Publicado en
agosto 30, 2009
A veces nos preguntamos: ¿Qué hice para merecer esto? ¿Por qué Dios tiene que ser tan injusto conmigo?
Aquí va una bellísima explicación.
Una joven le dice a su madre cómo todo le ha salido mal: no salió bien en el exámen de Matemáticas, su novio resolvió terminar con ella... y su mejor amiga está de paseo en otra ciudad.
En horas de amargura, una madre sabe qué puede agradar a su hija... Le preparará un sabroso pastel. En aquel momento tan dificil, abrazó a su hija y la llevó a la cocina, consiguiendo arrancar de su rostro una sonrisa.
Luego que la madre separó los utensilios e ingredientes que usaría, los colocó en la mesa y preguntó a su hija:
―Querida, ¿quieres un pedazo de pastel?
―¡Claro Ma! ¡Sabes que me encanta el pastel!
―¡Está bien!, -respondió la madre-. Bebe un poco de ese aceite que está en la cocina
Asustada, la hija respondió:
―¿Cómo dices? ¡Jamás!
―¿Qué tal si te comes un huevo crudo?
―¡Nunca, Madre!
―¿Quieres comer un poco de harina de trigo o bicarbonato de sodio?
―¡Madre, eso no me agrada! ¡Me enfermaría!
La Madre le respondió:
―Es verdad, todas esas cosas están crudas y son feas separadas... Pero cuando las colocamos juntas, en su justa medida... ellas hacen un delicioso pastel.
Dios trabaja de forma similar. La gente se pregunta, ¿por qué Él permite que pasemos por momentos difíciles? No saben que cuando El permite que todas esas cosas se entren en el orden perfecto, siempre será para hacer una obra perfecta en nuestra vida.
No necesitas conformarte con ingredientes crudos, deja TODO en sus manos... y se tornarán en algo ¡fantástico!
Dios se preocupa tanto por ti... que te envía flores todas las primaveras... hace nacer el Sol todas las mañanas... y siempre que quieras conversar... Él está dispuesto a escucharte.
Él puede vivir en cualquier lugar del universo... pero escogió vivir en tu Corazón.