Publicado en
agosto 01, 2009
¿Qué sucedió ahora que morí?
¿Qué sucede?... ¡No entiendo! Solo sentí un dolor fuerte en la cabeza, mareos... y ahora estoy tan confundida. ¿Qué pasa? ¿Por qué mi familia corre y llora?
Dicen que morí, pero no, ¡estoy aquí! Ellos no me ven y no puedo abrazarlos.
¡Oh... ya veo!, están trasladando a alguien en una carroza fúnebre, ¡soy yo! ¡Qué extraño!
Veo a mi familia con gran dolor, todos lloran, pero yo solo veo, ya no siento dolor ni tristeza, es como ser una espectadora.
Pasan los días, mi familia regresa a casa sin mí. Les dejo un gran vacío. Ya alguien ocupa mi puesto de trabajo, todo vuelve a ser como antes: corren, atienden llamadas, hacen pagos, envían documentos, firman planillas, en fin... es como si nunca hubiese faltado yo. ¡Qué bien, algunos compañeros se acuerdan de mi a ratos y lamentan que ya no esté!
Sin embargo en mi familia, el vacío persiste.
Mi Mamá llora. No sabe cómo explicarle a mi hijo pequeño lo que esta sucediendo...
Mi hijo pregunta: ¿Dónde esta mamá? Y mis padres le dicen que en el cielo.
Mi hijo no acaba de comprender qué es la muerte, no deja de llorar, no quiere ir a clases, no se puede concentrar, tampoco come.
Pasa el tiempo, mi hijo cumple nueve años y yo no estoy, el se aferra, se ha vuelto tímido y retraído, ¡ya mamá no esta...!
Mi hijo, ya de 11 años, casi no habla. A veces su tío lo encuentra llorando. Bajó mucho las notas y no muestra interés por nada.
Mi querida familia, con toda la carga sobre sus hombros, la responsabilidad de cuidar y sacar adelante mi hijo, tienen que sonreír para darle fortaleza.
Ya pasó un año y todo sigue igual, en casa el vacío, la tristeza; en la empresa donde trabajaba ya nadie me nombra y todo sigue igual sobre la marcha.
¿Sabes qué dijo el forense? ¡Que morí por stress! En mi cerebro reventó una vena por una subida de tensión que me dio cuando me llamaron de mi trabajo y me dijeron que de los 10 camiones que solicité solo llegaron 7. Y todo acabó...
Ahora me doy cuenta que para la empresa que trabajas siempre serás uno mas, completamente reemplazable en cualquier momento, pero que para mi familia era única e irreemplazable.
¡Dedicate a lo que de verdad es importante! Todos necesitamos un trabajo que nos permita cubrir nuestras necesidades básicas, pero no te entregues a una empresa, ¡entrégate a tus seres queridos! Abraza a tus hijos, busca a tu familia, llama a tus amigos, es a estos seres a quienes de verdad le harás falta cuando ya no estés.
Date cuenta que, en realidad, lo mejor no es el futuro, sino el momento que estás viviendo justo en este instante.
Vive de manera que, cuando ya no estés, gran parte de tí continúe en aquellos que tuvieron la fortuna de encontrarte.