UN PRODIGIO LLAMADO MEMORIA
Publicado en
diciembre 25, 2009
Podemos recordar información equivalente a 50.000 veces las obras de Shakespeare, pero olvidar dónde pusimos las llaves del coche.
Por Jochen PaulusEL MNEMOTÉCNICO alemán Wilfried Possin empezó a exhibir su talento hace 34 años, cuando tenía 18 y leyó en Reader's Digest un anuncio que elogiaba la increíble capacidad de la mente humana para recordar. Possin era mago aficionado y siempre andaba a la caza de trucos nuevos, así que compró el manual del anuncio, el cual prometía aumentar la retentiva de manera fenomenal... y le dio resultado. Ahora, este cincuentón de pelo blanco asombra al público con su memoria extraordinaria. Le dicen 30 palabras difíciles elegidas al azar, y él las repite sin un solo error y en el orden en que se lo pidan. El truco que emplea ya lo conocían los antiguos griegos, pero no ha perdido ni pizca de su espectacularidad: es la mnemotecnia, o técnica para desarrollar la memoria.
Para ilustrar un ejercicio mnemotécnico sencillo, tomemos por ejemplo a un empresario que quisiera recordar lo que tiene que hacer durante el día. Si la primera actividad de su agenda es leer la correspondencia, se imagina a Michael Schumacher ordenando cartas en su auto de carreras. Esta imagen del campeón mundial de fórmula uno representa el número 1. Es un método de asociación que los mnemotécnicos en ciernes aprenden desde el principio. El número 2 podría estar representado por unos gemelos. Si la segunda actividad es asistir a una reunión del consejo, nuestro empresario sólo tiene que imaginarse a unos gemelos en la sala de juntas. Si en tercer lugar tiene cita con el señor Garza, una manera infalible de recordarlo es imaginarse al ave zancuda del mismo nombre pedaleando en un triciclo.Imágenes como éstas se quedan grabadas en la memoria; cuanto más absurdas son, mejor se recuerdan. Tal es, en esencia, la técnica que empleó Possin para memorizar todos los códigos postales de Alemania hace seis años en un programa de televisión. No ha divulgado los detalles, pero reconoce que le llevó seis meses de preparación.Con todo, la memoria humana es capaz de retener mucho más que códigos postales. Los expertos calculan que tiene capacidad para 1000 billones de unidades de información, o bits, lo cual equivale a unos 50.000 volúmenes del tamaño de las obras completas de Shakespeare. En este descomunal archivo de conocimientos se guarda todo lo que sabemos del mundo, desde la forma de un coche hasta la localización de África en el mapa.Sin memoria no sabríamos ni quiénes somos, como aquel desafortunado joven al que tuvieron que extirparle parte del cerebro a causa de un tumor. Su inteligencia quedó intacta, pero durante varios decenios vivió creyendo que eran las vacaciones de verano y que en el lapso de dos semanas volvería a la universidad. No recordaba nada de lo ocurrido desde la operación, y no le cabía en la cabeza que había dejado los estudios hacía largo tiempo y que no podría terminarlos jamás. Había olvidado incluso la operación del cerebro, y no se explicaba por qué tenía una cicatriz en el cuero cabelludo."No es hasta que empezamos a perder la memoria, aunque sea parcialmente, cuando nos damos cuenta de que toda nuestra vida no es más que recuerdo", dice el director de cine Luis Buñuel en su autobiografía, Mi último suspiro.Mucha gente de edad teme estar perdiendo la memoria. Por lo general, es un temor infundado. No acordarse de dónde se han dejado las llaves del coche u olvidar temporalmente el nombre de un amigo no es motivo para creer que se están perdiendo las facultades mentales, asegura Daniel Shacter, investigador de la memoria de la Universidad Harvard. Si olvida que tiene coche o no recuerda su propio nombre, entonces sí hay razón para preocuparse.Perder las llaves y otros olvidos menores indican más bien que uno no se fijó dónde las puso; eso es falta de atención, no de memoria, y casi siempre tiene explicación. Si, en cambio, no recuerda usted algo que intentó memorizar activamente, quizá le convenga buscar atención profesional. Los médicos y psicólogos especializados pueden hacer pruebas sistemáticas de la memoria. Muchas veces resulta que el paciente goza de perfecta salud. Ser olvidadizo a menudo es síntoma de depresión, trastorno que, por supuesto, también exige tratamiento.Son muy pocas las personas de edad avanzada que realmente padecen un trastorno de la memoria. Según el Estudio de la Senectud de Berlín, realizado por científicos de universidades de esa ciudad y del Instituto Max Planck para la Educación, menos del uno por ciento de la población mayor de 70 años padece el mal de Alzheimer o alguna otra forma de demencia senil. La pérdida de la memoria y de otras facultades mentales que se presenta en los septuagenarios es un proceso normal. Entre los nonagenarios, uno de cada dos sufre de alguna forma de demencia senil.Sin embargo, antes de los 70 años hay pocos signos de deterioro de la capacidad mental. Entre los 70 y los 80, la memoria de sucesos remotos sigue siendo fiable, pero se empieza a tener dificultad para recordar Hechos recientes y datos nuevos.Aun así, la mnemotecnia también puede ser útil en este caso. En el pueblo bávaro de Eichstatt, unas ancianas se reúnen regularmente desde hace dos años y, con ayuda de dos instructoras, realizan ciertos ejercicios mentales colectivos destinados a mantener en forma la memoria. En una ocasión memorizaron todas las cosas que una de las instructoras llevaba en una bolsa de la compra.Los participantes también se dan tiempo para hacer ejercicio físico. Moviéndose al ritmo de una canción popular acerca de una conductora de tranvía, ilustran la letra con mímica; por ejemplo, ti-rando de una cuerda imaginaria.La experiencia de Eichstatt confirma que los mejores resultados se obtienen con una mezcla de actividad física y mental. Los científicos de la Universidad de Erlangen-Nuremberg idearon un programa llamado Autosuficiencia en la Edad Madura (AEM) en el que se combinan ejercicios de ambos tipos y, después de aplicarlo a 375 participantes en un estudio, comprobaron que la suma de aptitud física y mental es un buen medio para conservarse joven e independiente.NI EL EJERCICIO físico ni el mental por separado constituyen una solución duradera. La actividad física aumenta la afluencia de sangre al cerebro, pero la mente no puede utilizar esta energía adicional si no se le da algo que hacer.
Una vez que se inicia la pérdida de las facultades mentales, no es probable que los ejercicios permitan recuperarlas. "Hay que empezar cuando todavía se es joven", advierte el profesor Wolf Oswald, quien dirigió el estudio de la Universidad de Erlangen-Nuremberg. Por lo visto, el principio es: "Lo que se usa, se aguza".No obstante, aun si la memoria ha comenzado a deteriorarse, puede que no sea demasiado tarde. En la capacidad de recordar intervienen varias facultades mentales distintas, y es posible que algunas de ellas sigan intactas. A menudo ocurre que la información almacenada no se ha perdido, pero el cerebro no puede utilizarla porque el sistema de recuperación ya no funciona tan bien como antes.Los ejercicios como los incluidos en el programa AEM pueden ser de utilidad. Si está usted devanándose los sesos para recordar, por ejemplo, un nombre, tal vez lo consiga recitando el alfabeto. Muchas veces, al llegar a la inicial correspondiente se recuerda el nombre.Las fotos viejas son buenas para remontarse al pasado. De especial poder evocador son los olores y los sabores. El más célebre ejemplo de esto es un episodio que narra Marcel Proust en su novela En busca del tiempo perdido. Al llevarse a la boca una magdalena remojada en té, el narrador se siente invadido de dicha. "Y de pronto me vino el recuerdo", cuenta. Se le agolpan en la mente imágenes de su niñez en el pueblo rural de Combray, donde, las mañanas de domingo, su tía Léonie le daba una magdalena remojada en té.Pero no todos los recuerdos son tan placenteros. También hay que saber olvidar.De sobra lo sabía un ruso llamado Shereshevski, poseedor de una de las memorias más portentosas de que se tiene noticia. En los años 20, cuando era reportero de un periódico, el director notó que no anotaba las tareas que se le asignaban cada mañana. En una ocasión estaba a punto de reprenderlo por irresponsable, cuando se dio cuenta de que Shereshevski había memorizado todos los quehaceres del día.Impresionado, el director lo envió a ver a Alexandr Luria, quien más tarde llegaría a ser un pionero de la neuropsicología. Tras examinar al reportero, Luria concluyó: "La memoria de este hombre no tiene límites". Shereshevski podía aprenderse listas de palabras de cualquier extensión y repetirlas a voluntad aun después de que habían transcurrido años.Luria descubrió su secreto: el cerebro de Shereshevski convertía de forma automática las impresiones sensoriales en imágenes; así, por ejemplo, asociaba colores a los sonidos. "¡Qué voz tan suave y amarilla tiene usted!" le dijo en una ocasión al maestro de Luria. Hasta los números los percibía como imágenes. "El uno es un hombre delgado y orgulloso; el dos, una mujer jovial; el tres, un cascarrabias. No sé por qué".Más adelante Shereshevski empezó a exhibir su talento mnemotécnico en público, recitando largos pasajes de la Divina comedia en italiano pese a no saber ni una palabra de ese idioma. Las silabaste evocaban escenas que él iba hilvanando hasta formar una historia. Cuando, 15 años después, Luria le pidió que recitara los mismos pasajes, Shereshevski lo hizo sin la menor dificultad.Con todo, tanta memoria era para él una carga insoportable. "¿Cómo se puede aprender a olvidar? Ésta es su mayor preocupación", escribió Luria. Shereshevski temía que los números que le habían pedido que memorizara en la primera función le acudieran a la mente en la segunda y lo confundieran.Para evitarlo, se imaginaba que cubría la primera lista con un velo, o que escribía los números ya usados en un papel que posteriormente quemaba. Pero todo era en vano. Le llevó mucho tiempo aprender a olvidar los números por pura fuerza de voluntad.Después de todo, quizá sea preferible lo que nos ocurre a las personas de memoria normal: que tendemos a olvidar rápidamente lo que hemos visto. De lo contrario, quizá llegase un momento en que, como en el caso de Shereshevski, nuestros recuerdos nos abrumarían.En su libro acerca de la memoria, el profesor de psicología Hans Markowitsch cita al poeta alemán Matthias Claudius, que en su famoso poema "Ha salido la luna" dice que la noche es "esa habitación tranquila donde dormir y olvidar las penas del día".PARA QUE NO LO OLVIDE
He aquí diez recomendaciones elementales para desmemoriados:
1) Sea metódico: piense en una sola cosa a la vez y concéntrese en ella. No se distraiga con otros pensamientos.2) Use imágenes mentales como recordatorios: si suele olvidar los anteojos, asócielos con un espejo; así, al mirarse en el espejo antes de salir de casa, automáticamente se acordará de ellos.3) Prepárese: ensaye lo que va a decir como si fuera un actor, e imagínese lo que pueden contestarle sus interlocutores; de esta manera evitará quedarse sin palabras.4) Haga mapas: los preparativos minuciosos previenen los olvidos. ¿Se va de viaje? Dibuje un mapa y recorra mentalmente el camino.5) Tenga orden: ponga siempre las cosas importantes en el mismo lugar y haga un esfuerzo consciente por memorizarlo.6) No deje nada para después: ¿Tiene cuentas por pagar? Vaya al banco lo antes posible. ¿Le ha tocado redactar el acta de una reunión? Empiece tan pronto como termine la reunión.7) Persevere: ¿Se le olvidan nombres y palabras? Apréndase de memoria las listas de invitados. Pruebe a recordar las palabras difíciles hasta que ya no le cueste trabajo.8) Descanse: el estrés a menudo causa lagunas mentales; de vez en cuando dese un respiro.9) Use recordatorios: guárdese en los bolsillos objetos pequeños que le recuerden lo que tiene que hacer. Para no olvidar una cita con el dentista, coloque un tubo de dentífrico sobre el televisor.10) Primero lo primero: en la vida diaria a menudo tenemos que ocuparnos de muchas cosas a la vez. Elabore una lista y haga las cosas en orden de importancia.TOMADO DEL LIBRO Besser denken-besser leben ("PENSAR MEJOR, VIVIR MEJOR") DE READER's DIGEST ALEMANIA. © 1999 POR VERLAG DAS BESTE.