te has olvidado? ¿No vas a besarme de la misma manera que me besaste la noche de nuestra luna de miel?
El anciano dijo:
-De acuerdo -y se levantó.
La mujer le preguntó:
-¿Adónde vas?
Él dijo:
-Voy al baño a por mi dentadura.
Todo ha cambiado. En estas circunstancias este beso sin dientes o con dientes postizos no va a ser el mismo beso. Pero el hombre dice: «De acuerdo.» El viaje ha debido de ser agotador, y para un anciano de ochenta años.... Pero la gente sigue com¬portándose como si fueran los mismos.
Muy pocas personas crecen de verdad, incluso aunque enve¬jezcan no están creciendo. Envejecer no es crecer. La auténtica madurez llega a través de la meditación.
Aprende a ser silencioso, pacífico, aquietado. Aprende a ser una no mente. Este tiene que ser el principio. Antes de esto no se puede hacer nada y después de esto, todo se vuelve más fácil. Cuando te encuentras a ti mismo completamente feliz y extáti¬co, entonces aunque empiece la tercera guerra mundial y el mundo entero desaparezca dejándote solo, no te afectará. Segui¬rás sentado debajo de un árbol haciendo vipassana.
El día en el que ese momento llegue a tu vida podrás com¬partir tu dicha. Ahora serás capaz de dar amor. Antes de eso sólo habrá sufrimiento, esperanzas y frustraciones, deseos y fracasos, sueños.... y te llenarás las manos y la boca de polvo. Sé cons¬ciente, no malgastes tu tiempo. Cuanto antes empieces a vibrar en la no mente, mejor. Entonces pueden florecer en ti muchas cosas: el amor, la creatividad, la espontaneidad, la alegría, la ora¬ción, la gratitud, Dios.
Tercera parte
El politico
Soy un político revolucionario radical. ¿Tienes algo que decirme?
YA TE has ido demasiado lejos; no me escucharás. Ser un politico ya es suficiente pero tú, además, eres un político revo¬lucionario radical; un cáncer por partida doble, ¡triple! ¿No te basta la política? ¿Tienes que ser radical, revolucionario? Pero siempre encontramos hermosas palabras para ocultar realidades desagradables.
Ningún político puede ser revolucionario, porque la única revolución posible es la espiritual. Ningún político puede ser tampoco radical; la misma palabra radical quiere decir que se re¬fiere a las raíces. El político poda las ramas, no tiene nada que ver con las raíces. Sólo la iluminación te puede llevar hasta las raíces, solo la meditación te lleva a las raíces de los problemas.
La política ha existido siempre, los políticos han existido siempre, pero ¿qué ha sucedido? ¡El mundo sigue siendo el mis¬mo carrusel de desgracias! De hecho, el sufrimiento va multipli¬cándose cada día. Todos esos políticos radicales y revoluciona¬rios solamente han demostrado ser maliciosos; con buenas intenciones, por supuesto, pero las intenciones no cuentan en absoluto. Lo que cuenta es la conciencia.
El político no tiene conciencia; de hecho, está tratando de evitar sus propios problemas internos, está tratando de escapar de sus propios problemas. Y el modo más fácil de escapar de uno mismo es ocuparse de los problemas del mundo, la economía, la política, la historia, el servicio a los pobres, transformar las con¬diciones de la sociedad, la reforma. Todo esto son estrategias para escapar de los propios problemas de uno: estrategias suti¬les, peligrosas, porque uno se cree que está haciendo algo gran¬de mientras que está siendo simplemente un cobarde.
Primero encara tus propios problemas, enfréntalos. Primero trata de transformar tu ser. Sólo una persona transformada pue¬de provocar el proceso de transformación en los demás.
Me preguntas: «¿Tienes algo que decirme?» Recuerda dos cosas: en primer lugar, las tres reglas de la perdición. Hay tres formas de perderse en este mundo. La primera es el sexo, la se¬gunda es el juego y la tercera es la política. El sexo es la más di¬vertida, el juego es la más excitante y la política es la más efecti¬va. En segundo lugar, recuerda también la ley fundamental de todas las revoluciones; cuando llegue la revolución, las cosas se¬rán diferentes, no mejores, sólo diferentes.
Los políticos han estado dirigiendo el mundo entero desde hace siglos; ¿hacia dónde, con qué fin? ¿No ha pasado suficiente tiempo para que podamos ver la estupidez de este juego? Por lo menos somos conscientes, completamente conscientes de cinco mil años de política: antes de eso debía suceder lo mismo, pero después de estos cinco mil años de juego político, ¿qué ha ocu¬rrido? El hombre sigue estando en la misma oscuridad, en el mismo sufrimiento, en el mismo infierno. Sí, la política conti¬núa dándole esperanzas, esperanzas de un mañana mejor que nunca llega. El mañana nunca llega.
Es el opio del pueblo. Karl Marx decía que la religión es el opio del pueblo. Es verdad, el 99 por 100 de las veces es verdad; sólo en un 1 por 100 no lo es. Un Buda, un Jesús, un Lao Tzu, un Zaratustra, sólo estas pocas personas pueden ser contadas en ese 1 por 100; salvo en estos casos, Karl Marx tiene razón en un 99 por 100 al decir que la religión ha demostrado ser el opio del pueblo. Ha mantenido a la gente en un estado drogado, casi como en un sueño, para que puedan tolerar una! existencia in¬tolerable, para que puedan tolerar todo tipo de esclavitudes y privaciones, con la esperanza de un futuro mejor. Las religiones solían otorgar este futuro mejor en el otro mundo, después de la muerte.
La gente llega a mí y me pregunta: «¿Qué sucederá después de la muerte?» Yo no les respondo, en su lugar les hago otra pre¬gunta. Les pregunto: «Olvida todo lo relacionado con el después de la muerte, déjame que te pregunte una cosa: ¿qué está suce¬diendo antes de la muerte?» ...porque todo lo que esté su¬cediendo antes de la muerte continuará sucediendo después de la muerte. Es una continuidad: tu conciencia será la misma, an¬tes o después no cambiará nada. El cuerpo podría no ser el mis¬mo, el recipiente podría cambiar, pero el contenido seguirá sien¬do el mismo. Todo lo que sucede le está sucediendo al contenido, no al contenedor.
Primero, la religión estaba dándole opio al pueblo: «Maña¬na», «después de la muerte». Millones de personas permanecie¬ron en ese estado, drogados, bajo los efectos de ese cloroformo, cloroformo religioso. Ahora la política está haciendo lo mismo. Incluso el comunismo ha demostrado no ser otra cosa que un nuevo opio para las masas; el comunismo es un nuevo tipo de re¬ligión. La estrategia es la misma: «Mañana llegará la revolución y todo se arreglará.» Tú tienes que sacrificar el día de hoy por el mañana, y el mañana nunca llega.
Han pasado ochenta años desde la revolución rusa y el ma¬ñana sigue estando tan lejos como antes. Han pasado cincuenta años desde la revolución india, la revolución de Gandhi, y el ma¬ñana sigue estando muy lejos, de hecho, más lejos que antes. Las personas que se sacrificaron, lo hicieron en vano; habría sido mejor que vivieran. Las personas que fueron asesinadas en rea¬lidad estaban cometiendo un suicidio creyendo hacer un gran servicio a la humanidad.
No crees más locura en el mundo; ya está lleno de locura.
Un amigo mío trabajó una vez en un hospital de enfermos mentales. Mientras hacía las visitas, solía explorar a los pacien¬tes preguntándoles: «¿Por qué estás aquí?» La respuesta, nor¬malmente, revelaba el grado de percepción de la realidad del pa¬ciente.
Una mañana el psicólogo recibió una respuesta que le im¬presionó:
-Estoy aquí -respondió el paciente- por la misma razón que usted, doctor. No pude triunfar en el mundo exterior.
Los pacientes y los médicos, la gente y los políticos están en el mismo barco. Todos son ayatolás jomeiníacos! Por el mundo andan sueltos todo tipo de maníacos. Si tú abandonas tus politicas radicales revolucionarias, por lo menos habrá un jomeinfaco menos y eso será una gran bendición.
El sacerdote
UN JOVEN diablo llega corriendo a su jefe. Está temblando y le dice al viejo diablo:
-¡Hay que hacer algo inmediatamente, porque en la Tierra un hombre ha encontrado la verdad! Y una vez que la gente co¬nozca la verdad, ¿qué le pasará a nuestra profesión?
El anciano se echó a reír y dijo:
-Siéntate y descansa, y no te preocupes. Está todo arreglado. Nuestra gente ya está allí.
-Pero -dijo él- yo vengo de allí y no he visto ni un solo diablo.
El anciano dijo:
-¡Los sacerdotes son mi gente! Ya han rodeado al hombre que ha encontrado la verdad. Ahora se convertirán en los me¬diadores entre el hombre de la verdad y las masas. Levantarán templos, redactarán las escrituras, interpretarán y distorsiona¬rán todo. Le pedirán a la gente que adore, que rece. Y en toda esa barahúnda, ¡la verdad se perderá! Ese es mi viejo método, que siempre ha triunfado.
Los sacerdotes, que representan a la religión, no son sus amigos. Son sus mayores enemigos, porque la religión no nece¬sita mediadores: entre tú y la existencia hay una relación directa. Lo único que tienes que aprender es cómo entender el idio¬ma de la existencia. Tú conoces los idiomas de¡ hombre, pero no son los de la existencia.
La existencia conoce sólo un idioma, y es el del silencio.
Si tú también puedes estar en silencio serás capaz de enten¬der la verdad, el significado de la vida, el significado de todo lo que existe. Y no hay nadie que lo pueda interpretar por ti. Todo el mundo lo tiene que encontrar por sí mismo, nadie puede ha¬cer tu trabajo por ti. Pero eso es lo que los sacerdotes han esta¬do haciendo durante siglos. Están interponiéndose como una muralla china entre tú y la existencia.
Hace sólo unos días, el Vaticano, el Papa, informó a todos los católicos: «Me vienen a contar, una y otra vez, que muchos cató¬licos se están confesando directamente con Dios. No van al con¬fesionario, al sacerdote. Declaro pecado el confesarse directa¬mente con Dios. Os tenéis que confesar con el sacerdote; no podéis relacionaros directamente con Dios.» No dio ninguna ra¬zón porque no hay ninguna razón, excepto que el sacerdote tie¬ne que conservar su profesión; y además él es el sumo sacerdote.
Si la gente comienza a abordar la realidad sin que los dirija nadie, sin nadie que les diga lo que es bueno y lo que es malo, sin nadie que les dé un mapa para seguirlo, millones de perso¬nas serán capaces de entender la existencia; porque nuestro lati¬do es también el latido del universo, nuestra vida es parte de la vida de la totalidad. No somos extraños, no venimos de ningún otro lugar; estamos creciendo dentro de la existencia. Somos parte de ella, una parte esencial. Sólo tenemos que ser lo sufi¬cientemente silenciosos para poder escuchar aquello que no se puede expresar con palabras: la música de la existencia, la in-mensa alegría de la existencia, la constante celebración de la existencia. En cuanto comienza a penetrar en nuestro corazón, llega la transformación.
Es la única forma de que alguien se vuelva religioso, no por ir a las iglesias que están hechas por el hombre, no por leer las escrituras que están hechas por el hombre. Pero los políticos han estado pretendiendo que sus escrituras sagradas están escritas por Dios. ¡La idea en sí misma es estúpida! Fíjate en las es¬crituras: no encontrarás en ellas ninguna firma de Dios. Encon¬trarás cosas que Dios no tiene ningún motivo para escribir.
Los hindúes creen en los Vedas y creen que están escritos por el mismo Dios; son los libros más antiguos de la existencia, pero ningún hindú se preocupa de mirarlos. Si Dios los escribió, entonces debe de haber algo de inmenso valor en ellos, pero el 98 por 100 de los Vedas sólo son basura, hasta tal punto que de¬muestra que no han sido escritos por Dios.
Por ejemplo, la oración de un sacerdote.... ¿por qué debería de estar escrita por Dios? Y la oración dice que sus vacas no es¬tán dando suficiente leche: «Ten misericordia de mí, haz que mis vacas den más leche.» No sólo eso: «¡Haz que la leche de los de¬más disminuya!»; ¿Dios escribiría esto? «Mata a mis enemigos y ayuda a mis amigos».... e incluso cosas tan estúpidas como: «Llegan las lluvias; haz que el agua riegue mis campos y evite los campos del vecino, porque pertenecen a mi enemigo. Haz que tu agua caiga en mi campo.»
¿Por qué debería Dios escribir estas cosas? Todas las escritu¬ras proporcionan una evidencia intrínseca de haber sido escritas por el hombre, y un hombre muy estúpido, un hombre primiti¬vo. Las supuestas escrituras sagradas ni siquiera pueden ser con¬sideradas buena literatura, son infantiles, crudas, desagradables, pero como están escritas en lenguas muertas.... Y algunas están escritas en lenguas que nunca han sido usadas por la gente co¬mún, por ejemplo, Los Vedas. Esa lengua nunca ha sido usada por la gente común; era la lengua de los eruditos bramines *, el idioma de los sacerdotes. Y eran muy reacios a que fueran tra¬ducidos, porque sabían que al traducirlos perderían toda su san-tidad. La gente vería que esos disparates ni siquiera eran profa¬nos, ¡y mucho menos sagrados!
En las sagradas escrituras de todas vuestras religiones hay mucha obscenidad, mucha pornografía. Pero están escritas en sánscrito, que no es usado por la gente común; en árabe, que no es usado por la gente común; en hebreo, que no es usado por la gente común; en pali, en prakrit... Son lenguas muertas. Y to¬das las religiones se resisten a la hora de traducir sus escrituras sagradas a idiomas modernos que entiende la gente; aunque, a pesar de resistirse, sus escrituras sagradas han sido traducidas.
Primero estaban en contra de que se imprimieran; segundo, estaban en contra de que se tradujeran. La única razón era que sabían que una vez que estuvieran impresas se venderían en todo el mundo, todo el mundo podría comprarlas. Y si se traducen a lenguas vivas, entonces, ¿cuánto tiempo podrás ocultar la ver¬dad?, y ¿cómo vas a demostrar que están escritas por Dios? Las escrituras están escritas por el hombre, las imágenes de Dios es¬tán creadas por el hombre, los templos y las iglesias han sido le¬vantadas por el hombre, pero miles de años de condicionamien¬to les ha dado una cierta consagración, una cierta santidad. Y no hay nada sagrado en ellas, no hay nada santo en ellas.
Los sacerdotes, más que nadie, han estado engañando al hombre. Esa es la peor profesión del mundo, incluso peor que la profesión de las prostitutas. Por lo menos la prostituta te da algo a cambio; el sacerdote te da sólo palabrería; no tiene nada que darte.
Y esto no es todo: siempre que alguien realiza la verdad, los sacerdotes están en su contra. Obviamente, tienen que estarlo, porque si la verdad es reconocida por la gente, en el mundo se quedarán sin empleo millones de sacerdotes. Y su trabajo es ab¬solutamente improductivo. Son parásitos, continúan chupán¬dole la sangre al hombre. Desde el momento que nace el niño hasta su tumba, el sacerdote sigue encontrando maneras de ex¬plotarlo.
A menos que la religión se libere de las manos de los sacer¬dotes, el mundo seguirá teniendo sólo una pseudo religión; no se volverá religioso. Y un mundo religioso no puede ser tan des¬graciado: el mundo religioso deberá ser una constante celebra¬ción.
Un hombre religioso no es nada más que puro éxtasis. Su co¬razón está lleno de canciones. Todo su ser está listo para bailar
en cualquier momento. Pero el sacerdote le ha arrebatado la búsqueda de la verdad: dice que no hay necesidad de buscar, ya ha sido encontrada, sólo tienes que tener fe.
El sacerdote ha hecho desgraciada a la gente, porque con¬dena todos los placeres del mundo. Condena los placeres de este mundo para poder alabar los placeres del otro mundo. El otro mundo es una ficción. Y quiere que la humanidad sacrifique su realidad por una idea ficticia; y la gente se ha sacrificado.
El científico
Te he escuchado decir, hace algún tiempo, que la ciencia corresponde a la cabeza y la religión al co¬razón. Entiendo que esas cualidades, siendo una po¬laridad, son mutuamente dependientes. Una no pue¬de existir sin la otra, igual que un hombre no puede existir sin ambos, cabeza y corazón. ¿Entonces, una comunidad científica mundial no traería consigo, como consecuencia, una comunidad mundial reli¬giosa? ¿En tu visión de un Nuevo Hombre, no está sintetizada la visión de un mundo científico y un mundo religioso?
EL HOMBRE no es sólo cabeza y corazón. Hay algo más en él: su ser. Por eso tienes que entender tres cosas: la cabeza, el co¬razón y el ser.
He dicho que la religión es del corazón, porque la religión es el puente entre la cabeza y el ser. La cabeza no puede saltar di¬rectamente al ser, a menos que vaya a través del corazón.
La ciencia está limitada a la cabeza, la razón, la lógica. El co¬razón está limitado a los sentimientos, las emociones, sensacio¬nes. Pero el ser está más allá de ambos. Es puro silencio; no hay pensamiento, no hay sentimiento. Y sólo el hombre que conoce su ser es auténticamente religioso. El corazón es sólo una para¬da temporal.
Pero tienes que entender mi dificultad. Tú estás en la cabe¬za. No puedo hablar del ser porque la cabeza no será capaz de co¬municarse con el ser. Para la cabeza no existe el ser, por eso los científicos siguen negando el espíritu. Por eso tengo que hablar¬te del corazón, que está a medio camino.
La cabeza puede entender algo del corazón, porque hasta el científico más grande se enamora. Su cabeza no puede concebir qué está pasando; ¿enamorarse? No puede demostrarlo racional¬mente, no puede entender por qué le ha sucedido con un hom¬bre o una mujer en particular, qué química hay detrás, qué físi¬ca hay detrás; no parece haber salido de ninguna parte. Pero tampoco lo puede negar, está ahí, y está poseyendo toda su vida. Por esto digo que la religión corresponde al corazón. Esta decla¬ración sólo es temporal.
Cuando te pueda convencer de que vayas desde el pensa¬miento al sentimiento, entonces te podré decir que la religión corresponde al ser. La religión no es pensamiento ni sentimien¬to, no tiene lógica ni emoción. Sólo es puro silencio: en un sen¬tido, está totalmente vacía porque no hay sentimiento, no hay pensamiento, y en otro sentido, está desbordando éxtasis, bendi¬ción.
La meditación es el camino de la cabeza al corazón y del co¬razón al ser.
Me gustaría que todos los científicos escucharan al corazón. Eso cambiaría el carácter de la ciencia. Dejaría de estar al servicio de la muerte, dejaría de crear cada vez más armas destructi¬vas. Estaría al servicio de la vida. Crearía mejores rosas, rosas más fragantes; crearía mejores plantas, mejores animales, mejo¬res pájaros, mejores seres humanos. Pero el objetivo esencial es ir del sentimiento al ser. Y si un científico es capaz de usar su ca-beza en lo que se refiere al mundo objetivo, su corazón en lo que se refiere al mundo interpersonal y su ser en lo que a la existen¬cia se refiere, entonces es el hombre perfecto.
Mi visión del nuevo hombre es la de un hombre perfecto: perfecto en el sentido que estas tres dimensiones funcionan sin contradecirse entre sí, sino al contrario, complementándose mutuamente.
El hombre perfecto creará un mundo perfecto. El hombre perfecto creará un mundo de científicos, un mundo de poetas, un mundo de meditadores.
Mi planteamiento es que estos tres centros deberían estar funcionando en todas las personas, porque incluso un solo indi¬viduo es un mundo en sí mismo. Y esos centros están en el in¬dividuo, no en la sociedad; por eso, mi atención está puesta en el individuo. Si puedo cambiar al individuo, antes o después, el mundo acabará siguiéndole. Tendrá que seguirle, porque verá la belleza del nuevo hombre.
El nuevo hombre no sólo es listo con la aritmética, también puede disfrutar y componer música. Puede bailar, puede tocar la guitarra, que es una tremenda relajación para su cabeza, porque la cabeza deja de funcionar. Y el nuevo hombre no está sola¬mente en el corazón: en algunos momentos se abandona inclu¬so más profundamente, y únicamente es. Esa fuente del ser es el mismísimo centro de tu vida. Entrar en contacto con ella, estar allí te rejuvenece. Todas las energías de tu corazón y tu cabeza se multiplicarán tremendamente porque irás consiguiendo nue¬va energía cada día, en cada momento.
Actualmente, incluso el gran científico Albert Einstein uti¬lizó sólo el 15 por 100 de su potencial. Y la gente corriente mucho menos. Nunca superan el 5 o el 7 por 100. Si estos tres centros están funcionando juntos, el hombre será capaz de fun¬cionar totalmente, al 100 por 100. Aquí, en esta tierra, realmen¬te podemos crear un paraíso. Está en nuestras manos. Con un poco de esfuerzo, un poco de valentía; no se necesita nada más.
El mundo tiene que ser científico cuando se trata de tecno¬logías, de confort. El mundo tiene que ser poético; si no, el hom¬bre se convierte en un robot. La cabeza es un ordenador. Sin la poesía, la música, el baile y el canto, un ordenador podrá hacer lo que hace tu cabeza de un modo mucho más eficiente e infali¬ble. Los papas han estado declarando que son infalibles. No lo son. Pero si quieren serlo, pueden reemplazar sus cerebros por un ordenador; entonces serán infalibles.
El corazón es una dimensión totalmente diferente de experi¬mentar la belleza y el amor, y de expresarlo. Pero esto no es todo. A menos que alcances tu verdadero centro, seguirás desconten¬to. Y un hombre descontento es peligroso porque hará cualquier cosa para librarse de su descontento.
La persona que se conoce a sí misma y a su centro es la más rica. En realidad, es ahí donde está el reino de Dios. Es tu reino. En él, tú eres dios. En el fondo de tu ser, centrado en él, te con¬viertes en un emperador.
El hombre de negocios
Soy un hombre de negocios. ¿Puedo ser también un meditador?
HAY QUE hacer algo en la vida. Uno es carpintero, otro es rey, el tercero es un hombre de negocios y el cuarto soldado. Son maneras de ganarse la vida, son maneras de conseguir el sustento diario, el cobijo. No pueden cambiar tu ser interno. Que seas un soldado o un hombre de negocios no significa nada: uno elige una manera de ganarse la vida, el otro elige otra cosa.
La meditación es la vida, no una forma de ganarse la vida.
No tiene nada que ver con lo que haces, sino con lo que eres. Sí, los negocios no deberían de entrar en tu ser, eso es verdad. Si tu ser también se ha vuelto negociante, entonces es difícil medi¬tar e imposible ser un buscador..., porque si tu ser se ha vuelto negociante, entonces te has vuelto demasiado calculador. Y una persona calculadora es una persona cobarde: piensa demasiado, no puede saltar.
La meditación es un salto de la cabeza al corazón y por últi¬mo, del corazón al ser. Cada vez profundizarás más, tendrás que ir dejando los cálculos atrás y la lógica dejará de tener impor¬tancia. Allí no puedes llevar la agudeza. De hecho, tu agudeza tampoco es verdadera inteligencia; la agudeza es un pobre sustituto de la inteligencia. La gente que no es inteligente aprende a ser lista. La gente que es inteligente no necesita ser lista: son inocentes, no necesitan ser astutos. Funcionan desde un estado de no saber.
No hay nada malo en ser un hombre de negocios. Si Jesús puede convertirse en un meditador y en un buscador, y por últi¬mo en un Cristo, en un Buda -siendo el hijo de un carpintero, que ayuda a su padre a traer la madera, a cortarla-; si el hijo de un carpintero puede convertirse en un Buda, ¿por qué no tú?
Kabir era un tejedor. Trabajó durante toda su vida; siguió te¬jiendo incluso después de su iluminación. ¡Le gustaba! En mu¬chas ocasiones sus discípulos le pidieron, le rogaron con lágri¬mas en los ojos:
-No necesitas seguir trabajando; ¡estamos aquí para ocupar¬nos de ti! Con tantos discípulos y siendo un anciano, ¿por qué seguir hilando y tejiendo?
Y Kabir dijo:
-¿Pero sabéis para quién estoy tejiendo, para quién estoy hi¬lando? ¡Para Dios! Porque, ahora, para mí todo el mundo es dios. Es mi manera de orar.
Si Kabir puede convertirse en un Buda y seguir tejiendo, ¿por qué tú no?
Pero los negocios no deberían entrar en tu ser. Los negocios deberían ser algo exterior, una forma de ganar tu sustento. Cuando cierres la tienda, no sigas llevándola en la cabeza. Cuan¬do estás en casa con tu mujer, con tus hijos, no seas un hombre de negocios. Eso es horrible: significa que tu ser se está tiñendo con tus acciones. El hacer es superficial. El ser debería trascen¬der tu acción y siempre deberías ser capaz de dejar a un lado tu hacer, y entrar en el mundo de tu ser. En esto consiste la medi¬tación...
Por tanto, sigue siendo un hombre de negocios, pero duran¬te algunas horas olvídate completamente de ello. No estoy aquí para decirte que escapes de tu vida diaria. Estoy aquí para con¬tarte las vías, los medios y la alquimia para transformar lo ordi¬nario en extraordinario.
Sé un hombre de negocios en tu tienda y deja de serio en tu casa. Y en ocasiones, durante algunas horas, olvida incluso el hogar, la familia, tu esposa, tus hijos.
Durante unas horas estate sólo contigo mismo. Sumérgete cada vez más en tu propio ser. Disfruta de ti mismo, ámate a ti mismo y poco a poco te harás consciente de que está manando una gran alegría sin causa alguna del mundo exterior, sin causa externa. Es tu propio sabor, es tu propio florecimiento. Esto es meditación.
«Sentado en silencio, sin hacer nada, llega la primavera y la hierba crece espontáneamente. » Siéntate en silencio, sin hacer nada, y espera la primavera. Llega, siempre llega, y cuando llega la hierba crece espontáneamente. Verás cómo surge una gran alegría en ti sin motivo alguno. Entonces, comparte, ¡dáselo a la gente! Entonces, tu caridad será interna. Entonces, no será so¬lamente un medio para alcanzar un objetivo, tendrá un valor in¬trínseco.
Mi sannyas no es otra cosa que vivir en el mundo ordina¬rio, pero de forma que no te posea; siendo trascendental, estan¬do en el mundo y a la vez un poco por encima. Esto es sannyas.
No es el viejo sannyas en el que tienes que escapar de tu mu¬jer, de tus hijos, de tu negocio e irte a los Himalayas. Ese tipo de cosas no ha funcionado en absoluto. Muchos fueron a los Himalayas pero llevaban consigo sus estúpidas mentes. Los Himalayas no les han ayudado; al contrario, ellos han destruido la belleza de los Himalayas, eso es todo. ¿Cómo pueden ayudarte los Hi¬malayas? Puedes dejar el mundo, pero no puedes dejar tu men¬te aquí. La mente irá contigo; está en tu interior. Y donde quie¬ra que estés, esa misma mente creará el mismo tipo de mundo a tu alrededor.
Puedes abandonar el mundo, pero serás el mismo. Crearás de nuevo el mismo mundo porque llevas esa huella en tu men¬te. No se trata de dejar el mundo, se trata de cambiar la mente, renunciar a la mente. En esto consiste la meditación.
El Buda
EL HOMBRE es una semilla con un gran potencial: es la semilla de la budeidad. Cada hombre nace para convertirse en un Buda. El hombre no nace para ser esclavo, sino para ser un maestro. Pero son muy pocos los que realizan su potencia]. Y la razón por la que millones de personas no pueden realizar su po¬tencial es que dan por hecho que ya lo han conseguido.
La vida es una oportunidad para crecer, para ser, para flore¬cer. La vida en sí misma está vacía; a menos que seas creativo no serás capaz de llenarla de satisfacción. Tienes una canción en tu corazón para ser cantada y una danza para ser bailada, pero la danza es invisible, y la canción..., ni siquiera tú la has oído aún. Está oculta profundamente en el centro más interno de tu ser; tiene que ser traída a la superficie, tiene que ser expresada.
Este es el significado de «auto realización». Es rara la perso¬na que transforma su vida en un crecimiento, en un largo viaje de auto realización, que se convierte en lo que estaba destinado a ser. En Oriente hemos llamado a ese hombre el Buda; en Occi¬dente hemos llamado a ese hombre el Cristo. La palabra cristo significa exactamente lo mismo que la palabra buda: el que ha llegado a casa.
Todos nosotros somos vagabundos buscando un hogar, pero la búsqueda es muy inconsciente, a tientas en la oscuridad, sin saber exactamente qué estamos buscando, quiénes somos, a dónde vamos. Vamos como un tronco a la deriva, seguimos sien¬do accidentales. Y esto es posible porque millones de personas a nuestro alrededor están en el mismo barco, y cuando ves que millones de personas están haciendo las mismas cosas que tú, entonces debes estar en lo cierto, porque millones de personas no se pueden equivocar. Esa es tu lógica, y esa lógica es básica¬mente errónea: millones de personas no pueden estar en lo cier¬to. Es muy raro que una persona esté en lo cierto; es muy raro que una persona realice la verdad. Millones de personas viven vi¬das de mentira, vidas fingidas. Sus existencias son sólo superfi¬ciales; viven en la circunferencia, completamente inconscientes del centro. Y el centro lo contiene todo: el centro es el reino de Dios.
El primer paso hacia la budeidad, hacia la realización de tu infinito potencial, es reconocer que hasta ahora has estado mal¬gastando tu vida, que hasta ahora has sido totalmente incons¬ciente.
Empieza por hacerte consciente; esa es la única manera de llegar. Es arduo, es duro. Seguir siendo accidental es fácil; no ne¬cesita inteligencia, por eso es fácil. Cualquier idiota puede ha¬cerlo; todos los idiotas ya lo están haciendo. Es fácil ser acci¬dental porque nunca te sientes responsable de nada de lo que pasa. Siempre puedes echarle la culpa a otra cosa: el destino, Dios la sociedad, la estructura económica, el Estado, la Iglesia, la madre, el padre, los padres.... Puedes continuar echándole la culpa a otra persona; por eso es fácil.
Ser consciente significa tomar toda la responsabilidad a tus espaldas. Ser responsable es el principio de la budeidad.
Cuando uso la palabra responsable no la estoy utilizando con la connotación ordinaria de ser cumplidor con tus obligaciones. Estoy usándola en su significado real y esencial: capacidad de responder; ese es mi significado. Y la capacidad de responder es posible sólo si eres consciente. Si estás profundamente dormido, ¿cómo puedes responder? Si estás dormido, los pájaros seguirán cantando pero tú no los escucharás, las flores seguirán floreciendo y nunca serás capaz de sentir la belleza, la fragancia, la alegría que están derramando sobre la existencia.
Ser responsable significa estar alerta, consciente. Ser res¬ponsable significa estar atento. Actúa con toda la consciencia que te sea posible. Hasta las cosas más pequeñas, como andar por la calle, comer tu alimento o darte un baño, no deberían ser hechas mecánicamente. Hazlas con total consciencia.
Poco a poco, los actos pequeños se hacen luminosos, y poco a poco, esos actos luminosos van reuniéndose en tu interior, y fi¬nalmente.... la explosión. La semilla ha explotado, el potencial se ha realizado. Ya no eres una semilla sino una flor de loto, una flor de loto dorada, una flor de loto de mil pétalos.
Y en ese momento, una gran bendición: Buda lo llama nir¬vana. Has llegado. Ahora ya no hay que alcanzar nada más, no hay que ir a ningún lugar. Puedes descansar, puedes relajarte; el viaje ha terminado. En ese momento surge una tremenda ale¬gría, nace un gran éxtasis.
Pero uno debe empezar por el principio.
Occidente ha dado nacimiento a Aristóteles, Nietzs¬che, Heidegger, Camus, Berdyaev, Marcel y Sartre. ¿Podrá Occidente, él solo, dar lugar a budas o se necesita una comunión con la conciencia de Oriente?
La conciencia búdica no es oriental, ni occidental. No tiene nada que ver con la geografía o la historia, no tiene nada que ver con la mente como tal. La mente es oriental, occidental, india, china, japonesa, alemana, pero la conciencia interna más pura es sencillamente el puro cielo; no la puedes identificar con nada porque está sin condicionar.
¿Qué es Oriente y qué es Occidente? Son maneras de condi¬cionar, diferentes formas de condicionamiento. ¿Qué es un hin¬dú y qué es un judío? Diferentes condicionamientos. Son nom¬bres de enfermedades. La salud no es ni oriental ni occidental.
Al nacer un niño, empieza inmediatamente el condiciona¬miento; maneras muy sutiles de condicionar. Directa, indirecta¬mente, comenzamos a encajar al niño dentro de un determina¬do molde. Hablará un cierto idioma, y cada idioma tiene su manera de pensar, un énfasis, una dirección particular. Por eso, a veces, se hace imposible el traducir de un idioma a otro; el otro idioma quizá no tenga palabras que correspondan, el otro idio¬ma quizá no haya mirado a la realidad y a la vida de esa manera. La vida es infinita; de la forma que tú la miras es finita; puede haber infinitas maneras de mirarla.
Y luego el niño empieza a ser coloreado por la familia, la es¬cuela, la iglesia, el sacerdote, los padres; y esto sucede en silen¬cio. Poco a poco, se cierra todo el cielo de la conciencia; única¬mente se deja abierta una abertura, una pequeña ventana. Esa abertura es hindú, inglesa, americana. La abertura es hindú, jai-nista, budista. La abertura es oriental, occidental.
Realizar la budeidad es recuperar la conciencia que trajiste contigo en tu nacimiento. Esa pureza sin contaminar, ese rostro original carente de máscaras, esa inocencia es la budeidad. Por eso la budeidad no puede ser ni oriental ni occidental; es tras¬cendental.
Quizá te sorprenderá saber que cuando un niño crece en una familia..., y todos los niños tienen que crecer en una familia. Es casi una necesidad, no existe otra posibilidad; es necesario algún tipo de familia. Aunque sea una comuna, tendrá sus propias li¬mitaciones, podría ser un kibbutz pero tendrá sus propias limi¬taciones. Y no hay forma de educar a un niño sin un cierto am¬biente acogedor. Ese ambiente acogedor es una necesidad, sin él el niño no puede sobrevivir; el niño tiene que ser cuidado, pero tiene que pagar por ello. No es fácil, es muy complejo. El niño tie¬ne que ajustarse continuamente a la familia porque la familia «tiene razón», el padre «tiene razón», la madre «tiene razón». Son personas poderosas; el niño está desvalido. Tiene que de¬pender de ellos, tiene que respetarles, les ha de obedecer. No se trata de si tienen razón o no la tienen; el niño tiene que conver¬tirse en una sombra, en un imitador.
Así es el hinduismo, el cristianismo; así es la mente oriental y la mente occidental. Y esto es Muy sutil; el niño Podría no dar¬se cuenta nunca de esto, porque no sucede en un solo día, va ocurriendo poco a poco; igual que el agua va cayendo de la montaña, cayendo y cayendo y cayendo, destruye las rocas y desapa¬recen las piedras.
El niño tiene que amoldarse de muchas maneras. Ese tener que amoldarse lo vuelve falso, hipócrita, lo vuelve mentiroso.... mentiroso con su propio ser. Ahora los psicólogos han descu¬bierto que si un determinado tipo de niño demuestra ser estú¬pido, puede que no sea verdad, porque ningún niño nace es¬túpido. Tal vez sea el ambiente, la familia a la que ha tenido que amoldarse. Si el padre es demasiado intelectual, el niño tendrá que comportarse de un modo estúpido para mantener el equili¬brio. Si el niño se comporta de un modo inteligente, el padre es¬tará sutilmente enfadado. No puede tolerar un hijo inteligente, nunca tolera a nadie que sea más inteligente que él. Obligará al niño a ser inferior a pesar de lo que esté diciendo. Y el niño aprenderá el truco de comportarse como un tonto, porque cuando se comporta como un tonto todo va bien, todo va per¬fectamente bien. El padre puede que muestre disgusto en la superficie, pero en el fondo está satisfecho. Siempre le ha gustado estar rodeado de tontos; rodeado de tontos, es la persona más inteligente.
Por esto, después de cientos de años las mujeres han apren¬dido el truco: nunca intentan ser intelectuales; a su marido no le gustaría. No es que no sean inteligentes, lo son tanto como los hombres, pero tienen que aprender. ¿Lo has observado? Si la es¬posa es más culta, el marido no se siente muy bien. Ningún hombre se quiere casar con una mujer más culta que él, más fa¬mosa que él. No sólo eso, sino también en las cosas pequeñas: si la mujer es más alta, ningún hombre se quiere casar con ella. Quizá este sea el motivo de que las mujeres hayan decidido, también a nivel biológico, no ser demasiado altas -quizá haya algu¬na razón psicológica-; si no, no encontrarás marido. Si eres de¬masiado inteligente, no conseguirás marido. La mujer tiene que fingir que sigue siendo un bebé, infantil, para que el marido se pueda sentir bien cuando ella busca apoyo en él.
En una familia, el niño llega a una situación ya establecida. Ya está todo allí; tiene que adaptarse, tiene que ajustarse a ella. No puede ser él mismo; siempre que trata de ser él mismo se mete en problemas y empieza a sentirse culpable. Tiene que amoldarse... a cualquier precio. La supervivencia es lo más im¬portante, lo primero; todo lo demás es secundario. Por eso cada niño tiene que ajustarse a su familia, a sus padres, a la geogra¬fía, a la historia, a las idiosincrasias de la gente que le rodea, a todo tipo de prejuicios, estúpidas creencias, supersticiones. Cuando llegas a ser consciente o te haces un poco independien¬te, estás tan condicionado, el condicionamiento ha penetrado tanto en tu sangre, en tus huesos y en la médula, que no puedes salir.
¿Qué es la budeidad? La budeidad es salir de todo este con¬dicionamiento... Un buda es aquel que vive corno un todo, corno un todo orgánico. La conciencia búdica es la conciencia tras¬cendental. No tiene nada que ver con Oriente u Occidente.
¿Cuáles son la características de un ser iluminado?
Un ser iluminado significa simplemente un hombre al que no le queda ninguna pregunta en su vida, todas están resueltas. Un ser iluminado significa un hombre que está constantemente en el mismo estado de silencio, paz y satisfacción interna pase lo que pase en el exterior: éxito o fracaso, dolor o placer, vida o muerte.
Un hombre iluminado significa un hombre que ha experi¬mentado algo de lo que tú también eres capaz, pero que no has intentado. Está lleno de luz, lleno de felicidad, lleno de éxtasis, veinticuatro horas al día. Está casi ebrio, ebrio de lo divino. Su vida es una canción, su vida es una danza, su vida es júbilo. Su presencia es una bendición.
Y si quieres conocerle, tienes que estar con él. No puedes ob¬servarlo desde el exterior, tienes que acercarte. Tienes que entrar en un estado de intimidad. Tienes que unirte a su caravana, tie¬nes que tomar su mano. Tienes que alimentarte de él, y tienes que permitir que entre en tu corazón. Pero desde el exterior, por favor, no intentes encontrar ninguna característica; todas estas son experiencias internas...
Aunque siempre se pueden dar algunas indicaciones. En la proximidad de un iluminado sentirás una cierta fuerza magnéti¬ca, una tremenda atracción, un centro carismático. Quizá no te acerques a causa de tu miedo. Es peligroso acercarse a un ser iluminado, porque puedes acercarte pero después no puedes ale¬jarte. Acercarse es arriesgado. Es sólo para jugadores, no para hombres de negocios.
Cuarta parte
El nuevo hombre
Hace algún tiempo, cuando visitamos el Centro Espacial Kennedy de Florida, vimos los últimos avan¬ces científicos para explorar el espacio exterior y crear «un hombre mejor». Tu visión esta interesada en la creación de un «nuevo hombre». La visión mencionada anteriormente es la plataforma de lan¬zamiento de la nación mas rica y poderosa. La tuya es el platillo volante de la nueva conciencia y, sin embargo, es desaprobada por una de las naciones más pobres de la tierra. Una es la materia y la otra es el espíritu. ¿Qué esta sucediendo?
LA IDEA de un hombre mejor es una vieja idea, muy vieja, tan vieja como el hombre. Todo el mundo está deseando aceptar un hombre mejor, porque no necesita un cambio radical. Un hom¬bre mejor significa que se te añade algo: sigues siendo el mismo, sigues siendo una continuidad; no hay discontinuidad. Y te enri¬queces, mejoras. La idea de un hombre mejor tiene sus raíces en la avaricia, por eso todo el mundo la apoya. Los países ricos la apo¬yan, los países pobres la apoyan. India estaba totalmente a favor de Mahatma Gandhi porque quiso traer un hombre mejor. La idea de un hombre mejor es reformista, no es revolucionaria.
Pero la idea de un hombre nuevo es peligrosa porque re¬quiere agallas. El requisito básico es que tienes que morir a lo viejo y tienes que nacer renovado; es un renacimiento. Por eso se oponen a mí. Y no sólo se oponen y me desacreditan en India, sino que se me opondrán y desacreditarán en todo el mundo. Aunque esté en Florida, sucederá lo mismo.
De hecho, hay más posibilidades de oposición en un país rico y poderoso que en un país pobre y hambriento, por la sencilla ra¬zón de que millones de indios no tienen ni idea de lo que está ocurriendo aquí. No tienen tiempo, no tienen interés. El naci¬miento del hombre nuevo no es un asunto vital para ellos. Su problema vital es cómo sobrevivir, y ¡tú estás hablando del naci¬miento del hombre nuevo! Ni siquiera son capaces de sobrevivir. Sus problemas son totalmente diferentes. Están enfermos, tienen hambre, sus hijos no tienen educación, no tienen empleo, no tienen tierras, ni alimentos, ni cobijo; ¿y tú les estás hablando del nuevo hombre? No están interesados; no es su problema.
Pero si hablo del nuevo hombre en América me asesinarán inmediatamente, seré encarcelado. No me tolerarán, porque eso significa peligro para todo el estilo de vida americano.
El estilo de vida americano depende de la ambición, y mi nuevo hombre tiene que carecer totalmente de ambiciones. El punto de vista americano es que hay que mejorar las cosas, se debería hacer todo mejor. No importa dónde va a llevar esto, pero todo tiene que ser mejor, cada vez mejor. Están obsesiona¬dos con la idea de mejorarlo todo. Tienes que tener mayor velo¬cidad, mejores máquinas, mejor tecnología, mejores vías del tren, mejores carreteras; ¡todo mejor! Por supuesto, del mismo modo, necesitas un hombre mejor. Encaja con todo el estilo de vida americano. También se piensa que el hombre es una mer¬cancía. Igual que necesitas mejores vacas, mejores perros, mejo¬res coches y mejores aviones, ¡también necesitas un hombre me¬jor! No hay diferencia, es la misma lógica.
Estoy hablando del nuevo hombre. El nuevo hombre no es necesariamente un hombre mejor. Estará más vivo, será más fe¬liz, estará más alerta, pero, ¿quién sabe si será mejor o no? Desde el punto de vista de los políticos no será mejor, porque no va a ser un mejor soldado; no estará dispuesto a ser un soldado en absoluto. No será competitivo y toda la economía competitiva colapsará. No le interesará acumular trastos, y la economía de¬pende de eso. Todas tus agencias publicitarias están metiéndote en la cabeza la idea de acumular cada vez más cosas.
El nuevo hombre tendrá una visión de la vida totalmente di¬ferente. Vivirá de un modo más amoroso, porque para él el amor es riqueza. Sabrá que el dinero no puede comprar amor o ale¬gría. Sabrá que el dinero es una herramienta, no el objetivo de la vida.
El sistema americano se basa en hacer mejor las cosas. «¡Hazlo mejor!», no importa lo que estés haciendo. «Si estás ma¬tando gente, ¡sé el mejor!» Podéis ver lo que ha sucedido en Hi¬roshima y Nagasaki: América realmente lo hizo mejor que nadie hasta entonces. «¡Llegar a la luna!», nadie pregunta por qué. Si preguntas por qué, estás loco; no se hacen esas preguntas. Lo único que vale la pena preguntar es: «¿Cómo llegar a la luna an¬tes que nadie? Derrota a los rusos. El primero que camine sobre la luna deberá ser un americano.» ¿Para qué? Ese no es el asun¬to. En lo que a mí se refiere, no le puedo ver el sentido. ¡Un ame¬ricano sobre la luna me parece tan ridículo! Pero esa es su ma¬nera de pensar, su filosofía: «¡Aunque tengas aspecto de tonto, tenlo mejor que los demás. Supérales a todos!»
Mi nuevo hombre significa el final del viejo mundo. ¿Por qué está desacreditado el nuevo hombre? Siempre ha estado des¬acreditado. Jesús fue asesinado por estar hablando del nuevo hombre, no de un hombre mejor. Jesús le dijo a Nicodemo: «A menos que renazcas no entrarás en el reino de los Dios.» Jesús insistió que primero tienes que morir al pasado, sólo entonces puede surgir en ti una nueva conciencia. Él fue crucificado. Só¬crates estaba hablando acerca del nuevo hombre, recuerda. ¿Por qué unas personas tan cultas se volvieron tan animales, tan bár¬baros como para matar a un hombre como Sócrates? Él estaba hablando del nuevo hombre. Si hubiera hablado acerca de un hombre mejor le habrían adorado.
Los que han hablado acerca de un hombre mejor siempre han sido adorados, porque están diciendo que el pasado es her¬moso pero que puede ser embellecido. No están en contra de] pa¬sado, no están en contra de las convenciones, no están en con¬tra de las tradiciones; están totalmente a favor, La tradición tiene que ser el cimiento, y sobre esos cimientos puedes levantar un templo mejor, una casa mejor.
Hablar sobre el nuevo hombre es peligroso. Un nuevo hom¬bre significa cortar completamente con el pasado, interrum¬piendo, desarraigándote totalmente del pasado, muriendo al pa¬sado y viviendo el presente. Y a los viejos hábitos les cuesta morir. Nos hemos acostumbrado a oír hablar de un hombre me¬jor; se nos ha metido hasta en la circulación de la sangre. Cada santo, cada mahatma habla acerca del hombre mejor; es su de¬ber, ya lo sabemos. ¿Pero acerca del nuevo hombre? Entonces nos da miedo. Trae algo completamente nuevo; nos lleva al terri¬torio de lo desconocido, está tratando de desarraigarnos de lo co¬nocido. Hemos vivido durante miles de años de una manera de-terminada; estamos condicionados por esto, somos parte de esto. Sólo muy poca gente consigue salirse. Por eso mi mensaje está destinado a unos pocos escogidos.
Recuerda, los viejos hábitos tardan en morir; y nuestras re¬ligiones, nuestras filosofías son muy antiguas, nuestros estilos de vida son muy antiguos. Y yo estoy por lo nuevo. Pensamos que lo viejo es oro, ¡pero yo digo que lo viejo es sólo basura! Es¬toy de acuerdo con Henry Ford en que la historia es una basura. ¡Es todo mentira! Tenemos que liberar al hombre de todo lo que ha sucedido antes y tenemos que liberarlo totalmente, absoluta-mente, categóricamente.
-Mamá, ¿por qué te casaste con papá?
-¡Ah! -replicó la madre-. ¡Luego tú también te lo preguntas!
-¿Nos conocimos en Texas?
-Nunca he estado en Texas.
-Ni yo tampoco. Supongo que han debido ser otras dos personas.
Esos borrachos, esos inconscientes han estado dominando a toda la humanidad. Locos y borrachos; ellos han sido nuestros factores de decisión en el pasado. Nunca hemos escuchado a los iluminados. Los iluminados no pueden hablar acerca de mejorar al hombre. Es como decirle a una persona enferma: «Te daré me¬dicina para mejorar tu enfermedad.» La persona enferma no quiere que su enfermedad mejore-, quiere librarse de ella, quiere estar sano.
El meditador
He escuchado describir la meditación como una ciencia, y en otras ocasiones como un arte; en oca¬siones has llegado incluso a decir que es un truco. Por favor, explícalo.
LA MEDITACIÓN es un misterio tal que se le puede llamar cien¬cia, arte o truco, sin caer en ninguna contradicción.
Desde un punto de vista es una ciencia, porque hay una téc¬nica muy delimitada que hay que seguir. No existen excepciones, es casi una ley científica. Pero desde otro punto de vista diferen¬te, también se puede decir que es un arte. La ciencia es una ex¬tensión de la mente. Son matemáticas, es lógica, es racional.
La meditación pertenece al corazón, no a la mente; no es ló¬gica; está más cerca del amor.
No es como otras actividades científicas, sino más parecido a la música, a la poesía, la pintura, la danza; por eso, se le puede llamar un arte. Pero la meditación es un misterio tan grande que llamándola «ciencia» y «arte» no llegas a abarcarla. Es un truco; o lo captas o no lo captas. Un truco no es una ciencia, no puede enseñarse. Un truco no es un arte. Un truco es algo misterioso para la comprensión humana.
Por ejemplo, puede que hayas conocido a alguien.... hay gente que tiene la habilidad de hacerse amigo inmediatamente. Basta encontrártelo en un autobús durante unos momentos para que de repente sientes como si os conocierais de siempre, quizá de muchas vidas. Y tú no puedes indicar con precisión qué es lo que está sucediendo, porque es la primera vez que ves a este hombre... Un truco es algo misterioso, poca gente lo capta.
Conozco a un hombre que puede mover ¡los lóbulos de las orejas! No he conocido a nadie más que pueda mover las orejas. ¿Cómo llamas a esto? ¿Una ciencia, o qué? Porque le he pregun¬tado a los médicos: «¿Qué opinión tenéis sobre que se puedan mover los lóbulos de las orejas?» Me respondieron: «Es imposi¬ble.» Pero llevé a mi amigo a un médico y le dije: «Enséñaselo al doctor ... » El médico dijo: «¡Oh, Dios mío! Es capaz de mover los lóbulos de las orejas con facilidad, sin ningún problema.»
De hecho, estos lóbulos no tienen una posibilidad biológica de movimiento, no tienes control sobre ellos. Inténtalo: no tie¬nes ningún control. Son tus lóbulos pero no tienes ningún control. Pero conozco un hombre que lo consigue. Le pregunté: «¿Cómo lo consigues?» Me dijo: «No lo sé. Siempre lo he he¬cho.» Es absolutamente imposible, físicamente imposible, por¬que para mover esos lóbulos necesitas un determinado sistema nervioso para controlarlos, y el sistema nervioso no está ahí. El lóbulo es sólo carne.
La meditación, en última instancia, también es un truco.
Por eso durante miles de años la gente ha estado meditando, enseñando, pero muy poca gente ha alcanzado grandes alturas en la meditación, y muy poca gente ni siquiera lo ha intentado. La gran mayoría de la humanidad ni siquiera se ha preocupado de pensar en ello. Es algo.... una semilla con la que naces. Si no tienes la semilla, puede que un maestro derrame todo su éxtasis sobre ti, y a pesar de eso no te sucederá nada. Y si la semilla está ahí, sólo con la presencia del maestro, sólo con su manera de mi¬rarte a los ojos, sucede algo en ti de tremenda importancia, una revolución que eres incapaz de explicar a nadie.
Una de las dificultades para todos los meditadores lo consti¬tuye el no poder explicar a sus amigos, a sus familias, lo que están haciendo.... porque la mayoría de la humanidad no está in¬teresada en ello en absoluto. Y los que no están interesados en absoluto simplemente piensan que las personas que están in¬teresadas tienen algo un poco flojo en la cabeza, que algo anda mal.
«Sentado en silencio, sin nada que hacer, la primavera llega y la hierba crece espontáneamente», pero en primer lugar, ¿por qué te tienes que preocupar de la hierba? El hermoso haiku** de Basho les parecerá absurdo. La hierba crecerá espontáneamen¬te, ¡tanto si te sientas en silencio como si no! ¿Para qué desper¬diciar tu tiempo? La hierba va a crecer espontáneamente. Deja que llegue la primavera; la primavera llega espontáneamente, la hierba crece espontáneamente. ¿Por qué estás desperdiciando tu tiempo? Haz otra cosa mientras tanto.
Si un hombre no tiene algo en su corazón, una pequeña se¬milla, entonces para él es imposible. Puede aprender la técnica, puede aprender el arte. Pero si no conoce el truco no va a tener éxito. Por eso miles de personas empiezan a meditar, pero muy pocos, tan pocos que se pueden contar con los dedos de las ma¬nos, alcanzan alguna vez la iluminación. Y a menos que la me¬ditación se convierta en iluminación, simplemente has desper¬diciado tu tiempo.
¿Cuáles son las señales de que la meditación de uno está yendo más profundo?
En realidad no hay señales en el camino, porque no hay un camino fijo. Y todo el mundo va por un camino diferente, no es¬tamos en una sola carretera. Incluso si estás siguiendo la misma técnica de meditación no estás en el mismo camino; no puedes estarlo. No existe un camino público. Cada camino es individual y personal: por eso ninguna experiencia en el camino te ayuda¬rá; en vez de eso, te podrían hacer daño.
Alguien podría estar viendo algo en su camino. Si te dice que ese es un signo de progreso, puede que tú no te encuentres con el mismo símbolo en tu camino. Puede que en tu camino no es¬tén los mismos árboles, puede que en tu camino no estén las mismas piedras. Por eso no seas una víctima de todas estas ton¬terías. Sólo tienen importancia algunas sensaciones internas. Por ejemplo, si estás progresando, entonces algunas cosas em¬pezarán a suceder espontáneamente. Primero: cada vez te senti¬rás más contento.
En realidad, cuando se ha cumplido el objeto de la medita¬ción, uno está tan contento que se olvida de meditar; porque la meditación es un esfuerzo, un descontento. Si un día te olvidas de meditar y no sientes ninguna adicción, no sientes ningún va¬cío, estás tan lleno como siempre, deberás saber que es una bue¬na señal. Habrá muchos que meditarán, y que si no meditan les sucede un extraño fenómeno. Si lo hacen, no sienten nada. Si no lo hacen, entonces sienten el vacío. Si lo hacen no les ocurre nada. Si no lo hacen, sienten que les falta algo.
Esto es sólo un hábito. Como fumar, como beber, como cualquier cosa, es sólo un hábito. No hagas de la meditación un hábito. ¡Deja que esté viva! Entonces el descontento irá desapa¬reciendo poco a poco; sentirás contentamiento. Y no sólo mien¬tras estás meditando. Si algo sucede sólo cuando estás medi¬tando es falso, es una hipnosis. Te hace bien, pero no va a ser muy profundo. Es bueno sólo por comparación. Si no sucede nada, ni meditación, ni algún momento de éxtasis, no te preo¬cupes. Si está sucediendo algo, no te aferres. Si la meditación va correctamente, en profundidad, te sentirás transformado a lo largo de todo el día. Y un contentamiento sutil estará presente en todo momento. Sentirás en tu interior un centro sereno: contentamiento.
Por supuesto, habrá resultados. La rabia será cada vez menos habitual. Irá desapareciendo. ¿Por qué? Porque la rabia muestra una mente no meditativa; una mente que no está a gusto consigo misma. Por eso te enfadas con los demás: básicamente, estás enfadado contigo mismo. Porque estás enfadado contigo mismo, sigues enfadándote con los demás.
¿Has observado que sólo te enfadas con aquellas personas que te son muy próximas? Cuanto más intimidad, más rabia. ¿Por qué? Cuanto más grande sea la distancia entre tú y la otra persona, menos rabia habrá. No te enfadas con un extraño. Te enfadas con tu mujer, con tu marido, con tu hijo, con tu hija, con tu madre. ¿Por qué? ¿Por qué te enfadas más con las perso¬nas con las que tienes mayor intimidad? La razón es esta: estás enfadado contigo mismo. Cuanto más intimidad tiene una per¬sona contigo, más identificado está contigo. Estás enfadado con¬tigo mismo, por eso siempre que tienes a alguien cerca puedes echarle tu rabia encima. Se ha vuelto parte de ti.
Con la meditación estarás cada vez más feliz contigo mismo; recuerda, contigo mismo.
Es un milagro cuando alguien está más feliz con uno mismo. Nosotros, o estamos felices con alguien o enfadados con alguien. Cuando uno va sintiéndose más feliz con uno mismo, esto es realmente enamorarse de uno mismo. Y cuando estás enamora¬do de ti mismo, es difícil enfadarse. Todo el asunto te parece ri¬dículo. Habrá cada vez menos rabia, cada vez más amor y más compasión. Estos serán los signos, los signos generales.
Por eso no te creas que has conseguido algo si empiezas a ver luces o si estás viendo bonitos colores. Están bien, pero no te des por satisfecho a menos que haya cambios psicológicos reales: menos rabia, más amor; menos crueldad, más compasión. A me¬nos que suceda esto, el que estés viendo luces y colores, y escu¬chando sonidos, es un juego de niños. Son hermosos, muy her¬mosos; está bien jugar con ellos, pero no son el objeto de la meditación. Suceden en el camino, son sólo la consecuencia, pero no les des importancia.,
Mucha gente viene a mí y me dice: «Ahora estoy viendo una luz azul, ¿qué quiere decir este signo? ¿Cuánto he progresado?» Una luz azul no servirá porque tu rabia está emitiendo una luz roja. Tienen importancia los cambios psicológicos básicos, por eso no vayas detrás de los juguetes. Esos son juguetes, juguetes espirituales. Son objetos, no fines en sí mismos.
En una relación, observa lo que está sucediendo. ¿Cómo te estás comportando ahora con tu esposa? Fíjate. ¿Se ha producido algún cambio? Ese cambio es significativo. ¿Cómo te estás com¬portando con tu criado? ¿Se ha producido algún cambio? Ese cambio es significativo. Y si no hay ningún cambio, entonces tira tu luz azul; no te sirve para nada. Te estás engañando y te puedes seguir engañando. Estos son trucos fáciles de conseguir.
Por esto el hombre presuntamente religioso comienza a sen¬tirse religioso: porque ahora está viendo esto y aquello. Pero si¬gue siendo el mismo; ¡incluso empeora! Tus progresos se deben observar en tus relaciones. Las relaciones son el espejo: mira tu rostro en ellas. Recuerda siempre que las relaciones son el espe¬jo. Si tu meditación va profundizando, tus relaciones cambiarán; ¡cambiarán completamente! El amor será la nota básica de tus relaciones, no la violencia. En la actualidad, la violencia es la nota básica. Incluso cuando miras a alguien, le miras de un modo violento. Pero estás acostumbrado.
La meditación para mí no es un juego de niños, es una pro¬funda transformación. ¿Cómo darse cuenta de esta transforma¬ción? Está siendo reflejada constantemente en tus relaciones. ¿Intentas poseer a alguien? Entonces eres violento. ¿Cómo pue¬de uno poseer a alguien? ¿Estás tratando de dominar a alguien? Entonces eres violento. ¿Cómo puede uno dominar a alguien? El amor no puede dominar, el amor no puede poseer.
Por eso, en todo lo que estés haciendo sé consciente, obsér¬valo y sigue meditando. Pronto empezarás a sentir el cambio. De pronto dejas de ser posesivo en las relaciones. Poco a poco, el an¬sia de poseer desaparece y cuando ha desaparecido la relación tiene una belleza en sí misma. Cuando está presente eres pose¬sivo, todo se vuelve sucio, horrible, inhumano. Pero somos tan embusteros que no nos miramos a nosotros mismos en nuestras relaciones, porque ahí se puede ver nuestra cara real. Por eso cerramos los ojos a nuestras relaciones y seguimos pensando que vamos a ver algo dentro.
Dentro no puedes ver nada. Primero sentirás tu transforma¬ción interna en tus relaciones externas y luego irás más profun¬do. Sólo entonces empezarás a sentir algo en tu interior. Por eso, prueba, penetra en tus relaciones y mira allí si tu meditación está progresando o no.
Si sientes un amor creciente, un amor incondicional, si sientes compasión sin motivo, si sientes una preocupación por el bienestar de los demás, por la abundancia, tu meditación está creciendo. Entonces olvídate de todo lo demás. Con esta obser¬vación observarás muchas cosas en ti mismo. Serás más silen¬cioso, menos ruidoso en tu interior. Cuando haga falta hablarás, cuando no haya necesidad estarás en silencio. En este momento no puedes estar en silencio en tu interior. Te sentirás más a gus¬to, relajado. Cualquier cosa que hagas será un esfuerzo relajado; no habrá tensión. Serás cada vez menos ambicioso. Por último, la ambición desaparecerá. Hasta la ambición de alcanzar mok¬sha* desaparecerá. Cuando sientes que incluso el deseo de al¬canzar moksha ha desaparecido, has alcanzado moksha. Ahora eres libre, porque el deseo es la esclavitud. Incluso el deseo de li¬beración es esclavitud. Incluso el deseo de no tener deseos es es¬clavitud.
Siempre que el deseo desaparece por algo, entras en lo des¬conocido. La meditación ha alcanzado su meta. entonces el samsara** es moksha: este mundo en sí mismo ya es liberación. Entonces esta orilla es la otra orilla.
El guerrero
¿Cómo puedo ser un guerrero siendo al mismo tiem¬po un hombre de negocios y un profesional? ¿Voy a quedarme sin iluminación?
SER UN guerrero no significa ser un soldado, es sólo una cua¬lidad de la mente. Puedes ser un hombre de negocios y un guerrero; puedes ser un guerrero y un hombre de negocios.
«Hombre de negocios» significa una cualidad mental que está siempre regateando, tratando de dar menos y sacar más. Eso es lo que quiero decir cuando uso la palabra «hombre de ne¬gocios»: tratar de dar menos por más, siempre regateando, siempre pensando en el beneficio. Un guerrero es de nuevo una cualidad mental, la cualidad del jugador, la cualidad de poder arriesgar todo de esta manera o de la otra, no la de uno que re¬gatea; una mente que no transige.
Si un hombre de negocios piensa en la iluminación, piensa en ella como una ventaja más. Tiene una lista: tiene que cons¬truir un gran palacio, tiene que comprar esto y aquello, y al fi¬nal tiene que comprar además la iluminación. Pero la ilumina¬ción está siempre en último lugar: cuando ya está todo hecho, entonces; cuando ya no queda nada por hacer, entonces. Y esa iluminación también la tiene que comprar porque él sólo en¬tiende de dinero.
Sucedió que un hombre importante y rico llegó a Mahavira. Era verdaderamente muy rico; podía comprar cualquier cosa, in¬cluso reinos. Hasta los reyes le pedían dinero prestado.
Llegó a Mahavira y le dijo:
-He oído hablar tanto de la meditación y durante el tiempo que has estado aquí has creado una moda entre mi gente; todo el mundo está hablando de meditación. ¿Qué es la meditación? ¿Cuánto cuesta, y dónde puedo comprarla?
Mahavira dudó; entonces el hombre dijo:
-No te preocupes en absoluto por el precio. Simplemente dí¬melo y yo lo pagaré; no hay ningún problema.
¿Cómo explicárselo a este hombre? Mahavira no sabía qué decirle. Finalmente, Mahavira dijo:
-Ve... En tu ciudad hay un hombre, un hombre muy pobre; quizá él esté dispuesto a vender su meditación. Él ha llegado, y es tan pobre que podría estar dispuesto a venderla.
El hombre dio las gracias a Mahavira, fue corriendo a ver al hombre pobre, llamó a su puerta y le dijo:
-¿Cuánto pides por tu meditación? Quiero comprar tu me¬ditación.
El hombre se echó a reír. Le dijo:
-Me puedes comprar a mí, de acuerdo. Pero, ¿cómo puedo darte mi meditación? Es una cualidad de mi ser, no es una mer¬cancía.
Pero los hombres de negocios siempre han pensado de esta manera. Hacen donaciones para comprar algo, crean templos para comprar algo. Dan, pero su dar no es nunca un dar; es siem¬pre para conseguir algo, es una inversión.
Cuando te digo que seas un guerrero, quiero decir que seas un jugador, que lo arriesgues todo. Entonces la iluminación se convierte en un asunto de vida o muerte, no en una mercancía, y estás dispuesto a perder todo por ella. Y no estás pensando en el beneficio.
La gente viene a mí y me pregunta: «¿Qué vamos a ganar con la meditación? ¿Qué propósito tiene? Si le dedicamos una hora a la meditación, ¿cuál será el beneficio?» Toda su vida es eco¬nomía.
Un guerrero no va detrás del beneficio; un guerrero va bus¬cando alcanzar un clímax, una experiencia culminante. ¿Qué hace el guerrero cuando lucha en la guerra? Vuestros soldados han dejado de ser guerreros, son sólo funcionarios. Los guerre¬ros han abandonado esta tierra porque todo este asunto se re¬suelve ahora con tecnología. Tiras un bomba en Hiroshima; el pi¬loto no es un guerrero. Lo podría hacer hasta un niño, cualquier loco lo podría hacer; de hecho, sólo un loco puede hacerlo. Tirar la bomba en Hiroshima no es ser un luchador o un guerrero.
La guerra ya no es lo que era en el pasado; ahora puede ha¬cerlo cualquiera, y antes o después lo harán sólo con dispositi¬vos mecánicos. Puede hacerlo un avión sin piloto; y el avión no es un guerrero. La cualidad se ha perdido.
El guerrero se enfrentaba, se encontraba con el enemigo cara a cara. Imagina a dos personas con las espadas desenvainadas frente a frente: ¿pueden pensar? Si piensan serán derrotados. El pensamiento se detiene; cuando las espadas están en alto el pen-samiento se detiene. No pueden planear porque si planean en ese momento, el otro golpeará. Se mueven espontáneamente, se con¬vierten en no mentes. El peligro es tan grande, la posibilidad de morir está tan cerca, que no se le puede permitir funcionar a la mente. La mente necesita tiempo; en las emergencias la mente no puede funcionar. Cuando estás sentado en tu silla puedes pen¬sar, pero cuando estás frente al enemigo no puedes pensar.
Si vas por una calle, una calle oscura, y de repente ves una serpiente, una serpiente peligrosa allí sentada, ¿qué harás? ¿Te pondrás a pensar? No, darás un salto. Y ese salto no vendrá de tu mente porque tu mente necesita tiempo, y las serpientes no tie¬nen tiempo; no tienen mente. La serpiente te atacará, por eso no puedes dejar que entre la mente. Cuando estás frente a la ser¬piente saltas, y ese salto viene de tu ser; llega antes que el pen-samiento. Primero saltas y luego piensas.
Esto es lo que denomino la cualidad del guerrero: la acción llega sin pensar, la acción es sin mente; la acción es total. Te pue¬des convertir en un guerrero sin ir a la guerra, no hace falta ir a la guerra.
Toda la vida es una situación de emergencia y por todos los lados hay enemigos y serpientes, feroces animales salvajes listos para atacarte. Toda la vida es una guerra. Si estás alerta verás que toda la vida es una guerra, y que en cualquier momento pue¬des morir; por eso la situación de emergencia es permanente. Estate alerta, sé como un guerrero moviéndose entre el enemi¬go. En cualquier momento, en cualquier lugar, puede saltar so¬bre ti la muerte; no dejes entrar a la mente. Y sé un jugador; este salto sólo pueden darlo los jugadores. El salto es tan grande que aquellos que están pensando en beneficios no pueden darlo. Es un riesgo, un gran riesgo; podrías perderte y podrías no ganar nada. Viniendo a mí podrías perderlo todo y no ganar nada.
Repetiré uno de los dichos de Jesús: «Quien se aferre a la vida, quien trate de preservarla, la perderá; y quien esté dispues¬to a perderla la conservará.» Eso es hablar en el idioma de un ju¬gador: piérdela; esa es la manera de conservarla. Muere; ese es el modo de alcanzar la vida eterna, la vida inmortal.
Cuando digo un hombre de negocios, estoy diciendo una mente calculadora, astuta. No seáis calculadores. Los niños ja¬más son hombres de negocios, y es difícil encontrar un adulto que no sea un hombre de negocios. Todo niño es un guerrero y todo adulto es un negociante. Cómo se convierten en negocian¬tes todos los guerreros es una larga historia: toda la sociedad, la educación, la cultura, el condicionamiento, te vuelve más mie¬doso, más asustado. No puedes correr riesgos, y todo lo que es hermoso es arriesgado.
El amor es un riesgo. La vida es un riesgo. Dios es un ries¬go. Dios es el riesgo supremo, y no lo alcanzarás por medio de las matemáticas, sino tomando el mayor riesgo, arriesgando todo lo que tienes. Y tú no conoces lo desconocido: arriesgas lo conocido y no conoces lo desconocido.
La mente negociante te dirá: «¿Qué estás haciendo, perdiendo todo lo que tienes por aquello que nadie sabe si existe o no?» La mente del guerrero dice: «Lo conocido ya ha sido conocido, deja de tener interés; se ha convertido en una carga y es inútil transportarla. Lo desconocido debe de ser conocido ahora, y debo de arriesgar lo conocido por lo desconocido.»
Y si puedes arriesgar, arriesgando totalmente, no guardán¬dote nada, sin hacerte trampas, sin ocultar nada; de repente lo desconocido te envuelve. Y cuando llega, te haces consciente de que no sólo es lo desconocido, también es lo incognoscible. No está en contra de lo conocido, está más allá de lo conocido. Para adentrarse en esa oscuridad, para adentrarse en ese lugar inex¬plorado sin mapas, sin senderos, para adentrarse sólo en ese ab¬soluto, hace falta tener la cualidad del guerrero.
A muchos de vosotros todavía os queda algo de esto porque una vez fuisteis niños; erais todos guerreros, soñabais con lo desconocido. Esa infancia está oculta pero no puede ser destrui¬da; está ahí, todavía tiene un rincón propio en tu ser. Deja que funcione; sed como niños y seréis de nuevo guerreros. Eso es lo quiero decir.
Y no te deprimas por tener una tienda y ser un hombre de negocios. No te deprimas; puedes ser un guerrero en cualquier lugar. Tomar riesgos es una cualidad de la mente, una cualidad infantil, confiar e ir más allá de lo que es seguro.
El más grande de los guerreros no tiene nada que ver con la guerra. No tiene nada que ver con luchar con otros. Tiene algo que ver con algo dentro de sí mismo. Y a pesar de que trae la vic¬toria, no es una lucha, no es una guerra, no es un conflicto. Pero hay que ser guerreros porque uno tiene que estar muy alerta, como un guerrero.
Hay que ser muy observador, muy meditativo, porque uno se está adentrando en la zona más oscura de la existencia.... Al fi¬nal hay luz, luz infinita, pero primero uno tiene que pasar a tra¬vés de una gran noche del alma. Hay todo tipo de trampas, mu¬chas posibilidades de extraviarte y hay todo tipo de enemigos internos. No hay que matarlos o destruirlos; tienen que ser transformados, tienen que ser convertidos en amigos. La rabia tiene que ser transformada en compasión, el deseo en amor, y así con todo. Por eso no es una guerra, pero sin duda uno necesita ser un guerrero.
De este modo es como, en Japón, surgió de la meditación todo el mundo del samurái, del guerrero, y así es como todos los tipos de artes marciales se convirtieron en caminos hacia la paz interior. La esgrima se convirtió en una de las prácticas más me¬ditativas de Japón. Uno tiene que estar muy alerta porque.... un solo momento de inconsciencia y acaban contigo.
El verdadero luchador de esgrima se vuelve tan alerta que antes de que otra persona le vaya a atacar, él lo sabe. Antes de que el pensamiento de ataque ni siquiera se haya cruzado por la mente del otro, él se ha preparado. Está listo. Su observación se vuelve tan profunda que comienza a leer el pensamiento del otro. Se dice que si dos verdaderos samuráis luchan no puede ganar nadie. La lucha puede continuar pero nadie puede vencer porque ambos estarán leyendo la mente del otro. Y antes de que puedas atacar, el otro está listo para defenderse.
La esgrima se convirtió en uno de los grandes focos de ilu¬minación. Parece raro, pero Japón ha hecho muchas cosas real¬mente extrañas. Desde beber té hasta la esgrima, todo ha sido convertido en meditación. De hecho la vida entera puede ser transformada en meditación, porque la meditación simplemen¬te significa estar más consciente.
Por eso ve hacia dentro y sé más consciente. Un día la victo¬ria será tuya, puedes tener la absoluta seguridad. Sólo tienes que cumplir con este requisito: tienes que ser totalmente consciente.
Una vez un samurái zen, un guerrero zen, volvió a casa del frente antes de lo previsto y se encontró a su criado haciendo el amor con su esposa. Siendo un hombre de zen le dijo a su criado:
-No te preocupes, acaba tu trabajo. Te espero fuera. Tendrás que agarrar una espada con las manos y luchar conmigo. Está, bien todo lo que está pasando. Te espero fuera.
El pobre criado se echó a temblar. Ni siquiera sabía cómo agarrar la espada, y su amo era un guerrero famoso; le iba a cor¬tar la cabeza de un solo golpe. Por eso salió corriendo por la puerta trasera a ver al maestro zen, que también era maestro del guerrero. Le dijo al maestro:
-Me he metido en un lío. Es culpa mía, pero ha sucedido.
El maestro escuchó su historia y dijo:
-No hace falta que te preocupes. Te enseñaré a sujetar la es¬pada, y también te voy a decir que no importa que tu amo sea un gran guerrero. Lo que importa es la espontaneidad. Y tú serás el mejor en espontaneidad, porque parece que él está confiado: ni se plantea que este criado vaya a sobrevivir. Será casi como un gato jugando con un ratón. Por eso no te preocupes. Sé total, y golpéale fuerte porque esa es tu única oportunidad de vivir, de supervivencia. Por eso no vayas a medias, no te supedites pen¬sando que quizá te vaya a perdonar. Nunca te perdonará; tienes que luchar con él. Le has provocado y desafiado. Pero no pasa nada, puedo ver que acabarás ganando.
El criado no podía creérselo y el maestro dijo:
-Deberías entender que también soy su maestro y sé que va a reaccionar de acuerdo a su entrenamiento. Sabiendo que va a ganar, no puede ser incondicional; y a ti no te queda más alter¬nativa que ser incondicional. Sé total. No sabes dónde ni cómo golpear, por eso golpéale en cualquier parte. ¡Vuélvete loco!
El criado dijo:
-Si tú lo dices, así lo haré. En realidad, no tengo ninguna posibilidad de sobrevivir; entonces, ¿por qué no hacerlo total¬mente?
Viendo que llegaba el momento, aprendió a sujetar la espa¬da, regresó y desafió a su amo:
-¡Venga, vamos!
El samurái no se lo podía creer. Estaba pensando que su cria¬do caería a sus pies llorando y gimiendo y diría:
-¡Perdóname!
Pero, en vez de eso, el criado rugía como un león y ¡tenía la espada de su maestro zen! Reconoció la espada y le dijo:
-¿De dónde la has sacado?
El criado respondió:
-De tu maestro. Venga, vamos, decidamos esto de una vez por todas. Uno de los dos sobrevivirá, pero los dos no.
El samurái sintió un pequeño temblor en su corazón, pero siguió pensando todavía:
-¿Cómo es posible? Son años de aprendizaje... He estado lu¬chando en guerras durante años, y este pobre criado...
Pero tuvo que sacar su espada.
El criado se volvió totalmente loco. No sabiendo dónde gol¬pear, golpeaba en todas partes.... El samurái estaba en desventa¬ja porque podía pelear con cualquier guerrero que supiera pe¬lear, pero este hombre no sabía nada y ¡estaba haciendo todo tipo de cosas! El criado le empujó contra el muro, y el samurái tuvo que decirle:
-Por favor, perdóname. Me vas a matar. No sabes luchar, ¿qué estás haciendo?
El criado dijo:
-No se trata de hacer. Son mis últimos instantes; voy a ha¬cerlo todo con totalidad.
El criado se convirtió en el vencedor, y el guerrero también fue al maestro y dijo:
-¿Qué milagro has hecho? En cinco minutos se convirtió en un gran guerrero, y estaba dando tales golpes, de una forma tan estúpida, que me podía haber matado. No sabe nada pero me po¬día haber matado. Me arrinconó contra el muro de mi casa, me puso su espada contra mi pecho. Le tuve que pedir perdón y le tuve que decir que estaba bien lo que había hecho y que podía continuar.
El maestro le dijo:
-Tienes que aprender una lección; finalmente, lo que impor¬ta es la totalidad, la incondicionalidad absoluta..., es igual que traiga la victoria o la derrota. Lo que importa es que este hom¬bre era total, y que un hombre total nunca es derrotado. Su to¬talidad es su victoria.
El jugador
¿Qué significa vivir peligrosamente?
VIVIR peligrosamente significa vivir. Si no vives peligrosamen¬te, no vives. La vida sólo florece en el peligro. La vida nunca florece en la seguridad; sólo florece en la inseguridad.
Si empiezas a vivir sin riesgos te conviertes en una charca estancada. Entonces tu energía deja de moverse. Entonces tie¬nes miedo, porque uno nunca sabe cómo adentrarse en lo desconocido. Y, ¿para qué arriesgarse? Lo conocido es más seguro. Después te obsesionas con lo conocido. Te sigue hartando, te aburre, te hace sentir desgraciado pero aún sigue pareciéndote familiar y confortable. Y por lo menos es conocido. Lo descono¬cido te hace temblar. La misma idea de lo desconocido te hace sentir inseguro.
Sólo hay dos tipos de personas en el mundo. Las personas que quieren vivir confortablemente.... están buscando la muer¬te, quieren una tumba confortable. Y las personas que quieren vivir, escogen vivir peligrosamente, porque la vida prospera sólo cuando hay riesgo. ¿Has ido alguna vez a escalar montañas? Cuanto más alto subes, más renovado te sientes, más joven. Cuan¬to más grande es el peligro de caer, cuanto más grande es el abismo que hay a tu lado, más vivo estás.... cuando estás entre la vida y la muerte, colgando entre la vida y la muerte. Entonces no hay aburrimiento, no hay polvo del pasado, ni deseo para el futuro. Entonces el momento presente es muy afilado, como una llama. Es suficiente. Vives en el aquí y ahora... 0 cuando es¬tás haciendo surf, esquiando o planeando: cuando hay riesgo de perder la vida hay una tremenda alegría, porque el riesgo de per¬der la vida te hace estar tremendamente vivo. Por eso a la gente le atraen los deportes peligrosos.
La gente escala montañas. Alguien le preguntó a Hillary: «¿Por qué trataste de subir al Everest?» Y Hillary respondió: «Porque está ahí, es un desafío constante.» Era arriesgado, mu¬cha gente había muerto antes. Desde hace casi sesenta o setenta años han estado yendo grupos, y era casi una muerte segura. Pero la gente seguía yendo. ¿Cuál era la atracción?
Subir más alto, ir mucho más lejos de lo conocido, de la vida rutinaria, te conviertes de nuevo en un salvaje, vuelves a formar parte del mundo animal. Vuelves a vivir como un tigre, un león o un río. De nuevo asciendes a los cielos como los pájaros, cada vez más lejos. Y en cada momento que pasa, la seguridad, la cuenta bancaria, la esposa, el marido, la familia, la sociedad, la iglesia, la respetabilidad, todo eso se va difuminando en la le¬janía, volviéndose cada vez más distante. Te quedas solo.
Por eso la gente está tan interesada en los deportes. Pero tampoco es un peligro real porque puedes convertirte en un ex¬perto. Puedes aprenderlo, te puedes entrenar. Es un riesgo muy calculado, si me permites la expresión, riesgo calculado. Puedes aprender montañismo y adoptar todas las precauciones. 0 con¬ducir, conducción deportiva. Puedes ir a 250 kilómetros por hora. Es peligroso, es emocionante. Pero te puedes volver un ex¬perto y el peligro es sólo para los novatos; para ti no lo es. Y aun¬que lo haya, es muy marginal. Además, todos estos riesgos son riesgos físicos, sólo está implicado el cuerpo.
Cuando te digo vive peligrosamente quiero decir que tomes no sólo riesgos físicos, sino psicológicos y finalmente espiritua¬les. La religión es un riesgo espiritual. Es ir a unas alturas de las que quizá no haya posibilidad de regresar.
Cuando te digo vive peligrosamente quiero decir que no vi¬vas una vida ordinariamente respetable.... alcalde de la ciudad o miembro de la cooperación. Esto no es vida. 0 eres ministro, o tienes una buena profesión y estás ganando mucho, y el dinero se va acumulando en el banco y todo va a la perfección. Cuando todo está yendo a la perfección, fíjate, te estás muriendo y no pasa nada. Puede ser que la gente te respete y cuando te mueras, una gran procesión seguirá tu cortejo. Bueno, eso es todo. En los periódicos publicarán fotos tuyas y escribirán editoriales, y después la gente te olvidará. Y has vivido toda tu vida sólo para esto.
Observa; uno puede desperdiciar su vida por cosas ordina¬rias, por cosas mundanas. Ser espiritual significa entender que esas pequeñas cosas no deberían tener demasiada importancia. No estoy diciendo que no tengan significado. Estoy diciendo que tienen significado, pero no tanto como tú te crees.
El dinero es necesario. Es una necesidad. Pero el dinero no es el objetivo y no puede serlo. Una casa es una necesidad, sin duda. Es una necesidad. No soy un asceta y no quiero que des¬troces tu casa y huyas a los Himalayas. La casa es una necesidad, pero la casa es una necesidad para ti. No me malentiendas. Bajo mi punto de vista, este asunto está patas arriba. Las personas vi¬ven como si fueran una necesidad para la casa. Siguen trabajan¬do para la casa. Como si fueran necesarios para la cuenta del banco; simplemente, van acumulando dinero y luego mueren. Y nunca han vivido. Nunca han tenido un solo momento de vida palpitante y fluyente. Estaban aprisionados en la seguridad, en la familiaridad, en la respetabilidad.
Entonces, es natural que te sientas aburrido. La gente llega a mí y me dice que están muy aburridos. Se sienten hartos, atas¬cados. ¿Qué hacer? Creen que con sólo repetir un mantra volve¬rán a la vida. No es tan fácil. Tendrán que cambiar su patrón de vida.
Ama, pero no pienses que mañana esa mujer estará disponi¬ble para ti. No te esperes eso. No reduzcas a esa mujer a una es¬posa. Entonces estás viviendo peligrosamente. No reduzcas ese
hombre a un marido, porque un marido es algo feo. Deja que tu hombre sea un hombre y que tu mujer sea una mujer. Y no hagas que tu día de mañana sea predecible. No esperes nada y es¬tate preparado para todo. Esto es lo que quiero decir con vive pe¬ligrosamente.
;Qué es lo que hacemos? Nos enamoramos de una mujer e inmediatamente vamos al juez, a la oficina M registro o a la iglesia a casarnos. No estoy diciendo que no te cases. Es una for¬malidad. Está bien, satisface a la sociedad. Pero, en el fondo de tu mente, nunca poseas a una mujer. Jamás, ni por un momen¬to, digas «me perteneces»; porque, ¿cómo te puede pertenecer una persona? Y cuando empiezas a poseer a una mujer, ésta te empieza a poseer a ti. Entonces, los dos dejáis de estar enamo¬rados. Sólo os estáis aplastando y matando mutuamente, parali¬zando mutuamente.
Ama, pero no degrades tu amor a través del matrimonio. Tra¬baja -hay que trabajar-, pero no dejes que tu trabajo se convier¬ta en tu única vida.
El juego debería ser tu vida, el centro de tu vida. El trabajo debería ser un medio para el juego. Trabaja en la oficina, traba¬ja en la fábrica y trabaja en la tienda, pero sólo para tener tiem¬po, oportunidad de jugar. No dejes que tu vida se reduzca a una rutina de trabajo, porque la meta de la vida es jugar.
Jugar quiere decir hacer algo por el puro placer de hacerlo.
Vienes a mí incluso para meditar, y te tomas la meditación como un trabajo. Piensas que hay que hacer algo para alcanzar a Dios. Es una tontería. De esa forma no se puede meditar. Tie¬nes que jugar, tienes que tomártelo como algo divertido. No tienes que tomártelo en serio. Tienes que disfrutarlo. Cuando lo disfrutas, progresa. Cuando empiezas a tomártelo como un tra¬bajo, una obligación que hay que cumplir -porque lo tienes que hacer, has de alcanzar moksha, nirvana*, liberación-, entonces has vuelto a traer tus tontas categorías al mundo del juego.
La meditación es un juego, un léela **. La disfrutas en sí misma.
Si disfrutas muchas más cosas por sí mismas estarás más vivo. Por supuesto, siempre habrá riesgo en tu vida, peligro. Pero la vida tiene que ser así. El riesgo forma parte de ello. De hecho, la mejor parte de la vida es el riesgo, es la mejor parte. La parte más hermosa es el riesgo. Cada momento es un riesgo. Quizá no seas consciente de ello. Inspiras, expiras. Hay un ries¬go. Incluso al expirar, ¿quién sabe si la respiración regresará o no? No es seguro, no hay garantía.
Pero hay algunas personas cuya religión es la seguridad. In¬cluso cuando hablan de Dios, hablan de él como la seguridad su¬prema. Si piensan en Dios, sólo lo hacen porque están asustados. Si van a rezar y a meditar, sólo lo hacen para aparecer en el libro de los buenos; en el libro de los buenos de Dios. «Si hay un Dios, sabrá que yo iba a la iglesia regularmente, era un devoto muy regular. Puedo alegarlo.» Su oración también es un medio.
Vivir peligrosamente significa vivir la vida como si cada mo¬mento fuera un fin en sí mismo. Cada momento tiene su propio valor intrínseco. Y no tienes miedo. Sabes que la muerte está ahí y aceptas el hecho, y no te estás escondiendo de la muerte. En realidad, vas a su encuentro. Disfrutas esos momentos de en¬cuentro con la muerte, físicamente, psicológicamente, espiri¬tualmente.
Vivir peligrosamente significa disfrutar de esos momentos en los que entras en contacto directo con la muerte, en donde la muerte se convierte casi en una realidad.
El amor te pone cara a cara con la muerte. La meditación te pone cara a cara con la muerte. Venir al Maestro es venir a tu propia muerte. Estar frente a frente con alguien que ha desapa¬recido es entrar en un abismo en el que te puedes perder y don¬de te puedes convertir en aquel que nunca regresa.
Los que son valientes se tiran de cabeza. Buscan oportunidades para el peligro. Su filosofía de la vida no es la de las com¬pañías de seguros. Su filosofía de la vida es la de un escalador, un esquiador un surfista. Y no sólo practican el surf en los mares exteriores; hacen surf en sus mares interiores. Y no sólo escalan los Alpes y los Himalayas externos; buscan cumbres internas.
Pero recuerda una cosa: nunca te olvides del arte de arries¬gar, nunca jamás. Permanece siempre capaz de arriesgar. Y cuando encuentres una oportunidad de arriesgar no la desperdicies y así nunca serás un perdedor.
El riesgo es la única garantía para estar vivo de verdad.
El creador
En el pasado, todos los artistas famosos han sido co¬nocidos por su estilo de vida bohemio. Por favor, ¿puedes decimos algo sobre la creatividad y la disci¬plina?
LA VIDA bohemia es la única que vale la pena vivir! Los de¬más tipos de vida son tibios; más que maneras de vivir la vida apasionada e intensamente son maneras de cometer un len¬to suicidio. En el pasado, era inevitable que el artista viviera en rebelión, porque la creatividad es la rebelión más grande de la existencia. Si quieres crear, te tienes que liberar de todos los condicionamientos; de lo contrario, tu creatividad no será nada más que copiar, sólo será una copia. únicamente podrás ser crea¬tivo si eres un individuo, no puedes crear si formas parte de la psicología de masas. La psicología de masas no es creativa; vive la vida como un fastidio. No conoce el baile, el canto, la diver¬sión; es mecánica.
Por supuesto, hay ciertas cosas que la sociedad te dará sólo si eres mecánico. Conseguirás ser respetado, conseguirás hono¬res. Las universidades te concederán licenciaturas, los países te darán medallas de oro, por último, podrías recibir el Premio No-bel. Pero todo este asunto es horrible.
Un verdadero genio descartará toda esa tontería porque es un soborno. Que te den el Premio Nobel sólo significa que eres respetado por tus servicios a los poderes establecidos, que eres honrado porque has sido un buen esclavo, obediente, no te has descarriado, has seguido un camino ya recorrido.
El creador no puede seguir un camino ya recorrido. Tiene que buscar y encontrar su propio camino. Tiene que indagar en las junglas de la vida, tiene que ir solo, tiene que marginarse de la psicología de masas, de la psicología colectiva. La mente co¬lectiva es la mente más inferior del mundo; hasta los así llama¬dos idiotas están un poco por encima de la idiotez colectiva. Pero la colectividad tiene sus propios sobornos: respeta a las perso¬nas, honra a las personas, sólo si persisten en que el camino de la mente colectiva es el único camino correcto.
En el pasado, creadores de todos los tipos -pintores, bailari¬nes, músicos, poetas, y escultores- tuvieron que renunciar a ser gente respetable por pura necesidad. Tuvieron que vivir un esti¬lo de vida bohemio, la vida del vagabundo; esa era la única posi¬bilidad que tenían de ser creativos. En el futuro no hace falta que sea así. Si me entiendes, si sientes que lo que estoy diciendo tie¬ne algo de verdad, entonces en el futuro todo el mundo deberá vivir individualmente y no habrá necesidad de una vida bohemia. La vida bohemia es la consecuencia de una vida respetable, or¬todoxa, fija y convencional.
NI¡ esfuerzo consiste en destruir la mente colectiva y hacer libre a cada individuo, para que sea él mismo o ella misma. En¬tonces no habrá ningún problema; entonces podrás vivir como quieras. De hecho, la humanidad nacerá realmente el día en que sea respetada la rebelión del individuo. La humanidad todavía no ha nacido; está todavía en el útero. Lo que ves como humanidad es sólo un fenómeno muy engañoso. A menos que demos a cada persona libertad individual, libertad absoluta para ser él mismo, para existir a su manera.... Y, por supuesto, no tiene que inter¬ferir con nadie más; esa es parte de su libertad. Nadie debería de interferirle a nadie.
Pero en el pasado todo el mundo ha estado metiendo las narices en los asuntos de todos los demás, incluso en cosas que son absolutamente privadas, que no tienen nada que ver con la so¬ciedad. Por ejemplo, te enamoras de una mujer; ¿qué tiene eso que ver con la sociedad? Es un fenómeno puramente personal, no es un fenómeno de interés público. Si dos personas están de acuerdo en comulgar en amor, la sociedad no debería de inmis-cuirse. Pero la sociedad se inmiscuye con toda su parafernalia de forma directa, de forma indirecta. El policía se interpondrá en¬tre los dos amantes; el magistrado se interpondrá entre los dos amantes; y por si fuera poco, la sociedad ha creado un súper po¬licía: Dios, que se ocupará de ti.
La idea de Dios es la del mirón que no respeta tu intimidad ni en el lavabo, que mira por el agujero de la cerradura para ver lo que estás haciendo. Eso es feo. Todas las religiones del mun¬do están observándote; es feo. ¿Qué tipo de Dios es este? ¿No tie¬ne otra cosa que hacer más que espiar a todo el mundo, seguir a todo el mundo? ¡Parece que es el supremo detective!
La humanidad necesita un nuevo sustrato..., una tierra de li¬bertad. La bohemia fue una reacción, una reacción necesaria, pero si mi visión triunfa no habrá bohemia, porque no habrá una men¬te colectiva tratando de dominar a las personas. Entonces, todo el mundo estará relajado consigo mismo. Por supuesto, no tienes que interferir con nadie pero en lo que respecta a tu vida tie¬nes que vivir según tus propias convicciones. Sólo entonces hay creatividad. La creatividad es la fragancia de la libertad individual.
Me preguntas: «Por favor, ¿nos puedes decir algo sobre la creatividad y la disciplina?»
Disciplina es una hermosa palabra, pero ha sido mal em¬pleada en el pasado, como todas las demás palabras hermosas. La palabra disciplina viene de la misma raíz que la palabra discípu¬lo; el significado etimológico de la palabra es proceso de apren¬dizaje. El que está dispuesto a aprender es un discípulo y el pro¬ceso de estar dispuesto a aprender es disciplina.
La persona experta no está nunca dispuesta a aprender por¬que piensa que ya sabe; está muy centrada en su así llamado co¬nocimiento. Su conocimiento no es otra cosa que alimento para su ego. No puede ser un discípulo, no puede tener una auténti¬ca disciplina.
Sócrates dice: «Sólo sé que no sé nada.» Ese es el principio de la disciplina. Cuando no sabes nada, por supuesto, surge un gran anhelo por aprender, por buscar, explorar, por investigar. Y en el momento en el que empiezas a aprender, inevitablemente, le sigue otro factor: tienes que renunciar continuamente a todo lo que has aprendido; de lo contrario, se convierte en conoci¬miento y el conocimiento te impedirá seguir aprendiendo.
Un hombre verdaderamente disciplinado nunca acumula; muere momento a momento a todo aquello que ha llegado a co¬nocer y se vuelve otra vez ignorante. La ignorancia es realmen¬te luminosa. Una de las experiencias más hermosas de esta exis¬tencia es vivir en un estado luminoso de no saber. Cuando estás en un estado de no saber estás abierto. No hay barreras, estás dis¬puesto a explorar. Los hindúes no pueden experimentarlo, ya es¬tán repletos de conocimientos. Los musulmanes no pueden ex¬perimentarlo, tampoco los cristianos.
La disciplina ha sido malinterpretada. La gente ha estado di¬ciendo a los demás que disciplinen su vida, que hagan esto y que no hagan aquello. Al hombre le han sido impuestos miles de de¬berías y no deberías, y cuando un hombre vive con miles de deberías y no deberías no puede ser creativo. Es un prisionero; por todos lados se tropezará con un muro.
La persona creativa tiene que disolver todos los deberías y no deberías. Necesita libertad y espacio, un espacio inmenso, nece¬sita el cielo entero y todas las estrellas, sólo entonces su espon¬taneidad interior comenzará a crecer.
Por eso recuerda, mí significado de disciplina no es el de los diez mandamientos; no te estoy dando ninguna disciplina; te estoy dando simplemente un vislumbre de cómo seguir aprendiendo y no convertirte en un erudito. Tu disciplina tiene que salir de tu co¬razón, tiene que ser tuya, y hay una gran diferencia. Cuando otra persona te impone la disciplina nunca podrá encajar contigo; será como llevar la ropa de otro. Será siempre o demasiado floja o de¬masiado apretada, llevándola siempre te sentirás un poco ridículo.
Mahoma les ha dado una disciplina a los musulmanes; quizá fuera buena para él, pero no puede ser buena para todos. Buda les ha dado una disciplina a millones de budistas; quizá fuera buena para él, pero no puede ser buena para todos los demás. La disciplina es un fenómeno individual; siempre que la tomas prestada empiezas a vivir de acuerdo a principios prefijados, muertos. Y la vida nunca es muerte; la vida es un cambio cons¬tante momento a momento. La vida es un ¡lujo.
Heráclito tiene razón: no puedes adentrarte dos veces en el mismo río. De hecho, me gustaría decir que no puedes aden¬trarte en el mismo río ni siquiera una vez, ¡el río va muy rápido! Hay que estar alerta, observar cada situación y sus matices, uno tiene que responder a cada situación de acuerdo al momento, no de acuerdo a cualquier otra respuesta confeccionada por otros.
¿Eres capaz de ver la estupidez de la humanidad? Hace cin¬co mil años, Manu les dio una disciplina a los hindúes y todavía la continúan observando. Hace tres mil años, Moisés le dio una disciplina a los judíos y todavía la siguen observando. Hace cin¬co mil años, Adinatha le dio su disciplina a los jainistas y todavía continúan observándola. ¡Todas estas disciplinas están volviendo loco al mundo! Son caducas, deberían haber sido enterradas hace mucho tiempo. Estás cargando cadáveres y esos cadáveres apestan. Y cuando vives rodeado de cadáveres, ¿qué tipo de vida puedes tener?
Yo te enseño el momento, la libertad del momento y la res¬ponsabilidad del momento. Una cosa podría estar bien en este momento y podría ser un error el momento próximo. No in-tentes ser consistente; de otra forma, estarás muerto. Sólo los muertos son consistentes.
Intenta estar vivo con todas sus inconsistencias y vive cada momento sin ninguna referencia al pasado, sin ninguna re¬ferencia al futuro tampoco. Vive el momento en el contexto del momento, y tu respuesta será total. Y esa totalidad tiene belleza y esa totalidad es creatividad. Entonces todo lo que hagas tendrá su propia belleza.
El anciano
¿Ale podrías contar algo sobre la vejez?
UNA PERSONA puede envejecer o bien seguir creciendo. La per¬sona que sólo envejece no ha vivido en absoluto. Ha pasado el tiempo, pero no ha vivido. Toda su vida no es más que repre¬sión. Yo te enseño a no envejecer. Eso no significa que no te ha¬gas viejo, significa que te doy otra dimensión: seguir creciendo. Indudablemente envejecerás, pero sólo será cierto en lo que al cuerpo se refiere. Pero tu conciencia no envejecerá, tú no en-vejecerás; sólo seguirás creciendo. Seguirás madurando.
Pero todas las religiones del mundo han estado cometiendo tales crímenes que no pueden ser perdonadas. No te han estado enseñando a vivir, te han estado enseñando a no vivir, a renun¬ciar a la vida, a renunciar al mundo. Este mundo, según las re¬ligiones, es un castigo. Estás en una cárcel. Por eso, lo único que hay que hacer es tratar de escapar de esta cárcel tan pronto como puedas. Eso no es verdad.
La vida no es un castigo. La vida es tan valiosa que no puede ser un castigo, es una recompensa. Y tú deberías dar las gracias a la existencia por escogerte; por respirar a través tuyo, por amar a través tuyo, por cantar a través tuyo, por bailar a través tuyo.
Si uno sigue creciendo en madurez y comprensión, nunca envejece; uno siempre es joven porque siempre está aprendien¬do. Aprender te mantiene joven. Siempre eres joven porque no estás cargado de represiones. Y como no tienes peso, te sientes como si fueras un niño, un recién llegado a esta hermosa tierra.
He oído contar que tres sacerdotes se dirigían hacia Pitts¬burgh. Llegaron a la ventanilla para comprar los billetes y la mu¬jer que los vendía era extraordinariamente hermosa. Sus ropas eran casi inexistentes, tenía unos hermosos pechos y un escote en uve.
El más joven de los sacerdotes fue hasta la ventanilla, pero se le olvidó todo sobre el viaje: sólo veía dos bonitos pechos. La mujer le preguntó:
-¿Qué puedo hacer por usted?
-Tres billetes para Tetasburg -dijo él.
La mujer se enfureció:
-¡Oiga, usted es un sacerdote! -dijo.
El segundo se aproximó y le echó a un lado. Le dijo a la mujer:
-No se enfade, él es nuevo, inmaduro. Haga el favor de dar¬nos tres billetes para Tetasburg.
La mujer le miró, ¿estos hombres están locos o qué?
-... Y recuerde una cosa: me gustaría que me diera el cam¬bio en monedas de pezones* y duros.
La mujer empezó a gritar y a chillar:
-¡Esto es demasiado!
Entonces, el sacerdote más viejo se acercó y le dijo:
-Hija mía, no se enfade. Estos hombres viven en un monasterio, no salen, no ven nada. Debería de ser un poco más com¬prensiva con ellos: han renunciado a la vida. Cálmese. Bueno, necesitamos tres billetes para Tetasburg.
La mujer no se lo podía creer; ¡los tres parecían idiotas!
El viejo sacerdote dijo:
-Recuerde una cosa, se lo advierto: use ropas más convenientes para cubrir su hermoso cuerpo. De lo contrario, el día del Juicio Final San Dedo ¡le señalará con su Pedro!
Esa es la situación de la persona obsesa. Cuanto más niegas tu vida, más te obsesionas con ella. Hasta ahora, no hemos per¬mitido que el hombre viva una vida sin obsesiones.
Todas las religiones y los gobiernos están enfadados conmi¬go por la sencilla razón de que estoy a tu favor, a favor de tu li¬bertad y de una vida sin obsesiones; una vida pura, que fluye na¬turalmente, dichosa, haciendo de toda la vida un paraíso.
No estamos buscando ningún paraíso en las nubes. Si está ahí, lo alcanzaremos, pero primero tenemos que crear el paraíso aquí en la tierra, esa será nuestra preparación. Si podemos vivir en un paraíso aquí en la tierra, entonces donde quiera que esté el paraíso es nuestro; nadie más puede reclamarlo; ¡no, al menos, esos sacerdotes, monjes y monjas! Todas esas personas están des¬tinadas al infierno, porque en la superficie son una cosa y en su interior son exactamente lo opuesto. Trata de ser natural.
Arriésgalo todo por ser natural y no tendrás las de perder.
¿Por qué existe la expresión <,viejo verde»? Me estoy haciendo viejo y sospecho que la gente esta empe¬zando a pensar eso de mí.
El viejo verde existe por culpa de una sociedad represiva que ha durado muchísimo tiempo.
Si a la gente se le permite vivir su vida sexual disfrutándola, cuando tengan cerca de cuarenta y dos años -ten en cuenta que estoy diciendo cuarenta y dos, no ochenta y cuatro-, justo cuan¬do están acercándose a los cuarenta y dos años, el sexo empieza a perder su dominio sobre ellos. Igual que el sexo aparece y se convierte en muy poderoso cuando uno tiene catorce años, exac¬tamente del mismo modo, cuando uno tiene cuarenta y dos años, empieza a desaparecer. Es su destino natural. Y cuando desaparece el sexo, el hombre mayor tiene un amor, una compa¬sión de un tipo completamente distinto. No hay lujuria en su amor, no hay deseo, no quiere sacar nada de ello. Su amor tiene pureza e inocencia; su amor es una alegría.
El sexo te da placer. Y el sexo te da placer sólo cuando te has adentrado en el sexo; entonces, el placer es la meta del sexo. Si el sexo ha dejado de tener importancia, no por represión, si no porque lo has experimentado tan profundamente que ya no tie¬ne ningún valor... Lo has conocido, y este conocimiento siem¬pre trae libertad. Lo has conocido totalmente, y porque lo has conocido, el misterio se ha acabado, entonces no hay nada más que explorar. En ese conocer, toda la energía, la energía sexual se transmuta en amor, compasión. Entonces das porque te em¬barga la alegría. Entonces el hombre mayor es el hombre más bello del mundo, el hombre más limpio del mundo.
No existe en ningún idioma la expresión «viejo limpio». Nunca la he escuchado. Pero esta expresión, «viejo verde», exis¬te en casi todos los idiomas del mundo. La razón es que el cuer¬po envejece, el cuerpo se fatiga, el cuerpo quiere librarse de toda sexualidad, pero la mente, por culpa de los deseos reprimidos, todavía siente anhelo. Cuando el cuerpo no es capaz -y la men¬te te sigue persiguiendo continuamente por algo que el cuerpo es incapaz de hacer-, el viejo está aviado. Sus ojos están llenos de sexo. son lujuriosos; su cuerpo está muerto y apagado. Y su mente sigue pinchándole. Comienza a tener un aspecto sucio, una cara sucia; empieza a tener algo feo.
Me recuerda a la historia de un hombre que oyó cómo su es¬posa y su hermana discutían sus frecuentes viajes de negocios fuera de la ciudad. La hermana seguía sugiriendo que una espo¬sa debía preocuparse porque su marido fuese sin acompañante a esos lujosos hoteles para convenciones, llenos de atractivas mujeres solteras a su alrededor.
_-Yo, preocuparme? -dijo la mujer-. ¿Por qué? Nunca me ha engañado. Él es demasiado leal, demasiado decente..., demasia¬do viejo.
El cuerpo, antes o después, envejece -su destino es hacerse viejo-, pero si no has vivido tus deseos, éstos clamarán a tu al rededor, inevitablemente, crearán algo desagradable en ti. En e caso contrario, el hombre mayor se convierte en el hombre más hermoso del mundo porque alcanza la inocencia, la misma ¡no ciencia del niño, o incluso mucho más profunda que la del niño se vuelve un sabio. Pero si todavía hay deseos circulando como una corriente subterránea, entonces estará atrapado en una vo¬rágine.
Un hombre muy viejo fue arrestado mientras intentaba agre¬dir sexualmente a una mujer joven. Viendo en el juicio a un hombre tan anciano, de ochenta y cuatro años, el juez redujo el cargo de violación a asalto con arma de fogueo.
Si estás envejeciendo, recuerda que la vejez es el clímax de la vida. Recuerda que la vejez puede ser la experiencia más bella, porque el niño tiene esperanzas en el futuro, vive en el futuro. Tiene grandes deseos de hacer esto, de hacer lo otro. Todo niño piensa que va a ser alguien especial en el futuro, Alejandro Mag¬no, Joseph Stalin, Mao Zedong. Vive en sus deseos y en el futu¬ro. El hombre joven está demasiado poseído por sus instintos, todos los instintos están explotando en él. El sexo está ahí: el hombre joven está poseído por unas fuerzas naturales tan gran¬des que no puede ser libre. Ahí está la ambición, el tiempo corre rápido y él tiene que hacer algo y ser alguien. Todas esas espe¬ranzas, deseos y fantasías de la niñez tienen que ser realizadas; tiene mucha precipitación, tiene prisa.
El anciano sabe que esos deseos infantiles eran realmente in¬fantiles. El anciano sabe que esos días de la juventud con su vo¬rágine se han ido. El anciano está en el mismo estado de silen¬cio que queda después de la tormenta. Ese silencio puede ser de una belleza, una profundidad y una riqueza tremendas. Si el an¬ciano es realmente maduro, lo que sucede en contadas ocasiones, entonces será hermoso. Pero la gente sólo envejece, no si¬guen creciendo. De ahí el problema.
Sigue creciendo, sigue madurando, vuélvete más alerta y más consciente. Y la vejez es la última oportunidad que tienes: antes de que llegue la muerte, prepárate. ¿Y cómo se prepara uno para la muerte? Volviéndote más meditativo.
Si hay algún deseo acechante todavía por allí, y el cuerpo está envejeciendo y no es capaz de satisfacer esos deseos, no te preocupes. Medita sobre estos deseos, observa, sé consciente. Con sólo estar consciente y alerta, esos deseos y la energía con¬tenida en ellos puede ser transmutada. Pero antes de que llegue la muerte, libérate de todos los deseos.
Cuando digo libérate de todos los deseos, simplemente quie¬ro decir que te liberes de todos los objetos de deseo. Entonces, es puro anhelo. Ese puro anhelo es divino, ese puro anhelo es Dios. Entonces hay pura creatividad sin ningún objeto, sin nin¬guna dirección, sin destino; sólo pura energía, una reserva de energía que no va a ningún sitio. En esto consiste la budeidad.
El maestro
Para el mundo occidental los términos «libertad» y «maestro» son virtualmente exclusivos. Para aque¬llos que te han conocido esto es salvajemente in¬exacto. ¿Cómo redefinirías libertad y maestro para la comprensión occidental?
EL MUNDO occidental no ha entrado en contacto con la tre¬menda realidad que ocurre en el encuentro de un maestro y su discípulo. Por supuesto, no es visible. Es como el amor, pero más grande, más profundo y más misterioso.
Occidente ha tenido los santos y sus seguidores. Los santos exigen rendición, los santos exigen fe. Y en el momento que te haces creyente dejas de ser; toda tu individualidad ha sido elimi¬nada. Desde ese momento eres un cristiano o un judío, pero no eres tú. El fenómeno del maestro y el discípulo ocurrió en Oriente en sus días dorados, cuando había gente como Lao Tzu, Zaratustra y Gautama el Buda. Ellos crearon un nuevo tipo de relación completamente nuevo.
No todo el mundo puede pintar como Picasso, ni todo el mundo puede ser Miguel Ángel. Occidente se ha perdido el tener un Gautama el Buda. Jesús no es en absoluto comparable. Jesús es simplemente un judío, creyente de todos los dogmas judíos.
Tiene fe; de hecho, un poco demasiado. Gautama el Buda es un rebelde; no es seguidor de nadie. Ni Lao Tzu es el seguidor de na¬die. No tienen escrituras, no tienen sistemas de creencias. Han buscado por su cuenta, solos; arriesgando, porque se están ale¬jando de la multitud por un camino solitario, sin saber dónde va a terminar su viaje pero confiando en su corazón, experimen¬tando pequeñas indicaciones, la paz va creciendo, el amor está floreciendo, una nueva fragancia ha llegado a su ser, que sus ojos ya no están llenos de polvo del pasado. Una claridad y transpa¬rencia tremendas.... y saben que están en el camino correcto.
No hay guía, y no te encontrarás a nadie en el camino para preguntarle a qué distancia está la meta. Es un vuelo de la so¬ledad a la soledad. Pero una vez que un hombre encuentra la verdad él solo, naturalmente se hace consciente de que no hace falta ninguna religión organizada; es un obstáculo, que no hace fal¬ta sacerdotes ni mediadores; ellos no te dejarán alcanzar la ver¬dad. Ese hombre, que ha encontrado la verdad, se convierte en un maestro.
La diferencia es sutil y tiene que ser entendida. El discípulo no es un seguidor; el discípulo simplemente se ha enamorado. Tú no llamas seguidores a los amantes. Algo ha hecho clic en su ser, en la presencia de alguien. No se trata de que le hayan con¬vencido sus ideas. No es una convicción, no es una conversión, es una transformación. En el momento que un buscador entra en contacto con uno que ha encontrado se produce una gran sincronicidad. Mirándose mutuamente a los ojos, sin decir una palabra, algo que nunca han soñado de repente se convierte en la realidad más grande.
No es creencia, porque la creencia está siempre en las filoso¬fías, en las ideologías. No es fe, porque la fe está en invenciones para las que nadie puede encontrar pruebas o evidencias; es con¬fianza. Lo que relaciona al maestro con el discípulo es la confianza. La confianza es el florecimiento más grande del amor. ¿Y cómo puede el amor hacer esclavo a nadie? El mismo hecho de que el amor es lo que une al maestro y al discípulo, es sufi-ciente indicación de que el maestro ofrecerá todas las posibilidades para la liberación del discípulo; de lo contrario, estaría traicionando al amor, y ningún maestro puede traicionar el amo
El amor es la realidad esencial. Él tiene que realizarlo en s acciones, en sus palabras, en sus relaciones, en sus silencio Haga lo que haga, sólo tiene que cumplir un requisito: que s su amor. Y si una persona está tanteando en la oscuridad, les llega un discípulo..., sólo un sacerdote puede aprovecharse, sólo un político puede aprovecharse de él. Están a la caza de seguidores; el político y el sacerdote, ambos. El político y el sacerdote están de acuerdo en un punto, que necesitan seguidores; sólo así pueden ser alguien. Y tienen territorios separados: el político se ha apropiado de la parcela mundana y el sacerdote de la espiritual. Entre los dos han convertido a toda la humanidad en e clavos. Han destrozado la libertad de todo el mundo.
La contribución más grande ha llegado de algunos pocos maestros que han alcanzado no sólo su propia libertad sino también la libertad de aquellos que les han amado. Es simplemente inconcebible: si me amas, ¿cómo puedo esclavizarte? Si n amas, sólo me podré alegrar de tu libertad. Verte abrir las alas el cielo hacia lo desconocido, hacia lo más lejano, lo misterios esa será mi alegría, y no el que te ates a un cierto dogma, credo culto, religión o filosofía. Son diferentes clases de cadenas manufacturadas por diferentes tipos de personas, pero su propósito es el mismo.
Porque Occidente no ha conocido maestros... Ha tenido papas, ha tenido profetas, ha tenido salvadores, ha tenido santo Es absolutamente inconsciente de que hay una dimensión q no ha comprendido, y esa dimensión es la más valiosa. Como la ha comprendido, ha surgido un gran malentendido. A veces sucede.... ya conocéis la hermosa parábola de Esopo.
Un zorro está tratando de alcanzar las hermosas uvas maduras, que cuelgan justo por encima de su cabeza, saltando tan al como puede. Pero su salto es más corto que la altura de las uvas, cansado, sudando, habiéndose caído muchas veces, mira a su rededor para ver si alguien está observándole.
Un conejito estaba mirando escondido en un pequeño ma¬torral. Esto era peligroso, este conejo podría difundir la noticia por todos lados. El zorro se alejó de las uvas caminando. El co¬nejo le siguió y le preguntó:
-Tío, sólo una pregunta. ¿Qué ha pasado? ¿Por qué no podías alcanzar las uvas?
El zorro estaba muy enfadado. Le dijo:
-En cuanto te vi sospeché que ibas a propagar rumores so¬bre mí. He decidido no llevarme esas uvas porque no están ma¬duras. Y como oiga a alguien hablar de esas uvas, te mataré, por¬que eres el único testigo.
Es una pequeña parábola, pero contiene un significado enor¬me: empiezas a condenar todo aquello que no puedes alcanzar; las uvas no están maduras.
Me estás preguntando: «Para el mundo occidental, los tér¬minos "libertad" y "maestro" son virtualmente exclusivos. Para aquellos que te han conocido esto es salvajemente inexacto. ¿Cómo redefines libertad y maestro para la comprensión occi¬dental?»
La palabra maestro crea confusión. Te hace pensar que te has convertido en un esclavo, que alguien se ha convertido en tu maestro. En Oriente, la palabra se usa en el sentido de que tú te has convertido en tu propio maestro, que has dejado de ser un esclavo, que has alcanzado la libertad. Idiomas diferentes surgi¬dos en climas diferentes con gente diferente, diferentes expe¬riencias, están destinadas a crear ese tipo de confusiones.
Para la conciencia occidental nunca ha sido un objetivo ser el maestro de uno mismo; al contrario, éste siempre ha sido cómo conquistar a otros, cómo ser el maestro de otros. Es difí¬cil traducir muchas palabras orientales al idioma occidental. Existe la misma dificultad si quieres traducir física cuántica a idiomas orientales; no encontrarás las palabras adecuadas, por¬que antes de que el idioma aparezca tiene que existir la expe¬riencia, la experiencia crea el idioma. Y si lo intentas, está destinado a que sucedan cosas muy divertidas. La palabra oriental para maestro es acharya. La palabra acharya significa uno que vive su vida auténticamente, de acuerdo a su propio conoci¬miento y consciencia. Y si te acercas a una persona así, ¿qué pue¬de darte? Estando con él, sólo aprenderás una cosa: cómo vivir en libertad, consciencia, con profunda integridad y dignidad. Es¬tamos usando la palabra maestro para acharya.
La palabra discípulo es más afortunada, porque la palabra oriental shishya y la palabra discípulo tienen exactamente los mismos significados; por razones diferentes, pero los significa¬dos son los mismos. El discípulo es uno que está tratando de aprender algo. El significado etimológico de la palabra discípulo es el mismo que el de la palabra disciplina. Significa prepararte a aprender, a entender. Así como está es perfecta; puede usarse. En lo que se refiere a la palabra maestro... El discípulo se acaba de enamorar de¡ maestro y quiere aprender de él esa misma li¬bertad, esa misma sinceridad, esa misma integridad, esa misma altura de conciencia. No se cuestiona la rendición, no se cues¬tiona la creencia. En presencia del maestro, en la atmósfera del maestro, los discípulos empiezan a descubrir nuevas dimensio¬nes que no conocían y que estaban dentro de ellos en potencia. El maestro no les da nada excepto su amor; tampoco se puede decir que lo dé. Simplemente, se derrama. Del mismo modo que el sol derrama sus rayos sobre las flores, sobre los pájaros, sobre los animales, todo aquel que se acerca al maestro es bendecido con su amor.
Si estás buscando, si estás dispuesto a aprender, si todavía no eres un erudito, si todavía no estás lleno de prejuicios, si todavía no eres creyente, si no has vendido tu espíritu a alguna teología, a alguna religión, a alguna ideología, entonces, con sólo estar cerca del maestro, algo empieza a revelarse. Es la transmisión de la luz. Así es como se ha conocido en Oriente: la transmisión de la luz de un corazón, que ha descubierto su propio fuego, a otro corazón que está tanteando en la oscuridad. Sólo acercán¬dose... Imagínate dos velas, una encendida y otra apagada, acer¬cándose cada vez más. De repente, llega un momento en el que te maravillarás; las dos velas están encendidas. La llama ha saltado a la otra vela. Con sólo una cierta proximidad... El amor crea esa proximidad y la llama salta de un corazón al otro. No se trata de que alguien se rinda, no se trata de que alguien crea.
Pero tu pregunta es importante, porque normalmente ni siquiera en Oriente encontrarás el tipo de maestro que estoy definiendo. Oriente ha caído en una gran oscuridad. Los días de Gautama el Buda ya no son una realidad, sino sólo una her¬mosa memoria, un sueño que quizá sucedió o quizá alguien soñó.
Una mañana el gran rey Prasenjita vino a ver a Gautama el Buda. Llevaba en una de sus manos una hermosa flor de loto y en la otra uno de los diamantes más preciosos de aquellos días. Había venido porque su esposa insistió:
-Cuando Gautama el Buda está aquí, estás malgastando tu tiempo con idiotas, hablando de cosas innecesarias.
Ella había visitado a Gautama el Buda desde su infancia; lue¬go se casó. Prasenjita no tenía ninguna inclinación de ese tipo, pero como ella insistió tanto dijo:
-Merece la pena visitarle, por lo menos una vez, para ver qué tipo de hombre es.
Pero era un hombre con un ego muy grande, de modo que tomó el diamante más preciado de su tesoro para regalárselo a Gautama el Buda.
No quería llegar allí como un hombre ordinario. Todo el mundo tenía que enterarse... De hecho, quería que todo el mun¬do supiera: «¿Quién es más grande, Gautama el Buda o Prasen¬jita?» El diamante era tan valioso que había habido muchas disputas y guerras por su causa.
Su esposa se echó a reír y dijo:
-No te das cuenta de quien es el hombre al que te estoy lle¬vando. Es preferible que le lleves una flor de regalo que una piedra.
Él no lo podía entender, pero dijo:
-No hay nada mato, puedo llevar las dos cosas. Veremos.
Cuando llegó allí le ofreció su diamante, que llevaba en u de sus manos, y Buda simplemente dijo:
-¡Déjalo caer!
Naturalmente, ¿qué vas a hacer? Lo dejó caer. Pensó que q zá su mujer tenía razón. En la otra mano llevaba la flor de loto y cuando trató de ofrecérsela, Buda dijo:
-¡Déjala caer!
También la dejó caer y se asustó un poco: parece que es hombre está loco, aunque diez mil discípulos... Y se quedó a de pie pensando que la gente debía pensar que era un estúpido Y Buda dijo por tercera vez:
-¿No me oyes? ¡Déjala caer!
Prasenjita se dijo a sí mismo: «¡Está totalmente loco! He dejado caer el diamante, he dejado caer la flor de loto; ya no tengo nada.»
Y en ese mismo momento Sariputra, un viejo discípulo Gautama el Buda, empezó a reírse. Su risa hizo que Prasenjita girara hacia él y le preguntó:
-¿Porqué te estás riendo?
Él dijo:
-No entiendes el idioma. No te está diciendo que dejes c el diamante, no te está diciendo que dejes caer la flor de loto. está diciendo que te dejes caer, que dejes caer tu ego. Puedes quedarte el diamante, puedes quedarte la flor de loto, pero d caer el ego. No te lo vuelvas a llevar.
Esos eran días hermosos. De repente se abrió un nuevo cielo para Prasenjita. Se dejó caer a los pies de Gautama el Buda con total humildad, y nunca se fue. Entró a formar parte de gran caravana que solía seguir a Gautama el Buda. Se olvidó su reino, se olvidó de todo. Lo único que quedó de él fue e hermoso hombre, esta tremenda gracia, ese magnetismo invisible, esos ojos y ese silencio. Y él se quedó prendado de todo esto.
No es cuestión de creer. No es cuestión de convertirse, de argumentación, es una cuestión de la más alta calidad del Amor.
Hoy en día es raro encontrar a un maestro y hay muchos impostores. Una de las cosas que se puede decir de los impostores es que puedes reconocerlos inmediatamente. En cuanto te piden que creas en cualquier cosa, en cuanto te piden que sigas unas ciertas reglas, regulaciones, en cuanto te piden que tengas fe en ellos, que nunca dudes, nunca preguntes, que tengas una fe indudable; esas son las indicaciones de los impostores. Donde¬quiera que los encuentres, escapa de ese lugar tan rápido cómo puedas.
Pero esa gente está en todo el mundo, no sólo en Occidente sino también en Oriente. Es muy extraño que te encuentres con un maestro que te dé dignidad, que te dé amor, que te dé liber¬tad que no te cree ninguna atadura, que no haga ningún con¬trato y que no quiera convertirte en su sombra; él quiere que seas tú mismo. En cuanto encuentres a un hombre como éste habrá llegado el momento más importante de tu vida. No lo de¬les escapar. Hay muchos impostores, pero los auténticos maes¬tros son inmensamente raros.
Desfortunadamente, en nuestra época, en nuestro tiempo los hemos olvidado completamente de una determinada dimensión no sólo en Occidente. En Occidente nunca lo han descu¬bierto, pero en Oriente lo descubrimos y lo perdimos. Si deja de haber maestros que hayan alcanzado su potencia¡ más alto, que le hayan hecho uno con Dios, entonces será muy difícil para los discípulos que están tanteando en la oscuridad, a ciegas, con todo tipo de distracciones, encontrar su propia dignidad, su proio ser.
Mi esfuerzo aquí no es hacer discípulos, eso es sólo el prologo, sino crear maestros, tantos maestros como sea posible. El mundo necesita inmensamente, urgentemente, mucha gente consciente amorosa, libre, sincera. Sólo esa gente puede crear una cierta atmósfera espiritual que podrá impedir que este mundo sea destruido por las fuerzas suicidas, que son muy podero¬sas, pero no más poderosas que el amor.
Zorba el Buda
¿Cuál es tu noción de la rebelión y del rebelde?
Mi noción de la rebelión y del rebelde es muy simple: un re¬belde es un hombre que no vive como un robot condicio¬nado por el pasado. En su forma de vivir, en su estilo de vida no interfiere de ninguna manera la religión, la sociedad, la cultura, ni cualquier otra cosa que pertenezca al ayer
El rebelde vive individualmente.... no como el diente de un engranaje, sino como una unidad orgánica. Su vida no es deci¬dida por nadie más que su propia inteligencia. La fragancia de su vida es la de la libertad. No sólo vive en libertad, permite tam¬bién que todo el mundo viva en libertad. No permite que nadie interfiera en su vida, ni interfiere en la vida de los demás. Para él la vida es sagrada, y la libertad es el valor supremo de tal for¬ma que está dispuesto a sacrificarlo todo por ella: respetabilidad, estatus, incluso la vida misma.
La libertad para él es lo que para la gente así llamada reli¬giosa en el pasado solía ser Dios. La libertad es su Dios.
El hombre ha vivido a través de los siglos como un borrego, formando parte de la multitud, acatando sus tradiciones, con¬venciones, siguiendo las antiguas escrituras y las viejas discipli¬nas. Pero ese tipo de vida era antiindividual; si eres un cristiano no puedes ser un individuo, si eres un hindú no puedes ser un individuo.
Un rebelde es aquel que vive totalmente de acuerdo a su pro¬pia luz, y arriesga todo por el valor más alto: la libertad.
El rebelde es la persona contemporánea.
Las masas no son contemporáneas. Los hindúes creen en es¬crituras que tienen cinco o diez mil años de antigüedad. Sucede lo mismo con las demás religiones; los muertos están dominan¬do a los vivos. El rebelde se rebela en contra de lo muerto, toma su vida en sus propias manos. No le da miedo quedarse solo; al contrario, disfruta de su soledad como uno de sus más preciados tesoros. La multitud te da certidumbre, seguridad, a costa de tu espíritu. Te esclaviza. Te da unas directrices de cómo vivir: qué hacer, qué no hacer.
En todo el mundo, cada religión ha dado algo parecido a los diez mandamientos, y fueron dados por gente que no tenía idea de cómo iba a ser el futuro, de cómo iba a ser la conciencia del hombre en el futuro. Es como si un niño pequeño tuviera que escribir toda la historia de tu vida, sin saber en absoluto qué sig¬nifica la juventud, sin saber en absoluto qué significa la vejez, sin saber en absoluto lo que es la muerte.
Todas las religiones son primitivas, crudas y han estado mol¬deando tu vida. Naturalmente, el mundo entero está lleno de desgracia: no se te permite ser tú mismo. Cada cultura quiere que seas sólo una copia, nunca tu rostro original.
El rebelde es aquel que vive siguiendo su propia luz, si¬guiendo a su propia inteligencia. Crea su camino caminándolo, no sigue a la multitud en la superautopista. Su vida es peligro¬sa; pero una vida que no es peligrosa no es vida en absoluto. Él acepta el desafío de lo desconocido. No se encuentra con lo des¬conocido como algo que llegará en el futuro y que ha sido pre¬parado por el pasado. Eso crea toda la angustia de la humanidad; el pasado te está preparando y el futuro nunca va a ser el pasa¬do. Tu ayer nunca va a ser tu mañana.
Pero hasta ahora así es como ha vivido el hombre: tus ayeres te preparan para tus mañanas. La misma preparación se convierte en el obstáculo. No puedes respirar libremente, no puedes amar libremente, no puedes bailar libremente; el pasado te ha mutilado de todas las formas posibles. La carga del pasado es tan pesada que todo el mundo está aplastado bajo ella. El rebelde simplemente se despide del pasado.
Es un proceso constante; por eso, ser un rebelde significa es¬tar constantemente en rebelión, porque cada momento se va a convertir en el pasado; cada día se va a convertir en el pasado. No es que el pasado esté solamente en el cementerio, estás movién¬dote a través de él en todo momento. Por eso, el rebelde tiene que aprender un nuevo arte: el arte de morir a cada momento que ha pasado, de modo que pueda vivir libre en el nuevo momento que ha llegado.
Un rebelde es un continuo proceso de rebelión; no es estáti¬co. Y ahí es donde puedo hacer una distinción entre el revolu¬cionario y el rebelde.
El revolucionario también está condicionado por el pasado. Podría no estar condicionado por Jesucristo o Gautama el Buda, pero está condicionado por Karl Marx, Mao Zedong, Josef Stalin, Adolf Hitler o Benito Mussolini..., no importa quién le está con¬dicionando. El revolucionario tiene su propia sagrada Biblia, El Capital,- su tierra prometida, la Unión Soviética; su propia Meca, el Kremlin. Igual que cualquier otra persona religiosa, no está viviendo de acuerdo a su propia conciencia. Está viviendo de acuerdo a una conciencia creada por otros. Por eso, el revolu¬cionario no es otra cosa que un reaccionario. Quizá esté en con¬tra de una cultura, pero está inmediatamente listo para la si¬guiente. Está yendo de una prisión a otra, del cristianismo al comunismo; de una religión a otra, del hinduismo al cristianis¬mo. Cambia de prisión.
El rebelde simplemente abandona el pasado y no permite ja¬más que el pasado le domine. Es un proceso constante y conti¬nuo. Toda la vida del rebelde es un fuego que quema. Hasta el úl¬timo aliento es nuevo, es joven. Nunca responderá a ninguna situación de acuerdo a su experiencia pasada; responderá a cada si¬tuación de acuerdo a su conciencia actual.
Para mí, ser un rebelde es la única manera de ser religioso, y las así llamadas religiones no son religiones en absoluto. Han destruido completamente a la humanidad, esclavizado a los se¬res humanos, encadenado sus espíritus; por eso, en la superficie parece que eres libre pero en lo profundo, en tu interior, las re¬ligiones han creado una cierta conciencia que sigue domi¬nándote. Un rebelde es aquel que renuncia a todo el pasado por¬que quiere vivir su vida de acuerdo a sus propios anhelos, de acuerdo a su propia naturaleza; no de acuerdo a algún Gautama el Buda, de acuerdo a algún Jesús o Moisés.
El rebelde es la única esperanza para el futuro de la huma¬nidad.
El rebelde destruirá todas las religiones, todas las naciones, todas las razas, porque están todas podridas, pasadas, obstaculi¬zando el progreso de la evolución humana. No están permitien¬do que nadie llegue a su pleno florecimiento: no quieren seres humanos sobre la tierra, quieren corderos.
Jesús dice continuamente: «Yo soy tu pastor, y vosotros sois mis ovejas ... » Y siempre me he preguntado por qué ni un solo hombre se levantó y dijo: «¿Qué tipo de tontería estás diciendo? Si nosotros somos ovejas, entonces tú también eres una oveja; y si tú eres el pastor, entonces nosotros también somos pastores.» No sólo sus contemporáneos.... pero durante dos mil años no ha habido ningún cristiano que haya planteado la cuestión de que llamar a los seres humanos ovejas y llamarse a sí mismo el pas¬tor, el salvador, es un insulto a la humanidad, una humillación muy grande.
«He venido a salvaros».... ¡y no se pudo salvar ni él! Casi la mitad de la humanidad está esperando todavía que regrese para salvarlos. Tú solo no puedes salvarte; necesitas al hijo primogé¬nito de Dios, Jesucristo. Y él ha prometido a su gente: «Volveré pronto, en esta misma vida vuestra»... y han pasado dos mil años, han pasado muchas vidas y no parece haber signos, ni se¬ñales. ..
Pero todas las religiones han hecho lo mismo de muchas maneras. Krisna dice en el Gita que siempre que haya sufri¬miento, siempre que haya angustia, siempre que haya necesidad: «Volveré una y otra vez.» Han pasado cinco mil años, y no ha sido visto ni una sola vez; no importa: «¡Una y otra vez!» Esas personas, por muy bonitas que fueran sus afirmaciones, no fue¬ron respetuosos con la humanidad.
Un rebelde te respeta, respeta la vida, tiene una profunda re¬verencia por todo lo que crece, prospera, respira. No se coloca por encima de ti, no es más sagrado que tú, más elevado que tú; es uno entre vosotros. Sólo puede reclamar una cosa para sí: él tiene más valentía que tú. No puede salvarte, sólo tu valentía puede salvarte. No puede dirigirte, sólo tus propias entrañas pueden dirigirte a que realices tu vida.
La rebelión es un estilo de vida. Para mí, es la única religión que es auténtica. Porque si vives de acuerdo a tu luz podrías equivocarte muchas veces y podrías caerte muchas veces; pero en cada caída, en cada equivocación te harás más sabio, más inteligente, más comprensivo, más humano. No hay otra forma de aprender que cometiendo errores. Pero no vuelvas a cometer el mismo error. No existe más Dios que tu propia conciencia. No hace falta ningún papa, ayatolá Jomeini o shankaracharya, para mediar entre tú y Dios. Esos son los criminales más grandes del mundo' porque están explotando tu invalidez,
Hace algún tiempo el papa anunció un nuevo pecado: uno no debería confesarse directamente con Dios; tienes que confesarte a través del sacerdote. Confesarse directamente con Dios, comu¬nicarse directamente con él, es un nuevo pecado. Es curioso..., puedes ver claramente que esto no es religión, esto es un nego¬cio, porque si la gente empieza a confesarse directamente con Dios, entonces, ¿quién va a ir a confesarse con el sacerdote y va a pagar la multa? El sacerdote se vuelve innecesario, el papa se vuelve innecesario.
Todos los sacerdotes están pretendiendo ser los intermedia¬rios entre tú y la fuente última de la vida. No saben nada de la fuente última de la vida. Pero tu fuente de la vida es también la fuente última de la vida, porque no estamos separados. Nin¬gún hombre es una isla; por debajo somos un vasto continente. Quizá en la superficie pareces como una isla, y hay muchas islas, pero en lo profundo del océano nos encontramos. Formas parte de una tierra, de un continente. Lo mismo es verdad acerca de tu conciencia.
Pero uno tiene que liberarse de las iglesias, de los templos, de las mezquitas, de las sinagogas. Uno tiene que ser sólo uno mismo, y aceptar el desafío de la vida, te lleve donde te lleve. Tú eres el único guía. Eres tu propio maestro.
Es una vieja asociación y un malentendido que ser un in¬conformista es ser un rebelde. El inconformista es un reaccio¬nario; actúa por enfado, rabia, violencia y ego. Su acción no está basada en la consciencia. A pesar de que va en contra de la so¬ciedad, esto no es necesariamente estar en lo cierto. De hecho, la mayoría de las veces moverse de un extremo a otro es ir de una equivocación a otra.
El rebelde es un tremendo equilibrio, y eso no es posible sin consciencia, vigilancia y una compasión inmensa. No es una reacción, es una acción; no va en contra de lo viejo, sino a favor de lo nuevo.
El no conformista sólo está en contra de lo viejo, en contra de lo establecido; pero no tiene una concepción de por qué está en contra, no tiene una visión de futuro. ¿Qué sucederá si tiene éxito? Estará perdido, totalmente avergonzado. Nunca había pensado sobre ello. No ha sentido la vergüenza porque nunca ha triunfado. Su fracaso ha sido un gran refugio para él.
Cuando digo «reacción», quiero decir que tu orientación es básicamente dependiente: no estás actuando desde la liber¬tad y la independencia. Esto tiene unas implicaciones muy profundas. Significa que tu acción sólo es una consecuencia; también significa que tu acción puede ser muy fácilmente controlada.
Hay una pequeña historia sobre Mulla Nasruddin. Él era un inconformista, un fundamentalista reaccionario, una mente ab¬solutamente negativa.
Si su padre le decía: «Tienes que ir a la derecha», podías es¬tar seguro que iría a la izquierda. Pronto el padre se hizo cons¬ciente de esto, y entonces no hubo problemas. Cuando quería que fuera a la derecha le decía: «Por favor, ve a la izquierda.» Y Mulla iba a la derecha. Estaba desobedeciendo, era un inconfor¬mista, pero era totalmente inconsciente de que estaba siendo dictado, ordenado, controlado y que estaba haciendo lo que el padre quería que hiciera.
Poco a poco él también se dio cuenta: «¿Qué está pasando? Antes mi padre solía enfadarse mucho porque me había dicho que fuera hacia la derecha y me iba a la izquierda. Sigo siendo tan desobediente como siempre, pero ahora nunca se queja.» Pronto descubrió la estrategia.
Un día el viejo padre y Nasruddin estaban cruzando el río con su burro, y en el burro llevaban un gran saco de azúcar. El saco estaba más inclinado hacia la derecha y existía el peligro de que pudiera caerse al río.
El padre iba detrás y sabía, si le digo «mueve el saco hacia la izquierda», tengo un hijo tan extraño que inmediatamente lo moverá hacia la derecha, y el saco se caerá al río y se echará a perder todo el azúcar. Por eso gritó:
-Nasruddin, mueve tu bolsa hacia la derecha -esperando que la moviera hacia la izquierda de acuerdo a la vieja experiencia.
Pero en esta ocasión Nasruddin había pensado lo mismo Dijo:
-De acuerdo -y movió la bolsa hacia la derecha y la bolsa se cayó al río.
-¿Qué ha sucedido -dijo el padre-, ya no eres desobediente.
-Ahora decidiré yo, cada vez, si ser obediente o no -contesto él-. No tendré una filosofía fija sino que me iré moviendo acorde a la situación, porque has sido astuto conmigo, me ha estado engañando. ¡Soy tu hijo y a pesar de todo has estado engañándome! Me has estado dando órdenes para que desobedeciera. De ahora en adelante estate alerta, puede que obedezca, puede que desobedezca. Desde hoy voy a dejar de ser predecible, controlable, dejaré de estar en tus manos.
El inconformista está siempre en manos de la sociedad y los poderes fácticos. Los poderes fácticos sólo tienen que ser un poco más listos y astutos, y entonces pueden utilizar al incon¬formista con mucha facilidad, sin ninguna dificultad.
Pero los poderes fácticos nunca pueden usar al rebelde por¬que no está reaccionando contra ellos. Él tiene una visión de fu¬turo, de un nuevo hombre, de una nueva humanidad. Está tra¬bajando para crear ese sueño, para hacerlo realidad. Si está en contra de la sociedad, lo hace porque la sociedad es un obstácu¬lo para su sueño. Su foco no está en los poderes fácticos, su foco está en un futuro desconocido, una posibilidad potencial. Actúa a partir de su libertad, a partir de su visión, a partir de su futu¬ro. Su consciencia decide en qué dirección ir.
¿Cómo está relacionado tu rebelde con «Zorba el Buda»?
Mi rebelde, mi nuevo hombre, es Zorba el Buda.
La humanidad ha vivido creyendo o bien en la realidad del espíritu y la irrealidad de la materia, o en la realidad de la mate¬ria y la irrealidad del espíritu.
Puedes dividir a la humanidad, en el pasado, en espiritualis¬tas o materialistas. Pero nadie se ha ocupado de mirar la reali¬dad del hombre. Es ambos a la vez. No es sólo espiritual, no es sólo consciencia, ni es sólo materia. Es una tremenda armonía entre materia y consciencia.
0 quizá la materia y la consciencia no son dos cosas sino sólo dos aspectos de una realidad: la materia es la parte externa de la consciencia, y la consciencia es la interioridad de la materia. Pero no ha habido ni un solo filósofo, sabio o místico religioso en el pasado que haya declarado su unidad; todos ellos estaban a favor de la división del hombre, llamando a una cara real y a la otra irreal. Eso ha creado una atmósfera de esquizofrenia por toda la tierra.
Tú no puedes vivir sólo como un cuerpo. Eso es lo que Jesús quiere decir cuando dice: «No sólo de pan vive el hombre», pero eso es sólo la mitad de la verdad. No puedes vivir sólo como consciencia, no puedes vivir tampoco sólo de pan. Tu ser tiene dos dimensiones, y ambas dimensiones tienen que ser satisfe¬chas, hay que darles la misma oportunidad de crecimiento. Pero el pasado ha estado o bien a favor de uno o en contra del otro, o a favor del otro y en contra del primero.
El hombre como totalidad no ha sido aceptado. Eso ha crea¬do sufrimiento, angustia y una tremenda oscuridad; una noche que ha durado cuatro mil años, que parece no tener fin. Si es¬cuchas al cuerpo, te condenas a ti mismo; si no escuchas al cuer¬po, sufres; tienes hambre, eres pobre, tienes sed. Si sólo escu¬chas a tu consciencia, tu crecimiento estará desequilibrado: tu consciencia crecerá pero tu cuerpo se encogerá y se perderá el equilibrio. Y en el equilibrio está tu salud, en el equilibrio está tu totalidad, en el equilibrio está tu alegría, tu canción, tu baile.
Occidente ha escogido escuchar al cuerpo, y se ha vuelto completamente sordo en lo que respecta a la realidad de la consciencia. El resultado, por último, es una gran ciencia, una gran tecnología, una sociedad afluente, una riqueza de cosas mundanas, profanas. Y en medio de toda esta abundancia, un hombre pobre sin espíritu, completamente perdido; sin saber quién es, sin saber por qué es, sintiéndose casi un accidente o un monstruo de la naturaleza. A menos que la consciencia crezca simultáneamente con la riqueza del mundo material, el cuerpo -materia- se vuelve muy pesado y el espíritu se debilita dema¬siado. Estás demasiado cargado con tus propias invenciones, tus propios descubrimientos. En vez de crear una hermosa vida para ti, crean una vida que según toda la inteligencia de Occidente no merece ser vivida.
Oriente ha escogido la consciencia y ha condenado la materia y todo lo material, incluido el cuerpo, como maya, como iluso¬rio, como un espejismo en un desierto, que sólo parece pero no tiene realidad en sí mismo. Oriente ha creado a Gautama el Buda, a Mahavira, a Patánjali, a Kabir, a Farid, a Raidas; un gran linaje de personas con una gran conciencia, un gran despertar. Pero también ha creado millones de pobres, hambrientos, famé¬licos, que mueren como perros, sin suficiente alimento, sin agua potable para beber, sin suficiente ropa, sin suficientes viviendas.
Una situación extraña... En Occidente, cada seis meses tie¬nen que echar al mar productos lácteos y otros productos ali¬menticios valorados en billones y billones de dólares porque son un excedente. No quieren sobrecargar sus almacenes, no quie¬ren bajar los precios y destruir su estructura económica. Por un lado, en Etiopía estaban muriendo mil personas al día, y al mis¬mo tiempo el Mercado Común Europeo estaba destruyendo tan¬ta comida que sólo el coste de destruirlo era de millones de dó¬lares. Ese no es el coste de la comida: es el coste de llevarlo hasta el mar y arrojarlo allí. ¿Quién es el responsable de esta situa¬ción?
El hombre rico de Occidente está buscando su alma y en¬contrándose vacío, sin nada de amor, sólo deseo; sin oración, sólo palabras repetidas como un loro aprendidas en la cateque¬sis del domingo. No tiene religiosidad, no siente nada por los de¬más seres humanos, ningún respeto por la vida, por los pájaros, por los árboles, por los animales; destruir es tan fácil.
Hiroshima y Nagasaki no hubieran sucedido si el hombre no pensara que es sólo materia. No se habrían acumulado tantas ar¬mas nucleares si el hombre pensara que es un Dios escondido, un esplendor escondido; no para ser destruido, sino descubierto, no para ser destruido, sino para ser traído a la luz; un templo de Dios. Pero si el hombre sólo es materia, sólo química, física, un esqueleto cubierto de piel, entonces con la muerte morirá todo, no quedará nada. Por eso es posible que un Adolf HitIer mate seis millones de personas sin ningún escrúpulo. Si las personas son sólo materia, no se plantea el pensarlo dos veces.
Occidente ha perdido su espíritu, su interioridad. Rodeado de vacío, aburrimiento, angustia, no se encuentra a sí mismo. Todo el éxito de la ciencia se demuestra inútil porque la casa está completamente llena de todo, pero falta el amo de la casa. Aquí, en Oriente, el amo está vivo pero la casa está vacía. Es difícil re¬gocijarse con los estómagos vacíos, con cuerpos enfermos, con la muerte rodeándote; es imposible meditar. Por eso, innecesa¬riamente, hemos sido perdedores. Todos nuestros santos y todos nuestros filósofos, espiritualistas y materialistas ambos, son res¬ponsables de este inmenso crimen en contra del hombre.
Zorba el Buda es la respuesta. Es la síntesis de la materia y el espíritu. Es la declaración de que no existe un conflicto entre la materia y la conciencia, de que podemos ser ricos en ambos sentidos. Nosotros podemos tener todo lo que el mundo nos puede proveer, todo lo que la ciencia y la tecnología pueden pro¬ducir, y podemos seguir teniendo lo que Buda, Kabir y Nanak en¬cuentran en su ser interno: las flores del éxtasis, la fragancia de la divinidad, las alas de la última liberación.
Zorba el Buda es el nuevo hombre, es el rebelde.
Su rebelión consiste en destruir la esquizofrenia del hombre, destruir su división, destruir la espiritualidad como algo en con¬tra del materialismo, destruir el materialismo como algo en contra de la espiritualidad. Es una declaración de que el cuerpo y el alma están unidas: que la existencia está llena de espiritua¬lidad, que las montañas están vivas, que los árboles sienten, que toda la existencia es ambos o quizá una sola energía expresán¬dose a si misma en dos formas, como materia y como concien¬cia. Cuando la energía está purificada se expresa a sí misma como conciencia; cuando la energía es burda, sin purificar, den¬sa, aparece como materia. Pero toda la existencia no es otra cosa que un campo de energía. Esa es mi experiencia, no es mi filo¬sofía. Y esto está apoyado por la física moderna y sus investiga¬ciones: la existencia es energía.
Podemos permitirle al hombre que tenga ambos mundos a la vez. No necesita renunciar a este mundo para tener el otro mundo, ni tampoco tiene que negar el otro mundo para disfrutar de éste. De hecho, tener un solo mundo cuando podrías tener los dos es ser innecesariamente pobre.
Zorba el Buda es la posibilidad más rica. Él vivirá su natura¬leza al máximo y cantará la canción de esta tierra. No traiciona¬rá a la tierra ni tampoco al cielo. Reclamará todo lo que tiene esta tierra, todas las flores, todos los placeres, y también recla¬mará las estrellas en el cielo. Reclamará toda la existencia como su casa.
El hombre del pasado era pobre porque dividía la existencia. El nuevo hombre, mi rebelde, Zorba el Buda, reclama el mundo entero como su casa. Todo lo que contiene es para nosotros, y te¬nemos que usarlo de todas las formas posibles, sin culpa, sin conflicto, sin tener que elegir. Disfruta sin escoger de todo lo que la materia es capaz de darte, y disfruta todo lo que la conciencia es capaz de darte.
Sé un Zorba, pero no te detengas ahí. Sigue caminando ha¬cia ser un Buda. Zorba es una mitad, Buda es la otra mitad.
Hay una antigua historia:
En un bosque cerca de una ciudad vivían dos mendigos. Na¬turalmente, eran enemigos entre ellos como lo son todos los profesionales; dos médicos, dos profesores, dos santos. Uno era ciego y el otro era cojo, y ambos muy competitivos; se pasaban todo el día compitiendo entre ellos en la ciudad.
Pero una noche sus cabañas se incendiaron, porque se esta¬ba quemando todo el bosque. El ciego podía correr, pero no po¬día ver por dónde, no podía ver por dónde no se había extendido el fuego. El cojo podía ver que todavía quedaban posibilidades de salir de ese fuego, pero no podía salir corriendo. El fuego iba de¬masiado rápido, demasiado salvaje, por eso el cojo sólo podía ver cómo llegaba su muerte.
Se dieron cuenta de que se necesitaban. El cojo tuvo una realización súbita: «El otro hombre puede correr, el ciego puede correr y yo puedo ver,» Se olvidaron de su rivalidad. En un mo¬mento tan crítico, cuando ambos estaban enfrentándose a la muerte, cada uno se olvidó de sus estúpidas enemistades. Crea¬ron una gran síntesis; acordaron que el ciego llevaría al cojo en sus hombros y funcionarían como un solo hombre; el cojo podía ver y el ciego podía correr. Salvaron sus vidas. Y como se salva¬ron la vida mutuamente se hicieron amigos; por primera vez de¬jaron a un lado su antagonismo.
Zorba está ciego, no puede ver, pero puede bailar, puede can¬tar, puede disfrutar. El Buda puede ver, pero sólo puede ver. Es pura visión, claridad y percepción, pero no puede bailar; está tu¬llido, no puede cantar, no puede disfrutar.
Ha llegado la hora. El mundo es un fuego salvaje; todo el mundo está en peligro. El encuentro de Zorba y Buda puede salvar a toda la humanidad. Su encuentro es la única esperanza. Buda puede aportar la consciencia, la claridad, los ojos para ver el más allá, ojos para ver aquello que es casi invisible. Zorba pue¬de dar todo su ser a la visión de Buda y dejar que no se quede sólo en una visión seca, sino hacerla un estilo de vida danzante, alborozado, extático.
Le estoy dando a Buda energía para bailar, y le estoy dando a Zorba ojos para ver más allá de los cielos, hacia lejanas metas de la existencia y de la evolución. Mi rebelde no es otro que Zorba el Buda.
Acerca de Osho
Nunca nació
Nunca Murió
Sólo Visitó el
Planeta Tierra entre
11 de diciembre de 1931 - 19 de enero de 1990
Con estas palabras inmortales, Osho a la vez dicta su epitafio y nos dispensa de su biografía. Habiendo previamente rechazado todos sus nombres anteriores, finalmente acepta el nombre «Osho», explicando que viene de la palabra de William James «oceánico». «No es mi nombre», nos dice, «es un sonido curativo.»
Sus miles de horas de charlas improvisadas, impartidas a gente de todo el mundo a lo largo de veinte años, están todas grabadas, la mayoría en vídeo; cin¬tas que pueden ser oídas en cualquier lugar por cualquier persona, cuando, dice Osho: «Habrá allí el mismo silencio.»
Las transcripciones de esas charlas están siendo publicadas ahora en cien¬tos de títulos en una docena de idiomas.
En esas charlas, la mente humana es colocada bajo el microscopio como nunca antes, y analizada hasta la más pequeña idea. La mente como psicología; la mente como emoción; la mente como mente/cuerpo; la mente como mo¬ralista; la mente como creencia; la mente como religión; la mente como histo¬ria; la mente como evolución política y social; toda ella examinada, estudiada e integrada. Luego, grácilmente, abandonada en la búsqueda esencial de la trascendencia.
Durante este proceso, Osho expone la hipocresía y los embustes donde quiera que los vea. Como explica elocuentemente el autor Tom Robbins:
«Reconozco la brisa esmeralda cuando golpetea mis contraventanas. Y Osho es como un viento fuerte y dulce, circunvalando el planeta, haciendo vo¬lar los bonetes de rabinos y papas, dispersando las mentiras en las mesas de los burócratas, provocando una estampida entre los burros en los establos de los po¬derosos, levantando las faldas de los remilgados patológicos, haciendo cosqui¬llas en los espiritualmente muertos y devolviéndoles a la vida.
»Jesús tuvo sus parábolas, Buda sus sutras, ',Iahoma sus fantasías de las noches árabes. Osho tiene algo más apropiado para especies paralizadas por la avaricia, el miedo, la ignorancia y la superstición: tiene la comedia cósmica.
»Lo que Osho está haciendo, en mi opinión, es traspasar nuestros disfra¬ces, hacer añicos nuestras ilusiones, curar nuestras adicciones y demostrarnos la autolimitadora y a menudo trágica locura de tomarnos a nosotros mismos demasiado en serio.»
Entonces, ¿quién es Osho? ¿El último deconstruccionista? ¿Un visionario que se convierte en su propia visión? Con seguridad, una propuesta a la exis¬tencia: que todo el mundo tiene el derecho como persona de disfrutar de la misma experiencia oceánica de una verdadera individualidad. Para eso, dice Osho: «Sólo hay un camino, que va hacia adentro, donde no encontrarás a nin¬gún ser humano, donde sólo encontrarás silencio, paz.»
¿Una conclusión? No hay paradas totales en la visión de Osho, sino una ayuda para comprendernos a nosotros mismos.
Me gustaría deciros: la ciencia es el valor más alto. Y sólo hay dos tipos de ciencia: uno, la ciencia objetiva, que decide sobre el mundo externo; y dos, la ciencia subjetiva, que hasta ahora ha sido llamada religión. Pero es mejor no llamarla religión. Es me¬jor llamarla ciencia de lo interno, y dividir la ciencia en ciencia de lo externo y ciencia de lo interno; ciencia objetiva y ciencia subje¬tiva. Pero considerada como una única totalidad, la ciencia conti¬núa siendo el valor más elevado; no hay nada por encima de esto.
Osho
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WWW.OSHO.COM
Una dirección web en diferentes idiomas que ofrece meditaciones de Osho, libros y, casetes, un recorrido on line de la Osho Commune International de los centros de informa-ción de Osho en el mundo y una selección de charlas de Osho.
Osho Commune International
17 Koregaon Park
Pune 411011 (MS) - INDIA
Te1f.: +91 (212) 628 562
Fax: + 91 (212) 624 181
E-mail: osho-commune@osho.org
www.osho.com (internacional)
www.sp.osho.org (española)
Osho International
570 Lexington Ave.
New York, N.Y. 10022 USA
Te1f.: 1-212-588-9888
Fax: 1-212-588-1977
E-mail: osho-int@osho.org
Osho ha desarrollado meditaciones activas especiales para el hombre moderno. La mayor parte incluye un período de intensa actividad física y catarsis, seguido de otro de observación silenciosa y celebración.
Todos los libros de Osho son transcripciones de charlas improvisadas a lo largo de su vida a una audiencia de discípulos y amigos. Se han publicado más de seiscientos tí¬tulos, de los cuales, más de cincuenta han sido traducidos al castellano.
Lecturas recomendadas:
Meditación: la primera y última libertad (Editorial Gaia, Madrid, 1995).
Incluye más de sesenta prácticas meditativas fundamentales y responde con claridad y sencillez a las cuestiones más relevantes sobre la práctica meditativa.
Tarot Osho Zen (Editorial Gaia, Madrid, 1998).
Una manera rápida y divertida de conocer la visión de Osho. Una nueva versión de] juego del tarot dentro de la tradición zen. Diseñado, más que para adivinar el futuro, para profundizar en el presente.
Vislumbres de una infancia dorada (Editorial Gaia, Madrid, 1999).
Es el relato que un gran rebelde realiza de su infancia, cuando su iluminación no era más que una chispa curiosa e inocente que abría sus ojos al mundo.
Meditación una introducción a la comprensión contemporánea de la meditación (Edi¬torial Debate, Madrid, 1999).
La búsqueda. Los diez toros del zen (Editorial Debate, Madrid1999).
El libro del niño. Una visión revolucionaria de la educación infantil (Editorial Debate, Madrid, 1999).
El libro de la mujer. Sobre el poder de lo femenino (Editorial Debate, Madrid, 1999).
Existen CD y casetes con músicas para las principales meditaciones. (New Earth Records).
FIN