Publicado en
noviembre 08, 2009
Señor, si un día estuviera sofocado, preso, “harto de la vida“... con deseos de desaparecer, de morir, insatisfecho conmigo mismo y con el mundo a mi alrededor;
Pregúntame, si quiero cambiar la luz por las tinieblas;
Pregúntame, si quiero cambiar la mesa puesta, por los restos que tantos buscan en la basura;
Pregúntame, si quiero cambiar mis pies por una silla de ruedas;
Pregúntame, si quiero cambiar mi voz, por las señas;
Pregúntame, si quiero cambiar el mundo de los sonidos por el silencio de los que no oyen nada;
Pregúntame, si quiero cambiar el diario que leo y después echo a la basura, por la miseria de los que van a buscarlo para hacerse con él una manta;
Pregúntame, si quiero cambiar mi salud, por las enfermedades de tanta gente;
Pregúntame, hasta cuándo no reconoceré tus bendiciones, para hacer de mi vida un himno de alabanza y gratitud y decir, todos los días, desde el fondo de mi corazón:
¡GRACIAS SEÑOR POR ESTE NUEVO DÍA!